Chester me tendió su móvil mientras seguía riendo, yo lo miré con los ojos entornados.
—Ay, vamos... No es para tanto —rio, le cerré la puerta de mi habitación en las narices y me puse el auricular del teléfono en el oído.
—Hola, little asskicker —me dijo Kentin del otro lado. Se notaba a la legua que había disfrutado de mi bochorno pero por respeto a su novia prefería guardar la compostura.
—Hola—le respondi cortante.
—¿Por qué tan seca?
—¿Quieres que le eche agua al teléfono? —pregunté, la carcajada de Kentin estalló del otro lado y yo también reí.
—Ese chiste lo espero de Chester pero no de ti, amor. Creo que debes dejar de ver The Walking Dead —añadió mientras dejaba escapar un suspiro—. Ya sabemos lo que pasa cuando te obsesionas con una serie.
—Desde que vi que mataron a Judith que no lo vi más —respondí, Kentin se quedó callado— ¿Kentin?
—Me acabas de hacer un spolier horrible, ¿sabes? —respondió muy serio.
—También matan a Hershell —añadí.
—Ok, vete a la m****a —dijo. Dejé salir una carcajada y él me imitó— Cambiando un poco de tema, ¿qué tal estuvo tu primer día? No quería atosigarte con los mensajes, además que nuestros superiores ya castigaron a uno de nosotros por andar con el teléfono soldado a la mano.
—Agotador, muy agotador pero fue un buen día. Mis compañeras son muy amables y atentas conmigo, aunque como soy la nueva por ahora hago tareas menores como repartir muestras gratis, llevar café a los clientes, colocar los precios, etc. ¿Sabías que los precios de los perfumes están directamente relacionados al precio del dólar del día?
—Todo está relacionado a eso, preciosa —rió Kentin—. Más siendo perfumes importados tienen que mantener actualizado el precio.
—Entiendo, pero a lo que voy es que tenemos que estar constantemente chequeando si el dólar varió en lo más mínimo y modificar el precio.
—Eso se hace en todos lados. Lo que pasa es que recién estas empezando a ver el mundo desde una perspectiva nueva —añadió Kentin, al parecer estaba quedando como una niñita que apenas está descubriendo el mundo—. ¿Y respecto a la universidad?, ¿algo que quieras contarme?
—Ya nos llenaron de trabajos para hacer y varias páginas para estudiar en diferentes materias. Era lo que les estaba diciendo a los chicos cuando llegué, siento que me estafaron con la Universidad, toda la vida consumí películas dónde los estudiantes lo único que hacen es irse de fiestas y no estudian nunca.
—Por eso se llaman "películas", mi amor—rio. Fruncí el ceño.
—¿Y el tuyo?, ¿cómo estuvo tu día? —prefería cambiar el tema antes que lo mate.
—Por ahora vamos bien... Hoy no fue la gran cosa... Primer día así que se presentaron los instructores y superiores, entrené un poco, tuve práctica de tiro, acomodé mis cosas en mi dormitorio... Mi compañero de cuarto está enamorado de ti...
No pude evitar reírme, ahí estaba mi celoso y posesivo novio.
—No me hace gracia que otro hombre se babee con las fotos de mi novia —dijo serio.
—¿Y yo qué culpa tengo? —quise saber.
—¿Tú? Ninguna, pero ya van tres veces en un sólo día que lo escucho hablar de que tienes unos ojos hermosos y unos labios perfectos para chuparlos —gruñó. Mi carcajada salió del fondo de mi estómago y otro gruñido se escapó de la garganta de Kentin—. Hablo en serio, si no para lo uso de bolsa de box.
—Pues dile que no lo haga —dije con simpleza, Kentin iba a tener que aprender a dominar ese mal genio que tenía de vez en cuando alguien en la calle me decía un halago.
—Voy a volver a intentarlo pero no soporto cómo se comporta.
Tres golpes seguidos en la puerta de mi habitación rompieron la intimidad de la conversación.
