—Sí, lo hice —respondió Eduardo.
—Tan rapido saliste de la casa, ¿acaso eres Flash? —preguntó Briana divertida, y Eduardo se rió.
—Soy Flash para ti, puedo ser cualquier personaje. Soy Batman —respondió él.
—Tonto —murmuró Briana divertida acercándose a él.
—Entonces, bonita, ¿saldremos hoy? —preguntó Eduardo.
—Creo que sí, pero primero ingresemos a la casa, tengo que bañarme porque..—comenzó a decir Briana.
—Tienes razón, estuviste trabajando al igual que yo, pero yo estoy sucio —interrumpió Eduardo.
—Tú porque eres sucio —comentó divertida Brianna al ingresar.
—Mamá, llegué, traje a alguien —anunció Briana.
—Hola, cariño. Hola, ¿cómo estás joven? —saludó la madre.
—Hola, señora —respondió Eduardo.
—Briana, ¿saldrás? —preguntó curiosa la madre.
—Sí, mamá, saldré —respondió Briana.
—Pero él..—comenzó a decir su madre con una mueca.
—Sé que te cae mal, pero es un buen joven —defendió Briana.
—No lo sé, hay algo que no me cierra —expresó su madre.
—¿Y acaso te cae mejor Lautaro? —preguntó Brianna divertido.
—La verdad es que sí —comentó su madre, mientras ponía los ojos en blanco.
Fue a su computadora y estaba decidida a eliminar esos mensajes. Sin embargo, no pudo hacerlo. Eran el único registro que le quedaba de su amiga y, en parte, era la única verdad que tenía. Sin querer, mientras se acomodaba el cabello y se maquillaba un poco, dejó la computadora desbloqueada.
—Mamá, saldré —murmuró Briana, y el joven la esperaba sentado en el sofá.
—Qué bonita estás —exclamó Eduardo con una sonrisa alegre y dijo —Gracias.
—Tú sí que quedas bien conmigo, eres perfecta al igual que yo —comentó Eduardo, y Briana hizo una mueca tonta. Era alguien bastante creído y siempre se fijaba en su propia apariencia.
—Eduardo, vamos —dijo Briana.
—Cuídate —murmuró su madre, y Briana asintió. No le caía para nada bien ese tipo, que siempre estaba coqueteando con ella y se creía perfecto.
En cuanto salieron, Briana descendió de su vehículo. Eduardo, el coqueto, gastaba su dinero en ropa y accesorios para él, pero no tenía un vehículo propio.
—Vamos —dijo él mientras cruzaba las piernas y estiraba los brazos hacia arriba.
—Con cuidado, no me ensucies el lugar —comentó Brianna y aceleró. Llegaron pronto a un barco donde él había propuesto ir, y también había una pista de baile. Briana estacionó, colocó el freno de mano y bajaron.
—¿Estás seguro de que este sitio? —preguntó Briana con desgano. El lugar se veía un poco siniestro, con las luces levemente apagadas y no había nadie alrededor.
—Sí, es divertido —comentó él mientras tomaba su mano y la ingresaba. Briana no estaba muy convencida, pero lo hizo de igual forma.
Por otro lado, Laura, la madre de Briana, miró con atención el desorden que había hecho su hija y decidió ordenarlo. Mientras lo hacía, vio algo que la dejó desconcertada. La computadora de Briana estaba desbloqueada. Sabía que Briana protegía su computadora como si fuera oro en bruto, nunca la dejaba acercarse y siempre la mantenía bloqueada. En ese instante, cuando vio que estaba desbloqueada y la pantalla encendida, corrió y apretó el mouse para evitar que se volviera a bloquear.
—Esta niña distraída —comentó Laura. Se dio la vuelta para seguir limpiando, pero la curiosidad la invadió.
—No puedo hacer eso, está mal —comentó, pero luego decidió continuar avanzando. Sin embargo, no pudo resistirse y se dio la vuelta de nuevo.
Se acordó de algo, pero no recordaba si había bloqueado o no su computadora. Se sintió un poco asustada y dijo:
—Creo que es mejor que volvamos.
—¿De verdad? —preguntó Eduardo.
—Sí, olvidé hacer algo —comentó Briana mientras caminaba hacia atrás.
—Briana, llevamos dos horas aquí apenas, lo estamos pasando bien —protestó su acompañante.
