—Hola mamá —respondió Briana con desgano, y corrió hacia su habitación. Pudo ver que las cosas estaban desparramadas como ella las había dejado. Briana era una persona bastante desordenada, no le gustaba mucho el orden y eso se notaba cada día. En ese momento, hizo una mueca al ver que su computadora estaba bloqueada. Suspiró aliviada, aunque tuvo una leve sospecha. El mouse estaba corrido. Confusa, bajó las escaleras y enfrentó a su madre.
—Mamá, ¿tú moviste algo en mi habitación? —preguntó.
—No, cariño, yo ni entré.
— Pero tú siempre ordenas todo, cada vez que me voy apurada, organizas cada detalle de mi tocador. Esta vez no lo hiciste, lo encuentro sospechoso—dijo Briana acercándose a su madre con los brazos cruzados.
—Carino, tengo otras cosas que hacer—respondió su madre sin mirarla.
—Mírame a los ojos, por favor—pidió Briana, y su madre finalmente accedió.
—¿Tocaste mi computadora? —preguntó Briana directamente.
—No, cariño, yo ni siquiera sé cómo usarla—comentó su madre, dando la espalda y secando unos platos.
—Mamá, sé que la tocaste. ¿Verdad? —insistió Briana.
—No puedo creer que defiendas a esa persona de Lucía—replicó su madre con enojo.
—¡Mamá!, por favor, escúchame—suplicó Briana.
—No, tienes que decirle la verdad. Si estás enamorada de Lautaro. Lo peor de todo es que guardas el profundo secreto de esa mujer—continuó su madre acusatoria.
—Mamá, detente—interrumpió Briana.
—Ella no es una desgraciada. ¿Cómo puedes juzgarla así? ¿Cómo pudo ser tan interesada en estar con él solamente por dinero? —replicó su madre con enojo.
Briana trató de calmar a su madre y le dijo: "Mamá, por favor, déjame explicarte..."
—Mamá, relájate. Estoy muy molesta contigo. ¿Cómo puedes invadir mi privacidad de esa manera? —preguntó Briana, alejándose de su madre.
—No puedo creer que guardes ese secreto tan pesado en tus hombros, hija—respondió su madre.
—Mamá, por favor..—suplicó Briana.
—No, Briana, tienes que ir y decirle la verdad—insistió su madre.
—No puedo hacerlo—comentó Briana y continuó caminando, mientras su madre la seguía.
—Briana, tienes que hacerlo, es lo correcto—dijo su madre.
—Mamá, es mi problema. Te pido por favor que no te vuelvas a meter en mis asuntos—dijo Briana enojada, y su madre se quedó en silencio.
Decidió hacerle caso a Briana y su madre dijo: "Yo no diré nada." Briana asintió.
—Eso espero—comentó Briana y decidió ir a su habitación y tratar de dormir, pero las preocupaciones no la dejaron descansar. Volvió una y otra vez en su mente, hasta que finalmente pudo conciliar el sueño. Lo último que vio fueron los ojos de Lautaro visitándola en su sueño y sonriéndole con nostalgia.
Al día siguiente, Briana se despertó con un intenso dolor de cabeza. Su madre llegó con una taza de té.
—Diablos, cariño. ¿Estás bien? —preguntó su madre, sosteniendo su mano.
—Estoy bien, mamá. De alguna manera, en algún momento, alguien tenía que saberlo—respondió Briana.
—¿Y cómo te sientes cargando ese secreto? —preguntó su madre, preocupada.
—Mal, mamá. Porque, como sabes, estoy enamorada de Lautaro—admitió Briana.
—Ay, mi niña, sería mejor que te alejes de todo esto—comentó su madre.
—No puedo, mamá. Quiero mucho a Emma y ella está sola en el mundo—respondió Briana.
—Tienes razón. Esa pobre niña tiene un padre ausente y vive el recuerdo de una mujer que la idealizó como perfecta—reflexionó su madre.
Dejó a Eduardo en paz y Briana suspiró. Era extraño compartir ese secreto con alguien y sentir cómo una carga se aligeraba de sus hombros. Se puso de pie, ignorando el reclamo de su estómago, ya que no había comido, y decidió ir al trabajo. Se vistió con unos cómodos pantalones vaqueros y un suéter marrón que le llegaba a la cintura. Se calzó unas zapatillas grises y se dirigió hacia su coche Honda estacionado afuera. Justo cuando llegaba a su coche, chocó accidentalmente con Eduardo.