—¡Annie! ¡Mi teléfono que ya nos vamos! —era la voz de Chester.
—Amor, debo devolverle el teléfono al cretino de Chester —susurré para que el pelirrojo no pueda escucharme.
—Sí, yo también debo irme, ya estoy en toque de queda —susurró velozmente—. Averiguaré la contraseña wi-fi así nos vemos por Skype. Te dejo, debo irme antes que venga un instructor. Te amo, que duermas bien.
—Yo también, descansa —le dije, colgué y fui a cenar con los chicos.
Cuando Rose y Ayaka empezaron la escuela de diseño, dejé de tener la comida lista apenas llegara del trabajo, así que estuve cuatro semanas solamente tomando sopa instantánea o directamente no almorzaba, me bañaba rápido y me tiraba a dormir. Llegaba destruida del trabajo pues ahora era la encargada de reponer las estanterías y controlar la recepción y almacenado de mercaderías, seguí con esta dieta hasta que se me bajó la presión y me desmayé en clase, el médico me dijo que estaba anémica y desnutrida, algo que me valió un buen reto de Kentin y aprender a cocinar algo nutritivo, rico y rápido. Me mandaron a casa ese mismo día a descansar, Chester fue muy amable en acompañarme hasta casa y en quedarse conmigo hasta que alguno de mis compañeros de piso regrese de clases aunque eso significaba dejar de asistir a su asignatura favorita: Historia de la Música.—No tenía idea que habías comenzado la Universidad, Chester —susurré mientras me dejaba un sándwich de queso azul, jamón y mayonesa listo para ser devorado.
—Fue algo imprevisto, de último momento. Había quedado trigésimo primero en el examen de ingreso y sólo pueden entrar treinta alumnos en mi carrera, es un título que no tiene mucha demanda como leyes, medicina o ciencias económicas, así que disponemos de poco material de estudio y poco dinero —respondió mientras se sentaba a mi lado en el sofá y se recostaba con comodidad sobre él—. Me llamaron de la Facultad de Música hace unas semanas atrás, que si todavía estaba interesado porque la persona que estaba delante mío se arrepintió de su decisión y se fue a estudiar Turismo. Vi mi oportunidad y dije que sí.
—Debe de ser complicado cursar y trabajar en la cafetería —añadí, pues él y Louis trabajaban en una cafetería cerca del Campus.
—No te niego que sí, pero con constancia y dedicación todo se puede.
—¿Y Louis también está estudiando? —quise saber pero Chester negó con la cabeza.
—No. Decidió tomarse un año semi sabático para encontrar su vocación.
Cuando me pagaron el primer salario, vi unos zapatos hermosos en la vidriera de un local, me tenté y los compré y cuando fue momento de pagar la renta, el dinero no me alcanzaba y tuve que pedirle prestado dinero a mis padres que se los devolvería apenas pudiera.
En la Universidad no era ni la más brillante ni la peor, era una estudiante media, algo que me sacaba de quicio pues no importaba cuanto estudiaba, no importaba qué tan completos o tempranos presentaba los trabajos, mi nota siempre era "aceptable".
—Me parece que deberías hablar con el profesor, yo veo lo mucho que te esfuerzas y no es justo que te ponga una nota tan baja —dijo Jimena cuando le comenté lo que me pasaba, ella era mi única amiga, nos habíamos conocido al unir nuestros bancos en la materia de Introducción a la Filosofía para hacer un trabajo. Siguiendo el consejo de mi amiga un día esperé al profesor de Derecho Civil después de clases y lo encaré.
—Disculpe, Doctor. ¿Tiene unos minutos? Necesitaría hablar con usted —le dije con respeto, él accedió a mi petición, caminamos por los pasillos llenos de estudiantes.
—¿En qué puedo ayudarle, Señorita Sucrette? —me preguntó el Doctor Radovinsky, un hombre de unos sesenta años, barrigón, bonachón y con los pelos tan blancos como la nieve.
