Cuando me desperté al otro día, Kentin ya no estaba a mi lado. Supuse que se había regresado a su habitación mientras aún estaba dormida en caso de que su abuela vaya a despertarlo, así que bajé a desayunar. Me sorprendió lo animada que estaba la casa escaleras abajo, pues del comedor se escuchaban risas y conversaciones, eran mis padres con el abuelo Rick conversando animadamente, mi madre levantó sus ojos amarillos y me observó.
—¡Hola, querida, buenos días! —exclamó con una sonrisa, estaba bebiendo ¿café?—, mira lo que te consiguió tu padre.
Mi papá me guiñó uno de sus ojos verdes a través de los anteojos y me sonrió, yo me acerqué mientras olía el delicioso aroma del café.
—Pero no se lo digas a Mae o me asesinará —suplicó papá, yo sonreí, el abuelo Rick se rio entre dientes.
—¿Por qué lo compraste? —pregunté mientras me servía una buena taza de café humeante.
—Pues recuerdo haberte escuchado pedirle a Mae una taza de café, y la verdad yo también necesitaba uno.
—Creo que sería mejor que le digas que no puedes negarle ningún caprichito a tu niña, Rodolfo —mencionó mamá.
—¿Dónde está Kentin? —pregunté pues hasta entonces no lo había vuelto a ver.
—Salió con su padre y su abuela, pero no sé a dónde —respondió mi mamá, tomó una tostada y le untó manteca y luego mermelada.
—Se fueron a la Iglesia —respondió Rick, tomando una taza de café, al parecer cuando el gato no está los ratones bailan—. Mae tiene la costumbre de ser la primera de los feligreses en asistir a la primera misa del día y luego pasar a tomar un té con un pedazo de pastel a modo de desayuno, luego hace las compras y regresa a casa.
Terminamos de desayunar en silencio, mis padres planeaban conducir hasta Dublin, que no quedaba demasiado lejos, poco más de veinte km, y pasar el día allí; al estar todo el día en el trabajo eran pocos los días que podían compartir juntos. Me ofrecieron ir con ellos para que no esté todo el día sola pero preferí quedarme en casa, acompañando a Rick. Le había tomado cariño y me gustaba mucho su compañía, me había prometido una interesante charla sobre las costumbres y tradiciones irlandesas, como para aclimatarme más a la idea que muy pronto formaría parte de su clan, además que se notaba que hacía mucho tiempo necesitaba de una buena conversación. Yo recogí los platos y me dirigí a la cocina, el único lugar de la casa donde no había estado nunca, era un lugar pequeño pero muy acogedor, las alacenas estaban pintadas de verde y eran de madera, había un pequeño horno, un lavabo doble y en una esquina una camita de perro con su plato de agua y comida, seguramente eran de Winston.
Terminé de lavar los platos, los sequé y luego me fijé donde iba cada cosa para evitar líos con Mae; despedí a mis padres, les pedí que tengan cuidado y entré de nuevo a la casa a disfrutar del fuego del salón mientras releía un clásico: Orgullo y Prejuicio. Las hojas de ese libro que había encontrado hacía sólo unos días en la biblioteca del estudio de Rick se deshacían conforme mis dedos acariciaban los bordes de las páginas, nada me gustaba más que un libro viejo; era una estúpida romántica y retrograda pero era feliz.—Hace mucho tiempo que los libros de mi estudio no son leídos por nadie —dijo la voz de Rick, sacándome de mi mundo de papel y tinta. Alcé la vista y lo miré.
—¿Sus nietos o Mae no leen, Rick? —pregunté mientras el abuelo se sentaba en uno de los sillones con cuidado de no lastimar sus viejos huesos.
—No como antes. —su voz sonaba a resignación y decepción— Todo este tema de la tecnología hizo que mis nietos, o incluso mi esposa, dejaran de interesarse en la lectura para pasar a ver series o realities shows. Antes disfrutaba de conversar con Mae acerca de los libros que íbamos leyendo y recomendarnos algunos; recuerdo que cuando éramos jóvenes nos pasábamos los domingos leyéndole al otro, era nuestra manera de “ver” series, si sabes a lo que me refiero… Aún recuerdo que usaba un tono de voz diferente para cada personaje, pero luego empezó a llegar la modernidad, con todo lo que ello implicaba, y poco a poco, el televisor pasó a ser un miembro más de nuestra familia: Se veía tele para comer, para discutir, para dormir, incluso para los momentos de la intimidad. Por eso odio la televisión, los teléfonos celulares y el internet.
