Sophia se acercó al espejo ataviada con su vestido de novia y comenzó a modelar de manera elegante, asegurándose de que cada detalle estuviera en su lugar y que se veía perfecta para su boda, la cual estaba a punto de comenzar en pocos minutos.
Con cada pequeño ajuste y movimiento que hacía, Sophia se sentía más confiada y lista para caminar hacia el altar.
La muchacha se encontraba cada vez más impaciente conforme pasaban los minutos. Los nervios la carcomían y no podía esperar a que todo acabara y finalmente estar casada con Lucas.
Cada segundo parecía una eternidad y su corazón latía con fuerza en su pecho.
Intentó respirar profundamente para tranquilizarse, pero la emoción y el entusiasmo eran demasiado fuertes.
Sus vidas se habían entrecruzado tiempo atrás, cuando su tía, Emily, los había presentado en una cena en la que el padre de Sophia daba aviso de que la fundación que llevaba su nombre, y la cual estaba destinada a dar cobijo a canes maltratados, para luego adiestrarlos como perros guías para niños con autismo, se agrandaría con una nueva «sucursal».
A pesar de su emoción por casarse con Lucas, Sophia tenía un presentimiento que no podía ignorar. Había algo en él que no la terminaba de convencer, algo que le hacía pensar que tal vez se estaba casando por «compromiso» y no por amor.
¿Realmente Lucas la amaba? ¿Estaba seguro de querer pasar el resto de su vida con ella?
Pese a todo, Sophia decidió seguir adelante con la ceremonia, confiando en que sus sentimientos fueran solo una paranoia momentánea, ya que había invertido mucho tiempo y esfuerzo en planificar la boda perfecta. Había elegido con cuidado cada detalle, desde el vestido hasta la música y el banquete.
Sophia suspiró profundamente frente al espejo.
Todo parecía estar en orden y eso la relajaba lo suficiente como para no pensar en lo que vendría después.
Sophia se sentía atrapada en un torbellino de emociones, tratando de entender sus verdaderos sentimientos y deseos mientras se preparaba para dar el gran paso. A pesar de las dudas, sabía que estaba lista para dar el sí y ver qué le deparaba el futuro.
Cuando ya era la hora, Sophia salió al salón para comprobar que todo estaba en su lugar. Sin embargo, se encontró con que Lucas no se encontraba allí.
—¿Qué diablos? —se preguntó en un murmullo con el ceño fruncido.
Sin saber qué estaba pasando, se encaminó hacia la trastienda de la boda, la cual se trataba de una pequeña habitación detrás del escenario que la empresa encargada de la decoración de la boda había montado para llevar a cabo la ceremonia de unión.
Cuando llegó junto a la puerta, oyó la voz de Lucas, seguida por la de su tía.
¿Qué demonios hacían allí cuando ya era la hora de la boda?
Llamó a la puerta, sin embargo, ninguno de los dos respondió.
El ceño de Sophia se frunció aún más ante aquello.
Luego de un par de minutos, desesperada porque ya era la hora, abrió la puerta.
Sin embargo, lo que vio era lo último que esperaba encontrar.
Sophia se quedó paralizada en la puerta de la habitación, sin saber cómo reaccionar ante lo que estaba viendo. No podía creer que su tía y su prometido estuvieran besándose, era algo que nunca se habría imaginado.
La ira comenzó a apoderarse de ella y, sin pensarlo dos veces, les gritó:
—¡Los odio! ¿Cómo pudieron hacerme esto?
Lucas trató de intervenir y le dijo:
—Sophia, por favor, déjanos explicarte lo que está pasando.
Sin embargo, Sophia no quería escuchar nada, estaba demasiado dolida como para oír excusas baratas.
—Sophia, por favor, cálmate. Hay una explicación lógica para todo esto —dijo Emily también intentando mediar en aquella situación.
Pero Sophia estaba demasiado enfurecida como para escuchar razones.
La tensión en la habitación era palpable y ninguno de los tres sabía cómo reaccionar o qué decir, por lo que se miraron en silencio. Hasta que, finalmente, Sophia tomó una decisión.
—No quiero volver a verlos nunca más. No puedo creer que hayan sido capaces de traicionarme así.
Lucas y Emily guardaron silencio, y se miraron, conscientes que no había nada que pudieran decir o hacer para cambiar aquello.
Sin embargo, Lucas lo intentó:
—Sophia…
Pero la muchacha se sentía tan traicionada y dolida por lo que acababa de presenciar que no quería escuchar ninguna explicación, solo quería alejarse de allí cuanto antes.
