Me bajé del bus mientras escuchaba Sometimes You Can't Make It On Your Own de U2. El día amenazaba a lluvia, las nubes estaban negras y corría algo de viento el cual me movía el vestido blanco que llevaba puesto. Mi cabello revoloteaba jugando con la brisa y pese a que me lo sujetaba no había caso, él quería ser libre. Estaba pronosticada la primera tormenta de verano para el día de hoy y riesgo de granizo si el calor no cedía antes que la tormenta desate toda su furia. Mientras todos estaban preparándose para un posible desastre material con daños a estructuras y automóviles yo estaba lista para hacerle frente a mi destino. Kentin estaba esperándome más adentro del jardín japonés donde nos habíamos citado. Louis y yo ya conocíamos ese lugar bastante bien de tantas veces que habíamos ido allí a conversar pero al parecer era la primera vez que el ojiverde lo visitaba porque me pidió indicaciones para ir.«Sólo tienes que entrar y preguntarle al encargado por la Pagoda de Amaterasu», le
Me quedé en el loft el tiempo suficiente para que mi ropa se secara y poder volver a usarla, pues toda mi ropa estaba en casa de Allison y Nicholas.Kentin me prestó una de sus camisetas y me paseaba por el apartamento sin ropa interior, vestida únicamente con la ropa que mi novio me había dado para que no sienta frío, aunque estaba haciendo bastante calor afuera ahora que había parado la lluvia y el Sol había salido haciendo que se levantara un vapor insoportable.—¿De verdad tienes que ir a recoger todas tus cosas? —me preguntó mi novio mientras me cambiaba y arreglaba un poco pues tenía todo el maquillaje corrido. Rose me mataría si supiera que le estaba usando sus maquillajes—. No me agrada para nada la idea de pensar que vas a estar sola con él de nuevo, más después de todo lo que pasó.—Kentin, mis cosas y mi perro están ahí —le recordé mirándolo sobre el hombro, sentada en el borde de la cama horas antes habíamos estado haciendo el amor—. Además, recuerdo perfectamente que me h
Cuando abrimos la puerta de casa casi mato a Rose y Ayaka de un susto pues ninguno de los dos sabía que Kentin y yo habíamos vuelto a ser novios, pero cuando nos vieron juntos cargando cosas, y al entrar Fuser corriendo al apartamento, contento de estar nuevamente en casa con todos sus tíos, todo tuvo sentido para mi amiga que dejó lo que estaba haciendo y exclamando un grito de felicidad se me arrojó a los brazos. —¡Sabía que todo se iba a arreglar! —chilló cuando me abrazó. El siguiente en abrazarme fue Ayaka que también estaba muy feliz de verme. Yo sólo tuve tiempo para dejar la caja que llevaba en el piso y envolver el delgado cuerpo de Rose con mis brazos mientras escuchaba como Kentin se reía. —Veo que no soy el único de estar feliz que hayas vuelto, amor —aseguró mi novio mientras entraba para dejar mis cosas en nuestra habitación. Rose aflojó su abrazo y lo miró con seriedad. —¡Que no se te olvide, soldado! ¡Ella es MI chica! ¡Yo solo te la presto! —¡NUESTRA chica! —excla
Me levanté tarde ese día. Me tocaba a mí hacer la limpieza, en especial lavar la ropa, así que protestando por no poder dormir un poco más estiré los brazos y me desperecé. Vi que Kentin no estaba conmigo, seguramente había salido a correr; generalmente salíamos los dos juntos pero cuando yo me demoraba más en despertar él se iba sólo, dejándome a mi durmiendo, con Fuser como custodio de su lugar en la cama. Despegué la cabeza de la almohada y mi cabello se expandió hacia todos lados, lo peiné con los dedos y luego me destapé. Me acerqué a la ventana y enrollé la cortina para que la luz del Sol entre a raudales, afuera hacía un día maravilloso aunque seguramente sería otra jornada con ola de calor, así que más me valía mantenerme hidratada y lejos de la acera durante las horas de más calor. Me puse un pantalón corto y salí de la habitación para dirigirme a la cocina y al entrar vi a Kentin... A Kentin planchando... Mi prometido se enrojeció intensamente mientras dejaba la plancha. —¿