—Quiero hacerle una consulta acerca de mis trabajos —le dije, me sudaban las manos— No importa qué tan completos los haga, ni que tan temprano los presente, lo mismo con mis exámenes, siempre me califica con un aceptable, creo que no está observando mi esfuerzo.
Y lo decía de verdad, en este tiempo que había comenzado a estudiar y trabajar había bajado cinco kilos en menos de un mes, mi nivel de stress estaba por las nubes y ni hablar de que apenas dormía cinco horas por día, estudiando y repasando hasta tarde, estaba pálida y ojerosa y la ropa me quedaba grande.
—Hay algo que usted no entiende —me dijo con una sonrisa—. No importa que tanto se esfuerce, yo veo que usted no le está poniendo corazón a su carrera.
—¿Qué? —pregunté, aturdida.
—Quizás no me expresé bien —dijo rascándose la cabeza—. Su método de aprendizaje está errado, es mecánico, no estudia a conciencia sino que lo hace de memoria; en todos mis años de docencia nunca he tenido una alumna que me recite los artículos del código civil tal cual aparecen.
—¿Es malo eso? —pregunté.
—No es malo, pero está estudiando mal: Lo suyo es abarcar la mayor cantidad posible sin reflexionar acerca de lo que está aprendiendo o generar una opinión propia —me dijo—. A mí me interesa que usted REFLEXIONE y cree sus propias opiniones, no que me repita como loro lo que dice el libro.
Yo me reí, algunas veces Rose me había dicho que en mis exposiciones en Sweet Armonis parecía que me había tragado un cassete, porque no paraba ni para tomar aire.
El doctor Radovinsky me sonrió.
—Ahora lo entendiste —dijo tuteándome—. Espero que ahora pueda ver el brillo de una alumna a la que de verdad le gusta el Derecho, porque se nota que lo amas.
—Si, señor. Muchas gracias —dije con una sonrisa y me fui.
A partir de ese momento mis notas empezaron a subir lentamente, ya no era una estudiante "aceptable", ahora mis calificaciones estaban en "notable".
Una noche Kentin y yo estábamos hablando por Skype, solo teníamos unos minutos porque había tenido una reunión con su padre y estaban por dar el toque de queda.
—Linda, este fin de semana no podré regresar a casa —me dijo a través de Skype con videocámara, este fin de semana era feriado puente y estaba ilusionada de poder pasar cuatro días con él; estaba más musculoso y empezaba a usar más ropa pues el frío se estaba acercando—. Mi división tiene que realizar las JCO.
—¿JCO? —pregunté.
—Jornadas de Capacitación Obligatorias —me explicó, mientras se rascaba el cuello—: Son estos cuatro días pero para el fin de semana que viene tendré cuatro días de franco, discúlpame... sé que estabas ilusionada.
—No hay problema —le dije con una sonrisa, mientras movía la mano—. Luego me explicas en qué consisten esas JOC.
—JCO —me corrigió—. Me voy a dormir, hermosa, que descanses.
—Adiós, descansa —me despedí y corté la llamada, me quedé mirando el nickname de Kentin como se desconectaba, luego apagué la computadora—. Dos semanas sin verlo...
Fui a preparar la cena, Fuser estaba durmiendo en su cojín porque ya hacía demasiado frío para que esté afuera y a semejante altura.
