“Deberías dedicarte a esto", comentó Lautaro de repente, mientras saboreaba su cuchara.
“¿Tú crees?", preguntó Briana con una sonrisa tímida.
“Claro, el pastel no solo está parejo y perfecto, sino que tiene unos sabores únicos que nunca había probado. Está riquísimo", afirmó Lautaro.
“Eso es gracias al chocolate", comentó Briana humildemente encogiéndose de hombros.
“Pero me parece que está muy rico", agregó Lautaro.
“Bueno, como tú digas, Lautaro", comentó Briana divertida, y él se rió.
“Sé que quieres ser humilde y no admitir que sabes cocinar, pero te quedó muy rico"“, dijoLautaro apreciando el esfuerzo de Briana.
“Es uno de mis sueños",
“Descansa, bonita”“, dijoLautaro y volvió a su posición inicial.En toda su vida, Briana nunca se había sentido tan extraña. Su corazón estaba a punto de explotar. Cuando Lautaro cerró los ojos, ella suspiró aliviada y también hizo lo mismo, sabiendo que él estaba ahí con ella.En medio de la noche, Briana se despertó varias veces para comprobar la respiración y los latidos de Lautaro, y luego volvía a dormir.Cuando amaneció, Briana se estiró con pereza y de pronto recordó a Lautaro. Se dio la vuelta tan rápido que sus labios se encontraron con los de él. Era la primera vez que probaba sus labios, aunque había sido en un accidente. Además, Lautaro estaba dormido.Avergonzada, Briana se separó y tocó sus propios labios con cuidado.
“Nada” , respondió llorando, pero su madre no comprendía. Laura quería saber qué le pasaba a su hija, pero a pesar de insistir, solo obtenía respuestas monosilábicas. Intentó preguntarle nuevamente qué ocurría.“Mamá, quiero estar sola”, dijo, y de repente se dio cuenta de lo que había hecho.“Lo lamento, mamá, solo que...”“No te cases con él”.“Ya acepté la propuesta, mamá.“Vas a sufrir, y no le debes ninguna promesa a nadie. Tienes que ver lo que te hace feliz a ti, no a los demás, comentó Laura molesta con su hija por ser tan buena”.“Él me necesita también. Si vieras la manera en la que lo encontré, arrojado en el suelo, abrazando un trozo de tela&rdquo
“Sí, estaré bien Eduardo. Gracias.“De nada, comentó Eduardo, aún dudoso. Nunca le había sucedido algo así.“Bueno, hay que ponerse manos a la obra”, dijoBriana con entusiasmo, y él cerró la puerta del ático para empezar a subir las cajas que había allí. No lo había hecho por pereza, ya que el ático estaba vacío. Cuando terminaron, Briana ya había bajado todas sus cosas al salón. Luego comenzaron a trasladar las cosas de Briana a la nueva habitación, la cual ya había limpiado el suelo y las paredes de las telarañas.“Mira qué bonito huele”, comentó Briana.“¿El olor es bonito?” preguntó Eduardo divertido.“Tú me entiendes. Además, tengo baño propio. Me enc
“Contrólate, tienes que calmarte”.“Yo… soy amiga de mi esposo, eso quiere decir que puedo tener un amante. Entonces tengo que buscar un amante, porque él seguramente va a tener un amante”.“Briana, aún ni siquiera se casan, hay cosas que se tratan en el momento. ¿Qué tal si se enamoran antes de la boda?” preguntó.“Tienes razón, quizás coqueteo con Lautaro si él me presta atención. Tienes una muy buena idea, gracias”, comentó Briana mientras se alejaba.Antes de irse, se volvió corriendo y le dio un beso en los labios a Eduardo, dejándolo perplejo.“Gracias”, exclamó Briana con felicidad y salió por la puerta.Eduardo no entendía qué pretendía Briana, pero el ras
—Por fin. —exclamó Briana, y su madre tenía el teléfono en la mano.—Pedí unas pizzas y empanadas, no tengo ganas de cocinar ahora. —comentó cansada mientras se sentaba.—Tienes razón.—Pedir comida suena genial. Estoy agotada después de todo este trabajo.—Así es, nos lo merecemos. Además, podemos aprovechar el tiempo para descansar un poco antes de seguir con la decoración.Briana se sentó junto a su madre, ambas esperando la llegada de la comida. Mientras esperaban, comenzaron a conversar sobre sus planes para el nuevo hogar.—Mamá, ¿crees que pueda encontrar a alguien que me haga feliz?—Claro que sí, cariño. Eres una mujer maravillosa y mereces encontrar a alguien que te valore y te haga feliz.&md
"Yo puedo", murmuró en voz alta, dándose ánimos, y finalmente ingresó.Lo primero que hizo, como siempre, fue ver a Emma, quien estaba en la cama durmiendo. Briana se acercó a ella y le dio un beso en la mejilla."Hola, cariño", dijo Briana."Tía Briana", comentó Emma feliz y la abrazó."Pasó solo un día que no nos vimos, ¿verdad?", dijo Briana divertida."Sí, estuve con mi abuela y me hizo unas galletas muy ricas", respondió Emma."¿De verdad?", preguntó Briana divertida."Sí, me enseñó a hacerlas, ¿podemos hacerlas juntas?", comentó Emma con alegría."Claro, cariño, haremos esas galletitas, mi vida", respondió Briana."Le dije que t&uacut
"No, dijimos que cada uno es libre de hacer lo que quisiera", murmuró Briana encogiéndose de hombros."Entonces, ¿por qué saliste corriendo?", preguntó curioso Lautaro, levantando una ceja y con una sonrisa en su rostro."Es que tenía prisa, me había olvidado de algo", respondió Briana."Briana, de verdad, si sientes algo por mí, lo mejor es dejarlo", comentó Lautaro de repente. Briana se quedó tiesa, dejó el huevo que estaba a punto de abrir a un costado y lo miró."No dije eso, ni tampoco lo demostré en ningún momento. Estamos bien", dijo Briana seriamente y se dio la vuelta."Si tú sintieras algo por mí, te podría lastimar", continuó Lautaro."Es imposible porque yo no siento nada por ti", comentó Briana y volvió
“Está bien. Pero avísale que pase por ti en una hora más o menos", respondió Eduardo.“Sí, claro. Eso comento", dijo Briana mientras enviaba un mensaje a Lautaro. Pronto recibió una respuesta de que pasaría por ella en una hora y media, y Briana sonrió.“Ves, te hacía falta estar con él", comentó Eduardo bastante triste, sabiendo que no le agradaba la idea de que Briana saliera a una cita con otro hombre, pero lo aceptaba porque ella le quería a él y no a Brianna.Briana comenzó a preparar unas milanesas de carne y después de colocarles la ralladura de pan y el huevo, ya estaban listas. Encendió el horno, calentó aceite y las colocó adentro. Por otro lado, también peló unas papas y preparó una ensalada rusa, de la cual Eduardo tendría que