Valentina sintió mucha vergüenza cuando admitió que no había mencionado su embarazo por miedo a que no le dieran el empleo y que luego no lo informó porque no podía quedarse sin trabajo.
—Entiendo porqué lo ocultó, muchas empresas manejan esos tipos de políticas de exclusión, pero la mía no. Todos mis empleados gozan de un plan de seguro médico además de licencias de maternidad remuneradas —detalló en tono formal—. Si le digo todo esto es porque espero que siga trabajando en mi empresa con todos los beneficios y en un puesto que esté acorde con su profesión. Mi jefe de recursos humanos me informó que usted estudió diseño de modas.—Sí, señor —contestó Valentina asintiendo dos veces, aún nerviosa y a la vez impactada por el ofrecimiento que le estaba haciendo Bruno. Ya había asumido que la despediría, en cambio, le estaba dando la oportunidad de seguir trabajando para él en un puesto mejor.—Iniciaría como practicante, con la posibilidad de escalar de puesto de acuerdo a su desempeño en el departamento —le explicó, sabiendo que no rechazaría una oportunidad como esa.—Muchísimas gracias, señor Lombardi. No sabe lo que esto significa para mí —expresó Valentina con lágrimas de alegría acumulada en sus ojos. Aquella era la mejor noticia que había recibido en su vida y una oportunidad que no iba a desperdiciar.—Lo imagino —comentó con un asentimiento—. Puede presentarse en la empresa con el jefe de recursos humanos para firmar el nuevo contrato en una semana pata que así pueda gozar del beneficio de licencia de maternidad remunerada. Tendrá doce semanas antes de que deba comenzar a trabajar. Y si necesita que alguien cuide a James, contamos con guardería en la empresa.Bruno había pensado en todo, no quería dejar ningún cabo suelto, era lo mínimo que podía hacer después del error que se había cometido con Valentina.—En ese caso, solo tomaré seis semanas de licencia, quiero comenzar lo más pronto posible, si está de acuerdo. —mencionó entusiasmada, le hacía mucha ilusión trabajar en el departamento de diseño de Textiles Lombardi, era un sueño hecho realidad.—Si es lo que quiere…—Sí, es lo que quiero —afirmó sin poder ocultar su alegría.Bruno pensaba que lo mejor era esperar a que el bebé estuviera más grande, pero no era una decisión que le correspondiera tomar. Ya se había involucrado más de lo debido y no era algo que hubiera hecho antes. Evitaba mezclar su vida personal con la profesional y con Valentina y su bebé había cruzado esa línea. Debía dar un paso atrás, comenzando en ese momento. Se despidió de Valentina y se marchó, era lo mejor.Una semana después, Valentina se presentó en las oficinas de Textiles Lombardi como Bruno le había dicho.Lorenzo, el jefe de recursos humanos, tenía preparado el contrato de Valentina desde hacía varios días tal y como su jefe le había ordenado. Era la primera vez que el señor Lombardi se involucraba en la contracción de una persona y Lorenzo sentía curiosidad sobre porqué lo estaba haciendo con ella.En cuanto Valentina entró a la oficina de Lorenzo, notó que era una mujer joven y muy hermosa, no parecía que acabara de tener un bebé. Le pidió que tomara asiento y pasó los siguientes cinco minutos explicándole los detalles de su contrato. Le ofrecían un buen sueldo más lo que podía ganar si trabajaba horas extras, seguro médico para ella y su hijo y licencia de maternidad remunerada.Valentina firmó el contrato y se dirigió al departamento de administración, donde tenían un cheque para ella por la cantidad del salario de un mes.Cinco semanas más tarde, Valentina estaba lista para iniciar como aprendiz de diseño en Textiles Lombardi, se había comprando varios conjuntos y zapatos acordes a su nuevo puesto. Se había levantado muy temprano para alistarse y preparar a James. Dejarlo en la guardería sería lo más difícil que tendría que hacer, pero al menos estaría cerca y podía verlo durante la hora de la comida. Su abuela le había dicho que ella podía cuidar al bebé, y aunque gozaba de buena salud, Valentina no estaría tranquila si se lo dejaba. La mejor opción era la guardería.Ya lista, se despidió de su abuela y salió de la casa con James, un auto la esperaba afuera, no podía irse en autobús con él. Pronto, llegó al edificio y sintió su corazón palpitar rápido, estaba tan emocionada como nerviosa.Lo primero que hizo cuando llegó fue llevar a James a la guardería ubicada en la planta baja. A Valentina le rompió el corazón dejarlo, porque era muy pequeño y era la primera vez que se separaría de él desde que nació, pero una de las cuidadoras le aseguró que todas estaban calificadas para atenderlo y que no debía preocuparse por nada.