“Hola, guapa"“, dijoEduardo con una sonrisa coqueta mientras se ajustaba la corbata.
“Hola", murmuró Briana, ignorándolo y pasando junto a él.
“¿Quieres salir esta noche?", preguntó Eduardo con dudas.
“Claro", respondió Briana distraída, mientras miraba unas cartas que habían llegado a su casa.
“Briana, ¿me estás escuchando?", preguntó Eduardo.
“Sí, te estoy escuchando", respondió Briana, justo cuando vio cómo alguien le arrebataba las cartas de la mano.
“Esto es muy bonito", comentó Eduardo coquetamente, mirándola a los ojos.
Justo en ese instante, Lautaro apareció en la sala y al ver a Briana tomada de la mano con Eduardo, sintió una extraña molestia.
“¿Van a estar haciendo eso en el trabajo?", preguntó de manera arrogante.
“Lo lamento, señor"“, dijoBriana apartándose de Eduardo.
“¿No tienes algo mejor que hacer, hermoso?", preguntó a Eduardo, quien rápidamente desapareció de su vista.
“¿Cómo estás, Briana?", preguntó acercándose a ella y mirándola de una manera que ella no comprendió.
“Estoy bien. ¿Y usted?", respondió Briana, sintiéndose confundida.“Tuve una noche terrible. Otra vez fui a su habitación. Sabes, hablar contigo me hace sentir un poco más ligero. Es como si estuviera hablando con Lucía".—Algo así—comentó Briana y comenzó a beber su taza de té.—Cariño, yo que fuera tú..—empezó su madre.—Pero yo no soy tú—interrumpió Briana, mirándola con tristeza.—Tienes razón. Tú tienes un corazón demasiado noble—dijo su madre con cariño.*******Briana lo miró con confusión mientras Lautaro se acercaba a ella.—¿Cómo estás, Briana? —preguntó acercándose, y la miró de una manera que ella no comprendió.—Estoy bien. ¿Y usted? —respondió Briana, intentando disimular su sorpresa.—Tuve una noche terrible. Otra vez fui a la habitación de ella. Sabes, hablar contigo me hace sentir un poco más liviano. Es como si estuviera hablando con Lucía—comentó Lautaro, con nostalgia en su voz.Briana se sintió desconcertada ante sus palabras. No sabía cómo responder. Su mente est
“Sí, a pesar de que ella estaba muy entretenida comprando cosas para ella, siempre se acordaba de mí y eso lo valoraba tanto. Y ahora la extraño tanto por eso", respondió Lautaro, poniendo los ojos en blanco, sin darse cuenta de su propia actitud.“En qué piensas, Briana", preguntó Lautaro mientras doblaban en una rotonda y Briana sostenía con delicadeza el cinturón.“En nada", comentó Briana.“Creo que si estuviera aquí, Lucía estaría hablando por ti", comentó Lautaro divertido, y Briana se mordió los labios con enojo.“Claro", respondió Briana.“¿O quieres que te compre ropa?", preguntó Lautaro de repente, y Briana miró su atuendo y luego a él.“¿Por qué? ¿Tengo algo mal puesto?", preguntó Briana dudosa.“No, no es eso", respondió Lautaro.En ese pequeño instante, ambos se sintieron bastante confundidos. El corazón de Briana latía de una manera extraña cuando Lautaro le quitó un mechón de la mejilla. Briana se quedó perpleja, era la primera vez que él la tocaba.Briana sintió sus me
“Tengo que ir a la empresa, vamos”, propuso mientras avanzaba. Emma hizo una mueca, quería seguir paseando con su padre y había soñado con tomar un helado. “Ibamos a comer un helado”, comentó Emma con lágrimas en los ojos.Briana se sintió triste.“Tengo que ir a trabajar”, comentó Lautaro sin mirarla.“¿Puedes detenerte y mirar a tu hija?”, preguntó Briana molesta, ya que Lautaro siempre había puesto por encima de todo a cualquier cosa menos a su hija.“¿Qué?”, preguntó desganado, y en cuanto vio a Emma al borde del llanto, se dio cuenta.“Lo lamento, cariño. Vamos a comer un helado”“, dijoLautaro.““Sí”, exclamó Emma con felicidad mientras abrazaba a su padre.Briana pasó por su lado y dijo:“Todavía tienes muchas cosas importantes, solo que tú no te das cuenta". “¿Quieres subirte a mi regazo, cariño?”, preguntó a Emma.“Sí, papá”, respondió.Juntos avanzaron en la silla de ruedas.Después llegaron a casa, Emma estaba feliz porque había tomado helado con su padre. Briana decidió
