AYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYY SOFÍA LO QUE SE TE VIENE!
LucíaEl frío de Rusia cala hasta los huesos. Han pasado más de siete días desde que llegué aquí y aún me cuesta acostumbrarme. Pero no es el clima lo que me tiene así, sino la incertidumbre, la sensación de estar suspendida en el aire, sin saber qué hacer con todo lo que ahora sé.Dimitri y Frédéric han estado ocupados con asuntos de la Bratva, lo que me ha dejado con demasiado tiempo para pensar. En las noches, cuando me acuesto en esta lujosa habitación que se siente ajena, mi mente no deja de repetirme la misma pregunta: ¿Qué sigue para mí?No quiero ser un peón más en este mundo, no quiero ser la mujer indefensa que necesita ser rescatada. Estoy cansada de sentirme vulnerable. Si hay algo que he aprendido en esta vida es que las personas fuertes no esperan a que alguien las salve, ellas se salvan solas.Por eso, cuando Frédéric menciona el entrenamiento, no dudo en aceptar. Quiero aprender a defenderme, quiero ser capaz de enfrentarme a cualquier amenaza sin depender de nadie.—Ma
Dante No me busques. Ya no necesitamos que nos cuides. Las palabras se repiten una y otra vez en mi mente al tiempo que la furia se va cocinando a. Fuego lento en mi interior, hasta que finalmente sale expulsada como un venado al. Con un grito de furia, golpeo la mesa con tanta fuerza que las cosas encima rebotan. La furia me quema por dentro, como un incendio imposible de sofocar. Respiro agitado, con la mandíbula apretada, sintiendo que mi control se resquebraja como un vidrio a punto de romperse. Lucía acaba de decirme que me olvide de ellos. De ella. De Nico. No. Me paso las manos por el cabello con frustración, sintiendo que el pecho me oprime de una forma que no puedo explicar. No es solo rabia. Es algo más profundo, más visceral. Es desesperación. No puedo perderlos. No puedo perderla. No a ella, a Nico. Mi teléfono, que ya está destrozado contra la pared, no puede salvarme. No puedo llamarla. No puedo escuchar su voz otra vez. No puedo hacerle ver que no tiene der
LucíaEl eco de las palabras de Dante sigue martillando mi cabeza.Nico es mi hijo. Y voy a encontrarlo.Las dijo con tanta convicción, con tanta rabia, que aún siento la vibración de su voz en mis huesos. Sé que Dante no amenaza en vano, y eso me aterra.Pero también sé, muy en mis adentros, que él no lastimaría a Nico. Que no le haría nada, pero esa mujer... si él va a casarse con ella, entonces ¿Quién va a cuidar de mi ángel? porque esa vibora sería capaz de todo y no pienso permitirlo.Yo haria todo por mi pequeño, lo he hecjo desde siempre, para proteger a mi hijo, pero a diferencia de como eran las cosas antes, ahora por primera vez en mi vida tengo algo con lo que puedo responder.Poder.Y si quiero proteger a Nico del mundo de mierd4, de Esteban de Sofía o hasta del mismo Dante, necesito abrazar ese poder. No como una sombra, no como un arma de defensa, sino como algo que realmente me pertenezca.Han pasado más de dos semanas desde que llegué a Rusia, y aunque no quiera admitir
Dante Una semana, llevo una semana entera orinando toda Roma y Sicilia. Buscando en toda Italia al mal todo de Vitelli y mi paciencia ha llegado a un límite. La poca piedad que pude tener se ha extinguido por completo, ahora solo sueño con la sangre de ese maldito mojando las calles de Roma. Ajustándome el traje entro a mi próximo destino. Aquí hay alguien que por su bien debe darme respuestas. El club está saturado de humo y música a todo volumen. Las luces parpadean con una intensidad irritante mientras camino entre la multitud. Nadie se atreve a detenerme, nadie siquiera se atreve a mirarme demasiado tiempo. Mi presencia impone miedo. Estoy hecho de rabia y de un fuego que amenaza con devorar todo a su paso. Este es el diablo en su peor expresión, este es el rey de la magia italiana con el que nadie querría toparse. Vitelli ha desaparecido. No hay rastro de él en toda Italia. Y eso solo significa una cosa: está escondido o ha encontrado refugio con alguien aún más pode
