—Nicholas —dijo con una sonrisa encantadora. —Nicholas… —masculló haciendo pucherito mientras intentaba desenroscar una botella de Coca-Cola. —¡Nicholas! —enojada y con los cachetes rojos. —Niiiick… —mientras estudiaba. —Nicholas... —roja, jadeante y deseosa... Abrí los ojos. Estaba en mi cama, había estado soñando con Annie de nuevo. Me di vuelta quedando de espaldas mientras me tapaba la cara con los brazos...estaba volviéndome loco. La convivencia se estaba volviendo imposible al punto que se me iban los ojos con ella cada vez que la veía aparecer por el comedor usando unos jeans ajustados o una camiseta escotada. Mi hermana ya se había dado cuenta de ello y me lo había hecho notar. —¿Por qué no vas y le dices lo que sientes? —me dijo cuando estábamos comiendo los dos solos en la cafetería del campus— ¡Kentin te la va a terminar robando si esperas más tiempo! —Kentin no va a volver —gruñí muy seguro de ello—. Es obvio que no encontró nada sino ya estaría golpeando a nuestra
Me había pasado todo el fin de semana pensando e ideando el plan. Rose me había ayudado dándome muy buenas ideas y ordenando el enjambre de pensamientos que tenía en mi cabeza. Ella era mi informante tras las líneas enemigas: Me contaba de los últimos movimientos de Annie y Nicholas, a qué disco habían ido, las actividades que realizaban juntos... Me di cuenta que tenía poco tiempo... Muy poco tiempo... Y tenía iniciar la segunda, y más importante, fase de mi plan cuanto antes. Finalmente, el lunes a la mañana comenzaba el primer día de maniobras hasta poder dar con la mente maestra de esta trampa. Los últimos días de Agosto el clima estuvo más frío que de costumbre; sin embargo, eso no me impedía seguir entrenando tan duramente como lo venía haciendo hasta ahora, tenía que canalizar mi odio por algún lado y eso fue concentrándome más en los estudios y en mi desempeño físico; todo eso dio frutos logrando obtener el derecho de regresar a mi casa después de cada día de entrenamiento, a
Me levanté temprano a la mañana con dolor de cabeza. Estaba abrazada a Nick, que seguía dormido, y ambos estábamos completamente desnudos. Me agarré la cabeza y negué para mis adentros. «Soy una imbécil"» pensé, lo había hecho con Nicholas. La noche anterior había sido una locura desbordada de pasión y sentimientos encontrados: Los ojos ámbares de Nick no se habían separados de los míos y ninguno de los dos había emitido ni una sola palabra, pese a que nuestras gargantas dejaban salir gemidos sofocados y exclamaciones de placer todo el tiempo. Era como si el fuego se hubiese encontrado con la gasolina pues él me avivaba con cada movimiento de sus caderas y yo lo ponía aún más loco con cada gemido ahogado que dejaban escapar mis labios. Jamás se me hubiese ocurrido que alguien como el rubio tuviese tanta... fuerza... tanta locura oculta en su piel. No hizo falta decirnos ni una sola palabra pues nuestros labios y nuestra piel tenían una coordinación perfecta. Él sabía leer mis gestos
Finalmente... Había llegado el momento de implementar la tercera y última parte de mi plan, podía saborear la dulce venganza en mi lengua y me relamía de solo imaginar que pronto, muy pronto, iba a poder demostrar mi inocencia y volver a tener a Annie entre mis brazos. Pero primero debía hacer una llamada urgente.—Papa, soy Kentin —dije hablando por el celular mientras terminaba de elegir la ropa que iba a usar—. Quiero una copia de ese archivo y que hagas exactamente lo que hiciste recién con la cara de esa muchacha... No, no, escúcham...ESCÚCHAME... No me importa si me expulsan, y créeme que nadie se enterará que fuiste tú el que me dio esta información, no me olvidaré de lo que hiciste por mí... Gracias, Papa. Te debo una y de las grandes.Colgué el celular, fui a darme una ducha y a cambiarme de ropa, tenía que mostrarme seguro y varonil ante Lidia así que me puse las mejores prendas que tenía: Unos jeans claros y una chomba negra bien ceñida al cuerpo que me destacaba los múscul
Las cosas no podían ir peor para Annie... Se la notaba tensa, confundida, desorientada, nerviosa, triste... No podía entender cuántos sentimientos podían caber en ella, pero lo que sí sabía era que estaba arrepentida por haber dejado que las cosas hayan avanzado como lo hicieron. Estábamos apoyados sobre el puente del parque central, era una linda noche, no hacía ni mucho frío ni mucho calor, si no hubiese sido por unos cuantas parejas yendo y viniendo y algunos atletas que trotaban, nos encontraríamos complemente solos. Annie me había llamado más de diez veces durante mi jornada de trabajo y, al ver sus llamadas perdidas, me asusté, así que le pedí a mi compañera que me cubriera y fui a encontrarme con ella. Los árboles del parque se habían llenado de flores y la primavera estaba en su máximo esplendor. —Annie —susurré. Ella me miró con sus ojos verdes...esos ojos verdes de los cuales siempre estuve enamorado, en los cuales siempre me perdía cada vez que me miraba—. ¿Quieres hablar?
