Los últimos días antes del viaje me pasé recopilando información acerca de la abuela de Kentin, para esto no hubo mejor informante que mi suegro. Nos juntamos en un café del centro comercial a conversar del tema, la verdad que nunca había tenido una cita con un hombre tan mayor así que estaba sumamente nerviosa. Al entrar al café vi a Thomas sentado en una silla mientras leía el periódico, era temprano por la mañana, me acerqué y él levantó la vista de las noticias, me sonrió. —Hola, Thomas, buen día —lo saludé con un saludo formal, mi suegro me abrazó con fuerza y yo a él. —Hola, Annie, ven siéntate —dijo Thomas mientras me ofrecía un asiento, yo se lo agradecí y me senté, mi suegro se acomodó en la silla—. ¿De qué querías hablar? Cuando quise contarle, un camarero se acercó a tomarnos la orden, decidimos por dos desayunos ejecutivos, yo tenía muchísima hambre, finalmente, se retiró y pude hablar. —Quería que me contaras más cosas acerca de tu madre —dije sin miramientos, Thomas
En sólo unos minutos el mar quedó a nuestras espaldas para adentrarnos hacia la Ciudad Capital, donde íbamos a pasar los próximos cinco años de nuestra vida dedicadas al estudio y al trabajo.Gracias a las recomendaciones de mi suegro, había conseguido trabajo en una perfumería del centro comercial, a solo un par de pasos de la Facultad de Ciencias Jurídicas; a mi mamá no le gustaba la idea que trabaje pero a papá la idea no le desagradaba para nada, ya que así aprendería a valerme por mí misma.—Has estado demasiado tiempo bajo el ala de tus padres, un par de golpes no te vendrán mal—dijo cuando estaba terminando de guardar mis cosas en las cajas de cartón para la mudanza.—Aun así, cariño... Annie sólo tiene diecinueve años, acaba de graduarse... —Mamá parecía más afligida que otra cosa al ver que su única hija abandonaba el nido para vivir una nueva aventura, lejos de su atenta pero muy amable mirada maternal—. De todas formas yo te enviaré dinero semanalmente para que tengas para
Cuando salí a la calle pude ver cómo era ese ajetreado mundo urbano de la gran ciudad: Era una jungla, ni más ni menos, donde sólo el más capaz y fuerte iba a sobrevivir. Si bien había vivido un tiempo en grandes y ajetreadas ciudades como Bogotá, la ciudad de la furia Buenos Aires, CDMX, París, São Paulo y otros lugares por el trabajo de mis padres, ahora debía valerme por mí misma; tal como había dicho papá «ya no iba a estar debajo del ala de mis padres», pero me había acostumbrado tanto a la tranquilidad del pueblo, su quietud y sus tradiciones que ahora me sentía incómoda y hasta fuera de lugar. Caminé hacia el supermercado aferrando mi bolsa ecológica en una mano y mis llaves en la otra, había dejado el teléfono en el loft por el apuro de salir a hacer las compras y si necesitaba llamar a alguien iba a estar en un serio aprieto, ni siquiera me sabía el número de teléfono de Kentin o del apartamento y no había traído monedas para usar el teléfono público. Ya estaba anocheciendo y
No sin mucho esfuerzo logramos acomodar nuestro nuevo hogar, lo más complicado fue convencer a Rose y Ayaka que Fuser esté dentro del apartamento hasta que se acostumbre a su nueva casa pues estaba bastante alterado por el ruido de la ciudad y se asomaba a cada rato desde el barandal de la terraza; Kentin tenía miedo de que un día de estos caiga al vacío así que mi perro tenía que compartir el espacio con todos nosotros hasta que resolvamos el asunto del barandal.Aprovechamos esa semana para acondicionarnos a la ciudad, pero iba a necesitar más tiempo para poder acostumbrarme a los ruidos de la urbe, su movimiento, el malhumor generalizado de la gente y la inseguridad que se vivía por robos y hurtos menores, aunque lo más molesto fue sin dudas escuchar a Rose llorando porque un sujeto la manoseó en el metro (aunque mi amiga, ni lerda ni perezosa, le llenó la cara de arañazos al degenerado que se atrevió a sobrepasarse con mi amiga) así que Kentin nos regaló a Rose y a mí un spray de