Me levanté temprano el sábado pese a que no tenía que ir a trabajar o a la universidad, quería poner la casa en orden aprovechando la ausencia de Rose y Ayaka en todo el día, pues habían decidido convertir el loft en un taller de diseño con todo lo que eso implicaba: Pedazos de telas e hilos, diseños, moldes, maniquíes, etc. Sabía que me arriesgaba a que Rose me gritara pues "ella entendía su desastre" pero no fueron pocas las veces que la veía gruñir y maldecir entre dientes porque no encontraba sus lápices de colores o su carpeta de diseños debajo de la montaña de papeles, retazos ¡y hasta incluso comida! Se notaba de lejos la ausencia de Kentin en casa pues él jamás habría permitido ese desastre y suciedad.Primero acomodé las cosas en materiales: papeles, telas, hilos, etc. Luego los separé por propietario (cosas de Rose, cosas de Ayaka) y ya por último los organicé por categoría (diseños, tipos de telas, etc); me llevó toda la mañana pero logré mi cometido, ahora sólo tenía que e
Ahora con Aren en casa, Ayaka estaba más relajado y feliz, aunque sólo era cuestión de tiempo hasta que vuelvan a pelearse como hicieron toda su vida. Por el momento Ayaka y yo dormíamos en mi dormitorio hasta que podamos comprarle una cama a Aren, además de reorganizar el espacio de su habitación; aunque uno de los asuntos más urgentes era el hecho de las cuentas.—Me preocupa el hecho que estoy desempleado y tengo poca experiencia laboral, hay que solucionar eso para poder ayudarlos con la renta y el pago de los servicios —dijo Aren.—Por ahora tú único trabajo es pasear a Fuser todos los días y revisar que la casa se encuentre en orden. —Lo tranquilicé mientras veíamos juntos una maratón de Star Wars, habíamos comenzado por la primera trilogía y ahora seguía la segunda; Rose y Ayaka estaban nuevamente enfrascados en nuevos diseños—. Apenas llegaste anoche, no hace falta que encuentres un trabajo ahora mismo.—Tampoco es cuestión que seas un zángano —masculló Ayaka, su hermano se gi
Sabía que mi salida de la videollamada con Annie había sido un tanto brusca pero mis amigos ya me estaban esperando, me fui derecho a las duchas, me bañé rápidamente, me sequé y me dirigí hacia mi litera, saqué de mi casillero una camisa polo negra, mis zapatillas Nike blancas, un jean claro y una campera de invierno de lana gris que mi novia me había regalado para mi cumpleaños anticipándose a la temporada otoño-invierno.Salí del barracón y me encontré con Peter, Rick, Ted, Alison y Wally, uno de mis compañeros de unidad con quienes había pasado los últimos tres días de arduas capacitaciones.—¿Listo, Kentin? —preguntó Rick con una sonrisa.—Listo Calixto, que la lucha es mucha —reí con alegría mientras me ponía mi campera. Nos dirigimos hacia el estacionamiento donde estaba estacionado mi Jeep, nos subimos al vehículo y nos pusimos en ruta para ir hacia Makondo.—Me sorprende que la novia de Kentin le haya dado permiso para salir —dijo Wally desde los asientos traseros.—¡Tuviste q
Disfruté del fin de semana largo y del resto de la semana, pese a que me sentía muy sola. Chester vino varias veces con Louis para charlar y para traerme algunos encargos de mis padres (casi me muero cuando mi mamá me envió una caja llena de recuerdos que había dejado en casa, entre ellos el osito que Kentin me había regalado antes de irse a la escuela militar y que había olvidado de guardar); Nick y Allison también se habían hecho un tiempo para pasar a tomar un café después de las clases, pero lo cierto era que conforme los días avanzaban nos dejaban más y más tarea para hacer, libros que leer, páginas que memorizar, sin contar que apenas sí compartía tiempo con mi mascota, trataba de hacer tiempo para sacar a Fuser a dar una vuelta al parque pero a veces terminaba tan cansada de mi jornada que sólo quería llegar a casa, arrojarme en el sofá y jugar con la PS4 o vegetar con alguna serie de Netflix.Pero así como así llegó el viernes a la noche y con él el regreso de mi novio. El jue
