“Sí, a pesar de que ella estaba muy entretenida comprando cosas para ella, siempre se acordaba de mí y eso lo valoraba tanto. Y ahora la extraño tanto por eso", respondió Lautaro, poniendo los ojos en blanco, sin darse cuenta de su propia actitud.
“En qué piensas, Briana", preguntó Lautaro mientras doblaban en una rotonda y Briana sostenía con delicadeza el cinturón.
“En nada", comentó Briana.
“Creo que si estuviera aquí, Lucía estaría hablando por ti", comentó Lautaro divertido, y Briana se mordió los labios con enojo.
“Claro", respondió Briana.
“¿O quieres que te compre ropa?", preguntó Lautaro de repente, y Briana miró su atuendo y luego a él.
“¿Por qué? ¿Tengo algo mal puesto?", preguntó Briana dudosa.
“No, no es eso", respondió Lautaro.
En ese pequeño instante, ambos se sintieron bastante confundidos. El corazón de Briana latía de una manera extraña cuando Lautaro le quitó un mechón de la mejilla. Briana se quedó perpleja, era la primera vez que él la tocaba.
Briana sintió sus mejillas arder y Lautaro ni siquiera se había dado cuenta de las sensaciones que le había provocado. Llegaron al lugar y Lautaro preguntó si a Lucía le gustaba venir ahí. Briana asintió en silencio mientras bajaban a Emma y la tomaba de la mano con entusiasmo, ingresando a las tiendas que solían visitar con su exesposa. Lautaro saludaba a las dependientas y comenzó a hablar de Lucía, elogiando lo buena y atenta que era.
Briana puso los ojos en blanco y se sentó en un banco apartado junto a Emma.
Diálogo:
“Briana, ¿a ti te gusta mi papá?”preguntó de repente Emma, sorprendiendo a Briana.
“No, cariño. ¿Por qué preguntas eso?”respondió Briana con asombro.
“No sé, siempre lo miras de una manera rara”encogió de hombros.
“Es solo que le presto atención y me da un poco de tristeza que ya no esté Lucía, solo eso".
“Yo también extraño a mamá, aunque...”dudó.
“Aunque, ¿qué, cariño?"
“Mamá no era tan cariñosa como tú”comentó Emma, y Briana suspiró.
Briana supuso que Lucía había tenido a Emma principalmente para complacer a Lautaro en su vida, pero no dijo nada al respecto. Sostuvo la pequeña mano de Emma y dijo:
“Nunca me iré de tu lado".
“Mamá estaba a mi lado, pero era como si no estuviera. Igual que papá”mencionó Emma.
“Cariño, tranquila. Siempre va a haber gente que te ame, como tú abuela”intentó consolarla.
“Mi abuelita, esta tarde tengo que ir a su casa”dijo Emma.
“Claro, cariño". A pesar de tener 5 años, Emma era muy inteligente. Briana se sentía orgullosa de esa niña y, en parte, no veía a Lucía en ellas. Emma era igual a Lautaro, aunque lo único que había heredado de su madre eran los ojos. Lucía tenía el cabello negro y unos enormes ojos celestes, aunque era de tez morena.
La autora sabía que enloqueció apenas la había visto. Tenía una belleza exótica y había trabajado como modelo antes de conocerlo. Briana, en cambio, era más sencilla, una típica rubia pequeña sin mucha gracia en su cuerpo, al menos eso es lo que ella pensaba. A pesar de que hacía ejercicio de vez en cuando, si descuidaba su dieta, su vientre se inflamaba. Se sentía muy acomplejada con su figura y optaba por ocultarla bajo ropa grande.
Diálogo:
“Mira lo que te compré”comentó Lautaro mientras abría la bolsa.
“¿Para mí?”preguntó Briana confundida.
“Sí, supuse que te quedaría bonito”respondió Lautaro.
“Siempre uso ropa ancha”comentó Briana mirándolo desde abajo.
“Lo sé, pero sé que tienes un lindo cuerpo”dijo divertido, y le entregó la bolsa.
“Sigamos”comentó Lautaro mientras caminaban, y Briana tuvo que ponerse de pie con la niña tomada de la mano.
Ingresaron a un enorme local lleno de útiles escolares y colores bonitos.
“¡Qué bonito!”exclamó Emma dando aplausos y corrió hacia el sector de las mochilas.
“Está muy emocionada” comentó Briana.
“Lo está, y creo que tienes razón. Ya debe convivir con otros niños” dijo mientras sonreía, tenía las manos puestas en su nuca, y Briana lo miraba con ternura.
Briana lo miró con nostalgia. Era tan extraño verlo en una silla de ruedas que a veces se olvidaba de su condición.
