Ryan con toda su manada tuvieron que regresar a sus tierras, el ejército de Luna de Hielo le pidió respetuosamente, pero de manera tajante que solo seguirán órdenes de su Alfa Briana, y pues ella no colaboró y le pidió a los invitados irse en paz. Ahora Ryan en compañía de su propio ejército busca a Kevin en terrenos de nadie, allí es más difícil, pues no solo pueden haber humanos, también pueden encontrar a los Rogues. Briana iba en la camioneta de la familia, conducía un integrante de su ejército y su madre y hermana junto a ella en la parte trasera. Zulma iba adelante en el puesto de copiloto, detrás y delante de ellos van dos jeep cubriendolos por si acaso, irían hasta el aeropuerto. Emma les había conseguido pasajes directos a Rusia, luego irían al reino de los lobos, una ciudad escondida a la que llaman “la corte”. —Es increíble lo que puede lograr Emma cuando se lo propone —musitó Briana enfurruñada. —Afortunadamente, porque tú no mides las consecuencias
Briana sintió mucha rabia, por sentirse vulnerable ante este lobo que no conocía y que la iba a matar. —Adelante, ¡mátame de una vez! El lobo se acercó a ella en segundos y Briana solo cerró los ojos esperando su inminente final, pero no pasó nada. Se atrevió a abrir los ojos segundos después y vio al lobo examinando el entorno, sacó la enorme cabeza de la camioneta y olfateó con desagrado a Zulma. Sacó su cuerpo sin vida utilizando su hocico y la acostó fuera, luego sacó el asiento que aprisionaba a Briana, ella gritó de dolor y más lobos llegaron. El lobo color chocolate se detuvo frente a ellos con todo el pelaje erizado y gruñendo. El lobo que encabezaba los nuevos integrantes era un poco más claro y se transformó en hombre. —¿Cómo estás viejo amigo? —le preguntó al lobo color chocolate, Briana vio que era el Alfa Ryan—, sé que no estás muy bien que se diga con Kevin, pero si lo dejas salir, te prometo que te ayudaré. El lobo color chocolate mostró sus e
Briana llegó en un jeep de su manada a la Manada Celeste. Kevin estaba inconsciente y su padre lo llevó a su propia manada, Briana no lo siguió de inmediato, quería ir sola, habían cosas que debía averiguar. En la entrada le permitieron la entrada con el respeto y cortesía dados a una Alfa, aunque solo fuera humana; en la entrada de la casa estaba una mujer atractiva de cabello castaño oscuro muy erguida discutiendo con una chica. —No entrarás Ava, muchas gracias por preocuparte por mi hijo, pero a mi casa y mi cara la respetan, ahora vete a hacer tus obligaciones. Ava miró a Briana y pasó por su lado gruñendo. Briana entendió que era la loba que vio con Kevin, pero por su actitud, porque por la lejanía y oscuridad no podía estar segura. —Buenos días, perdone, supongo es usted la Luna. —Así es, mi nombre es Carrie, es un placer conocerla hoy, no pude el otro día. —Luna Carrie, perdone, pero… —No, ni se te ocurra disculparte, pasa adelante. Debes querer ver
Briana salía de la habitación de Zulma con su grimorio en sus manos. —Alfa Briana, en la sala la espera el Alfa Kevin —indicó una joven del servicio de la casa. —Gracias, iré de inmediato —Briana pensaba ir ella a la Manada Celeste para conversar con Kevin, pensó que él se había acercado a pedirle perdón. Sin embargo la actitud de Kevin no demuestra humildad, todo lo contrario, la espera de pie; incluso con las manos en la cadera, llenando el espacio con su porte de Alfa. —Alfa Kevin, pensaba ir a Manada Celeste a hablar con usted —inquirió ella con la misma actitud que él. Kevin observó el libro con portada de cuero con el símbolo de los hechiceros antiguos en las manos de Briana. —¿Qué demonios fue lo que me hiciste? —preguntó Kevin indignado y seguro de su culpabilidad. —¿Perdón? —contestó Briana impactada, cruzó los brazos y dejó salir una risa burlona. —No te hagas la inocente, después de hablar contigo no me siento bien, ¡tú me hechizaste! —¿Acaso eres