Al día siguiente, Lautaro se despertó con algo que lo tenía muy convencido. Se casaría, tal como lo decían todas las mujeres. Él se casaría con otra mujer. Y pensó en Briana, ella era la ideal, ella era la persona más cercana que podía tener en lugar de su amada Lucía. Además, supuso que ella no podría rechazarlo como una forma de agradecerle por la amistad que habían tenido. Por ese motivo, en cuanto se levantó y se sentó en la silla de ruedas con esa convicción, fue directo hacia el salón. Esperaba con ansias mirando hacia la puerta, esperando que Briana pudiera ingresar por ella y hablar. Hasta que lo hizo, esperó durante una hora, pero no le importó.“Señorita Briana, ¿podemos hablar?”, preguntó, y Briana dio un respingo al darse cuenta de que no lo había visto.“Claro
Se encontraba dando vueltas en su cama. No había podido dormir, comía mucho menos después de pensar lo guapo que se veía Eduardo con ese ramo de flores. La había dejado encantada. Nunca había pensado que un hombre podía verse así de bonito. Su corazón suspiró tanto por él que enseguida supo que estaba perdida.Sin embargo, esa mañana, cuando llegó al trabajo, lo encontró a Lautaro acercándose a ella con su taza de café. La miró curioso y preguntó:"¿Cómo estás hoy?" Ella se encontraba junto a Emma, que ya había regresado del jardín y se encontraba tan entusiasmada que no paraba de hablar."¿Verdad que no paro de hablar?"“, dijoEmma cariñosamente."¿Cómo quieres ir a jugar al jardín?", preguntó Lautaro hacia Emma."S
“No puedo hacer nada para esto"“, dijoBriana.“Claro que puedes, mándalo al demonio. Tienes un mes para pensarlo, Briana. Yo que tú lo dejo"“, dijoMelissa.“No puedo, lo quiero tanto", expresó Briana con dolor, y su amiga puso los ojos en blanco.“¿De verdad vas a decir eso?", preguntó Melissa.“Sí", comentó Briana avergonzada, y Melissa suspiró.“De igual forma, si sufres o si sales llorando, voy a estar aquí para ti", comentó Melissa y tomó la mano de Briana.“Gracias"“, dijoBriana.“De nada. Creo que tienes que ser más fuerte", concluyó Melissa.“Soy fuerte", comentó Briana y Melissa la miró.“¿De verdad?",
“Deberías dedicarte a esto", comentó Lautaro de repente, mientras saboreaba su cuchara.“¿Tú crees?", preguntó Briana con una sonrisa tímida.“Claro, el pastel no solo está parejo y perfecto, sino que tiene unos sabores únicos que nunca había probado. Está riquísimo", afirmó Lautaro.“Eso es gracias al chocolate", comentó Briana humildemente encogiéndose de hombros.“Pero me parece que está muy rico", agregó Lautaro.“Bueno, como tú digas, Lautaro", comentó Briana divertida, y él se rió.“Sé que quieres ser humilde y no admitir que sabes cocinar, pero te quedó muy rico"“, dijoLautaro apreciando el esfuerzo de Briana.“Es uno de mis sueños",
“Descansa, bonita”“, dijoLautaro y volvió a su posición inicial.En toda su vida, Briana nunca se había sentido tan extraña. Su corazón estaba a punto de explotar. Cuando Lautaro cerró los ojos, ella suspiró aliviada y también hizo lo mismo, sabiendo que él estaba ahí con ella.En medio de la noche, Briana se despertó varias veces para comprobar la respiración y los latidos de Lautaro, y luego volvía a dormir.Cuando amaneció, Briana se estiró con pereza y de pronto recordó a Lautaro. Se dio la vuelta tan rápido que sus labios se encontraron con los de él. Era la primera vez que probaba sus labios, aunque había sido en un accidente. Además, Lautaro estaba dormido.Avergonzada, Briana se separó y tocó sus propios labios con cuidado.