—Es que es Lautaro, siempre me habla de Lucía —dijo Briana.
—¿Y eso tiene algo de malo, cariño? —preguntó su madre.
—No, para nada —respondió Briana.
—Yo sé que estás enamorada de él. ¿Cuándo le dirás tus sentimientos? —preguntó curiosa mientras caminaba de un lado al otro en la cocina.
—Mamá, no puedo. Lucía era mi mejor amiga, y...
—Pero lo que nunca entendí es, si ella sabía que a ti te gustaba tanto Lautaro, ¿por qué se metió con él? —preguntó su madre mirándola.
—No lo hizo a propósito. Ella también sentía algo por él, mamá, y nada, yo le di el paso y ella se quedó con él —explicó Briana.
—Eso me parece injusto, irracional —mencionó su madre mientras la apuntaba con la cuchara de madera.
—Da igual, mamá, ella ya no está aquí —dijo Briana.
—Tienes razón. ¿Y qué te dijo el tal Lautaro? —preguntó su madre.
—Me dijo, como siempre, que la extrañaba, que la amaba, que era incondicional, todas esas cosas hacia ella —respondió Briana.
—Y tú, ¿cómo te sientes con eso? —preguntó su madre.
—Un poco cansada, mamá. Siempre me habla de ella cada vez que tiene la oportunidad, creo que una parte de él me ve como si fuera Lucía —admitió Briana mientras se sentaba y colocaba una mano debajo de su mejilla.
—Quizás busca en ti algún rastro de su difunta esposa —sugirió su madre, y Briana coincidió mientras asentía un poco desganada.
—Hija, tienes que seguir adelante y olvidar a Lautaro —dijo su madre.
—No puedo, mamá —afirmó Briana.
—Cariño, todo va a salir bien, es solo cuestión de tiempo —comentó su madre, y Briana asintió un poco desganada. Quizás debía darle una oportunidad al amor, quizás no... no lo sabía. Miró su computadora de color rojo y se quedó pensativa.
Tenía un secreto oculto, uno que no había compartido con nadie, y sabía que no era apropiado hacerlo. Empezó a revisar algunas cosas en su correo y miró las cartas que Lucía le había enviado hace tiempo. Decidió leer una por una, pero primero se dirigió a su habitación. Su madre era curiosa y sabía que podía entrar sin problema, aunque la computadora tenía una clave. Siempre se preocupaba por bloquearla cada vez que se iba, pero esta vez la dejó encendida y empezó a leer.
Diálogo:
—"Mi querida amiga Briana, como sabrás, estoy muy enamorada de mi amado Esteban. Le quiero con todo mi corazón", empezó a leer Briana en la primera carta. "Pero él es muy pobre, y a mí no me interesa alguien como él que sea tan pobre. Yo quiero seguir adelante, quiero explorar el mundo, tener mucho dinero y comprarme todo lo que yo quisiera. Pero Esteban no me brinda todo eso. Creo que lo mejor es dejarlo, ¿tú qué piensas? Para mí, como siempre, lo más importante es el bienestar económico. Creo que eso te hace feliz. Y no, no estoy siendo egoísta, no pienses eso al leer esta carta. Buscaré a alguien que me mantenga y me dé todo lo que necesito".
Briana suspiró y empezó a leer otra carta, sintiendo un pequeño dolor de cabeza.
Briana, en ese momento, solo podía pensar en lo egoísta que había sido Lucía en su momento. Luego leyó la segunda carta.
Diálogo:
—"Amiga, me siento muy feliz en este día. Lautaro me propuso matrimonio. Por fin voy a ser rica, voy a ser la primera dama con todo el dinero que su apellido me brindará. Aunque me siento un poco triste por este engaño, yo le quiero, le amo con todo mi corazón. Dile, si lo ves, que esto solamente es una fachada, que cuando pueda me voy a separar y voy a estar con él por siempre. Le quiero con todo mi corazón y dile que le amo. Yo no quiero a Lautaro, yo solamente quiero a él. Él es el amor de mi vida y tengo que soportar todo esto para que los dos podamos vivir como reyes más adelante. Amiga, por favor dile a Esteban que le quiero, que lo extraño cada día, cada minuto sin él es interminable. Mi corazón late con tanta prisa cada vez que él está lejos. Por favor dile todo eso, dile que siempre le voy a amar. De tu mejor amiga, Lucía".