Diálogo:
“¿Estás bien?” preguntó Briana.
“Sí, solo es un poco raro verlo en una silla de ruedas”, confesó Briana.
“Es cierto, incluso a veces siento que estoy de pie, y estoy en realidad siempre sentado”, comentó.
“Pero usted se va a mejorar, lo creo”“, dijoBriana con optimismo.
“No lo sé, ni siquiera puedo sentir las piernas, Briana. Estoy paralítico”, respondió.
“Pero yo creo que en algún momento usted se va a sentir mejor”, expresó Briana.
“Ojalá que sí, aunque cada día lo dudo más”, murmuró.
Briana hizo una mueca, preocupada por su estado.
“Usted no se tiene que rendir, señor. Tiene que seguir adelante”le dijo con determinación.
Briana asintió.
“Eso espero, Briana”, respondió.
Diálogo:
“Me alegra mucho que hayas traído a tu hija aquí, ya necesitaba el calor de su padre”, comentó Eduardo.
“No sé cómo lo sé”, respondió Briana.
Emma apareció con dos mochilas.
“No sé cuál elegir”“, dijoEmma.
“Llévate las dos”, comentó Eduardo sin preguntar el precio.
“¿Te gustan las dos, cariño?”, preguntó Briana.
“Sí, tía”, respondió Emma.
Briana ayudó a Emma a buscar un cuaderno de color azul con puntitos blancos. Finalmente lo encontraron, era para los comunicados del jardín. También compraron muchas fibras y hojas para que Emma pudiera pintar. Se sentía muy feliz. Era una niña sencilla a la que le encantaba dibujar.
“Muy bien”, comentó Eduardo y comenzó a avanzar con la silla de ruedas y las bolsas en su regazo.
“Eres como un perchero con silla de ruedas”“, dijoBriana divertida.
“Lo soy”, respondió él y ambos se rieron.
Llegaron a un local de uniformes y guardapolvos, ingresaron con alegría.
“Es bueno que la envíes a una escuela pública”, comentó.
“Lo sé, Emma va a tener una buena educación de igual forma”, respondió.
“Vamos a buscar un guardapolvo para ti, cariño”“, dijoBriana, y Emma eligió uno de cuadritos rosas con una corbata del mismo tono.
Le quedaba perfecto y compré dos más para poder lavarlos. También compré una sombrilla para el verano.
“¿Te gusta, papá?”, preguntó Emma con inocencia, dando vueltas para que él la viera.
Lautaro tomó su teléfono y dejó de prestarles atención a las dos.
“Sí, ahora voy”, respondió Briana.
Brianna se acercó a su lado.
“¿Qué ocurre?”preguntó.
“Tengo que ir a la empresa, vamos”, propuso mientras avanzaba. Emma hizo una mueca, quería seguir paseando con su padre y había soñado con tomar un helado. “Ibamos a comer un helado”, comentó Emma con lágrimas en los ojos.Briana se sintió triste.“Tengo que ir a trabajar”, comentó Lautaro sin mirarla.“¿Puedes detenerte y mirar a tu hija?”, preguntó Briana molesta, ya que Lautaro siempre había puesto por encima de todo a cualquier cosa menos a su hija.“¿Qué?”, preguntó desganado, y en cuanto vio a Emma al borde del llanto, se dio cuenta.“Lo lamento, cariño. Vamos a comer un helado”“, dijoLautaro.““Sí”, exclamó Emma con felicidad mientras abrazaba a su padre.Briana pasó por su lado y dijo:“Todavía tienes muchas cosas importantes, solo que tú no te das cuenta". “¿Quieres subirte a mi regazo, cariño?”, preguntó a Emma.“Sí, papá”, respondió.Juntos avanzaron en la silla de ruedas.Después llegaron a casa, Emma estaba feliz porque había tomado helado con su padre. Briana decidió
Al día siguiente, Lautaro se despertó con algo que lo tenía muy convencido. Se casaría, tal como lo decían todas las mujeres. Él se casaría con otra mujer. Y pensó en Briana, ella era la ideal, ella era la persona más cercana que podía tener en lugar de su amada Lucía. Además, supuso que ella no podría rechazarlo como una forma de agradecerle por la amistad que habían tenido. Por ese motivo, en cuanto se levantó y se sentó en la silla de ruedas con esa convicción, fue directo hacia el salón. Esperaba con ansias mirando hacia la puerta, esperando que Briana pudiera ingresar por ella y hablar. Hasta que lo hizo, esperó durante una hora, pero no le importó.“Señorita Briana, ¿podemos hablar?”, preguntó, y Briana dio un respingo al darse cuenta de que no lo había visto.“Claro
