Cuando Sophia llegó a la entrada del hotel, se encontró con la recepcionista, quien intentaba alejar a un niño.
Sophia se sorprendió, ya que el pequeño no tenía más de seis años.
De inmediato se acercó a ambos y preguntó:
—¿Qué sucede? ¿Puedo ayudar en algo?
La recepcionista se sorprendió al ver a Sophia.
—Es hijo de uno de los invitados a su boda, señorita Sophia —respondió la mujer—. No me quiere decir dónde está su padre y por qué está aquí, por eso intentaba que fuera con él —le explicó.
Sophia se acercó al niño y le sonrió.
—Hola, ¿es cierto lo que dice Astrid, pequeño? ¿Cómo te llamas? —preguntó ella amablemente.
—Me llamo Liam —respondió el niño con tristeza, ignorando la primera pregunta.
—¿Qué pasa, Liam? ¿Por qué estás tan triste? ¿Por qué te escapaste de tu padre? —preguntó Sophia, notando la tristeza en los tiernos ojos azules del niño.
Sin decir ni una sola palabra, Liam sacó una foto de su bolsillo y se la mostró a Sophia.
En la foto se veía a Lucas y a Emily, ambos con la cara rayada con marcadores.
Aquello la hizo sonreír. Sentía que era una venganza por lo que le habían hecho y que era una señal de que había tomado la decisión correcta al cancelar su boda.
Los dos eran unos malditos mentirosos que se habían reído en su cara, aprovechándose de su confianza, y no podía perdonárselos.
No obstante, hizo ese pensamiento a un lado y se enfocó en el pequeño que se encontraba junto a ella.
—No sé lo que sucede, pero no te preocupes, Liam. Todo estará bien —dijo Sophia mientras le secaba las lágrimas.
A pesar de todo lo que había pasado, sabía que debía seguir adelante y buscar su felicidad en otro lugar.
Sin pensarlo, Sophia se sentó en el piso con las piernas cruzadas, y comenzó a jugar con el niño para calmarlo.
—¿Dónde está tu papá? —preguntó cuando vio que Liam se había calmado.
El niño negó con la cabeza. Al parecer, no quería hablar.
Un segundo más tarde, un apuesto hombre apareció tras una puerta que daba al lobby del hotel.
Su rostro estaba desencajado por la desesperación, mientas que su cabello y su ropa lucían desarreglados.
—¡Liam! —exclamó al ver el niño y corrió hacia ellos—. ¿Cómo desapareces de esa manera? Casi me da un infarto. ¿Dónde te habías metido?
—Por favor, no lo regañe —pidió Sophia mientras se ponía de pie—. Sé que no es nada lindo que un niño desaparezca, pero, para evitarlo, debería cuidarlo mejor. No le eche la culpa de haber desaparecido, si usted no estaba atento, señor.
—Lo siento, la verdad es que solo me despisté por un segundo, mientras salían todos y… —Suspiró, buscando recuperar el aliento.
El hombre se sintió un poco incómodo, no sabía cómo reaccionar ante la petición y, en especial, ante la belleza de Sophia.
La muchacha notó su incomodidad y decidió romper el hielo.
—Lo siento si lo he puesto en una situación incómoda —dijo ella con una sonrisa amable—. Lo más importante es que Liam esté seguro.
El hombre asintió, agradecido por la genuina preocupación de Sophia.
—No te preocupes, no volverá a suceder —aseguró, cuando por fin pudo hallar su voz.
—Eso espero, su hijo es muy lindo y sería una pena que le sucediera algo —repuso.
Sophia no lo conocía más que lo poco que habían hablado, tiempo atrás, cuando su padre había decidido ampliar la fundación; pero no podía permitir que a ningún niño le pasara nada, y mucho menos dentro de los límites de aquel hotel que ella había contratado bajo su nombre para no solo llevar a cabo la fiesta de su frustrado matrimonio, sino también para alojar a los invitados.
—En serio, muchas gracias por quedarte con él. La verdad es que no sé qué haría si a Liam le pasara algo —dijo el padre del pequeño con sinceridad.
—No tienes nada que agradecer, de verdad. Solo debes prometernos que no sucederá nunca más —respondió Sophia abrazando al niño por los hombros.
