Kentin me acorraló entre la mesada de la cocina y él, con la mano izquierda apagó la hornalla y la pava dejó de silbar.—Ken-Kentin, están... mis padres —susurré, pero eso a él no le importaba en lo absoluto, le encantaba torturarme, hacerme que lo desee… que lo busque.—Si haces demasiado ruido posiblemente nos escuchen —me susurró al oído, acto seguido le pasó la lengua a mi oreja, haciendo que me derritiera en sus manos; se sabía de memoria todos mis puntos débiles, lo que tenía que decir y cómo lo tenía que decir, y en ese momento yo estaba perdiendo el control de mi cuerpo.Una de sus rodillas separó mis piernas y con agilidad me subió a la mesada; la tela de mi vestido azul se subió por mis muslos, dejando una peligrosa entrada en mi fortaleza corporal. Kentin seguía atacando mi cuello y mis orejas, mordiendo y tirando mientras yo intentaba ahogar mis gemidos.Se escuchaban los pasos de mis padres en el piso superior, pero nada que indique que se propusieran a bajar, de todas fo
—Creo que... Que me gusta Lila —confesó Ayaka, rojo de la vergüenza y mirándome con sus enormes ojos.La información tardó mil años en llegar a mi cerebro, ser procesada y luego enviar la respuesta a mi sistema nervioso, mientras Ayaka seguía mirándome, esperando mi respuesta.Cuando por fin mi cara reaccionó, yo abrí mucho los ojos mientras mi cuello hacía que mi barbilla baje de forma paralela a mi pecho, mi rostro era un «¿Me estás jodiendo?» fuerte y claro.—¿Qué?— pregunté, imposible de creerlo.—Annie, por Dios, no pongas esa cara —suplicó mientras su rubor se intensificaba.—¡Es la misma que puse cuando dijiste que eras gay y ahora me dices que eres hetero! —le dije con el ceño fruncido, Ayaka abrió mucho los ojos y levantó las manos entre él y yo con las palmas dirigidas hacia mí, negando con la cabeza y alegado inocencia.—¡No, no, no, no soy hetero! —me corrigió, yo entorné los ojos, ¿qué carajos le pasaba a este muchacho?—. Sólo me siento atraído por Lila, pero... pero aún
Caminaba lento y a los saltos en aquel mundo deformado, miles de vías abandonadas surcaban el cielo, atravesando los edificios que salían en punta desde distintas partes, no había estrellas pero sí había caritas felices que daban vueltas sobre sí mismas, hipnóticas e idiotas.Mi cabello suelto jugaba con mis orejas y no había nadie que lo detenga, ¡me estaba volviendo loca! ¿Qué demonios pasa? ¿Dónde dejé mi muñeca? Entonces vi al Señor Freud que caminaba releyendo sus apuntes y fumando un puro, seguramente eran los apuntes de algún paciente perverso y loco, como yo.—Señor Freud, mi cabello juega con mis orejas y no sé dónde dejé mi muñeca —le dije, el Señor Freud levantó la vista de sus apuntes y me miró a través de sus lentes.—El hecho de que te preocupes por qué tu pelo juega con tus orejas y dónde dejaste tu muñeca ya revela tu fuerte sentimiento de inseguridad sexual latente —dijo y se retiró mientras daba otra pitada a su puro. Seguí dando saltos mientras miraba a mi alrededor
Chester esperó a que todos se fueran para tomar a su novia del brazo y arrastrarla hacia la calle, en silencio se subieron a la motocicleta del pelirrojo y salieron a toda velocidad con rumbo hacia su departamento. Cuando llegaron, Chester tomó su manojo de llaves, abrió la puerta y con un gesto de la cabeza le indicó que pasara, ella obediente entró y esperó a que su novio llegue al ascensor para subir hacia el último piso, en donde estaba el monoambiente del pelirrojo, el cual seguía tal cual Allison lo recordaba: Ordenado y limpio, con clase y lleno de posters de bandas de rock. Demonio llegó moviendo la cola, amigable como siempre.Se sentó en la cama de Chester y esperó a que el monstruo descargue su ira.—¿Acaso ya no te gusto, Allison? —preguntó. Allison abrió los ojos y parpadeó, ¿qué quería decir con eso?Chester la miraba con cierto dolor en su mirada.—Respóndeme, por favor —susurró, Allison seguía pasmada pero le respondió.—Sí me gustas, pero ¿y esa inseguridad? —quiso sa
