El día del juicio había llegado, Alejandro informó que dejaría a Catherine en el tribunal, ya que él no planeaba participar por su identidad. Mónica ya estaba lista y guardó todo lo necesario en su bolsito, le encargó el cuidado de Victoria a Elsa. Camilo también iría al juicio, ya que él tenía las pruebas que Alejandro había dejado, las fotos del menor con moretones. —Hay alguien que quiere verte, Mónica —informó Rafael. —¿Ahora? ¿No tenemos que irnos? —Tranquila, todavía hay tiempo. Te estaré esperando en el auto con Camilo —Le dio un beso en la mejilla—. Esa persona está en la sala. Mónica frunció el ceño, supo que David no podía ser, ni su madre, porque Rafael no reaccionaría de forma tranquila al tratarse de los Lambert. Inhaló hondo, de camino a la sala de estar. Cuando cruzó la puerta, se quedó perpleja al ver a la mujer que la esperaba sentada en el sofá. No dudó en correr para abrazarla, pudiendo oler ese aroma amargo y característico de ella. —¡Delia! —exclamó, un nud
Todos estaban en el tribunal, a Catherine la habían apresado unos guardias de seguridad, porque intentó escaparse. El juez estaba revisando las pruebas, imágenes de Mateo con moretones en su cuerpo. —Estamos aquí para decidir el futuro del pequeño Mateo Lambert —habló, el silencio inundó la sala—. Su madre lo secuestró cuando el mundo descubrió la verdad. Necesito escuchar a los testigos, por favor, ¿la acusada tiene testigos? —¡Ni siquiera me dejaron buscar! —No tienes familiares, Catherine —Hasta su abogado estaba en su contra, porque fue contratado por el mismo Alejandro. —Cállate, imbécil. Forcejeó, pero estaba esposada a la silla dónde la obligaron a permanecer. —Yo tengo testigos, su señoría —Víctor se levantó, con respeto—. David Lambert quiere decir algunas palabras, y también traigo al niño. A Mateo lo habían dejado al cuidado de una secretaria del lugar, pues la entrada no estaba permitida para los niños, a menos que tuvieran que entrar para hablar con el juez sobre e
Mateo entró a la sala de la mano del seguridad, estaba nervioso, porque ya sabía que le iban a hacer muchas preguntas. —Hola, campeón —lo saludó el juez—. Ven aquí. Todos prestaron atención al niño, quién había caminado un poco más hasta llegar detrás del escritorio del juez para poder hablar con él. El señor tomó su manito, tenía un nieto de su edad. Se percató que Mateo no poseía ningún moretón en su piel, estaba bien cuidado. —Te voy a hacer algunas preguntas, ¿vale? —Ajá… Bajó la cabeza, quería regresar a casa con su padre, Víctor, pues ya se había acostumbrado a estar con él, y lo trataba bonito. —¿Qué te hizo esa mujer? —cuestionó, refiriéndose a Catherine, la miró de reojo. Mateo no dudó en decir la verdad, porque lo habían tratado muy mal. —Ella pegó —señaló todo su cuerpo, sobre todo la parte de los brazos—. No comía… —¿No te dejaba comer? Asintió, con las cejas inclinadas. —¡Es mala! —exclamó, decidido—. Víctor un héroe. Mi nuevo papá. Le sonrió al juez, por fin
Días después de haberse deshecho de Catherine, David citó a Mónica a una cafetería cercana de la empresa Rowling. Él estaba jodido. Ella aceptó, porque parte de su plan era hundir a David como fuera, y verlo sufrir. Rafael estaba al tanto, aunque no le gustó la idea de que se vieran solos. Mónica entró, la campanilla sonó y buscó a su ex, quién se encontraba sentado en una mesa alejada del mostrador. Caminó con firmeza para demostrarle lo mucho que había cambiado. Se volvió una mujer fuerte e independiente. Trabajaba para conseguir lo que quería, y había encontrado el amor verdadero. —Ya estoy aquí —habló, con seriedad. David alzó el mentón, tragó saliva porque lo menos que deseaba era suplicarle a su ex mujer. Sus dientes chocaron, frustrado. —Iré directo al grano, Mónica. Tú y yo ya no nos llevamos bien —comentó, rodando los ojos—. Quiero pelear por la custodia de mi hija, la necesito. Mónica se sentó con tranquilidad, no iba a desesperarse porque no sería profesional de su p