—No quiero oír nada. No quiero verlos nunca más —repitió Sophia antes de salir de la habitación y cerrar la puerta con fuerza detrás de ella.
Sophia se sentía devastada, no podía creer que Lucas, el hombre al que amaba, le hubiera sido infiel con su propia tía.
Sin decir nada más, Sophia salió de la habitación con lágrimas en los ojos. La angustia que sentía en el pecho era avasallante.
No obstante, decidida a tomar el toro por las astas y a no dejar pasar aquello, Sophia se encaminó hacia el salón, seguida por Lucas y por Emily.
—Lo siento mucho, pero no puedo seguir adelante con esta boda —dijo tras pararse frente a los invitados.
—¿Qué sucede? —preguntó uno de sus familiares, verdaderamente confundido.
Después de suspirar y llenarse de valor, Sophia explicó, a grandes rasgos, lo que había visto en la habitación que se encontraba tras el escenario.
—No puedo casarme con alguien que me ha traicionado de esta manera —aseguró, mientras luchaba para aguantar el llanto.
—Sophia, por favor, déjame explicarte… —intento intervenir Lucas.
—No hay nada que puedas decir para justificar lo que vi, Lucas. Me traicionaste, me humillaste, ¡en nuestra propia boda y con mi tía! Eres un maldito…
—Sophia, por favor, cálmate —dijo Emily con evidente incomodidad—. De veras que hay una explicación para todo esto.
—Lo siento mucho, pero, de verdad, no puedo seguir adelante. No puedo casarme con alguien que no es capaz de respetarme siquiera en la fiesta de nuestro matrimonio —sentenció Sophia alzando la barbilla y tragando saliva para controlar sus emociones.
La multitud se encontraba en silencio, sin saber cómo reaccionar ante aquella escena.
Algunos murmuraban, mientras que otros se limitaban a observar a Sophia, Emily y Lucas, con asombro.
Sophia se sentía abrumada por las emociones y el estrés que le producía todo aquello.
Finalmente, cuando vio que ni Emily ni Lucas decían nada, Sophia se dio media vuelta y salió del salón, dejando a todo sumidos en el más completo shock.
Sophia se refugió en su habitación. Se sentía abrumada por la traición, no solo de Lucas, sino también de su tía, a quien siempre le había tenido un gran aprecio.
No sabía cómo lograría superar aquel dolor y aquella humillación, pero sabía que no podía dejarse vencer por todo aquello.
Sophia era una mujer de armas tomar y nada ni nadie haría que se sumiera en la angustia y en la depresión.
Por ese mismo motivo, se quitó el vestido de novia, se puso un jean, una blusa y una cazadora.
—No puedo creer que me hayan hecho esto —murmuró para sí misma mientras se cambiaba de ropa.
En ese momento, sonó su teléfono. Al tomar el móvil, vio que se trataba de un amigo que había hecho durante su tiempo en la universidad.
—¿Sophia? ¿Estás bien? Te he estado llamando, pero no respondías —dijo su amigo con evidente preocupación.
Sophia limpió sus lágrimas y trató de sonar tranquila.
—Sí, estoy bien. Solo necesitaba un momento para mí misma. ¿Necesitabas algo? —le preguntó, siendo consciente de que él había presenciado la escena que se había desarrollado en el salón, ya que él formaba parte de los invitados a la boda.
El hombre suspiró aliviado.
—Solo quería saber si necesitabas algo. Estoy aquí para lo que sea.
Sophia se conmovió por el gesto de su amigo.
—Gracias, de verdad. —Inhaló profundamente y soltó el aire con lentitud—. ¿Sabes qué? Necesito despejarme un poco. ¿Quieres ayudarme a organizar una fiesta? —preguntó.
—Por supuesto, nos vemos en el lobby en diez minutos —respondió el hombre con decisión.
Sophia salió de su habitación con una sonrisa en el rostro y se dirigió hacia el lobby, lista para darlo todo.
Aunque amara a Lucas, no dejaría de vivir ni un solo segundo.
Si bien se había truncado la fiesta de su matrimonio, no dejaría de pasarlo bien. No, no iba a permitir que eso le arruinara su día.
Se había pasado meses preparando todo para ese momento, y no iba a dejar que todo ese trabajo se desperdiciara.
Sophia sabía que tenía dos opciones: quedarse en su habitación lamentándose por lo que había pasado o salir y disfrutar de la vida al máximo. Y ella había elegido la segunda opción.