Una enorme explosión sacudió mi cama y las paredes de la habitación, haciendo que salte en el aire con el corazón latiendo a mil por hora; los sonidos de las ametralladoras, los helicópteros sobrevolando la zona y las bombas indicaban que afuera estaba pasando algo muy serio. Me incorporé en la cama y corrí las cortinas para mirar por la ventana: Abajo la ciudad ardía en llamas, varios edificios estaban destruidos y los aviones y helicópteros militares que sobrevolaban disparaban a algo en las calles.Salí de mi habitación corriendo, buscando a Ayaka y Rose, quienes estaban observando todo desde el balcón-terraza, con cara de susto y espanto.—¿Qué sucede? —pregunté alarmada e incapaz de lo que veían mis ojos.—¿Cómo que qué sucede? ¡Si ayer escuchaste las noticias de que el virus de la rabia que manipularon los rusos se les salió de control! —me gritó Ayaka, con lágrimas en los ojos— ¡Ahora han tomado la ciudad! ¡Estamos perdidos! ¡No saldremos vivos de esta!—¿Quiénes tomaron la ciu
Chester me tendió su móvil mientras seguía riendo, yo lo miré con los ojos entornados.—Ay, vamos... No es para tanto —rio, le cerré la puerta de mi habitación en las narices y me puse el auricular del teléfono en el oído.—Hola, little asskicker —me dijo Kentin del otro lado. Se notaba a la legua que había disfrutado de mi bochorno pero por respeto a su novia prefería guardar la compostura.—Hola—le respondi cortante.—¿Por qué tan seca?—¿Quieres que le eche agua al teléfono? —pregunté, la carcajada de Kentin estalló del otro lado y yo también reí.—Ese chiste lo espero de Chester pero no de ti, amor. Creo que debes dejar de ver The Walking Dead —añadió mientras dejaba escapar un suspiro—. Ya sabemos lo que pasa cuando te obsesionas con una serie.—Desde que vi que mataron a Judith que no lo vi más —respondí, Kentin se quedó callado— ¿Kentin?—Me acabas de hacer un spolier horrible, ¿sabes? —respondió muy serio.—También matan a Hershell —añadí.—Ok, vete a la mierda —dijo. Dejé sal
Me levanté temprano el sábado pese a que no tenía que ir a trabajar o a la universidad, quería poner la casa en orden aprovechando la ausencia de Rose y Ayaka en todo el día, pues habían decidido convertir el loft en un taller de diseño con todo lo que eso implicaba: Pedazos de telas e hilos, diseños, moldes, maniquíes, etc. Sabía que me arriesgaba a que Rose me gritara pues "ella entendía su desastre" pero no fueron pocas las veces que la veía gruñir y maldecir entre dientes porque no encontraba sus lápices de colores o su carpeta de diseños debajo de la montaña de papeles, retazos ¡y hasta incluso comida! Se notaba de lejos la ausencia de Kentin en casa pues él jamás habría permitido ese desastre y suciedad.Primero acomodé las cosas en materiales: papeles, telas, hilos, etc. Luego los separé por propietario (cosas de Rose, cosas de Ayaka) y ya por último los organicé por categoría (diseños, tipos de telas, etc); me llevó toda la mañana pero logré mi cometido, ahora sólo tenía que e
Ahora con Aren en casa, Ayaka estaba más relajado y feliz, aunque sólo era cuestión de tiempo hasta que vuelvan a pelearse como hicieron toda su vida. Por el momento Ayaka y yo dormíamos en mi dormitorio hasta que podamos comprarle una cama a Aren, además de reorganizar el espacio de su habitación; aunque uno de los asuntos más urgentes era el hecho de las cuentas.—Me preocupa el hecho que estoy desempleado y tengo poca experiencia laboral, hay que solucionar eso para poder ayudarlos con la renta y el pago de los servicios —dijo Aren.—Por ahora tú único trabajo es pasear a Fuser todos los días y revisar que la casa se encuentre en orden. —Lo tranquilicé mientras veíamos juntos una maratón de Star Wars, habíamos comenzado por la primera trilogía y ahora seguía la segunda; Rose y Ayaka estaban nuevamente enfrascados en nuevos diseños—. Apenas llegaste anoche, no hace falta que encuentres un trabajo ahora mismo.—Tampoco es cuestión que seas un zángano —masculló Ayaka, su hermano se gi