Una vez que me bañé ya estuve lista para salir hacia el ensayo de la boda de Rosemary; habíamos quedado con Louis en encontrarnos en la parada del bus al mediodía, y ya llegaba diez minutos tarde, así que como alma que lleva el diablo salí de mi casa corriendo lo más rápido que pude. Al llegar, Louis me estaba esperando.—Empiezo a preocuparme de tu impuntualidad, no es normal en ti —confesó Louis cuando llegué. Intenté recuperar el aliento y le levanté la mano pidiendo que espere un momento, estaba roja y acalorada, finalmente pude hablar.—Perdón, odio ser impuntual. La alarma no sonó y tuve un sueño rarísimo —susurré sin aliento.—No te preocupes, es comprensible, tú jamás eres impuntual. Ven, Nicholas nos está esperando —me indicó mientras me pasaba el brazo sobre los hombros.—¿Nicholas? —pregunté, desconcertada.—Sí, él nos llevará hacia donde es el ensayo —respondió, cruzamos la calle y vi a Leon, Rose, Ariadne, Ptolomeo, Nicholas y Melany que ya nos estaban esperando cerca del
Kentin se acercó a mi oreja derecha y empezó a mordisquearla mientras con la mano se aferraba con fuerza a la remera que estaba usando, las mías se sostenían de sus brazos musculosos. Lo tenía tan cerca mío, como en muchas ocasiones, pero esta vez era distinto: Las veces que lo hice con Kentin en su casa estábamos completamente solos… Esta vez estaba mi suegro, el abuelo Rick y mi cuñado, a este chico le encantaba ponerme al límite.Se puso encima mío, podía sentir lo excitado que estaba, deseoso de mí, deseoso de tomar lo que por derecho le pertenecía. Empezó a besar mis labios como solo él sabía hacerlo, Kentin O'Connor era la mezcla perfecta de masculinidad, fuerza y gentileza al momento de hacer el amor.Colocó mis manos sobre mi cabeza y volvió a mi oreja.—Hoy tengo ganas de algo un poco más... Exótico —me gruñó, y con un ágil movimiento ató mis muñecas con su cinturón al respaldar de la cama.—Kentin...¿qué...? —susurré, pero él me puso un dedo en los labios.—Tú déjamelo a mí
Los últimos días que nos quedaban de vacaciones se fueron volando y finalmente teníamos que regresar a la Capital para poder continuar con nuestras vidas universitarias. Nuestro loft nos esperaba, igual que siempre, a diferencia que ahora Rose se había casado y ya no vivía con nosotros, entonces su dormitorio estaba vacío. Durante las vacaciones en el pueblo, Aren había recogido las cosas que habían quedado en su casa luego de la pelea con sus padres y las había llevado a casa de Kentin, no había sanado lazos con su familia todavía, al parecer por vergüenza, de manera que volvimos cargado de cosas, igual que cuando nos mudamos a la Capital, hacía ya un año.Subimos con Fuser por el ascensor hacia el penthouse, nuestro loft seguía igual que siempre: Los tres dormitorios, el balcón terraza, el lavadero, dos baños, living-comedor-cocina y una vista espectacular a la ciudad. Quedaba cerca de la Facultad de Derecho y de la escuela de corte y confección a la que asistía Ayaka con Rose, aunq
Cuando los chicos se enteraron de que Allison estaba esperando, no uno, sino dos bebés, le organizamos un baby shower a la futura mamá. Ni bien los futuros papás entraron en el loft, y vieron cómo estaba todo decorado, una sonrisa se les dibujó en el rostro y los ojos se abrieron de par en par. Está de más decir que los muchachos no paraban de molestar a Chester, al cual la noticia de que iba a ser doblemente padre no le había caído muy bien que digamos. Estaba muy contento, pero el hecho de pensar que los pañales sucios, los biberones, los juguetes, los llantos y vómitos se habían incrementado el doble era algo que le hacía doler la cabeza. Las chicas del Instituto habían venido del pueblo para compartir la alegría del embarazo, había regalos de todos los tamaños y colores, Allison estaba feliz y se aferraba a su panza. Louis y yo estábamos conversando mientras Kentin se preocupaba porque no falte nada, ni comida ni bebida; Chester se agarraba la cabeza mientras hablaba con Nicholas