Disfruté del fin de semana largo y del resto de la semana, pese a que me sentía muy sola. Chester vino varias veces con Louis para charlar y para traerme algunos encargos de mis padres (casi me muero cuando mi mamá me envió una caja llena de recuerdos que había dejado en casa, entre ellos el osito que Kentin me había regalado antes de irse a la escuela militar y que había olvidado de guardar); Nick y Allison también se habían hecho un tiempo para pasar a tomar un café después de las clases, pero lo cierto era que conforme los días avanzaban nos dejaban más y más tarea para hacer, libros que leer, páginas que memorizar, sin contar que apenas sí compartía tiempo con mi mascota, trataba de hacer tiempo para sacar a Fuser a dar una vuelta al parque pero a veces terminaba tan cansada de mi jornada que sólo quería llegar a casa, arrojarme en el sofá y jugar con la PS4 o vegetar con alguna serie de Netflix.Pero así como así llegó el viernes a la noche y con él el regreso de mi novio. El jue
Observé como Annie y Nicholas se retiraban del apartamento de Chester. Los seguí con la vista esperando a que mi chica cruzara su mirada con la mía pero se fue sin siquiera voltearse mientras yo me quedé allí parado, con la gente a mi alrededor que seguía bailando y disfrutando de la fiesta. Cerré los puños haciendo crujir mis mitones de cuero ante la impotencia de ver como aquel infeliz se estaba robando a la mujer de mi vida y yo no podía hacer nada. Salí del apartamento rápidamente y bajé las escaleras corriendo. Con un poco de suerte Annie no se habría ido todavía y podría hablar con ella pero el C4 de Nicholas ya no estaba. Me giré hacia ambos lados de la calle esperando verlos por algún lado pero no había ni rastros del vehículo del rubio. Me subí a mi Jeep y me desparramé sobre el volante, mi respiración era entrecortada y ansiosa, y sin darme cuenta empecé a golpear el volante propinando puñetazo tras puñetazo contra el aro de acero envuelto en cuero mientras las lágrimas de
Tuve que quedarme ahí donde estaba unos segundos para calmar mi cuerpo, pues hubiese jurado que veía peligro en la mirada de Kentin prometiéndome problemas. Con cuidado despegué mi espalda de la pared del balcón y volvía a entrar al apartamento de Chester, cerré la puerta con cuidado y vi como Nicholas se acercaba a mí con cara de preocupación.—¿Estas bien? Vi salir a Kentin con mala cara. —me preguntó cuando me encontró, yo asentí con la cabeza mientras sonreía— ¿Te hizo algo? ¿Quieres que nos vayamos?—No, no me hizo nada —le dije con calma para demostrarle que yo estaba bien—. Y aún no podemos irnos, acabamos de llegar, además... Tu hermana parece muy entretenida.Nick se giró y vio como su hermana melliza coqueteaba con Chester.—No sé que le ve —masculló mientras me abría otra botella de cerveza—. Desde el Instituto que está coladita por él, y él sigue sin prestarle la más mínima atención.—Quizás es ese rollo de chico malo lo que la atrae tanto —dije mientras disimulaba una ris
Lentamente comencé a recuperar peso. La nutricionista que llevaba mi caso controlaba estrictamente mi alimentación y con el correr de las semanas pude volver a mi peso normal de mínimo de cincuenta kilos. Cuando finalmente me dieron el alta, Nicholas y Allison hicieron una fiesta a la que invitaron a Rose, los gemelos, Chester y Louis, pero a pesar que habíamos tenido una linda noche charlando y festejando mi recuperación no pudieron evitar no tocar el tema de mi pelea con Kentin. —Él te quiere, Annie —me dijo Rosemary por enésima vez en la noche, ya hasta le blanqueaba los ojos—. Te lo estoy diciendo en serio. No sabes cómo se pone cuando llega los viernes a la noche al loft, se encierra en el dormitorio y sólo sale para hacerse la comida y luego se vuelve a encerrar. —No es mi culpa que esté así, Rose —dije entre dientes—. Él sólo se las buscó. —¡Si tuvieses un poco de sentido común te darías cuenta de que él no miente! —Rose se veía enojada, tomé un buen sorbo de cerveza para po