Briana suspiró y se tocó las sienes. Aún le costaba trabajo asimilar todo aquello y saber quién era realmente Lucía. Hasta que llegó a la última carta.
Diálogo:
—"Amiga, soy yo, Lucía. Quería decirte que estoy muy feliz, pude ver a Esteban. Lautaro no se dio ni cuenta. Hicimos el amor durante toda la noche, nos vimos en ese día y fue tan especial. Él me busca, él es el amor de mi vida, pero no puedo dejar a Lautaro, él tiene dinero. En cambio, Esteban es tan pobre que ni siquiera puede pagar un taxi para él solo. Yo no quiero esa vida, yo aspiro a algo más importante, algo que me dé mucho dinero. Tengo que fingir amor hacia Lautaro, fui elegida para ser la mejor esposa que él necesita. Y creo que eso es suficiente para él. Él dice que me ama y yo también se lo digo a menudo. Aunque es mentira, siempre voy a amar eternamente a mi amante, a mi bello y precioso Esteban. De tu amiga que te quiere muchísimo, Lucía".
Briana, con enojo, alejó la computadora de su lado. Qué cínica podía llegar a ser Lucía. Y Lautaro, lo peor de todo, la tenía como si fuera una reina en un altar. Para él era perfecta, mientras que Briana sabía la verdad respecto a Lucía. Sin embargo, guardaba un secreto que llevaría hasta la tumba. No podía fallarle a la memoria de su mejor amiga, a pesar de estar perdidamente enamorada de Lautaro.
El día pasó rápidamente. En menos de un abrir y cerrar de ojos, Briana disfrutó del exquisito pastel de papas que había preparado su madre. Luego, se dirigió en su vehículo, producto de su propio esfuerzo y su gusto por ahorrar en cosas necesarias, hacia la mansión donde trabajaba. Estacionó el vehículo y suspiró, aún sintiendo las palabras de Lucía resonando en su cabeza, como si estuviera a su lado contándole todo. No podía negar que la extrañaba, habían sido amigas durante tantos años y ahora su ausencia dejaba un vacío existencial, especialmente relacionado con Lautaro.
Al ingresar a la mansión, Briana notó el alboroto, pero no le sorprendió.
—¿Qué ocurrió? —preguntó a su amiga Melisa.
—Lo de siempre, Lautaro está allá en un colapso mental, comenzó a tirar todo lo que tenía a su alcance, y yo me llevé a Emma —respondió Melisa.
—¿Y luego te llevaste a Emma? —preguntó curiosa Briana.
—Sí, para que no viera el mal estado de su padre borracho —dijo Melisa.
—Qué pesar —comentó Briana al ingresar.
—Creo que está en su habitación —añadió ella.
—¿Y por qué me dices a mí? Yo no iría a consolarlo —comentó Briana con desgano, levantando una ceja.
—¿De verdad? —preguntó divertida, y Briana puso los ojos en blanco.Diez minutos más tarde, Briana se encontraba frente a una gran puerta de madera de roble. Extendió su pequeña mano, pero la dejó suspendida en el aire, indecisa sobre si debía golpear o no. Finalmente, lo hizo.—Vete —exclamó una voz desde el otro lado, pero Briana ingresó de todas formas.—Soy yo, Briana —dijo.—Amiga, ven aquí —señaló la cama. Lautaro estaba sentado en el otro extremo. Briana pudo ver su espalda encorvada, derrotada.—¿Qué ocurrió? —preguntó Briana, observando el desorden en toda la casa.—Colapsé, la extraño tanto. Lucía era tan perfecta. Ella sabía cómo tratar a un hombre. Me complacía todos los días, cada vez que despertaba ella me abrazaba y me decía cuánto me amaba. Sabes, era una mujer perfecta, de esas que te enamoran y que son imposibles de olvidar —mencionó Lautaro con la voz quebrada.—Entonces déjala ir —sugirió Briana.—¿Dejarla ir? —preguntó Lautaro.—Claro, quizás...—No puedo, Briana.
