—¿Quieres que pongamos esto en la biblioteca? — Preguntó.
— Tienes razón, creo que irían mejor ahí los libros. — Murmuré.
—Claro. — Asintió, pero me detuvo. — Pero en caso de que... si llegara a pasar algo, no llegamos a separar cosas, que dudo, te devolveré todo, Briana. No te preocupes por eso.
— Tienes razón. — Comenté dejándolo ir.
A veces, cuando quería decirle algo, lo detenía tomando la silla de ruedas. Suspiré y empecé a caminar alrededor de la habitación, pensando que ahora viviría aquí. Era tan lujosa y extravagante. El baño era más grande que mi casa. Había un lujo que a veces parecía innecesario, aunque me agradaba la idea de que Emma tuviera una habitación enorme solo pa
— No me interesa. — Respondí cortante, y me di la vuelta para entrar en la habitación.Me acosté en la cama y tenía puesto incluso un camisón transparente para que él me viera, pero en cuanto se recostó a mi lado, ni siquiera me prestó atención.— Buenas noches. — Murmuré, pero él ya se había quedado dormido. Quise llorar, lo único que faltaba era que apareciera una versión exactamente igual a Lucía y más malvada.Al día siguiente, cuando me di vuelta para darle un beso de buen día a Lautaro, él ya no estaba en la cama. Molesta, me puse de pie, me puse las zapatillas y salí directo para ver a Emma. Pero al abrir la puerta, me di cuenta de que la habitación estaba vacía. Me di la vuelta y pude ver que...Suspiro, siento un nudo en la garganta, y adem&aac
— Ni una ni la otra. — Murmuró distraída mientras miraba su teléfono.— No son novios. — Quise saber.— Te dije ni una ni la otra. — Comentó.— Bueno, ya entendí. — Puse los ojos en blanco.— Mira, ahí está entrando. — Comentó mientras se escuchaba la puerta ser abierta con una llave.— ¡Buenas! — Exclamó y su sonrisa se borró en cuanto me vio. — ¿Por qué está ella aquí? — Preguntó.— Qué linda bienvenida que me das. — Comenté molesta, cruzando mis brazos.— Yo mejor me voy. — Comentó Blanca.— Gracias por todo. — Murmuré y ella asintió.<
— En realidad no, ella quería comer un trozo de pastel y yo lo preparé para ti — murmuró ella con pena, dejando su mirada en Lautaro.— Briana, pareces una niña de kínder en serio — comentó Lautaro poniendo los ojos en blanco y acercándose a Olivia, quien tenía un rostro de tristeza.— Te juro que yo solo quería probar una porción. Además, ¿por qué te está preparando algo a ti que eres mi esposo? — pregunté.— Quizás solamente quiso tener un gesto amable por quedarse aquí, y tú la estuviste golpeando — precisó Lautaro. — No puede ser, Briana, por favor, tienes que comportarte — murmuró y después dijo: — ¿Quieres tomar una taza de café conmigo, Olivia?— Claro, Lautaro, c&
Su ego no respondió. Resignada, decidí hacer una locura y me recosté en el suelo de la alfombra."Entonces dormiré aquí, ¿te molesta?," me crucé de brazos para protegerme del frío."Briana, por favor, ve a la cama," pidió Lautaro, pero yo negué."No quiero," dije como si fuera una niña, y él suspiró."Te vas a enfermar ahí abajo, hace frío," advirtió."Pues me enfermaré, y será tu culpa," mencioné con molestia."Bueno, está bien. Vamos a la habitación," dijo él mientras avanzábamos hasta llegar. El color celeste del acolchado hizo su aparición cuando ingresamos. Las cobijas estaban un poco deslizadas hacia abajo, ya que yo había salido."Está bien, dormi
