Salí corriendo a la calle, podía escuchar la voz de Kentin llamándome a gritos a mis espaldas, la gente que pasaba a toda velocidad me miraba sorprendida por lo que ocurría. Mis pies golpeaban con fuerza el piso, crucé semáforos en verde, golpeé gente, atropellé una señora mayor... Ya todo me importaba una mierda. ¡Que me atropellen! me iba arrancando pedazos de mi corazón, dejándolos caer detrás mío, me sentía sangrar, morir... Las imágenes del celular se repetían en mi cabeza, incapaz de creer en lo que habían visto mis ojos, incapaz de creer que Kentin haya sido capaz de hacerme algo así.Bajé las escaleras del metro corriendo con Kentin a mis espaldas, persiguiéndome, salté las puertas torniquete del metro, algunos guardias gritaron al ver esto y me gritaron que me detenga, pero no podía hacerlo... Necesitaba escapar de este dolor e irme muy lejos, apuré el paso pues el metro ya estaba por cerrar sus puertas, entré corriendo al vagón y las puertas automáticas se cerraron detrás mí
Kentin se quedó mirando las fotos, petrificado, con los ojos abiertos como platos y blanco como la nieve. Yo apretaba los dientes esperando a que me dé una respuesta convincente. Dentro del loft no volaba una mosca, la tensión era tal que el efecto de las bebidas se esfumó en todos, podía sentir la mirada de los muchachos fija en nosotros, pero yo no despegaba mis ojos del rostro de Kentin.Mi novio tomó mi celular y empezó a ver todas y cada una de las fotografías mientras negaba con la cabeza. ¿Qué era lo que no entendía o no podía creer? El latido de mi corazón era tan fuerte que toda mi cabeza latía con él, estaba a punto de darme algo hasta que finalmente Kentin dijo un nombre.—Lidia —susurró en un murmullo apenas audible.—¡Ahhhh, por lo menos la conoces! —grité. La voz me temblaba, el cuerpo entero me temblaba, tenía las lágrima colgando de las pestañas y el corazón a punto de partirse en mil pedazos; necesitaba una respuesta convincente y la necesitaba ahora, pero ahí seguía
—Nicholas —dijo con una sonrisa encantadora. —Nicholas… —masculló haciendo pucherito mientras intentaba desenroscar una botella de Coca-Cola. —¡Nicholas! —enojada y con los cachetes rojos. —Niiiick… —mientras estudiaba. —Nicholas... —roja, jadeante y deseosa... Abrí los ojos. Estaba en mi cama, había estado soñando con Annie de nuevo. Me di vuelta quedando de espaldas mientras me tapaba la cara con los brazos...estaba volviéndome loco. La convivencia se estaba volviendo imposible al punto que se me iban los ojos con ella cada vez que la veía aparecer por el comedor usando unos jeans ajustados o una camiseta escotada. Mi hermana ya se había dado cuenta de ello y me lo había hecho notar. —¿Por qué no vas y le dices lo que sientes? —me dijo cuando estábamos comiendo los dos solos en la cafetería del campus— ¡Kentin te la va a terminar robando si esperas más tiempo! —Kentin no va a volver —gruñí muy seguro de ello—. Es obvio que no encontró nada sino ya estaría golpeando a nuestra
Me había pasado todo el fin de semana pensando e ideando el plan. Rose me había ayudado dándome muy buenas ideas y ordenando el enjambre de pensamientos que tenía en mi cabeza. Ella era mi informante tras las líneas enemigas: Me contaba de los últimos movimientos de Annie y Nicholas, a qué disco habían ido, las actividades que realizaban juntos... Me di cuenta que tenía poco tiempo... Muy poco tiempo... Y tenía iniciar la segunda, y más importante, fase de mi plan cuanto antes. Finalmente, el lunes a la mañana comenzaba el primer día de maniobras hasta poder dar con la mente maestra de esta trampa. Los últimos días de Agosto el clima estuvo más frío que de costumbre; sin embargo, eso no me impedía seguir entrenando tan duramente como lo venía haciendo hasta ahora, tenía que canalizar mi odio por algún lado y eso fue concentrándome más en los estudios y en mi desempeño físico; todo eso dio frutos logrando obtener el derecho de regresar a mi casa después de cada día de entrenamiento, a