Suspiré. Había ciertas parejas que habían sufrido ese repentino cambio, yo era una de ellas, pues Kentin prefería ver televisión de noche que compartir conmigo lo que había ocurrido en el día. Decía que “lo ayudaba a distraerse y relajarse”, veía tele hasta quedarse dormido y se enojaba si se la apagaba pese a estar roncando, cada vez tenía más ganas de sacar ese condenado aparato de mi habitación, pero sabía que Kentin se iba a molestar y mucho, así que sólo lo toleraba, miraba el teléfono o leía un libro… para que luego Kentin se moleste si yo prestando atención a otra cosa en vez de prestarle atención a él y a su programa de televisión.
—Lo entiendo perfectamente, Rick —suspiré—, por eso de ahora en más puede contar conmigo como su alma gemela.
Rick dejó salir una carcajada clara y contagiosa.
—Veo que has leído Anne de las Tejas Verdes.
—Es mi heroína favorita.
Rick me dejó sola y leyendo en paz luego de ese pequeño intercambio de pensamientos íntimos. Me encontraba muriendo de amor con una escena entre el Sr. Darcy y Lizzie cuando tocaron el timbre, yo cerré con cuidado el libro y fui a ver quién era, Winston llegó moviendo la cola con elegancia y suntuosidad, ¡qué diferente era de mi perro! Fuser habría ladrado y aullado, anunciando a todo el mundo que había llegado una visita. Winnie, en cambio sólo rascó la puerta y se sentó a esperar que alguien atienda. Dejé el libro de lado y me levanté a abrir la puerta; del otro lado se encontraba Gaeil, llevaba un abrigo con capucha, jeans y botas negras, afuera nevaba con intensidad y toda su ropa se encontraba blanca, como si le hubieran espolvoreado azúcar glas.
—¡Hola, novia! —me saludó,no pude evitar sonrojarme. Mi cuñado me había agarrado confianza con mucha facilidad.
—Hola, Gaeil, ¿qué haces por aquí? —pregunté mientras lo dejaba pasar y me ofrecí a tomar su abrigo, pero él se lo quitó primero.
—Vengo a ver a mi abuelo —dijo con una sonrisa.
—¿Es por tu moto? —pregunté, Gaeil se envaró y abrió sus ojos azules con sorpresa—. Kentin me contó.
—Así que mi hermanito te contó la historia de la vieja Betzy —respondió, ¿quién demonios era Betzy?— Betzy es mi moto, la encontré hace unos cinco años en la basura y desde entonces que la estoy reparando con mi abuelo.
Asentí, le ofrecí a mi cuñado un café, agua, té o una cerveza, rechazó mis invitaciones y se sentó a esperar a que Rick bajara del piso superior; cuando bajó, el anciano llevaba ropa cómoda para trabajar, se disculparon y fueron al garaje dejándome sola con Winston en el salón. Me volví a sentar en el sofá a seguir con mi lectura de Orgullo y Prejuicio, Winston me miraba curioso.
—¿Quieres que te lea? —le pregunté, él me movió la cola, lo interpreté como un sí, lo tomé en brazos y lo acosté a mi lado— ¿Sabes? A Fuser también le gusta que le lea en voz alta, pero luego se queda dormido, espero que tú no te duermas.
Empecé a leerle el romántico encuentro entre Darcy y Lizzie donde me había quedado y a las tres páginas, Winny se había quedado dormido; me reí divertida, al parecer la lectura funcionaba como una canción de cuna para los perros. Estuve leyendo un rato más, con Winston recostado y roncando sobre mis piernas, hasta que ya me dolió la vista, decidí dejar la lectura para más adelante. No sin un pequeño gruñido a modo de queja por parte de mi cánido acompañante lo moví de mis piernas y lo dejé durmiendo en el sofá. Fui al garaje y abrí la puerta con cuidado, Gaeil y Rick se encontraban enfrascados con la motocicleta, toqué la puerta un par de veces, pidiendo permiso, y entré; Gaeil se había quitado la campera y llevaba una musculosa blanca manchada en grasa. Al parecer ya tenía su outfit de mecánico dedicado para este tipo de ocasiones con su abuelo, mientras que Rick tenía pequeños manchones negros en la cara producto de haberse rascado con las manos sucias.
—Perdón por molestar, quería preguntarles si deseaban comer algo —ofrecí.
—Ufff... Gracias, Annie, estábamos muertos de hambre, pero este viejo traste no nos da descanso —dijo Gaeil mientras se limpiaba las manos llenas de grasa—. ¿Podrías hacernos unos sándwiches, si no es mucha molestia?