—Sí, lo hice —respondió Eduardo.—Tan rapido saliste de la casa, ¿acaso eres Flash? —preguntó Briana divertida, y Eduardo se rió.—Soy Flash para ti, puedo ser cualquier personaje. Soy Batman —respondió él.—Tonto —murmuró Briana divertida acercándose a él.—Entonces, bonita, ¿saldremos hoy? —preguntó Eduardo.—Creo que sí, pero primero ingresemos a la casa, tengo que bañarme porque..—comenzó a decir Briana.—Tienes razón, estuviste trabajando al igual que yo, pero yo estoy sucio —interrumpió Eduardo.—Tú porque eres sucio —comentó divertida Brianna al ingresar.—Mamá, llegué, traje a alguien —anunció Briana.—Hola, cariño. Hola, ¿cómo estás joven? —saludó la madre.—Hola, señora —respondió Eduardo.—Briana, ¿saldrás? —preguntó curiosa la madre.—Sí, mamá, saldré —respondió Briana.—Pero él..—comenzó a decir su madre con una mueca.—Sé que te cae mal, pero es un buen joven —defendió Briana.—No lo sé, hay algo que no me cierra —expresó su madre.—¿Y acaso te cae mejor Lautaro? —pregun
—Hola mamá —respondió Briana con desgano, y corrió hacia su habitación. Pudo ver que las cosas estaban desparramadas como ella las había dejado. Briana era una persona bastante desordenada, no le gustaba mucho el orden y eso se notaba cada día. En ese momento, hizo una mueca al ver que su computadora estaba bloqueada. Suspiró aliviada, aunque tuvo una leve sospecha. El mouse estaba corrido. Confusa, bajó las escaleras y enfrentó a su madre.—Mamá, ¿tú moviste algo en mi habitación? —preguntó.—No, cariño, yo ni entré.— Pero tú siempre ordenas todo, cada vez que me voy apurada, organizas cada detalle de mi tocador. Esta vez no lo hiciste, lo encuentro sospechoso—dijo Briana acercándose a su madre con los brazos cruzados.—Carino, tengo otras cosas que hacer—respondió su madre sin mirarla.—Mírame a los ojos, por favor—pidió Briana, y su madre finalmente accedió.—¿Tocaste mi computadora? —preguntó Briana directamente.—No, cariño, yo ni siquiera sé cómo usarla—comentó su madre, dando
“Estoy bien. ¿Y usted?", respondió Briana, sintiéndose confundida.“Tuve una noche terrible. Otra vez fui a su habitación. Sabes, hablar contigo me hace sentir un poco más ligero. Es como si estuviera hablando con Lucía".—Algo así—comentó Briana y comenzó a beber su taza de té.—Cariño, yo que fuera tú..—empezó su madre.—Pero yo no soy tú—interrumpió Briana, mirándola con tristeza.—Tienes razón. Tú tienes un corazón demasiado noble—dijo su madre con cariño.*******Briana lo miró con confusión mientras Lautaro se acercaba a ella.—¿Cómo estás, Briana? —preguntó acercándose, y la miró de una manera que ella no comprendió.—Estoy bien. ¿Y usted? —respondió Briana, intentando disimular su sorpresa.—Tuve una noche terrible. Otra vez fui a la habitación de ella. Sabes, hablar contigo me hace sentir un poco más liviano. Es como si estuviera hablando con Lucía—comentó Lautaro, con nostalgia en su voz.Briana se sintió desconcertada ante sus palabras. No sabía cómo responder. Su mente est
