A Nicholas le costó trabajo convencer a la directora. Ella tenía sus motivos para no permitir el concierto en el Instituto, uno de sus puntos fuertes eran los derechos de autor a pagar por tocar canciones que no eran de dominio público y ella no tenía ninguna intención en financiar nuestra causa; pero finalmente, al mostrarle el plan, la organización (y que no tendría que poner un centavo), accedió. El concierto sería en cuatro semanas.Pedimos permiso especial para quedarnos después de clases para poder acondicionar el gimnasio para el evento, pero al ver que luego de una semana de no avanzar con la construcción del escenario, los camerinos, el stand de bebidas, y no haber podido practicar ni una canción, Nicholas consiguió un permiso especial de la directora para faltar a clases durante todo el tercer período.Como a Kentin no se le había designado ninguna tarea, aprovechamos su tamaño y fuerza para designarlo como guardia de seguridad, cosa que nos vendría muy bien en caso de que
El lunes por la mañana Asagi y yo nos fuimos juntas al colegio, el clima era cada vez más y más helado, y pese a que Asagi se negaba a dejar de usar minifaldas tuvo que ponerse pantalones para poder soportar las frías ventiscas que traía el mar. No tenía noticias de los chicos desde el día del concierto, Kentin no tenía tanto trato con ellos, los gemelos mucho menos y Rose no lograba dar con Louis pese a haberlo llamado todo el fin de semana; necesitaba preguntarles sobre esa chica misteriosa y mi amiga no supo a quién me refería, así que lo di por perdido y comencé una nueva semana escolar.Al llegar al Instituto vi a Ayaka y Lila juntos, Lila estaba muy avergonzada y arrugaba su vestido negro, Ayaka sólo le sonreía.—¿Qué sucede? —preguntó Asagi, pero yo la interrumpí, había visto esta escena en demasiados animes.—Lila se le está declarando a Ayaka —susurré con una sonrisa.—Quoi?! —preguntó Asagi, Ayaka se acercó más a mi amiga, pero luego Lila negó con la cabeza y se fue corriend
Le di vueltas al asunto de Dessire un millón de veces, trataba de encontrar una solución para hacer que ella se vaya del Instituto y no regrese más. Sin embargo, por más que lo pensaba, más me daba cuenta de que haga lo que haga, Dessire tenía razón: Nadie iba a creerme. Me encontraba absorta en mis pensamientos, dando vueltas en la cama, cuando mi prima entró a mi habitación, llevaba unos shorts rosados y una camiseta negra con la lengua de los Rollings Stone.—¿Prima? —Asagi se veía preocupada, no había bajado a cenar y no tenía la misma actitud de siempre desde que ella había llegado a terminar los estudios aquí; por lo general luego de las clases nos pintábamos las uñas, conversábamos o jugábamos con sus muchas pelucas—. ¿Estás bien?—No, prima, la verdad es que no —le respondí, ella se acercó y se sentó al lado mío, me acarició con suavidad el cabello.—Dime que te pasa —suplicó con voz dulce, al menos a ella podía decirle la verdad.—Es Dessire —le confesé.—¿La chica de la que
Mis padres casi me matan cuando llegué casa. La directora les había dicho que había agredido a una ex estudiante del Instituto, que mi actitud dejaba mucho que desear y que de continuar por este camino ya no sería recibida el año siguiente. Pero Asagi les contó la verdad con lujo de detalles y con fundamentos que no se podían negar, y mis padres me creyeron; nos ofrecieron cambiarnos de Instituto a las dos pero nos negamos, no íbamos a dejársela tan fácil a Dessire, aunque deprimidas y angustiadas, nos encerramos en mi cuarto a escuchar música y comer chocolates mientras pensábamos en una forma de que el infierno termine, pero no logramos nada.Al día siguiente mis padres llamaron al colegio para informar que nos habíamos enfermado y que faltaríamos a clase, y hubiera seguido durmiendo si Rose no me hubiese despertado llamándome al celular, tomé mi teléfono y atendí.—¿Hola? —pregunté.—¿Están bien? —quiso saber Rose, se la notaba muy preocupada, se escuchaba también a Aren y Kentin d