—Lo prometo —respondió el sujeto con un ligero asentimiento con la cabeza.
—Espero que lo cumplas. —Sophia sonrió y miró al niño, antes de decir—: Si no cumple con su palabra, yo me encargaré de él.
El pequeño la miró y le devolvió la sonrisa.
—Muy bien, ¿vamos, Liam? —repuso el hombre y tomó al niño por la mano—. No queremos retrasar más a la señorita. —Sonrió—. Nuevamente muchas gracias.
—No hay de qué —repuso Sophia sin que su sonrisa se borrara ni por un segundo.
Acto seguido, padre e hijo se alejaron rumbo a la salida, en el mismo momento en el que Sophia veía que su amigo de la universidad se acercaba a ella.
—¿Todo bien? —preguntó el joven al llegar junto a su amiga.
—Sí —asintió Sophia con la mirada perdida.
—¿Pasó algo con ese niño? —la interrogó.
—No, nada de lo que preocuparse —aseguró, desviando la mirada hacia él.
—¿Estás segura de que te encuentras bien?
—Por supuesto, mejor que nunca —mintió.
—No sé por qué no suenas nada convincente, pero decidiré creerte. —El hombre rio—. ¿Vamos? Los invitados a la boda ya se han marchado.
—Vamos —respondió Sophia con un asentimiento.
Acto seguido, ambos comenzaron a andar hacia el salón del que, minutos atrás, ella había salido sintiéndose humillada y traicionada.
***
Unas horas más tarde, cuando la fiesta se encontraba en su punto más álgido, Sophia se hallaba mareada por culpa del alcohol. No obstante, hizo caso omiso a su estado y continuó bailando.
Se sentía liberada. El alcohol en sus venas había hecho que perdiera cualquier pudor.
Sin embargo, de un momento a otro, sintió cómo sus piernas se vencían bajo su peso.
«Estoy cayendo», logró pensar con su cerebro aletargado por la bebida.
Pero en lugar de sentir que su cuerpo impactaba contra el suelo, sintió que unos brazos la rodeaban con fuerza por la cintura.
«¿Qué diablos…?», pensó, en el mismo momento en el que alzaba la mirada y se encontraba con los penetrantes ojos azules del padre de Liam, el niño que se había encontrado en la entrada del hotel.
Sophia, un poco aturdida, se dejó sostener por aquel apuesto hombre, mientras ambos se miraban con intensidad.
Sin embargo, aquel extraño momento, que produjo un vuelco en el estómago de Sophia, se vio interrumpido por la cara de asombro que puso el hombre, al desviar la mirada y enfocarla frente a ellos.
Con lentitud, la ayudó a apoyar los pies en el suelo, pero no la soltó.
—¿Qué sucede? —preguntó Sophia siguiendo su mirada.
Cuando llegó al punto en el que el hombre se había enfocado, vio un grupo de hombres trajeados que miraban para todos lados.
—¡Maldición! —exclamó.
—¿Quiénes son? —la interrogó el padre del niño, al darse cuenta de que la muchacha no estaba tan afectada como para no comprender la situación que lo había alarmado.
—Me están buscando. Maldito seas, Lucas. Malditos sean tú y Emily —dijo con los dientes apretados.
Sin perder tiempo, Sophia, quien de pronto se había sentido un tanto más espabilado, tomó al hombre del antebrazo y lo guio rápidamente hasta un pasillo, en el cual comenzó a seducirlo.
Sophia comenzó a actuar de manera seductora con el hombre, quien no pudo resistirse a su encanto.
—¿Sabes quién soy?
—Sí —respondió ella, continuando con su seducción.
—¿Estás segura? —preguntó.
Sophia no respondió, tan solo se limitó a unir sus labios en un profundo beso.
Sin poder resistirse a aquel contacto, el hombre abrió la puerta de la habitación que se encontraba tras él y ambos se adentraron.
Sophia era incapaz de pensar con claridad. Solo quería escapar de todo.
Todo lo acontecido aquel día le parecía surrealista y no estaba segura de: si era real o si se lo había imaginado todo durante aquella noche de borrachera.
«Tal vez aún ni siquiera es el día de la boda», pensó, un segundo ante de perder por completo la conciencia.