Lentamente comencé a recuperar peso. La nutricionista que llevaba mi caso controlaba estrictamente mi alimentación y con el correr de las semanas pude volver a mi peso normal de mínimo de cincuenta kilos. Cuando finalmente me dieron el alta, Nicholas y Allison hicieron una fiesta a la que invitaron a Rose, los gemelos, Chester y Louis, pero a pesar que habíamos tenido una linda noche charlando y festejando mi recuperación no pudieron evitar no tocar el tema de mi pelea con Kentin. —Él te quiere, Annie —me dijo Rosemary por enésima vez en la noche, ya hasta le blanqueaba los ojos—. Te lo estoy diciendo en serio. No sabes cómo se pone cuando llega los viernes a la noche al loft, se encierra en el dormitorio y sólo sale para hacerse la comida y luego se vuelve a encerrar. —No es mi culpa que esté así, Rose —dije entre dientes—. Él sólo se las buscó. —¡Si tuvieses un poco de sentido común te darías cuenta de que él no miente! —Rose se veía enojada, tomé un buen sorbo de cerveza para po
Lentamente abrí los ojos... Estaba en el hospital. Sentía una suave respiración cerca mío, era Nicholas que se había quedado dormido apoyado en la cama; no sabía ni que día era ni mucho menos la hora, pero al parecer era de día. Me quité la máscara de oxígeno de la boca y nariz y extendí la mano hacia el control remoto de la habitación con cuidado de no despertar a Nick, al encenderla no hubo necesidad de bajar el volumen pero sí de subirlo. Al parecer mi amigo, en algún momento de insomnio, había estado viendo la televisión, busqué algún canal de noticias para saber en qué día me encontraba, cuando lo encontré presté atención a lo que decían los presentadores pues estaban hablando de mí.—Annie Sucrette, la muchacha que desapareció hace dos semanas luego de una pelea con su novio, fue encontrada afortunadamente con vida, en un motel del Bajo Victoria —dijo la reportera.—Dos semanas... —repetí en mi cabeza, no podía creer que había pasado tanto tiempo, la reportera continuó.—Nichol
Salí corriendo a la calle, podía escuchar la voz de Kentin llamándome a gritos a mis espaldas, la gente que pasaba a toda velocidad me miraba sorprendida por lo que ocurría. Mis pies golpeaban con fuerza el piso, crucé semáforos en verde, golpeé gente, atropellé una señora mayor... Ya todo me importaba una mierda. ¡Que me atropellen! me iba arrancando pedazos de mi corazón, dejándolos caer detrás mío, me sentía sangrar, morir... Las imágenes del celular se repetían en mi cabeza, incapaz de creer en lo que habían visto mis ojos, incapaz de creer que Kentin haya sido capaz de hacerme algo así.Bajé las escaleras del metro corriendo con Kentin a mis espaldas, persiguiéndome, salté las puertas torniquete del metro, algunos guardias gritaron al ver esto y me gritaron que me detenga, pero no podía hacerlo... Necesitaba escapar de este dolor e irme muy lejos, apuré el paso pues el metro ya estaba por cerrar sus puertas, entré corriendo al vagón y las puertas automáticas se cerraron detrás mí
Kentin se quedó mirando las fotos, petrificado, con los ojos abiertos como platos y blanco como la nieve. Yo apretaba los dientes esperando a que me dé una respuesta convincente. Dentro del loft no volaba una mosca, la tensión era tal que el efecto de las bebidas se esfumó en todos, podía sentir la mirada de los muchachos fija en nosotros, pero yo no despegaba mis ojos del rostro de Kentin.Mi novio tomó mi celular y empezó a ver todas y cada una de las fotografías mientras negaba con la cabeza. ¿Qué era lo que no entendía o no podía creer? El latido de mi corazón era tan fuerte que toda mi cabeza latía con él, estaba a punto de darme algo hasta que finalmente Kentin dijo un nombre.—Lidia —susurró en un murmullo apenas audible.—¡Ahhhh, por lo menos la conoces! —grité. La voz me temblaba, el cuerpo entero me temblaba, tenía las lágrima colgando de las pestañas y el corazón a punto de partirse en mil pedazos; necesitaba una respuesta convincente y la necesitaba ahora, pero ahí seguía