—Mamá volverá por ti más tarde, mi amor —le dijo con los ojos acuosos y le dio varios besos antes de entregárselo a su cuidadora—. Traje suficiente leche para todo el día, solo deben mantenerla refrigerada y entibiarla antes de dársela. Llámenme si me necesita, vendré enseguida.—Sí, vaya tranquila que yo me encargaré de atender a su principito.Valentina sonrió mirando a su bebé y se marchó luego de darle otro beso.Secándose las lagrimas que no pudo contener, presionó el botón del ascensor y esperó solo unos minutos antes de que las puertas se abrieran y se encontrara frente a frente con Bruno Lombardi.La reacción instantánea de Valentina fue sonreír, se sentía muy agradecida con él por la oportunidad que le había dado, pero Bruno ni se inmutó cuando la vio, como si quien tuviera delante fuera una completa extraña. Quizás se debió a que habían dos personas más en la cabina.—Buenos días —pronunció Valentina entrando al ascensor.—Buenos días —respondió Bruno con gesto serio. Él había decidido tratarla como a cualquier otro empleado de la empresa, y seguía firme en su decisión, aunque había estado deseando volver a verla desde que se despidió de ella aquella mañana en el hospital. Bruno se sentía extrañamente conectado a Valentina, pero no era algo que quería admitir, no estaba listo para afrontarlo.En el tercer piso, se bajaron los dos hombres que viajaban con Valentina y Bruno y quedaron solo ellos en la cabina.—¿Cómo ha estado James? —preguntó Bruno rompiendo el silencio, no pudo contenerse de hablarle, fue algo más fuerte que él.—Muy bien, lo acabo de dejar en la guardería. Si lo viera, ha crecido mucho —le contó emocionada, era una mamá enamorada.—Sí, crecen muy rápido —comentó pensando en su hija.Valentina sabía que tenía una hija y también que su esposa había muerto estando embarazada, se enteró cuando lo investigaba en internet. Entonces todo cobró sentido, él la había ayudado por lo que le pasó a su esposa.—De nuevo le agradezco que me haya dado esta oportunidad —enunció Valentina mirándolo, lucía más apuesto de lo que recordaba, se había cortado el cabello y afeitado la barba, aparentando menos edad de la que tenía.—Lo mejor es que no lo mencione de nuevo, ni conmigo ni con nadie. Si alguien le pregunta, dirá que se había postulado hace meses y que la llamaron cuando hubo una vacante disponible —señaló con gesto inexpresivo.—Como usted diga, señor —pronunció Valentina sintiéndose diminuta. Él la había tratado distinto antes, ¿por qué cambió de actitud con ella?Las puertas se abrieron en el piso siete y Valentina se bajó sin decir nada, si era así como su jefe quería las cosas, así serían.Valentina respiró hondo antes de acercarse a la recepción del departamento de diseño dirigido por Ana Winter, una talentosa diseñadora de modas a la que admiraba mucho; le emocionaba poder conocerla en persona, deseaba aprender de ella todo cuando pudiera. Pero a Ana, la llegada de una nueva aprendiz lo menos que le producía era alegría, tenía el equipo que necesitaba, y así se lo hizo saber a Bruno cuando se enteró de su contratación, pero él fue muy tajante en su decisión y ella no pudo hacer más que aceptar lo que su jefe quería.—Buenos días, soy Valentina Collins, la nueva aprendiz de diseño —dijo estando delante de la secretaria de Ana, una joven que parecía tener su misma edad o tal vez un poco menos. —Llegas tarde. Tu cubículo es el último de la izquierda. En el escritorio, encontrarás dinero para café, ve por él antes de que Ana llegue —le informó la recepcionista sin mirarla. —¿Ir a dónde? —preguntó confundida. —Al café del frente, está al cruzar la calle, solo di que vas
