Capítulo 04: Mi error, fue haberte amado.

—¿Nada que decir? —la helada mirada que clavó ese CEO, la hizo sentir un escalofríos en todo su cuerpo.

Cassandra, viéndolo hacia arriba, comenzó a temblar de rabia e indignación… ¡No podía sentir más humillación!

—No he hecho nada de lo que me acusas… —continuó Casandra, intentando mantenerse firme, aunque su tembloroso cuerpo y su voz quebradiza la delataran—. ¡Has caído bajo si me juzgas así, Angelo! Pero Sí, cometí un error. ¡Lo único que hice mal fue enamorarme de ti! ¡AAAH!

Las palabras de Cassandra se vieron abruptamente interrumpidas por su fuerte grito.

PLAF~

¡Ese hombre le dio una bofetada!

—¿Crees que soy estúpido?, es claro que estás ligada a mi maldito primo.

En ese momento, el CEO Fiorentino se inclinó hacia su exesposa, su mano agarrando con fuerza el mentón de Cassandra, obligándola a hacer contacto visual con él, sus alientos entrelazándose.

Entonces, dijo en un susurro lleno de frialdad:

—Justo ahora puedo hacer lo que se me antoje contigo, y no puedes negarte o defenderte. Incluso podrías desaparecer hoy y a nadie le importaría.

¡Cassandra se puso pálida ante las palabras de ese hombre!, ya le había demostrado qué tan despiadado podía ser.

—Pero es demasiado sencillo —Angelo continuó hablando—, y a decir verdad, ese no es mi estilo de hacer las cosas. Prefiero hacer tu vida miserable. Solo así me aseguraré que sufras el equivalente a lo que yo sufrí.

—¡ESTÁS LOCO…! ¡¡Has perdido la razón, Angelo!! —gritó ella, con su voz llena de furia.

Angelo suspiró, haciendo un gesto de desagrado. Fue en ese instante, que su mirada azul como joyas de zafiros, se paseó lentamente por el cuerpo de su exesposa: desarreglada, golpeada, desaliñada, sucia… PERO…

¡Ni aún así, se ocultaba su belleza sin igual!, a pesar de haber pasado cuatro años en prisión, y aún con su cabellera alborotada luciendo un desastre; Cassandra Brenaman seguía manteniendo una figura exquisita, una que cualquier hombre desearía probar, no una, si no repetir tal manjar incontables veces.

—¿Aún sirves para algo? —preguntó ese CEO, fríamente, a la vez que su mano libre, se posaba en la pierna de Cassandra, mientras su otra mano la seguía reteniendo del mentón—. Sé mi amante oculta, y así, al menos, podrás observar a tus niñas desde la distancia. De lo contrario, lárgate de mi mansión como la miserable ex convicta que eres.

—¡¿Tu… Tu amante?! —preguntó ella, su expresión llena de confusión—. ¡¡PUDRETE ANGELO!! ¡Si tanto me odias y tanto asco te estoy dando! ¡¿Por qué quieres eso?!

—¿No es eso lo que eres y para lo único que sirves?, ser una zorra de usar y desechar, tal como te ofreciste a Marco —dijo cruelmente Angelo, aunque su expresión era seria, dentro de sí, disfrutaba el humillar a su exesposa—. Cuando me aburra de ti, te dejaré ir, y te seguiré permitiendo ver de vez en cuando a mis hijas.

"Aunque por supuesto, eso no es verdad. Tú NUNCA podrás ser una madre para esas niñas."

Pensó frío y calculador, ese despiadado CEO.

"¡¿Este maldito se está burlando de mí?! ¡Pero no le daré el gusto! ¡Me da igual qué pienses tú de mí, maldito demonio!"

Pensó furiosa Cassandra. Que de inmediato, le escupió en el rostro.

—¿Sabes? ¿Y qué si pasó algo entre Marco y yo?, es más hombre que tú… —una sonrisita retadora curvó los labios de Cassandra, que con su mirada recorrió el cuerpo de Angelo— Y eso… En todo~ —añadió burlista.

¡¡¡PLAF!!!

Solo segundos después, ella recibió una bofetada más, en esta ocasión, tan fuerte que cayó de nuevo al suelo con todo y silla.

—¡AAAYY! ¡DESGRACIADOOO! —gritó Cassandra ante el dolor.

—¡Saquen de aquí y encierren a esta m@ldita perra! —la voz gruesa de ese hombre resonó con furia, llamando a los de seguridad.

En minutos, las puertas se abrieron e ingresaron los guardias de seguridad. Esos altos y fuertes hombres, tomaron a Cassandra de los brazos como si fuera un pedazo de basura que recogieron del suelo.

—¡Suéltenme! ¡Me están lastimando! —gritaba ella sin poder soportar la humillación, sintiendo cómo sus lágrimas querían emerger… ¡Pero no le daría gusto a Angelo de verla sufrir!, eso sólo elevaría el ego de ese despiadado hombre.

Apenas se llevaron a Cassandra.

¡PAAM!

El fuerte sonido de la silla haciéndose pedazos en el suelo, ante una patada que ese CEO le dió.

"¡M@ldita seas, Cassandra Brenaman! ¡Así que sí estás del lado de Marco!"

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