Se encontraba dando vueltas en su cama. No había podido dormir, comía mucho menos después de pensar lo guapo que se veía Eduardo con ese ramo de flores. La había dejado encantada. Nunca había pensado que un hombre podía verse así de bonito. Su corazón suspiró tanto por él que enseguida supo que estaba perdida.Sin embargo, esa mañana, cuando llegó al trabajo, lo encontró a Lautaro acercándose a ella con su taza de café. La miró curioso y preguntó:"¿Cómo estás hoy?" Ella se encontraba junto a Emma, que ya había regresado del jardín y se encontraba tan entusiasmada que no paraba de hablar."¿Verdad que no paro de hablar?"“, dijoEmma cariñosamente."¿Cómo quieres ir a jugar al jardín?", preguntó Lautaro hacia Emma."S
“No puedo hacer nada para esto"“, dijoBriana.“Claro que puedes, mándalo al demonio. Tienes un mes para pensarlo, Briana. Yo que tú lo dejo"“, dijoMelissa.“No puedo, lo quiero tanto", expresó Briana con dolor, y su amiga puso los ojos en blanco.“¿De verdad vas a decir eso?", preguntó Melissa.“Sí", comentó Briana avergonzada, y Melissa suspiró.“De igual forma, si sufres o si sales llorando, voy a estar aquí para ti", comentó Melissa y tomó la mano de Briana.“Gracias"“, dijoBriana.“De nada. Creo que tienes que ser más fuerte", concluyó Melissa.“Soy fuerte", comentó Briana y Melissa la miró.“¿De verdad?",
“Deberías dedicarte a esto", comentó Lautaro de repente, mientras saboreaba su cuchara.“¿Tú crees?", preguntó Briana con una sonrisa tímida.“Claro, el pastel no solo está parejo y perfecto, sino que tiene unos sabores únicos que nunca había probado. Está riquísimo", afirmó Lautaro.“Eso es gracias al chocolate", comentó Briana humildemente encogiéndose de hombros.“Pero me parece que está muy rico", agregó Lautaro.“Bueno, como tú digas, Lautaro", comentó Briana divertida, y él se rió.“Sé que quieres ser humilde y no admitir que sabes cocinar, pero te quedó muy rico"“, dijoLautaro apreciando el esfuerzo de Briana.“Es uno de mis sueños",
“Descansa, bonita”“, dijoLautaro y volvió a su posición inicial.En toda su vida, Briana nunca se había sentido tan extraña. Su corazón estaba a punto de explotar. Cuando Lautaro cerró los ojos, ella suspiró aliviada y también hizo lo mismo, sabiendo que él estaba ahí con ella.En medio de la noche, Briana se despertó varias veces para comprobar la respiración y los latidos de Lautaro, y luego volvía a dormir.Cuando amaneció, Briana se estiró con pereza y de pronto recordó a Lautaro. Se dio la vuelta tan rápido que sus labios se encontraron con los de él. Era la primera vez que probaba sus labios, aunque había sido en un accidente. Además, Lautaro estaba dormido.Avergonzada, Briana se separó y tocó sus propios labios con cuidado.
“Nada” , respondió llorando, pero su madre no comprendía. Laura quería saber qué le pasaba a su hija, pero a pesar de insistir, solo obtenía respuestas monosilábicas. Intentó preguntarle nuevamente qué ocurría.“Mamá, quiero estar sola”, dijo, y de repente se dio cuenta de lo que había hecho.“Lo lamento, mamá, solo que...”“No te cases con él”.“Ya acepté la propuesta, mamá.“Vas a sufrir, y no le debes ninguna promesa a nadie. Tienes que ver lo que te hace feliz a ti, no a los demás, comentó Laura molesta con su hija por ser tan buena”.“Él me necesita también. Si vieras la manera en la que lo encontré, arrojado en el suelo, abrazando un trozo de tela&rdquo
“Sí, estaré bien Eduardo. Gracias.“De nada, comentó Eduardo, aún dudoso. Nunca le había sucedido algo así.“Bueno, hay que ponerse manos a la obra”, dijoBriana con entusiasmo, y él cerró la puerta del ático para empezar a subir las cajas que había allí. No lo había hecho por pereza, ya que el ático estaba vacío. Cuando terminaron, Briana ya había bajado todas sus cosas al salón. Luego comenzaron a trasladar las cosas de Briana a la nueva habitación, la cual ya había limpiado el suelo y las paredes de las telarañas.“Mira qué bonito huele”, comentó Briana.“¿El olor es bonito?” preguntó Eduardo divertido.“Tú me entiendes. Además, tengo baño propio. Me enc