Los exámenes habían terminado, finalmente éramos libres por unos cuantos meses y un merecido descanso nos esperaba en nuestras casas. El verano prometía ser largo y beneficioso para recargar las baterías de lo que había sido un estresante y complicado año para todos. Rose dormitaba en el hombro de Ayaka, y Ayaka en la cabeza de Rose mientras que Aren jugaba en su PSP. Fuser descansaba en mis piernas que iban bastante acalambradas desde hace varias horas por llevar un pitbull de casi treinta kilos sobre ellas, yo acariciaba su cabeza con amor y Kentin conducía el Jeep de regreso a nuestro pueblo. Le habíamos dejado las llaves de nuestro apartamento al Señor Benítez para que pueda regar las plantas durante este tiempo que no íbamos a estar, habíamos pagado tres meses de renta por adelantado y nos habíamos asegurado que ninguno de los electrodomésticos esté conectado para poder pagar el mínimo. Aren se pasó los últimos tres días comiendo todo lo que había en la nevera mientras Kentin y y
Los últimos días antes del viaje me pasé recopilando información acerca de la abuela de Kentin, para esto no hubo mejor informante que mi suegro. Nos juntamos en un café del centro comercial a conversar del tema, la verdad que nunca había tenido una cita con un hombre tan mayor así que estaba sumamente nerviosa. Al entrar al café vi a Thomas sentado en una silla mientras leía el periódico, era temprano por la mañana, me acerqué y él levantó la vista de las noticias, me sonrió. —Hola, Thomas, buen día —lo saludé con un saludo formal, mi suegro me abrazó con fuerza y yo a él. —Hola, Annie, ven siéntate —dijo Thomas mientras me ofrecía un asiento, yo se lo agradecí y me senté, mi suegro se acomodó en la silla—. ¿De qué querías hablar? Cuando quise contarle, un camarero se acercó a tomarnos la orden, decidimos por dos desayunos ejecutivos, yo tenía muchísima hambre, finalmente, se retiró y pude hablar. —Quería que me contaras más cosas acerca de tu madre —dije sin miramientos, Thomas
En sólo unos minutos el mar quedó a nuestras espaldas para adentrarnos hacia la Ciudad Capital, donde íbamos a pasar los próximos cinco años de nuestra vida dedicadas al estudio y al trabajo.Gracias a las recomendaciones de mi suegro, había conseguido trabajo en una perfumería del centro comercial, a solo un par de pasos de la Facultad de Ciencias Jurídicas; a mi mamá no le gustaba la idea que trabaje pero a papá la idea no le desagradaba para nada, ya que así aprendería a valerme por mí misma.—Has estado demasiado tiempo bajo el ala de tus padres, un par de golpes no te vendrán mal—dijo cuando estaba terminando de guardar mis cosas en las cajas de cartón para la mudanza.—Aun así, cariño... Annie sólo tiene diecinueve años, acaba de graduarse... —Mamá parecía más afligida que otra cosa al ver que su única hija abandonaba el nido para vivir una nueva aventura, lejos de su atenta pero muy amable mirada maternal—. De todas formas yo te enviaré dinero semanalmente para que tengas para
Cuando salí a la calle pude ver cómo era ese ajetreado mundo urbano de la gran ciudad: Era una jungla, ni más ni menos, donde sólo el más capaz y fuerte iba a sobrevivir. Si bien había vivido un tiempo en grandes y ajetreadas ciudades como Bogotá, la ciudad de la furia Buenos Aires, CDMX, París, São Paulo y otros lugares por el trabajo de mis padres, ahora debía valerme por mí misma; tal como había dicho papá «ya no iba a estar debajo del ala de mis padres», pero me había acostumbrado tanto a la tranquilidad del pueblo, su quietud y sus tradiciones que ahora me sentía incómoda y hasta fuera de lugar. Caminé hacia el supermercado aferrando mi bolsa ecológica en una mano y mis llaves en la otra, había dejado el teléfono en el loft por el apuro de salir a hacer las compras y si necesitaba llamar a alguien iba a estar en un serio aprieto, ni siquiera me sabía el número de teléfono de Kentin o del apartamento y no había traído monedas para usar el teléfono público. Ya estaba anocheciendo y