—Sí, ¿de qué les gustaría? —pregunté. Gaeil me pidió de pavo y tomate y Rick de queso y jamón; fui a la cocina, preparé los bocadillos, les serví un poco de Coca-Cola y regresé al garaje. Mi cuñado y Rick me lo agradecieron y empezaron a comer.
Yo me senté en una caja de madera a ver como reparaban esa máquina de matar de dos ruedas; Gaeil y Kentin, si bien tenían distinto color de ojos y de cabello se parecían mucho en lo físico, tenían los mismos labios, la misma nariz, la misma forma de comer y beber, de agarrar los objetos e incluso de fruncir el ceño; me llamó la atención que mi cuñado tenía tatuada una Virgen de mantos rosa y celeste con un cetro y un niño en brazos en el brazo derecho y el ojo de Horus en la base de la nuca. Jamás había visto esa imagen mariana en otro lado… Curiosa combinación, mezclando lo pagano del mundo egipcio con una figura católica.
Luego de lo que me pareció una eternidad, Gaeil se limpió las manos y se estiró en todo lo alto que era.
—Creo que ya quedó —dijo mientras estiraba sus brazos musculosos—. Espero que esta vez no explote como la última vez.
—Lo que yo espero es que no pierda aceite —reconoció Rick— Tu abuela casi me mata la última vez que entró y vio el desastre que era este lugar.
—Vamos a probarla.
Se quitó la musculosa blanca y dejó a la vista su abdomen marcado, yo desvié la vista sonrojada y esperé a que Gaeil se ponga su camiseta negra y su chaqueta; mientras Rick abría la puerta del garaje, Gaeil se montaba en la Harley y la encendía, el motor hizo un ronroneó.
—¡Bien! Aún le falta regularla un poco, pero es una enorme mejora —exclamó Rick, con una sonrisa. Gaeil, aceleró un poco sin moverse del lugar, aparentemente estaban escuchando el motor, cuando la Harley pasó la prueba de sonido mi cuñado salió con suavidad a la calle, Rick y yo nos asomamos y vimos como mi cuñado jugaba con la moto.
—¡Quedó perfecta! —exclamó Gaeil, muy complacido—. ¡Ven, Annie, te invito una vuelta!
Yo parpadeé sorprendida.
—¿Yo?, ¿subida en eso? —pregunté, las motos me daban miedo—, ¿y sin casco?
—Vamos, iremos despacio —dijo Gaeil, se bajó de la moto y me levantó en brazos. Me sentó en esa cosa monstruosa y luego se sentó enfrente de mi—. ¡Si Kentin pregunta Annie se fue de compras!
Y sin decir más nada, aceleró. Me agarré a su chaqueta como garrapata mientras el asfalto se movía a toda velocidad debajo de mis pies, ¡como mi madre me vea andando en moto, en esas condiciones, me iba a caer un buen reto! El pavimiento estaba todo mojado, no tenía idea de la velocidad a la que íbamos, pero por lo visto era mucha; dimos una vuelta por el paseo marítimo y luego salimos de la ciudad con destino a la colina, el viento helado me azotaba la cara y el mar se abría en sus anchas, me quedé maravillada al ver como contrastaban el azul con el verde y el blanco.
—Hermosa, ¿no? —Gritó Gaeil desde el volante—. No por nada la llaman la ciudad linda.
—Es bellísima —respondí con voz lo suficientemente alta como para que se me escuche por encima del estruendo de la moto, sí así era Brai en invierno, seguramente en verano sería aún más bella, el lugar perfecto para mi boda. Continuamos ascendiendo hasta que llegamos a la cumbre; Gaeil apagó el motor y bajamos de la moto, podía ver Brai en su totalidad, aunque sólo podía ver un paisaje invernal salido El Cascanueces, la nieve cayendo con velocidad e intensidad y el blanco inmaculado camuflando todo el lugar.
—Aquí fue donde Kentin y yo tuvimos nuestra última actividad como hermanos —recordó mi cuñado con melancolía, quité la vista del paisaje que tenía frente a mí para poder dirigir mis ojos a los suyos.
—Sí, lo sé— dije, él me miró sin expresión alguna—. Le quitaste los frenos de la bicicleta y luego lo retaste a bajar la colina, se lastimó mucho.
—¿Quitarle los frenos? —preguntó, la expresión de sorpresa en su rostro era genuina—. Yo no le quité los frenos, esa bicicleta ya era demasiado vieja.
—El hecho es que Kentin piensa que tú lo hiciste, más porque Mae le llenó la cabeza de mentiras —le expliqué, Gaeil se envaró.
—¿De qué hablas? —preguntó.