“Sí, a pesar de que ella estaba muy entretenida comprando cosas para ella, siempre se acordaba de mí y eso lo valoraba tanto. Y ahora la extraño tanto por eso", respondió Lautaro, poniendo los ojos en blanco, sin darse cuenta de su propia actitud.“En qué piensas, Briana", preguntó Lautaro mientras doblaban en una rotonda y Briana sostenía con delicadeza el cinturón.“En nada", comentó Briana.“Creo que si estuviera aquí, Lucía estaría hablando por ti", comentó Lautaro divertido, y Briana se mordió los labios con enojo.“Claro", respondió Briana.“¿O quieres que te compre ropa?", preguntó Lautaro de repente, y Briana miró su atuendo y luego a él.“¿Por qué? ¿Tengo algo mal puesto?", preguntó Briana dudosa.“No, no es eso", respondió Lautaro.En ese pequeño instante, ambos se sintieron bastante confundidos. El corazón de Briana latía de una manera extraña cuando Lautaro le quitó un mechón de la mejilla. Briana se quedó perpleja, era la primera vez que él la tocaba.Briana sintió sus me
“Tengo que ir a la empresa, vamos”, propuso mientras avanzaba. Emma hizo una mueca, quería seguir paseando con su padre y había soñado con tomar un helado. “Ibamos a comer un helado”, comentó Emma con lágrimas en los ojos.Briana se sintió triste.“Tengo que ir a trabajar”, comentó Lautaro sin mirarla.“¿Puedes detenerte y mirar a tu hija?”, preguntó Briana molesta, ya que Lautaro siempre había puesto por encima de todo a cualquier cosa menos a su hija.“¿Qué?”, preguntó desganado, y en cuanto vio a Emma al borde del llanto, se dio cuenta.“Lo lamento, cariño. Vamos a comer un helado”“, dijoLautaro.““Sí”, exclamó Emma con felicidad mientras abrazaba a su padre.Briana pasó por su lado y dijo:“Todavía tienes muchas cosas importantes, solo que tú no te das cuenta". “¿Quieres subirte a mi regazo, cariño?”, preguntó a Emma.“Sí, papá”, respondió.Juntos avanzaron en la silla de ruedas.Después llegaron a casa, Emma estaba feliz porque había tomado helado con su padre. Briana decidió
Al día siguiente, Lautaro se despertó con algo que lo tenía muy convencido. Se casaría, tal como lo decían todas las mujeres. Él se casaría con otra mujer. Y pensó en Briana, ella era la ideal, ella era la persona más cercana que podía tener en lugar de su amada Lucía. Además, supuso que ella no podría rechazarlo como una forma de agradecerle por la amistad que habían tenido. Por ese motivo, en cuanto se levantó y se sentó en la silla de ruedas con esa convicción, fue directo hacia el salón. Esperaba con ansias mirando hacia la puerta, esperando que Briana pudiera ingresar por ella y hablar. Hasta que lo hizo, esperó durante una hora, pero no le importó.“Señorita Briana, ¿podemos hablar?”, preguntó, y Briana dio un respingo al darse cuenta de que no lo había visto.“Claro
Se encontraba dando vueltas en su cama. No había podido dormir, comía mucho menos después de pensar lo guapo que se veía Eduardo con ese ramo de flores. La había dejado encantada. Nunca había pensado que un hombre podía verse así de bonito. Su corazón suspiró tanto por él que enseguida supo que estaba perdida.Sin embargo, esa mañana, cuando llegó al trabajo, lo encontró a Lautaro acercándose a ella con su taza de café. La miró curioso y preguntó:"¿Cómo estás hoy?" Ella se encontraba junto a Emma, que ya había regresado del jardín y se encontraba tan entusiasmada que no paraba de hablar."¿Verdad que no paro de hablar?"“, dijoEmma cariñosamente."¿Cómo quieres ir a jugar al jardín?", preguntó Lautaro hacia Emma."S