Estaba en la casa de Nicholas dándole los últimos detalles a mi disfraz de Sally de El Extraño Mundo de Jack. La consigna era Halloween en parejas, así que estuve muy ocupada consiguiendo los materiales para hacer el vestido y el traje de Jack, el maquillaje mío y de Nicholas, buscando tutoriales en Youtube y en especial tiñéndome el cabello de pelirrojo para que mi disfraz esté completo, cuando me vi al espejo me impresioné. ¡Estaba genial! De repente vi una cara blanca con las cuencas de los ojos vacías y una sonrisa de oreja a oreja flotando en el aire, pegué un grito y se encendió la luz. —¡Annie, soy yo! —exclamó Nicholas, su boca se movía extraña por sus labios completamente blancos que se confundía y por las líneas negras a ambos lados de su cara. —Ay, por Dios... Qué susto me diste —le dije mientras me llevaba la mano al pecho, Nicholas se rio con ganas. —Bueno, soy el Rey Calabaza. Soy un profesional de los sustos —rio mientras ponía un mechón de mi cabello detrás de mi o
Kentin me seguía sonriendo no solo con los labios sino también con la mirada, tenía los ojos llenos de esperanza y alivio mientras que yo no podía articular palabra ni mover un músculo. Mi pecho subía y baja violentamente y mis manos habían empezado a temblar, ¿por qué justo ahora y por qué justo hoy que era el último día de plazo para que Kentin regrese? Nicholas se adelantó y se puso delante mío, interponiéndose entre Kentin y yo. —¿Qué pretendes? —le preguntó de mala manera. Kentin lo fulminó con la mirada y la esperanza y el alivio que había en sus ojos se tornaron en peligrosa amenaza. —Aléjate antes que te vuele los dientes —gruñó de mala forma. En sus palabras no había ni medio rastro de compasión, al contrario... conocía muy bien ese tono y era una promesa segura cuya amenaza iba a cumplirse si Nicholas no acataba la orden. Reaccioné antes que sea más tarde y los separé. —¿Qué quieres, Kentin? —le pregunté de mala forma. Poco me importaba que el loft esté a rebosar de gente
Nicholas llegó al lugar que Kentin le había indicado, era una cafetería céntrica con vistas al parque, muy bonita y pintoresca, con ventanales enormes esmerilados y plantas que daban toques de vida en esa jungla de concreto. Les Amis estaba lleno de delicioso perfume de las infusiones y pan tostado, las magdalenas y cupcakes se veían muy apetitosos pero en ese momento el muchacho tenía un nudo en el estómago pues no sabía como iba a reaccionar el soldado con la noticia que iba a darle. El rubio se sentó en una mesa que daba contra la ventana y esperó a que su acompañante llegue. Una muchacha se acercó a atenderlo pero él le respondió que estaba esperando a alguien; se retiró con una sonrisa y un guiño de su ojo. Nicholas le sonrió con apenas una mueca de sus labios. Revisó su teléfono para ver la hora... Aún estaban en horario, sabía que Kentin era muy puntual pero había imaginado llegar al café y ya encontrárselo sentado en una mesa, acariciando una pistola. El Jeep de Kentin se es