Rafael no pudo contenerse y decidió salir del trabajo para verificar que todo estuviera yendo bien con Mónica. No le agradaba la idea de que su esposa viera a su ex. Cuando iba caminando, notó que esa calle estaba sola, no había ni un alma, hasta que se percató de dos personas peleándose cerca de la cafetería. —Mónica… —murmuró para él mismo. Corrió como nunca antes lo había hecho al ver que David quería maltratar a su esposa, así que se posicionó detrás de él para frenarlo y lo logró. Llegó justo a tiempo para evitar una tragedia. Rafael lo volteó para darle un puñetazo, se sentía culpable por lo que estuvo a punto de suceder. —¡Estás muerto, imbécil! David terminó cayéndose al suelo, y Rafael se sentó sobre él para continuar con la golpiza y dejarle en claro que nadie podía tocar lo que era suyo. Uno, dos, tres golpes seguidos. Su enemigo quedó con la cara llena de sangre, le había roto la nariz, y buscaba cómo cubrirse de los demás ataques. —R-Rafa, detente —Mónica lo tomó
—¡Un hermanito! —exclamó Victoria. Mónica la estaba bañando con mucho cuidado, mientras la niña jugaba con su pato de juguete en la bañera. —¿Un hermanito? —cuestionó, alzando una ceja. —Quiero uno —Arrugó la boca en un puchero. Victoria veía muchas caricaturas, en especial una en dónde los protagonistas eran dos hermanos, y se preguntaba por qué no tenía uno. —Ay, mi amor —sonrió, echándole agua en el cabello—. Es un poco complicado para mami. —¿Por qué? —Digamos que no puedo tener más hijos, es difícil… —Bajó la cabeza. Mónica ya cayó en cuenta de que jamás podría volver a tener otro hijo, durante los años que llevaba con Rafael, no había quedado en estado, y eso que no se cuidaban. —No entiendo —Se cruzó de brazos, lanzando el patito lejos—. Quiero uno. —Está bien —resopló—. Lo intentaré, pero no prometo nada, ¿vale? —Mami, también quiero ver a Mateo. —Falta poco para que vayas al preescolar, y creo que su padre lo inscribirá contigo porque tu abuelo se lo pidió —coment
—Es dinero suficiente para invertirle a la empresa —murmuró David, estaba reunido con su madre. —Esta casa es una pocilga —Arrugó la nariz—. Ni siquiera podemos tener sirvientas, y todo por tu incompetencia. —¿Ahora me vas a culpar a mí? —inquirió, con fastidio—. Creí que estabas de mi lado. —Estoy de tu lado —Se levantó del sofá, con firmeza—. Yo misma arreglaré tu cagada. David se extrañó, pues su madre no dejaba de insistirle en recuperar a Victoria, le contó que salió mal. —No fue mi cagada. Mónica se volvió una mujer tan terca, que ni siquiera desea que vea a la niña —bufó, jugando con un lápiz—. ¿Qué huele así? El olor que dominaba en el ambiente, era de putrefacción y cloacas. Esa casa había sido abandonada hace mucho, por eso les costó muy poco dinero, pero cada habitación estaba llena de telaraña, polvo, o animales muertos. —Hay una rata muerta en la cocina, ¿puedes creerlo? —informó su madre, asqueada. —¡¿Y cuándo piensas limpiar este lugar?! ¡Llevamos una semana y t
Mónica se quedó desnuda en el sofá cuando Rafael se marchó. Tomó el celular para comprobar qué lo había dejado mal, y lo que vio la sorprendió. —¿Qué carajos? Supo de inmediato que era una foto editada, porque ella nunca había besado a Miles, y en ese momento, se alegró por él cuando le contó que estaba conociendo a un hombre.¿Rafael se creyó esa farsa? Tenía que ir a buscarlo para resolver las cosas.Mientras tanto, Rafael llegó a la enfermería dónde Miles estaba todos los días, se preguntaba por qué Mónica besaría a Miles, ¿acaso él le había pedido ayuda? Se hacía fuerte, pero aun así, la inseguridad empezaba a consumirlo. No quería dejarla, tampoco creía que esa foto fuera real. —¿Jefe? —cuestionó, extrañado. No era normal que Rafael visitara la enfermería a menos que fuera estrictamente necesario. —El día de navidad, ¿qué hiciste con Mónica? —Fue directo al grano. Rafael tenía todas sus emociones mezcladas, él pudo haber hablado primero con Mónica y escuchar su versión, p