Capítulo 1Camila se rió torpemente mientras bebía una taza de té frente a su padre, quien la observaba con ceño fruncido y una ceja levantada. Su padre era encargado en la seguridad de la mansión.—Ya verás cómo conquistaría a Lautaro —dijo Camila.—¿Lautaro? —preguntó Lautaro burlonamente.—Claro, estoy hablando de Lautaro —dijo Camila y continuó bebiendo de su taza de té.—Hija, Lautaro lo único que quiere es a esa mujer —puntualizó el padre.—Ya veré cómo la saco de su corazón. Es mi principal objetivo —afirmó Camila.—Camila, él llora cada noche por ella. Se encierra en su habitación y no sale hasta el otro día, suplicando que ella vuelva. Él ama a esa mujer —agregó el padre.—¿Y qué? Yo haré que lo olvide —comentó Camila con orgullo, poniéndose de pie.—¿De verdad vas a hacer eso? —preguntó el padre.—Sí, seré su mujer. Ya verás que seré la futura esposa del importante señor Lautaro —respondió Camila determinada.Lautaro caminaba desganado atravesando la casa. Tenía que llegar a
—Es que es Lautaro, siempre me habla de Lucía —dijo Briana.—¿Y eso tiene algo de malo, cariño? —preguntó su madre.—No, para nada —respondió Briana.—Yo sé que estás enamorada de él. ¿Cuándo le dirás tus sentimientos? —preguntó curiosa mientras caminaba de un lado al otro en la cocina.—Mamá, no puedo. Lucía era mi mejor amiga, y...—Pero lo que nunca entendí es, si ella sabía que a ti te gustaba tanto Lautaro, ¿por qué se metió con él? —preguntó su madre mirándola.—No lo hizo a propósito. Ella también sentía algo por él, mamá, y nada, yo le di el paso y ella se quedó con él —explicó Briana.—Eso me parece injusto, irracional —mencionó su madre mientras la apuntaba con la cuchara de madera.—Da igual, mamá, ella ya no está aquí —dijo Briana.—Tienes razón. ¿Y qué te dijo el tal Lautaro? —preguntó su madre.—Me dijo, como siempre, que la extrañaba, que la amaba, que era incondicional, todas esas cosas hacia ella —respondió Briana.—Y tú, ¿cómo te sientes con eso? —preguntó su madre.
—¿De verdad? —preguntó divertida, y Briana puso los ojos en blanco.Diez minutos más tarde, Briana se encontraba frente a una gran puerta de madera de roble. Extendió su pequeña mano, pero la dejó suspendida en el aire, indecisa sobre si debía golpear o no. Finalmente, lo hizo.—Vete —exclamó una voz desde el otro lado, pero Briana ingresó de todas formas.—Soy yo, Briana —dijo.—Amiga, ven aquí —señaló la cama. Lautaro estaba sentado en el otro extremo. Briana pudo ver su espalda encorvada, derrotada.—¿Qué ocurrió? —preguntó Briana, observando el desorden en toda la casa.—Colapsé, la extraño tanto. Lucía era tan perfecta. Ella sabía cómo tratar a un hombre. Me complacía todos los días, cada vez que despertaba ella me abrazaba y me decía cuánto me amaba. Sabes, era una mujer perfecta, de esas que te enamoran y que son imposibles de olvidar —mencionó Lautaro con la voz quebrada.—Entonces déjala ir —sugirió Briana.—¿Dejarla ir? —preguntó Lautaro.—Claro, quizás...—No puedo, Briana.
—Sí, lo hice —respondió Eduardo.—Tan rapido saliste de la casa, ¿acaso eres Flash? —preguntó Briana divertida, y Eduardo se rió.—Soy Flash para ti, puedo ser cualquier personaje. Soy Batman —respondió él.—Tonto —murmuró Briana divertida acercándose a él.—Entonces, bonita, ¿saldremos hoy? —preguntó Eduardo.—Creo que sí, pero primero ingresemos a la casa, tengo que bañarme porque..—comenzó a decir Briana.—Tienes razón, estuviste trabajando al igual que yo, pero yo estoy sucio —interrumpió Eduardo.—Tú porque eres sucio —comentó divertida Brianna al ingresar.—Mamá, llegué, traje a alguien —anunció Briana.—Hola, cariño. Hola, ¿cómo estás joven? —saludó la madre.—Hola, señora —respondió Eduardo.—Briana, ¿saldrás? —preguntó curiosa la madre.—Sí, mamá, saldré —respondió Briana.—Pero él..—comenzó a decir su madre con una mueca.—Sé que te cae mal, pero es un buen joven —defendió Briana.—No lo sé, hay algo que no me cierra —expresó su madre.—¿Y acaso te cae mejor Lautaro? —pregun