—Tengo algo que hacer —dijo ella, mientras sus pasos se deslizaban ágilmente por la pista.
—¿De verdad? —preguntó Eduardo con desgano, estirando el cuello hacia atrás y cerrando los ojos.
—Vamos —comentó Briana, tomando su mano y arrastrándolo lejos de la discoteca.
—¿Qué es tan importante que tienes que correr así? —preguntó Eduardo mientras se sentaba en el asiento del copiloto.
—Me olvidé de algo —repitió Briana. Eduardo asintió sin tener ganas de protestar. Se miró en el espejo para comprobar que su peinado estuviera perfecto y avanzaron. Briana abrió la puerta del copiloto.
—Ya puedes irte —dijo sin despedirse y desapareció hacia el interior de la casa. Eduardo levantó una ceja y sin decir nada, se dio la vuelta para regresar a su casa.
—Hola cariño —comentó su madre mientras lavaba los platos.
—Hola mamá —respondió Briana con desgano, y corrió hacia su habitación. Pudo ver que las cosas estaban desparramadas como ella las había dejado. Briana era una persona bastante desordenada, no le gustaba mucho el orden y eso se notaba cada día. En ese momento, hizo una mueca al ver que su computadora estaba bloqueada. Suspiró aliviada, aunque tuvo una leve sospecha. El mouse estaba corrido. Confusa, bajó las escaleras y enfrentó a su madre.—Mamá, ¿tú moviste algo en mi habitación? —preguntó.—No, cariño, yo ni entré.— Pero tú siempre ordenas todo, cada vez que me voy apurada, organizas cada detalle de mi tocador. Esta vez no lo hiciste, lo encuentro sospechoso—dijo Briana acercándose a su madre con los brazos cruzados.—Carino, tengo otras cosas que hacer—respondió su madre sin mirarla.—Mírame a los ojos, por favor—pidió Briana, y su madre finalmente accedió.—¿Tocaste mi computadora? —preguntó Briana directamente.—No, cariño, yo ni siquiera sé cómo usarla—comentó su madre, dando
“Estoy bien. ¿Y usted?", respondió Briana, sintiéndose confundida.“Tuve una noche terrible. Otra vez fui a su habitación. Sabes, hablar contigo me hace sentir un poco más ligero. Es como si estuviera hablando con Lucía".—Algo así—comentó Briana y comenzó a beber su taza de té.—Cariño, yo que fuera tú..—empezó su madre.—Pero yo no soy tú—interrumpió Briana, mirándola con tristeza.—Tienes razón. Tú tienes un corazón demasiado noble—dijo su madre con cariño.*******Briana lo miró con confusión mientras Lautaro se acercaba a ella.—¿Cómo estás, Briana? —preguntó acercándose, y la miró de una manera que ella no comprendió.—Estoy bien. ¿Y usted? —respondió Briana, intentando disimular su sorpresa.—Tuve una noche terrible. Otra vez fui a la habitación de ella. Sabes, hablar contigo me hace sentir un poco más liviano. Es como si estuviera hablando con Lucía—comentó Lautaro, con nostalgia en su voz.Briana se sintió desconcertada ante sus palabras. No sabía cómo responder. Su mente est
“Sí, a pesar de que ella estaba muy entretenida comprando cosas para ella, siempre se acordaba de mí y eso lo valoraba tanto. Y ahora la extraño tanto por eso", respondió Lautaro, poniendo los ojos en blanco, sin darse cuenta de su propia actitud.“En qué piensas, Briana", preguntó Lautaro mientras doblaban en una rotonda y Briana sostenía con delicadeza el cinturón.“En nada", comentó Briana.“Creo que si estuviera aquí, Lucía estaría hablando por ti", comentó Lautaro divertido, y Briana se mordió los labios con enojo.“Claro", respondió Briana.“¿O quieres que te compre ropa?", preguntó Lautaro de repente, y Briana miró su atuendo y luego a él.“¿Por qué? ¿Tengo algo mal puesto?", preguntó Briana dudosa.“No, no es eso", respondió Lautaro.En ese pequeño instante, ambos se sintieron bastante confundidos. El corazón de Briana latía de una manera extraña cuando Lautaro le quitó un mechón de la mejilla. Briana se quedó perpleja, era la primera vez que él la tocaba.Briana sintió sus me