Aquella mañana al despertar, Sophia se quedó petrificada al comprobar que no se encontraba en su habitación.«¿Qué diablos hago aquí?», se preguntó sin recordar donde estaba.¿Qué había pasado la noche anterior?No lo sabía y, por mucho que forzara su mente al máximo, lo único que tenía claro era que se encontraba en una de las habitaciones del hotel en el que se iba a llevar a cabo su fallida boda. Pero ¿por qué estaba allí?Sus intenciones, la noche anterior, eran regresar a su vivienda, la cual no quedaba demasiado lejos de allí. Por eso, no comprendía qué diablos hacía allí.Con lentitud, llena de pánico, comenzó a analizar todo el cuarto con la mirada, sintiendo como el dolor de su cabeza aumentaba conforme enfocaba la vista en cada rincón del dormitorio, hasta que sus ojos se toparon con un apuesto hombre.Su rostro le sonaba de algo, pero no lograba recordar de qué.Por mucho que forzó su mente, no fue capaz de saber de dónde lo conocía, por lo que, llenándose de valor, se inco
UN DÍA DESPUÉS.Sophia se sentía destrozada.La noticia de la fallida boda con Lucas y las acusaciones falsas de infidelidad, por parte de este, que se habían difundido por los medios la habían dejado en un estado de shock.Se preguntaba cómo había llegado a esta situación y cómo podía recuperar su reputación.Fue entonces cuando Noah llegó a casa.Sophia no lo sabía mucho sobre él, pero en el poco tiempo que llevaba de conocerlo le parecía un hombre amable y servicial. Por lo que, cuando él se acercó y le preguntó qué le sucedía, ella decidió contarle lo que había escuchado y visto en las noticias que circulaban por todos los medios de comunicación y redes sociales.—No te preocupes, Sophia, yo me encargaré de eso. Tú no tienes que hacer nada que estar tranquila —le aseguró con una encantadora sonrisa, que dejaba a la vista una perfecta dentadura.—No sé si puedo confiar en ti, Noah. Acabo de conocerte —dijo Sophia con voz temblorosa.—No te culpo por sentirte así, Sophia —respondió
Mientras tanto, en la mansión de los Jones, Sophia se encontraba furiosa con el móvil contra su oreja.—¿No se les puede pedir nada? —preguntó con los dientes apretados—. No me importa. En serio que no me importa ninguna de tus excusas, Martins. Te encargué una única tarea y ni tú ni tus hombres han sido capaces de cumplirla. Quedarán suspendidos por un mes. —El hombre, al otro lado de la línea, se quejó—. No, Martins, no me vas a convencer. Solo tenías que atrapar a Sophia, a una muchacha debilucha que no te podría hacer frente… —Escuchó atentamente, mientras alzaba las cejas—. ¿Qué? ¿De qué estás hablando? —Frunció el ceño—. Está bien, ahora lo veré, pero la suspensión sigue en pie —sentenció y cortó la comunicación.—¡No puedo creer que hayan fallado en su única tarea! —gritó mientras golpeaba el escritorio con su puño cerrado.Lucas, quien se encontraba con Emily en el despacho de la mansión, se acercó a ella en su silla de ruedas y preguntó:—¿Qué vamos a hacer ahora?Emily lo mi
UN MES DESPUÉS. El día de la boda.Lucas estaba sumamente preocupado. Que Sophia se hubiera casado con Noah Williams había hecho que la ira fuera en aumento.En ese instante, se encontraba en la oficina de Emily, debatiendo sobre qué podían hacer.Sin embargo, por muchas vueltas que le diera al asunto, no lograban hallar una solución factible.—¡No puede ser! —exclamó Emily con los ojos desorbitados mientras miraba su teléfono móvil.Lucas alzó la cabeza y suspiró.—¿Y ahora qué pasa? —preguntó con el ceño fruncido.Realmente, estaba sumamente harto de recibir una mala noticia tras otra. Y, por el rostro de Emily, no le cabía dudas de que esta era una más.—Sophia... —murmuró la mujer en un susurro apenas audible.—¿Y ahora qué sucede con esa zorra? —preguntó con los dientes apretados.—Se va a casar —respondió con furia.—¿Por eso reaccionas así? Ya lo sabíamos. Pensé que habías visto algo nuevo —dijo y succionó sus mejillas.Emily lo fulminó con la mirada.—¿Y si te digo que se va