Kevin se sintió vacío en cuanto escuchó las frías palabras de Briana, la soltó, pero no se separó sintiéndose aún aturdido. —¿Qué tendrás que me fascinas? Briana seguía contra la pared y las palabras de Kevin la tomaron por sorpresa, sintió una extraña descarga explotar en su pecho y sus mejillas se coloraron. Kevin sonrió con suficiencia e inhaló fuerte por la nariz, y ahora ella no tiene miedo, pero sí una terrible vergüenza, él es lobo y sabe exactamente lo que ella acaba de sentir ante sus simples palabras, quiere patearse a sí misma. Caminó junto a él. —Sígueme, te presentaré a mi ejército. —¡Su atención, por favor! —gritó Briana, todos los hombres hicieron formación delante de ella. —Son muy pocos —interrumpió Kevin antes que Briana le diera permiso de hablar, ella lo miró con un perfecto mohín de desaprobación—. ¿Qué?, ah, por favor, no me veas así, no estamos para protocolos absurdos. —No es un protocolo absurdo —pronunció ella con los puños apretad
«Es deseo…, debo estar loca, ¿cómo puedo ver atractivo al hombre que me agredió y al cual aún le temo?, es decir, me puede matar si pierde de nuevo el control» Kevin sonrió satisfecho por la mirada que Briana le dedicaba, solo le faltó poner una pose, ella se aclaró la garganta. —¿Acaso no sabes de historia? —le preguntó y es que ya lo había reflexionado, no siguió mirando el hermoso torso desarrollado del hombre ni esa V que se marca debajo del ombligo. «Calmáte Briana, me moriría de vergüenza si detecta que me gusta, me creerá loca, yo creo que estoy loca» Kevin sonrió y negó con la cabeza. —La historia no es lo mío. Briana tardó un instante en poner sus ideas en orden. —Los Alfas no tienen otros Alfas como parejas destinadas, tener un mate es una bendición de la diosa Luna, la idea es que se complementen, no que peleen por el mando. Kevin movió los hombros. —Pues tiene sentido, la verdad nunca he prestado atención a ese asunto de las parejas destinadas.
—Emma puedo hablar contigo. Pidió Briana en voz baja en la puerta de la oficina de Emma, ella la miró extrañada porque Briana no pregunta, cuando necesita algo solo entra y comienza a hablar. —Claro, pasa; ¿por qué la seriedad? Briana cerró la puerta. —Es que anoche pasó algo —susurró apenas Briana. —No lo que esperaba —respondió Emma percibiendo solo a Briana y no el aroma de Kevin en ella. Briana puso un dedo en su boca pidiendo silencio. —Casi pasan cosas, pero Kevin terminó durmiendo en el suelo. —¡Qué! —Emma se echó a reír y Briana desesperada le indicaba callarse—. Briana, vi a Kevin entrenando, primero con sus hombres y ahora con los nuestros—, le indicó Emma moviendo la persiana que tenía vista al área de entrenamiento—. A estás alturas todos saben que entre ustedes no hay más que antipatía. —Es de eso que quiero platicarte, la cosa es que siento más que antipatía. —Ah sí, cuenta —Emma se levantó y la llevó a un sillón. —No hay nada que contar
—Pero eso no tiene sentido —dijo ella sonrojándose por la cercanía y palabras de Kevin. Él se levantó y caminó de nuevo como león enjaulado y se quitó lo que le quedaba de su camisa. —Pues claro que tiene sentido, es tu hechizo el que lo afectó y tu cercanía lo despertó, mi lobo no puede querer abandonarme, debe estar peleando, pero el hechizo en ti lo está debilitando, durmiendo. —Kevin, un hechizo no es un virus que avanza. —Pues yo he sentido a tu loba —Kevin volvió a ponerse de cuclillas frente a ella y ella lo miró impactada. —Kevin ¿que sientes? Él movió los hombros. —No lo sé, supongo que ella también está peleando contra el hechizo que la mantiene presa dentro de ti. Briana negó con la cabeza. —Zulma me dijo que está dormida. —Yo no le creo nada a los hechiceros —ella quiso levantarse y él la detuvo con las manos en sus muslos—. Siento de manera más intensa tus sensaciones ante mí, pero creo que vienen de tu loba, porque nunca había conocido a u