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Capítulo 3. Nuevo comienzo.

Los rusos eran personas de negocios pero muy frívolos sin compasión de nadie, personas de quien debes temer y desconfiar. Al bajar del auto y encontrarnos con algunos de ellos allí esperando nos demostró que son personas muy puntuales y que jamás serán los segundos en nada. 

Mi padre preguntó a Ferrara acerca del informe previo de los guardias que habían revisado el lugar previamente y que en estos momentos se encontraban ocultos vigilando el perímetro en caso de que las cosas salgan mal. Para la paz de todos Ferrara nos confirmó cero sorpresas hasta el momento. 

Mi padre nos instó a acercarnos a nuestros futuros socios quienes esperaban por nosotros. El capitán de la bratva con quien mi padre haría negocios aguardaba en el auto rodeado de sus matones quienes eran unos tipos gigantes sin expresiones en sus rostros. 

Nosotros los italianos seremos más relajados físicamente, pero si creían que no podríamos ser aterradores cuando era necesario entonces no sabían nada. No debería de subestimarnos, los hombres de mi padre eran hombres muy bien entrenados en varias técnicas de combate, cuerpo a cuerpo o con armas. Los mejores de los mejores. 

— Mi buen socio, ¿Qué haces aún ahí dentro? — exclama mi padre. 

En ese momento la puerta del coche, un sedan negro último modelo, se abre dando paso a un hombre mayor de unos 45 años de edad. Un tipo que bien podría defenderse él solo ya que medía casi dos metros de alto y pesaba alrededor de 100 kilos, pero de puro músculo.

— Don, es un placer poder recibirlo en nuestro territorio. ¿Cómo estuvo el viaje? 

— El placer es nuestro, muchas gracias por la invitación. Muy bien y tranquilo. 

— Me alegro, por favor pasen aquí. Mis chicos nos han preparado una pequeña mesa donde podremos leer los acuerdos de nuestros negocios y brindar con Vodka Premium Kremlin, lo mejor de lo mejor para nuestros socios italianos. 

Mi padre, Ferrara, Filippo y yo seguimos a nuestros nuevos socios, Vladimir y su teniente Anton junto con dos más cercanos a él nos acompañaron a la mesa. Allí sus hombres y los de mi familia nos rodearon y la charla comenzó. La negociación fue rápida ya que mi padre se había encargado de dejar todo establecido mucho antes cuando se había conversado previamente, esto era simplemente algo formal, además de necesario ya que toda negociación debe hacerse con un contrato y una firma. Cuando se trata de rusos también involucra beber mucho vodka. 

Lo bueno de este nuevo negocio eran los nuevos canales de comercialización que se habría para ambas organizaciones. Negocios legales como las ilícitas. Nos percatamos que ambas organizaciones podrían facturar una suma aún más enorme trabajando juntas que por separado, este había sido el sueño de mi padre por muchos años y llegó el gran día en que se concretaría. 

El poder de comercialización rusa era muy fuerte, los productos italianos eran de la mejor calidad que puede existir. Unir ambas cosas era ganar o ganar. Un negocio que el Pakhan actual no pudo rechazar sin dudas. 

Las cosas iban de maravilla, Vladimir a pesar de ser alguien muy tosco se había estado divirtiendo mucho en compañía de mi padre y lo había admitido un par de veces alegando que no había estado esperando que los italianos fuéramos personas con mucho carisma que incluso lograríamos alegrar una reunión de negocios ruso. 

El momento de tensión había desaparecido pasado la hora de haber llegado, todos habíamos acordado que el negocio era ventajoso y alargamos el momento de la firma del documento como la manera de alargar un poco más el encuentro. Mi padre se estaba divirtiendo y estaba emocionado ya que según Vladimir luego de esto solo quedaría conocer al verdadero jefe. 

Pero como en esta vida no todo dura para siempre, la felicidad se esfumó cuando el primer disparó resonó en todo el lugar y Anton cayó tendido en el suelo con un disparo certero en la frente. Rápidamente los hombres de cada organización nos tomó por separado formando una barrera humana alrededor de los líderes de cada lado. 

Estaba muy sorprendido, no había esperado eso ya que había bajado la guardia al ver que todos disfrutaban de la pequeña celebración. De todas formas estaba listo, tenía mi arma empuñada y podía sentir el shock de adrenalina invadir todo mi sistema. A mi lado Filippo estaba listo mirando en todas direcciones buscando al maldito bastardo que disparó. 