Estaba decidida que iba a vivir cada momento al máximo, sin importar lo que sucediera.
Cuando Sophia llegó a la entrada del hotel, se encontró con la recepcionista, quien intentaba alejar a un niño.Sophia se sorprendió, ya que el pequeño no tenía más de seis años.De inmediato se acercó a ambos y preguntó:—¿Qué sucede? ¿Puedo ayudar en algo?La recepcionista se sorprendió al ver a Sophia.—Es hijo de uno de los invitados a su boda, señorita Sophia —respondió la mujer—. No me quiere decir dónde está su padre y por qué está aquí, por eso intentaba que fuera con él —le explicó.Sophia se acercó al niño y le sonrió.—Hola, ¿es cierto lo que dice Astrid, pequeño? ¿Cómo te llamas? —preguntó ella amablemente.—Me llamo Liam —respondió el niño con tristeza, ignorando la primera pregunta.—¿Qué pasa, Liam? ¿Por qué estás tan triste? ¿Por qué te escapaste de tu padre? —preguntó Sophia, notando la tristeza en los tiernos ojos azules del niño.Sin decir ni una sola palabra, Liam sacó una foto de su bolsillo y se la mostró a Sophia.En la foto se veía a Lucas y a Emily, ambos con
Aquella mañana al despertar, Sophia se quedó petrificada al comprobar que no se encontraba en su habitación.«¿Qué diablos hago aquí?», se preguntó sin recordar donde estaba.¿Qué había pasado la noche anterior?No lo sabía y, por mucho que forzara su mente al máximo, lo único que tenía claro era que se encontraba en una de las habitaciones del hotel en el que se iba a llevar a cabo su fallida boda. Pero ¿por qué estaba allí?Sus intenciones, la noche anterior, eran regresar a su vivienda, la cual no quedaba demasiado lejos de allí. Por eso, no comprendía qué diablos hacía allí.Con lentitud, llena de pánico, comenzó a analizar todo el cuarto con la mirada, sintiendo como el dolor de su cabeza aumentaba conforme enfocaba la vista en cada rincón del dormitorio, hasta que sus ojos se toparon con un apuesto hombre.Su rostro le sonaba de algo, pero no lograba recordar de qué.Por mucho que forzó su mente, no fue capaz de saber de dónde lo conocía, por lo que, llenándose de valor, se inco
UN DÍA DESPUÉS.Sophia se sentía destrozada.La noticia de la fallida boda con Lucas y las acusaciones falsas de infidelidad, por parte de este, que se habían difundido por los medios la habían dejado en un estado de shock.Se preguntaba cómo había llegado a esta situación y cómo podía recuperar su reputación.Fue entonces cuando Noah llegó a casa.Sophia no lo sabía mucho sobre él, pero en el poco tiempo que llevaba de conocerlo le parecía un hombre amable y servicial. Por lo que, cuando él se acercó y le preguntó qué le sucedía, ella decidió contarle lo que había escuchado y visto en las noticias que circulaban por todos los medios de comunicación y redes sociales.—No te preocupes, Sophia, yo me encargaré de eso. Tú no tienes que hacer nada que estar tranquila —le aseguró con una encantadora sonrisa, que dejaba a la vista una perfecta dentadura.—No sé si puedo confiar en ti, Noah. Acabo de conocerte —dijo Sophia con voz temblorosa.—No te culpo por sentirte así, Sophia —respondió
Mientras tanto, en la mansión de los Jones, Sophia se encontraba furiosa con el móvil contra su oreja.—¿No se les puede pedir nada? —preguntó con los dientes apretados—. No me importa. En serio que no me importa ninguna de tus excusas, Martins. Te encargué una única tarea y ni tú ni tus hombres han sido capaces de cumplirla. Quedarán suspendidos por un mes. —El hombre, al otro lado de la línea, se quejó—. No, Martins, no me vas a convencer. Solo tenías que atrapar a Sophia, a una muchacha debilucha que no te podría hacer frente… —Escuchó atentamente, mientras alzaba las cejas—. ¿Qué? ¿De qué estás hablando? —Frunció el ceño—. Está bien, ahora lo veré, pero la suspensión sigue en pie —sentenció y cortó la comunicación.—¡No puedo creer que hayan fallado en su única tarea! —gritó mientras golpeaba el escritorio con su puño cerrado.Lucas, quien se encontraba con Emily en el despacho de la mansión, se acercó a ella en su silla de ruedas y preguntó:—¿Qué vamos a hacer ahora?Emily lo mi