Las cosas en el Instituto por fin se habían normalizado; por lo ocurrido con Dessire, la directora había prohibido que nadie que no pertenezca al Instituto ingrese al recinto escolar. Chester se había ausentado unos días, y por primera vez, Nicholas se lo dejó pasar; pero al regresar volvió con el cabello rojo y con un verdadero cambio de actitud, ya que esperó a que estemos todos reunidos en el aula y antes de que llegue el señor Farker nos pidió disculpas a Asagi y a mí, y a las dos nos dio un ramo de rosas blancas.La disculpa de Chester me conmovió y lo perdoné pero Asagi tardó un poco más en disculparlo. Asagi se estaba adaptando muy bien en el Instituto, tenía un gran éxito con los chicos y era una buena estudiante.La primavera ya estaba en sus últimos días cuando llegó mi cumpleaños, había decidido hacer una pequeña fiesta a la que fueron todos mis amigos, cumplía dieciocho años y estaba decidida a hacer una fiesta como Dios mandaba. Había alquilado un salón para treinta perso
El paisaje fue cambiando lentamente al alejamos de la urbe y sus ruidos para adentrarnos en el verde escocés, fuimos rodeados por montañas y lagos, la nieve, la paz, la quietud... Desde muy pequeña me había sentido sumamente atraída por aquella tierra repleta de príncipes y dragones, de magia y misterio, del Rey Arturo y sus caballeros de la mesa redonda, de torneos y justas entre caballeros y de princesas con largas y hermosas cabelleras. A lo lejos tímidamente se dejaba ver el Palacio de Scone, que asomaba entre una copiosa nevada, parecía un castillo de juguete espolvoreado con azúcar impalpable, celosamente resguardado por unos muros de piedra, altos y sólidos, que advertían que allí comenzaba propiedad privada y, para flanquear la entrada, unas puertas de hierro coronadas por un bello arco con las iniciales "B L" en él. Un guardia alojado en una casilla de roca que parecía muy acogedora nos hizo entrar abriendo la puertas eléctricas.—Al fin en casa —suspiró Asagi complacida mien
Los días en el Palacio de Scone transcurrían lentamente, lo que en un principio había sido una ventisca con algunos copos de nieve se había transformado en una tormenta, durante la noche se había desatado y una mañana que me levanté ya había varios centímetros de nieve. Nos encontrábamos varados en el Palacio pero eso no impedía divertirnos, si no estábamos montando a caballo o jugando entre nosotros nos colábamos a las cocinas para aprender secretos culinarios, en más de una ocasión el Chef Sinclaire nos echó pensando que íbamos a robar sus recetas hasta que Asagi dio orden de permitirnos ir a donde quisiéramos. Muy pronto me hice amigas de las mucamas y de los lacayos, me mostraron todos y cada uno de los pasadizos que usaban para cumplir con sus labores sin ser vistos ni escuchados y me enseñaron valiosos conocimientos de etiqueta y protocolo.Esa mañana me desperté muy temprano, quizás más que nadie; al correr las cortinas de la ventana pude apreciar que aún estaba oscuro afuera,
El Palacio amaneció un día completamente decorado con adornos navideños. Las guirnaldas y los campanas, los lazos dorados y rojos, el heno y los muérdagos alegraban las barandillas de la escalera imperial, los candelabros, los arcos de las puertas y los espejos. Toda la servidumbre llevaba una flor de Nochebuena adherida a su uniforme, y una vez al día salíamos a pasear en trineo tirado por uno de los caballos, hicimos más de una guerra de bolas de nieve y una competencia de muñecos a ver quién hacía el más original, el ganador fue Aren pues su muñeco era un Frosty Vader, con máscara y todo.Sin embargo, la nieve también acarreaba consecuencias adversas, pues nos vimos obligados a quedarnos dentro del palacio al haberse desatado una fuerte tormenta de nieve y ráfagas de viento helado. Nos habíamos quedado sin televisión así que nos paseábamos por los pasillos del Palacio buscando algo entretenido para hacer. Muy pronto Aren se entretuvo colocándole collares de muérdagos a las escultur