Yo le conté toda la historia y al terminar Gaeil tenía un brillo distinto en los ojos.
—Así que era eso —gruñó mi cuñado mirando el paisaje—. Eso lo explica todo... Ahora entiendo por qué luego de ese incidente Kentin se negó a hablar de nuevo conmigo. Vamos, Annie, hay que regresar, es hora de aclarar este asunto de una buena vez por todas.
Me volví a subir a la moto y bajamos la colina a una velocidad mayor que antes.
Bajamos la colina de Brai a toda velocidad. El viento volvía a azotar mi rostro y mi cabello se movía con violencia a mis espaldas, me aferraba a la chaqueta de Gaeil para no caerme de esa máquina mortal, sólo rogaba que mi cuñado sea realmente para conducir porque no quería terminar con la mitad de mi cuerpo destrozado por el pavimiento.Dudaba que Kentin esté ya en casa de sus abuelos, pero aun así Gaeil entró la Harley al garaje. Me ayudó a descender, pues de los nervios del viaje me había paralizado. Entró a casa y llamó a su abuelo, Rick salió de la cocina con una taza de café en sus manos.—¡Eso sí que fue rápido! —exclamó, asumiendo que la premura con la que habíamos regresado—. ¿Qué tal se comporta la vieja Betsy?—¿Ya llegó Kentin? —preguntó, sin prestar atención a lo que su abuelo había dicho. Rick negó con la cabeza.—No, aún no, ¿por qué? —quiso saber Richard.—¿Recuerdas la bicicleta en la que Kentin se accidentó en la colina? —quiso saber Gaeil, el anciano asintió—. ¿Dón
Me desperté en lo que era mi antiguo dormitorio, Fuser roncaba en su cojín y el Sol estaba saliendo lentamente, iluminando mi habitación. El viaje de regreso había sido muy largo, a mi parecer; el abuelo Rick dejó a Irlanda y a su mujer atrás y se vino con su hijo y nieto menor, ahora vivía con ellos en la casa de la pradera. Gaeil prometió que iba a hacer lo mismo una vez que dejara su negocio a un amigo, y así fue: Vendió su parte a su socio, vendió su casa y luego de una semana se vino a vivir al pueblo. Con mucha dedicación iniciaron los trámites para abrir su pub irlandés; aunque lo más complicado fue conseguir los permisos para la venta de bebidas alcohólicas y la habilitación nocturna, pero luego fue sencillo hacerle publicidad, pues en un pueblo tan pequeño era novedad un bar de esa calidad, de modo que siempre estaba lleno. Gaeil vivía sólo en un departamento pequeño, en el centro del pueblo. Por fin, ambos hermanos estaban recuperando los años perdidos por la estupidez de un
Rose salió del probador vistiendo su vestido de novia: Era una obra de arte victoriana. Se notaba que era 100% creación suya pues era sumamente delicado y femenino, pero sensual y atrevido. El corsé terminaba en un escote en corazón que le destacaba su figura, el corte sirena que comenzaba debajo de la cadera le favorecía mucho, ciñéndose con fuerza al torso de mi amiga para luego caer vaporoso, como una nube, hasta sus pies en varias capas, como si fuesen pétalos de rosas uno sobre el otro, y cada capa finalizaba con una delicada línea de piedras brillantes cocidas a mano; por último su espalda la abrazaba la cinta Lila del corsé que adornaba el sensual trasero de Rose con un bello moño. Para coronar semejante creación, un delicado velo le adornaba el cabello recogido en un rodete, cayendo hasta donde comenzaba el vestido, y sólo un mechón rizado de su pelo quedaba libre, cayendo sobre su hombro hasta su pecho; sus manos tenían unos mitones de encaje, dejando libres sus dedos, y un p
No iba a una convención desde los quince años. Si bien seguía viendo anime, leyendo manga y jugando videojuegos, mi mala experiencia en un concurso de cosplayers me había alejado de los encuentros con los de mí misma especie. Mientras me bañaba recordaba ese momento: Me había cosplayado de Asuka Langley y había tardado meses, tanto en hacer el traje de piloto del EVA como en hacer dieta para que me quedara bien ceñido al cuerpo; había teñido mi cabello de pelirrojo y usado lentes de contacto azules, ningún detalle estaba librado al azar. Al comienzo de la convención todo iba bien, pero llegó el momento del concurso de cosplay y un grupo de imbéciles, porque otra cosa no era, empezaron a gritar cosas horribles a los concursantes, entre ellos a mí, y si bien habían echado al grupo de chicos, el trauma nos golpeó fuerte y después de eso ninguno de los concursantes quiso salir a mostrar su trabajo.Salí de la ducha envuelta en una toalla, sequé mi cabello y lo desenredé con cuidado y empe