UN MES DESPUÉS. El día de la boda.Lucas estaba sumamente preocupado. Que Sophia se hubiera casado con Noah Williams había hecho que la ira fuera en aumento.En ese instante, se encontraba en la oficina de Emily, debatiendo sobre qué podían hacer.Sin embargo, por muchas vueltas que le diera al asunto, no lograban hallar una solución factible.—¡No puede ser! —exclamó Emily con los ojos desorbitados mientras miraba su teléfono móvil.Lucas alzó la cabeza y suspiró.—¿Y ahora qué pasa? —preguntó con el ceño fruncido.Realmente, estaba sumamente harto de recibir una mala noticia tras otra. Y, por el rostro de Emily, no le cabía dudas de que esta era una más.—Sophia... —murmuró la mujer en un susurro apenas audible.—¿Y ahora qué sucede con esa zorra? —preguntó con los dientes apretados.—Se va a casar —respondió con furia.—¿Por eso reaccionas así? Ya lo sabíamos. Pensé que habías visto algo nuevo —dijo y succionó sus mejillas.Emily lo fulminó con la mirada.—¿Y si te digo que se va
—En serio, Lucas, ¿qué crees que estás haciendo? —exclamó Sophia, su voz temblorosa y cargada de dolor.Sus ojos, llenos de lágrimas, reflejaban la profunda herida que sus palabras le habían causado.Lucas mantuvo la mirada fija en Sophia, una mezcla de frustración y determinación en su rostro. Con una media sonrisa, respondió con voz entrecortada:—Contar la verdad, Sophia. Ya no puedo seguir ocultando la realidad.Sophia se sentía aturdida, con el corazón roto por las palabras hirientes de Lucas.Las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas, su voz apenas un susurro cargado de desesperación:—No puedes hablarme así, Lucas. No merezco ese trato. Si alguna vez me amaste, por favor, detente.El pequeño Liam, quien había permanecido en silencio durante toda la conversación, se acercó a Lucas en un instante, movido por la intensidad del momento.Con una mezcla de ira y tristeza en sus ojos, su mano temblorosa buscó algo, cualquier forma de aliviar el dolor de Sophia. Pero sus palabra
Noah tomó bruscamente la mano de Sophia, sintiendo cómo temblaba violentamente.Sus ojos ardían con una mezcla de amor y rabia mientras sostenía entre sus dedos un pequeño estuche, como si contuviera el peso del destino.Con manos temblorosas, lo abrió revelando un hermoso anillo, una joya ahora teñida de sombras.—Sophia —dijo Noah con voz entrecortada, sintiendo un nudo en su garganta que amenazaba con sofocarlo—. Esta noche, quiero hacerte una promesa. Quiero que este anillo sea el símbolo de nuestro amor y compromiso eterno. Pero también quiero que sepas algo más... —respiró hondo, sus ojos en llamas clavados en los suyos—. Los edificios en los que se encuentra la fundación, son míos y, con esta unión, ahora también son tuyos.—¿De qué estás hablando? —preguntó Sophia, su voz llena de incredulidad y temor, sus ojos dilatados como platos.—Así es, tan impactante como suena: poseo todo, y ahora, como marido y mujer, también son tuyos.Sophia quedó petrificada, su mente luchando por
UNA SEMANA DESPUÉS DE LA BODA.El sol comenzaba a ocultarse en el horizonte, Sophia se encontraba sentada en el sofá, absorta en sus pensamientos, mientras Liam jugaba en el suelo con sus bloques de construcción.—Mamá, ¿puedo hacerte una pregunta? —preguntó Liam con una expresión curiosa en su rostro.Sophia, quien aún no se acostumbraba a que Liam la llamara «mamá», miró al pequeño con ternura y asintió.—Claro, cariño. ¿Qué quieres preguntarme?Liam frunció el ceño, intentando encontrar las palabras adecuadas para su pregunta.—¿Por qué no duermes en la misma cama que papá? —inquirió con curiosidad infantil.Sophia se sorprendió por la pregunta. A pesar de su corta edad, siempre lograba captar detalles que otros pasarían por alto.—Bueno, Liam, mamá y papá decidimos tener habitaciones separadas porque cada uno necesita su propio espacio para descansar —explicó, tratando de simplificarlo para que él pudiera entender.El pequeño asintió, pero sus ojos brillaban con una chispa de dete