Capítulo 03: El monstruo aquí, eres tú.

Casandra abrió sus ojos lentamente, sintiéndose aturdida.

Cuando intentó mover su cuerpo, se percató que estaba atada en esa incómoda silla, de inmediato observó sus alrededores mientras parpadeaba varias veces…

¡Quedó petrificada en ese instante!

La oficina del CEO Angelo Fiorentino, lucía como si fuese un monumento a su ego: paredes cubiertas de cuadros brillantes que lo mostraban en ceremonias de premiación, su sonrisa arrogante se plasmaba de manera eterna en cada fotografía.

Trofeos que relucían en estantes, títulos y diplomas que colgaban con orgullo.

"No… No puedo quedarme aquí…"

Pensó ella entrando en pánico.

Miró por las ventanas, donde la noche ya se mostraba… ¡No había tiempo que perder!, con todas sus fuerzas, comenzó a forcejear contra las sogas que le ataban las muñecas y los tobillos.

Un acto inútil, y ante sus bruscos movimientos…

¡PUM!

¡Cayó al suelo con todo y silla!, justo en ese instante, escuchó unos sonidos provenir de la distancia.

¡ALGUIEN SE ACERCABA!

…………..

En el pasillo exterior de esa oficina dentro de la mansión Fiorentino.

—Todos los invitados han confirmado. Tendrás tu fiesta de cumpleaños en la mansión —comentó seriamente, Angelo.

La mujer alta, esbelta y de un cabello castaño corto, sonrió con emoción.

—No puedo esperar a que llegue el día~ —se aferró al brazo de ese hombre, del cual se había enamorado.

Sin embargo, con una frialdad cortante, Angelo apartó su brazo del agarre de Madeline. Seguidamente clavando su mirada azul en ella.

—Conoces los límites. ¿Eres tan estúpida que tengo que repetirlo constantemente? —resonó la gruesa voz gélida de ese hombre en el pasillo—. Esto es un contrato. Mantente a raya o serás despedida.

Tras esas frías palabras, Angelo continuó caminando en dirección a su oficina. La mirada gris de Madeline viéndolo con tristeza.

Lo amaba.

Lo amaba tanto que luchó por obtener el puesto de la "señora Fiorentino", sin importar nada.

—Saldré esta noche con unas amigas, nos vemos más tarde, Angelo… —susurró ella deprimida con su voz temblorosa ante el desprecio constante de ese hombre.

Pero él, ni siquiera respondió, no se dignó a detener sus pasos o tan siquiera volverla a ver.

Si no había nadie alrededor, él no tenía que aparentar una relación con esa mujer… Esa que su sola apariencia le incomodaba.

Después de todo, era la hermana de su primer amor muerto.

…………

Clac~

Se produjo un sonido, cuando ese hombre abrió la puerta e ingresó a su oficina. La primera escena frente a sus ojos…

¡Cassandra en el suelo!

Angelo frunció ligeramente el ceño, a la vez que se acercaba a ella, sus pasos resonando sobre el mármol, hasta que…

—¡AAAY! —gritó Cassandra cuando ese hombre la tomó del cabello con tal fuerza, haciéndola levantada del suelo.

Una vez más, se encontró sentada en esa silla, atada, enfrentándose a la figura imponente de ese hombre.

La furia contenida ardía en su interior, una que había crecido desde el día en que él le arrebató a sus gemelas y se desvaneció de su vida.

Sus ojos lo siguieron, llenos de rabia, mientras él se acercaba al elegante escritorio. Tomó un habano de una caja y lo llevó a sus labios, encendiendo el mismo.

En ese instante, él dirigió su mirada gélida hacia ella, como cuchillas afiladas, Cassandra sintiendo que el tiempo se detenía cruelmente.

Angelo Fiorentino se acomodó en un sofá aterciopelado, a unos metros de donde ella estaba atada, su figura oscura y dominante en aquel espacio.

Con un gesto despreocupado, alisó su cabellera negra hacia atrás mientras exhalaba una nube de humo que se mezclaba en el ambiente, creando una atmósfera tensa.

Su voz, profunda y exigente, resonó en la oficina, con un tono que imponía respeto y temor:

—Lo sabes. Es inútil que intentes escapar de mí.

Cassandra frunció el ceño, ¡la aura poderosa de ese hombre italiano no iba a intimidarla!, sus manos hechas puños, viendo indignada a su ex.

—¡¿Cómo pudiste hacerle eso a mi familia?! —gritó Cassandra—. ¡¿Acaso no tienes corazón?! ¡DIME DÓNDE ESTÁ MI MADRE! ¡¿Qué nos has hecho?! ¡¿Qué pasó realmente con mi padre?!

Angelo, veía fríamente a Cassandra, como si fuera un trozo de basura que no era digna de obtener sus respuestas. Simplemente, la ignoró, llevando su habano a sus labios nuevamente.

—¡¡ERES UN DEMONIO!! —gritó ella ante la arrogancia de ese hombre— ¡UN MALDITO MONSTRUO! ¡¡TE ODIO!! ¡No mereces tener a mis gemelas!

Ese hombre, lleno de satisfacción por la reacción alterada de Casandra, le dijo cruelmente:

—Deliras mujer. Aquí, el único monstruo, eres tú, asesina.

—¡No lo soy! —Cassandra tensó la mandíbula con furia, no podía creer que aún con su salida de prisión, aún con pruebas de su inocencia, ese hombre seguía viéndola como la asesina de Evelyn Black. Ya estaba harta, la habían castigado inocentemente durante cuatro años, ¿no era suficiente? —¡Soy inocente! Lo creas o no, ya no me importa. Pero tú, ¡TÚ ERES UN MALDITO INFIEL!

Angelo Fiorentino colocó su habano en el cenicero, a la vez que se ponía de pie.

Su figura alta e imponente se irguió frente a esa mujer pequeña; él, sin darle importancia a sus gritos y reclamos, sacó un sobre de su elegante saco oscuro.

Angelo caminó hacia ella, deteniéndose a un solo paso de distancia de esa mujer rubia, que lucía hecha un horrible desastre.

Abriendo el sobre, dejó caer en el regazo de Cassandra todas las fotografías en las que ella no solo salía en supuestas citas con Marco Fiorentino, primo paterno de Angelo. Si no también, fotografías de ellos dos intimando.

—¿Tienes derecho a llamarme "infiel", cuando tú te revolcabas con mi primo a mis espaldas, zorra?

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