Kentin y yo llegamos al bar donde nos esperaban nuestros amigos, era la última noche como solteros de Leon y Rose y ya teníamos todo planificado para pasarlo a la grande y quede en la historia: Primero íbamos a tomar unos tragos para desinhibir un poco al tímido hermano mayor de Louis y luego hombres y mujeres nos separaríamos por género biológico para tomar rumbos diferentes. En una mesa enorme vi que todos nuestros amigos ya estaban reunidos: Nicholas estaba con Melany, Chester con Allison, Louis, Aren, Ayaka, Lila, Mei, Chessire, Keyla y ¿Dross?, Leon, Rose e Ida.—¡Llegó la parejita más adorada de Sweet Armonis! —se burló Chester. No pude evitarlo y le saqué la lengua, provocando que Chester me saque la suya y poder apreciar el piercing que ahora le adornaba la lengua.—¿Cómo están chicos? —preguntó Kentin.—Hola, Annie. Tanto tiempo —dijo Dross con una sonrisa.—La verdad que sí. No nos hemos vuelto a ver desde hace siglos.—Es normal. Siempre estabas con la cabeza en las nubes,
Kentin estaba subido en su Jeep esperando a que todos suban, pero antes Chester, Louis, Aren y Nicholas desvistieron a Leon y lo llenaron de huevos, pintura y harina.—¿¡Qué-Qué demonios hacen!? —preguntó Leon mientras lo ensuciaban.—¡Hay que diferenciarte de los solteros! —le dijo Chester, Kentin abrió el baúl del auto y encendió las balizas.—¡Vamos, que no tenemos toda la noche! —gritó Kentin, subieron a Leon al baúl y Aren le colgó un cartel en el cuello: Era una figura de dos muñequitos de torta nupcial y un letrero que decía "Game Over".Los muchachos se subieron al Jeep y Kentin arrancó.—¿A dónde vamos primero? —quiso saber Ayaka, encendió la radio y le subió el volumen.—Vamos a dar una vuelta por el pueblo y luego iremos mi casa —dijo Kentin, avanzaron con lentitud mientras daban bocinazos y bañaban a Leon en champagne; al principio el novio estaba algo callado pero luego se relajó y empezó a reírse.Cuando sonó en la radio "The Bad Touch" de Bloodhound Gang los muchachos e
Salí corriendo de mi casa con rumbo a la parada del bus, ya llegaba tarde a mi encuentro con Louis en el centro comercial. A raíz de la despedida de soltera de Rose, había llegado a casa con el alba, con una tanga roja colgando del cuello y los tacones pendiendo de la punta de los dedos. Ni siquiera me tomé la molestia de desmaquillarme, y me fui derecho a la cama. Mamá había intentado despertarme para almorzar, pero según ella, la mandé a volar y le dije que me deje dormir. Ahora pasaban de las cinco, tenía hambre y Louis me estaba esperando para acompañarlo a comprar su traje para la boda de su hermano.La tela de mi vestido celeste ondeaba al viento y mi cabello me golpeaba la espalda mientras corría por alcanzar el próximo bus; finalmente lo alcancé, pagué el boleto y me subí, ¡menuda maratón me había corrido! Mientras recuperaba el aliento, me senté en uno de los asientos cercanos a la puerta, me coloqué los cascos y encendí mi reproductor.El día estaba precioso, pero ya el vera
Mientras salía de la casa tomé mi celular y mandé un mensaje de grupo en WhatsApp a las chicas. Rose me había llamado mi teléfono, llorando a mares, y comunicándome una noticia que me dejó helada.«Reunión urgente en la heladería del parque central, la boda de Rose se va a cancelar, quien abrió la boca?, las veo allí en 30 minutos.»Envié el mensaje, luego busqué en mi libreta de contactos y llamé a Nicholas, al tercer timbrazo el me respondió.—¡Hola, mi chiquita linda! —dijo una voz distinta a la de Nicholas, era Kentin.—¿Kentin? ¿Qué haces con el celular de Nicholas? —pregunté.—Estamos todavía en mi casa, Nicholas se está bañando —dijo mi novio del otro lado— No sabes la resaca que tengo… Un momento, ¿para qué lo necesitabas a Nicholas?—Quiero que me pase el número de Allison, no lo tengo porque hace poco que se compraron un móvil nuevo —expliqué mientras caminaba con prisa para llegar al parque.—¿Estás segura de que es para eso? —preguntó. No pude evitar blanquear los ojos—. ¿