Observé como Annie y Nicholas se retiraban del apartamento de Chester. Los seguí con la vista esperando a que mi chica cruzara su mirada con la mía pero se fue sin siquiera voltearse mientras yo me quedé allí parado, con la gente a mi alrededor que seguía bailando y disfrutando de la fiesta. Cerré los puños haciendo crujir mis mitones de cuero ante la impotencia de ver como aquel infeliz se estaba robando a la mujer de mi vida y yo no podía hacer nada. Salí del apartamento rápidamente y bajé las escaleras corriendo. Con un poco de suerte Annie no se habría ido todavía y podría hablar con ella pero el C4 de Nicholas ya no estaba. Me giré hacia ambos lados de la calle esperando verlos por algún lado pero no había ni rastros del vehículo del rubio. Me subí a mi Jeep y me desparramé sobre el volante, mi respiración era entrecortada y ansiosa, y sin darme cuenta empecé a golpear el volante propinando puñetazo tras puñetazo contra el aro de acero envuelto en cuero mientras las lágrimas de
Tuve que quedarme ahí donde estaba unos segundos para calmar mi cuerpo, pues hubiese jurado que veía peligro en la mirada de Kentin prometiéndome problemas. Con cuidado despegué mi espalda de la pared del balcón y volvía a entrar al apartamento de Chester, cerré la puerta con cuidado y vi como Nicholas se acercaba a mí con cara de preocupación.—¿Estas bien? Vi salir a Kentin con mala cara. —me preguntó cuando me encontró, yo asentí con la cabeza mientras sonreía— ¿Te hizo algo? ¿Quieres que nos vayamos?—No, no me hizo nada —le dije con calma para demostrarle que yo estaba bien—. Y aún no podemos irnos, acabamos de llegar, además... Tu hermana parece muy entretenida.Nick se giró y vio como su hermana melliza coqueteaba con Chester.—No sé que le ve —masculló mientras me abría otra botella de cerveza—. Desde el Instituto que está coladita por él, y él sigue sin prestarle la más mínima atención.—Quizás es ese rollo de chico malo lo que la atrae tanto —dije mientras disimulaba una ris
Lentamente comencé a recuperar peso. La nutricionista que llevaba mi caso controlaba estrictamente mi alimentación y con el correr de las semanas pude volver a mi peso normal de mínimo de cincuenta kilos. Cuando finalmente me dieron el alta, Nicholas y Allison hicieron una fiesta a la que invitaron a Rose, los gemelos, Chester y Louis, pero a pesar que habíamos tenido una linda noche charlando y festejando mi recuperación no pudieron evitar no tocar el tema de mi pelea con Kentin. —Él te quiere, Annie —me dijo Rosemary por enésima vez en la noche, ya hasta le blanqueaba los ojos—. Te lo estoy diciendo en serio. No sabes cómo se pone cuando llega los viernes a la noche al loft, se encierra en el dormitorio y sólo sale para hacerse la comida y luego se vuelve a encerrar. —No es mi culpa que esté así, Rose —dije entre dientes—. Él sólo se las buscó. —¡Si tuvieses un poco de sentido común te darías cuenta de que él no miente! —Rose se veía enojada, tomé un buen sorbo de cerveza para po
Lentamente comencé a recuperar peso. La nutricionista que llevaba mi caso controlaba estrictamente mi alimentación y con el correr de las semanas pude volver a mi peso normal de mínimo de cincuenta kilos. Cuando finalmente me dieron el alta, Nicholas y Allison hicieron una fiesta a la que invitaron a Rose, los gemelos, Chester y Louis, pero a pesar que habíamos tenido una linda noche charlando y festejando mi recuperación no pudieron evitar no tocar el tema de mi pelea con Kentin. —Él te quiere, Annie —me dijo Rosemary por enésima vez en la noche, ya hasta le blanqueaba los ojos—. Te lo estoy diciendo en serio. No sabes cómo se pone cuando llega los viernes a la noche al loft, se encierra en el dormitorio y sólo sale para hacerse la comida y luego se vuelve a encerrar. —No es mi culpa que esté así, Rose —dije entre dientes—. Él sólo se las buscó. —¡Si tuvieses un poco de sentido común te darías cuenta de que él no miente! —Rose se veía enojada, tomé un buen sorbo de cerveza para po