—En serio, Lucas, ¿qué crees que estás haciendo? —exclamó Sophia, su voz temblorosa y cargada de dolor.Sus ojos, llenos de lágrimas, reflejaban la profunda herida que sus palabras le habían causado.Lucas mantuvo la mirada fija en Sophia, una mezcla de frustración y determinación en su rostro. Con una media sonrisa, respondió con voz entrecortada:—Contar la verdad, Sophia. Ya no puedo seguir ocultando la realidad.Sophia se sentía aturdida, con el corazón roto por las palabras hirientes de Lucas.Las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas, su voz apenas un susurro cargado de desesperación:—No puedes hablarme así, Lucas. No merezco ese trato. Si alguna vez me amaste, por favor, detente.El pequeño Liam, quien había permanecido en silencio durante toda la conversación, se acercó a Lucas en un instante, movido por la intensidad del momento.Con una mezcla de ira y tristeza en sus ojos, su mano temblorosa buscó algo, cualquier forma de aliviar el dolor de Sophia. Pero sus palabra
Noah tomó bruscamente la mano de Sophia, sintiendo cómo temblaba violentamente.Sus ojos ardían con una mezcla de amor y rabia mientras sostenía entre sus dedos un pequeño estuche, como si contuviera el peso del destino.Con manos temblorosas, lo abrió revelando un hermoso anillo, una joya ahora teñida de sombras.—Sophia —dijo Noah con voz entrecortada, sintiendo un nudo en su garganta que amenazaba con sofocarlo—. Esta noche, quiero hacerte una promesa. Quiero que este anillo sea el símbolo de nuestro amor y compromiso eterno. Pero también quiero que sepas algo más... —respiró hondo, sus ojos en llamas clavados en los suyos—. Los edificios en los que se encuentra la fundación, son míos y, con esta unión, ahora también son tuyos.—¿De qué estás hablando? —preguntó Sophia, su voz llena de incredulidad y temor, sus ojos dilatados como platos.—Así es, tan impactante como suena: poseo todo, y ahora, como marido y mujer, también son tuyos.Sophia quedó petrificada, su mente luchando por
UNA SEMANA DESPUÉS DE LA BODA.El sol comenzaba a ocultarse en el horizonte, Sophia se encontraba sentada en el sofá, absorta en sus pensamientos, mientras Liam jugaba en el suelo con sus bloques de construcción.—Mamá, ¿puedo hacerte una pregunta? —preguntó Liam con una expresión curiosa en su rostro.Sophia, quien aún no se acostumbraba a que Liam la llamara «mamá», miró al pequeño con ternura y asintió.—Claro, cariño. ¿Qué quieres preguntarme?Liam frunció el ceño, intentando encontrar las palabras adecuadas para su pregunta.—¿Por qué no duermes en la misma cama que papá? —inquirió con curiosidad infantil.Sophia se sorprendió por la pregunta. A pesar de su corta edad, siempre lograba captar detalles que otros pasarían por alto.—Bueno, Liam, mamá y papá decidimos tener habitaciones separadas porque cada uno necesita su propio espacio para descansar —explicó, tratando de simplificarlo para que él pudiera entender.El pequeño asintió, pero sus ojos brillaban con una chispa de dete
Sophia se encontraba en su despacho revisando algunos documentos cuando una noticia impactó su mundo.Rumores maliciosos habían comenzado a circular acerca de la fundación, sembrando dudas y desconfianza entre los colaboradores y los accionistas clave.La sombra de la sospecha se cernía sobre ella y sobre la obra que tanto había luchado por mantener, luego de que su padre le cediera el poder sobre las fundaciones.Con el paso de los días, Sophia vio cómo varios colaboradores, cegados por los rumores, dejaban de brindarle su apoyo.Por otra parte, los accionistas más poderosos habían comenzado a mostrar una actitud hostil y a cuestionar su liderazgo.Sophia se encontraba ante una encrucijada, enfrentando la posibilidad de ver cómo todo lo que había construido se desmoronaba frente a sus ojos.Noah, consciente del peligro que acechaba a Sophia, dado que ella lo había hecho partícipe de la noticia, decidió abordar el problema.De inmediato, consciente de que tenían que hacer algo, Noah l