El plan ha cambiado.Hace apenas unos días le pedí a mi padre que rechazara cualquier tipo de contacto con Vitelli, que lo sacara de su radar porque no era alguien con quien debíamos mezclarnos. Pero ahora, sentada frente a él en su despacho, me doy cuenta de que quizás cometí un error.—Quiero que hables con Vitelli.Dimitri alza una ceja, cruzando los brazos sobre su pecho con su expresión pétrea.—¿Cómo dices?—Solo escuchame, he estado pensando mucho en esto y creo que me he equivocado —respondo con firmeza—. Acepta reunirte con él. Dile que estás dispuesto a escucharlo.Frederick, que está de pie al lado de mi padre, entrecierra los ojos con desconfianza.—Vaya, princesa, ¿ya estás practicando para tu trono? —bromea, alzando la copa en mi dirección.Ruedo los ojos y cruzo los brazos sobre el pecho. Porque él es asi, podemos estar hablando de algo supremamente serio y va a buscar cualquier excusa para bromear. No se si lo encuentro desesperante o encantador.—No digas tonterías —l
¡CAPÍTULO ESPECIAL!NICOMi casa nueva es muy grande. Tiene muchas habitaciones, pasillos largos y ventanas enormes. A veces corro de un lado a otro solo para ver qué tan lejos puedo llegar antes de que mamá me llame. Me gusta, pero no es como la otra casa.Aquí hay muchas personas que me dicen "príncipe" y siempre me traen lo que quiero. Pero extraño a papá Dante. Mamá no habla de él y yo no sé si puedo preguntarle. Cuando intento, ella cambia de tema.Hoy la veo entrar a su habitación con su teléfono. No cierra la puerta completamente, así que me acerco y me escondo detrás del marco.—No te preocupes por nosotros —dice con voz bajita, como cuando no quiere que yo escuche algo. —Solo deja de insistir, Dante.Mi corazón salta. ¡Es papá Dante! Aprieto los labios y me quedo quieto, escuchando. Quiero hablar con él. Quiero decirle que lo extraño, que quiero ir con él a comer helado otra vez. Mamá suspira fuerte y después de un rato cuelga. Espero que salga de la habitación y cuando lo hac
Lucia Me observo en el espejo, pero no me reconozco. Las luces de la habitación iluminan cada faceta de mi rostro, resaltando el maquillaje impecable que las estilistas han aplicado con precisión milimétrica. Mi cabello cae en ondas suaves sobre mis hombros, y el vestido negro entallado que llevo puesto se ajusta a mi cuerpo con una elegancia intimidante. No soy la misma mujer que llegó a esta casa. No soy la misma que huyó de Italia. No soy la misma que dependía de Dante Morelli. Ahora, soy Larisa Romanov, la heredera de la Bratva. —Ya pareces toda una princesa mafiosa —comenta Frederic con una sonrisa burlona, recostado contra el umbral de la puerta. Le lanzo una mirada por el espejo sin responder. Él y Dimitri han estado acostumbrándome a la idea de que esta es mi nueva identidad, pero yo sigo sintiéndome extraña dentro de ella. Mi padre entra entonces a la habitación, su presencia imponiendo respeto de inmediato. Lleva un traje negro impecable y en sus manos sostiene una caja
DanteEl frío de Rusia se mete en mis huesos apenas pongo un pie fuera del avión privado. No es que me moleste el frío, pero este maldito país tiene un aire de traición que me enerva.Estoy en tierra enemiga, en el corazón de la Bratva, rodeado de hijos de puta que no dudarían en cortarme el cuello si tuvieran la oportunidad. Pero yo no vine aquí a caer, vine a recuperar lo que es mío.Luciano camina a mi lado, su mirada atenta a cualquier movimiento sospechoso. Dos de mis hombres de confianza se mantienen cerca. Hemos llegado con el mínimo de efectivos, pero los suficientes para hacer ruido si es necesario.—¿Sabes qué es lo peor de todo esto? —gruño mientras avanzamos hacia el auto que nos espera.—Que no podemos dispararle a nadie sin causar una guerra —responde Luciano, con esa calma suya que siempre logra irritarme cuando estoy de mal humor.—Exactamente.Llevo una semana en Rusia y en este tiempo he tenido que esquivar dos atentados contra mi vida. Vitelli ha puesto precio por mi