“Tengo que ir a la empresa, vamos”, propuso mientras avanzaba. Emma hizo una mueca, quería seguir paseando con su padre y había soñado con tomar un helado. “Ibamos a comer un helado”, comentó Emma con lágrimas en los ojos.Briana se sintió triste.“Tengo que ir a trabajar”, comentó Lautaro sin mirarla.“¿Puedes detenerte y mirar a tu hija?”, preguntó Briana molesta, ya que Lautaro siempre había puesto por encima de todo a cualquier cosa menos a su hija.“¿Qué?”, preguntó desganado, y en cuanto vio a Emma al borde del llanto, se dio cuenta.“Lo lamento, cariño. Vamos a comer un helado”“, dijoLautaro.““Sí”, exclamó Emma con felicidad mientras abrazaba a su padre.Briana pasó por su lado y dijo:“Todavía tienes muchas cosas importantes, solo que tú no te das cuenta". “¿Quieres subirte a mi regazo, cariño?”, preguntó a Emma.“Sí, papá”, respondió.Juntos avanzaron en la silla de ruedas.Después llegaron a casa, Emma estaba feliz porque había tomado helado con su padre. Briana decidió
Al día siguiente, Lautaro se despertó con algo que lo tenía muy convencido. Se casaría, tal como lo decían todas las mujeres. Él se casaría con otra mujer. Y pensó en Briana, ella era la ideal, ella era la persona más cercana que podía tener en lugar de su amada Lucía. Además, supuso que ella no podría rechazarlo como una forma de agradecerle por la amistad que habían tenido. Por ese motivo, en cuanto se levantó y se sentó en la silla de ruedas con esa convicción, fue directo hacia el salón. Esperaba con ansias mirando hacia la puerta, esperando que Briana pudiera ingresar por ella y hablar. Hasta que lo hizo, esperó durante una hora, pero no le importó.“Señorita Briana, ¿podemos hablar?”, preguntó, y Briana dio un respingo al darse cuenta de que no lo había visto.“Claro
Se encontraba dando vueltas en su cama. No había podido dormir, comía mucho menos después de pensar lo guapo que se veía Eduardo con ese ramo de flores. La había dejado encantada. Nunca había pensado que un hombre podía verse así de bonito. Su corazón suspiró tanto por él que enseguida supo que estaba perdida.Sin embargo, esa mañana, cuando llegó al trabajo, lo encontró a Lautaro acercándose a ella con su taza de café. La miró curioso y preguntó:"¿Cómo estás hoy?" Ella se encontraba junto a Emma, que ya había regresado del jardín y se encontraba tan entusiasmada que no paraba de hablar."¿Verdad que no paro de hablar?"“, dijoEmma cariñosamente."¿Cómo quieres ir a jugar al jardín?", preguntó Lautaro hacia Emma."S
“No puedo hacer nada para esto"“, dijoBriana.“Claro que puedes, mándalo al demonio. Tienes un mes para pensarlo, Briana. Yo que tú lo dejo"“, dijoMelissa.“No puedo, lo quiero tanto", expresó Briana con dolor, y su amiga puso los ojos en blanco.“¿De verdad vas a decir eso?", preguntó Melissa.“Sí", comentó Briana avergonzada, y Melissa suspiró.“De igual forma, si sufres o si sales llorando, voy a estar aquí para ti", comentó Melissa y tomó la mano de Briana.“Gracias"“, dijoBriana.“De nada. Creo que tienes que ser más fuerte", concluyó Melissa.“Soy fuerte", comentó Briana y Melissa la miró.“¿De verdad?",
“Deberías dedicarte a esto", comentó Lautaro de repente, mientras saboreaba su cuchara.“¿Tú crees?", preguntó Briana con una sonrisa tímida.“Claro, el pastel no solo está parejo y perfecto, sino que tiene unos sabores únicos que nunca había probado. Está riquísimo", afirmó Lautaro.“Eso es gracias al chocolate", comentó Briana humildemente encogiéndose de hombros.“Pero me parece que está muy rico", agregó Lautaro.“Bueno, como tú digas, Lautaro", comentó Briana divertida, y él se rió.“Sé que quieres ser humilde y no admitir que sabes cocinar, pero te quedó muy rico"“, dijoLautaro apreciando el esfuerzo de Briana.“Es uno de mis sueños",