Briana no podía aceptar que todo terminaría así, Thalia entró a la habitación con dos tazas humeantes, ella estaba junto a la cama de Kevin, él respiraba con dificultad.

—Perdón por entrar, pero yo estuve con mi madre hasta que la vejez trajo a la muerte consigo, lo que más nos cuesta acostumbrarnos a los licántropos es que los cuerpos humanos necesitan más.

Thalia le dio una taza a Briana de caldo y ella se sentó en la cama por el otro lado.

—No quiero comer —pronunció Kevin con asco.

—Pues igual lo harás, un poco, te sentirás mejor —decretó Thalia.

—Mamá… —interrumpió Briana mortificada.

—Come Briana —ordenó Thalia— ¿acaso quieren discutir con una luna tan terca como ustedes?

Kevin sonrió y trató de incorporarse en la cama, Briana lo ayudó.

—Solo lo aceptaré si tú comes —dijo Kevin mirándola.

Briana se sentó y comenzó a comer y Thalia comenzó a alimentar a Kevin.

—Nunca te di las gracias —murmuró Thalia.

Kevin unió las cejas e inclinó el rostro.