Me levanté temprano a la mañana con dolor de cabeza. Estaba abrazada a Nick, que seguía dormido, y ambos estábamos completamente desnudos. Me agarré la cabeza y negué para mis adentros. «Soy una imbécil"» pensé, lo había hecho con Nicholas. La noche anterior había sido una locura desbordada de pasión y sentimientos encontrados: Los ojos ámbares de Nick no se habían separados de los míos y ninguno de los dos había emitido ni una sola palabra, pese a que nuestras gargantas dejaban salir gemidos sofocados y exclamaciones de placer todo el tiempo. Era como si el fuego se hubiese encontrado con la gasolina pues él me avivaba con cada movimiento de sus caderas y yo lo ponía aún más loco con cada gemido ahogado que dejaban escapar mis labios. Jamás se me hubiese ocurrido que alguien como el rubio tuviese tanta... fuerza... tanta locura oculta en su piel. No hizo falta decirnos ni una sola palabra pues nuestros labios y nuestra piel tenían una coordinación perfecta. Él sabía leer mis gestos
Finalmente... Había llegado el momento de implementar la tercera y última parte de mi plan, podía saborear la dulce venganza en mi lengua y me relamía de solo imaginar que pronto, muy pronto, iba a poder demostrar mi inocencia y volver a tener a Annie entre mis brazos. Pero primero debía hacer una llamada urgente.—Papa, soy Kentin —dije hablando por el celular mientras terminaba de elegir la ropa que iba a usar—. Quiero una copia de ese archivo y que hagas exactamente lo que hiciste recién con la cara de esa muchacha... No, no, escúcham...ESCÚCHAME... No me importa si me expulsan, y créeme que nadie se enterará que fuiste tú el que me dio esta información, no me olvidaré de lo que hiciste por mí... Gracias, Papa. Te debo una y de las grandes.Colgué el celular, fui a darme una ducha y a cambiarme de ropa, tenía que mostrarme seguro y varonil ante Lidia así que me puse las mejores prendas que tenía: Unos jeans claros y una chomba negra bien ceñida al cuerpo que me destacaba los múscul
Las cosas no podían ir peor para Annie... Se la notaba tensa, confundida, desorientada, nerviosa, triste... No podía entender cuántos sentimientos podían caber en ella, pero lo que sí sabía era que estaba arrepentida por haber dejado que las cosas hayan avanzado como lo hicieron. Estábamos apoyados sobre el puente del parque central, era una linda noche, no hacía ni mucho frío ni mucho calor, si no hubiese sido por unos cuantas parejas yendo y viniendo y algunos atletas que trotaban, nos encontraríamos complemente solos. Annie me había llamado más de diez veces durante mi jornada de trabajo y, al ver sus llamadas perdidas, me asusté, así que le pedí a mi compañera que me cubriera y fui a encontrarme con ella. Los árboles del parque se habían llenado de flores y la primavera estaba en su máximo esplendor. —Annie —susurré. Ella me miró con sus ojos verdes...esos ojos verdes de los cuales siempre estuve enamorado, en los cuales siempre me perdía cada vez que me miraba—. ¿Quieres hablar?
Estaba en la casa de Nicholas dándole los últimos detalles a mi disfraz de Sally de El Extraño Mundo de Jack. La consigna era Halloween en parejas, así que estuve muy ocupada consiguiendo los materiales para hacer el vestido y el traje de Jack, el maquillaje mío y de Nicholas, buscando tutoriales en Youtube y en especial tiñéndome el cabello de pelirrojo para que mi disfraz esté completo, cuando me vi al espejo me impresioné. ¡Estaba genial! De repente vi una cara blanca con las cuencas de los ojos vacías y una sonrisa de oreja a oreja flotando en el aire, pegué un grito y se encendió la luz. —¡Annie, soy yo! —exclamó Nicholas, su boca se movía extraña por sus labios completamente blancos que se confundía y por las líneas negras a ambos lados de su cara. —Ay, por Dios... Qué susto me diste —le dije mientras me llevaba la mano al pecho, Nicholas se rio con ganas. —Bueno, soy el Rey Calabaza. Soy un profesional de los sustos —rio mientras ponía un mechón de mi cabello detrás de mi o