Sabíamos que no debía de ser de los nuestros, jamás harían algo en contra de las órdenes de mi padre y estaba muy seguro que mi padre no lo dio, su sueño era este y no habíamos llegado siquiera a firmar el maldito documento como para andar ejecutando rusos. 

Entonces la gran pregunta ¿Quién diablos dio la orden de disparar? ¿Quiénes eran los bastardos que venían a arruinarnos? 

En ese momento el comunicador de Filippo sonó, sabíamos que serían nuestros padres. Nos habíamos alejado en dos grupos por separado ya que es una forma de asegurar que alguno de los dos sobreviviera. La organización no podía perder a su líder y al futuro Don al mismo tiempo, jamás había ocurrido y si llegara ocurrir sería una verdadera catástrofe para la familia entera ya que probablemente cualquier organización pequeña se puede hacer con nuestros negocios aprovechando tal situación. 

— Filippo, ¿Se encuentran bien? 

— Sí padre, el Don ¿Está a salvo? 

— Sí, debemos resguardarnos. Los francotiradores informan que hay un grupo movilizándose al este y algunos tiradores que fueron neutralizados por los rusos. Ni ellos ni nosotros reconocemos a este grupo de hombres así que tengan mucho cuidado no sabemos a quienes nos enfrentamos. 

— Sí señor. 

Ambos teníamos un total de 5 hombres a nuestra disposición, luego teníamos a los tiradores expertos que nos cubrían la espalda desde lo alto. Ahora mi preocupación era perderlos sabiendo que el grupo que nos atacaba también venían bien preparados. 

Por el tiro que recibió Anton pude deducir que fue un tirador muy experto teniendo en cuenta que nos encontrábamos en un muelle cerca de una gran masa de agua que, sumado con el viento y el clima, está claro que no fue un tiro sencillo. Muchas variables que tener en cuenta para no fallar y dar en el blanco. 

Lo que me preguntaba fue, ¿Por qué Anton y no el Capitán de la Bratva o mi padre que es el Don de la mafia italiana? no tenía sentido. A no ser… 

— Creo que sé lo que harán. 

— ¿De qué hablas? — pregunta mi amigo con los ojos bien abiertos. 

— Mataron primeramente a Anton, eso no me había dejado tranquilo. Nos tenían a todos en la mira, ¿Por qué empezar con el de menor rango? — Filippo y nuestros hombres me observaban a la espera de una explicación. Aún no habían comprendido de qué va esto — Nos cazarán. A cada uno. 

— ¿A qué se refiere señor? — pregunta uno de los hombres. 

— Ninguno de nosotros sabemos quienes son, debe de tratarse de alguna organización que está naciendo y quiere demostrar su poder acabando con los jefes de las mafias más grandes de Europa. Nos cazarán a cada uno para matarnos y así demostrar quien es el más fuerte. 

En ese momento escuchamos una gran explosión. Cuando giramos para ver nos encontramos que habían detonado una bomba en una de las torres donde nuestros francotiradores se encontraban apostados. 

— Perdimos los ojos en el cielo — escuchamos por el comunicador que Ferrara informaba a todos los grupos. 

— Filippo contáctame con tu padre, debo advertirle de que irán detrás de ellos primero. 

— ¿Cómo lo sabes? 

— ¿Has visto o escuchado a algún ruso? Ya han acabado con ellos, ahora irán por el pez gordo. 

— M****a.

Filippo trató de comunicarse con Ferrara pero no podía, había mucha interferencia. No quedaba de otra, debíamos buscarlos y proteger a mi padre. ¡Maldita sea! Todo se había ido al demonio en cuestión de minutos. El maldito infeliz pagaría por dañar esto, cuando mi padre averigüe de quién se trata, acabará con él.

 — Busquemos a nuestros padres, debemos estar allí y protegerlos. 

— ¿Estás loco  Alessio? No recuerdas lo que tu padre nos dijo apenas llegamos. Si las cosas salían mal debíamos protegerte a tí. 

Me quedé de piedra, no recordaba aquello. Es verdad, mi padre había dicho eso apenas llegamos y se lo había dicho también a sus hombres. Cuando miré a los chicos que nos acompañaban ninguno podía mirarme a los ojos fijamente. Habían estado conscientes de esto desde el momento en que todo había iniciado y habían estado haciendo eso justamente, protegerme y alejarme cuanto podían de todo el enfrentamiento. 

Una nueva explosión, esta fue enorme y devastadora por completo. Muy cerca de donde nos encontrábamos, nos dejó aturdidos con los oídos resonando y tirados en el suelo. Entonces escuché el pitido en el comunicador de radio de Filippo. 

— ¿Alessio? — Era la voz de mi padre. 

— Padre, ¿Dónde estás? ¿Te encuentras bien? Debemos ir por ti padre, debemos sacarte de aquí, quieren asesinarnos uno por uno y están en busca de los más poderosos. Quieren acabar contigo padre. 

— Escuchame Alessio, lo sé. Esta última explosión nos encontró, ya no tenemos escapatoria hijo mío, pero recuerda lo que te he dicho antes, tú eres el próximo que debe velar por la estabilidad de la familia y el cuidado de nuestra organización. Sálvate hijo, vete de aquí ya no puedes sal…var…me. 

Entonces la voz de mi padre dejó de escucharse y solo pudo oírse el silencio, grité y grité por él pero no pude escuchar nada más. Hasta que una nueva voz sonó a través del comunicador, eran rusos. 

— Señor, hemos encontrado al Don, ha fallecido. Lo ha logrado. 

— Esto recién comienza amigo mío. ¡Encuentren al hijo!

Me quedé pasmado con lo que escuché, mi padre había fallecido. Esos malditos bastardos rusos, ¿Por qué? Por qué habían traicionado así un negocio que era fructífero para ambos, no tenía sentido. ¿Acaso el Pakhan había perdido la cabeza? 

— Alessio debemos irnos, ya no podemos hacer nada más. Vendrán por ti y no puedo permitirlo. 

Filippo tiraba de mí mientras corríamos. Mi padre siempre tenía hombres en la sombra esperando por nosotros, había dejado un auto por si ocurría algo como esto. Filippo lo llamó y debíamos encontrarnos a unos 2 kilómetros de distancia, no era mucho, pero teniendo en cuenta que teníamos unos mercenarios rusos detrás nuestro era toda una verdadera hazaña. 

Cuando ya nos encontrábamos cerca del punto de encuentro, unos hombres aparecieron en nuestro camino. Eran tres enormes y fornidos rusos completamente armados y listos para la batalla. Mis hombres sin pensarlo dos veces fueron por ellos, ambos con Filippo seguimos pero íbamos vigilando que no hubieran tirados en el cielo que nos pudieran sorprender. Y así fue. 

Gracias al buen entrenamiento que recibimos pudimos detectar a tiempo el láser de la mirilla y Filippo se interpuso frente a la bala que venía directo a mi recibiéndolo en su hombro. 

— Debes irte amigo, falta poco debes huir de aquí.

— No te dejaré, eres mi amigo y no te abandonaré aquí. 

— Yo debo cuidarte no tú a mi. 

Ayudando a Filippo a ponerse pie y junto con dos de los hombres que sobrevivían aún avanzamos unos tramos más. Cuando llegamos al auto, dos hombres salieron a recibirnos con armas de calibres más grandes y con mejor alcance. 

Sabía que aún no estábamos a salvo, si nos seguían esto podría terminar en lo mismo. Solo quedaba hacer una cosa, enfrentarlos. 

Dejando pasar unos minutos que parecieron horas, pudimos ubicar al francotirador y a tres hombres más que venían acercándose a nosotros. Nuestra única salida era acabar con ellos y luego desaparecer o sino no podríamos huir de ellos y viendo que tenían un arsenal bastante cargado, aunque nos encontremos en un auto blindado podían encontrar la forma de derribarnos igual. 

Con la sangre hirviendo en mis venas me decidí en proteger a mi familia, a mis hermanos de batalla y cumplir con el legado de mi padre. Debía de vivir para poder vengar su muerte, estos rusos pagarán por lo que hicieron con él. Debían de pagar con sus vidas. 

Como el nuevo Don de la familia D’Angelo debía hacer frente a mis adversarios y demostrarles que meterse con la mafia italiana no es un simple juego. 

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