La respuesta de Bruno no correspondía con sus acciones, no parecía solo un jefe preocupado por una de sus empleadas, pero Valentina no iba a contradecirlo. —Disculpe, no era mi intención molestarlo —pronunció ella cambiando el peso de su cuerpo de una pierna a la otra, se sentía incómoda y adolorida por las quemaduras. Todo lo que quería era buscar a James y volver a su casa. —No, soy yo quien debe disculparse. Estoy molesto, pero no con usted —admitió lamentando el tono de voz que había usado con ella—. Vamos, debe ir a casa a descansar.—Primero debo buscar a James.—Sí, James, cierto —dijo pasándose la mano por el cabello, se había olvidado del bebé.Bruno fue por el auto y Valentina se quedó esperándolo en la entrada. Mientras llegaba, la persona que menos esperaba ver ese día caminó hacia ella: Zack, su ex novio. Y no estaba solo, la mujer con la que le había sido infiel venía a su lado. Seguía con ella y, por el anillo que vio en su dedo, se iban a casar.Valentina intentó no
Valentina se puso nerviosa y le cerró la puerta en la cara a Zack. —Val, ábreme, necesito que hablemos —dijo él mientras aporreaba la puerta. —No hay nada de lo que debamos hablar, vuelve con tu prometida y déjame en paz —respondió Valentina sin alzar mucho la voz, no quería despertar a James. —He dejado a Sarah, nunca la quise, Val. Te quiero a ti. —No te creo, Zack. Y ya no me importa. Vete o llamaré a la policía —le advirtió decidida, aunque esperaba no tener que llegar a ese extremo.—¿Es por ese imbécil que quieres que me vaya? ¿Quién es? ¿desde cuando estás con él? —le preguntó alzando la voz, escuchándose molesto. —No tengo que darte ninguna explicación, Zack. Vete ahora y no vuelvas otra vez. —¿Qué está pasando? —le preguntó su abuela saliendo de su habitación. —Es Zack, abuela. —No me iré. Abre la maldit@ puerta o la echaré abajo —gritó furioso, estaba cegado de celos, le disgustó verla con otro hombre y estaba furioso porque no le abría la puerta.—Llama a la policía
Bruno le dio la espalda a Kim y le dijo que le daría cinco minutos para que saliera de su habitación. Cruzó la puerta y bajó directo a su oficina en casa, donde tenía guardada una botella de whisky. Se sirvió un trago y lo bebió de un solo tirón. No podía creer que su cuñada se le ofreciera de esa manera. ¿Por qué lo hizo? Kim salió de la habitación de Bruno envuelta en una bata tipo albornoz y con un mar de lágrimas recorriéndole la cara, jamás se había sentido tan avergonzada en su vida. Aquello fue un error, pero su amiga Marian la convenció de que lo hiciera. ¡Qué tonta fue! ¿Ahora cómo miraría de nuevo a Bruno a la cara? En la mañana, Bruno se levantó muy temprano y salió a trotar por el vecindario, tenía muchas cosas en la mente y necesitaba despejarse. ¿Cómo sería su relación con Kim a partir de ahora? No podía fingir que nada había pasado. Luego de media hora, volvió a casa, se duchó y se vistió para ir al trabajo. Cuando bajó al comedor, su hija ya estaba preparada para ir
Valentina se despertó sobresaltada cuando escuchó el llanto de James, había dormido por casi cuatro horas. Se levantó de la cama y salió de la habitación para ir por su bebé. Su abuela y Bruno estaban en la sala, ella en su mecedora y él haciéndole monadas a James para tratar de distraerlo, pero él niño tenía hambre y no había ningún truco que funcionara en ese caso. —Buenos días, bella durmiente —la saludó Bruno con una sonrisa. Y a Valentina se le aflojaron las piernas. Esa sonrisa acabaría con su cordura.Valentina sacudió la cabeza y tomó a su hijo de los brazos de Bruno. —¿Cómo se portó mi chiquito? —Muy bien, es un buen niño —respondió Bruno sonriendo de nuevo. ¿Podía ser más encantador? —Tiene hambre, mi niña. No había suficiente leche almacenada en el refrigerador. —Sí, lo olvidé por completo —comentó un poco avergonzada, no era un tema que quisiera hablar delante de su jefe—. Iré a darle de comer, puede demorar un poco, si tienes que irte…—No, yo espero, tengo
El miedo heló la sangre de Valentina desde el momento que supo que Zack se había llevado a su hijo, pero su instinto materno la hizo reaccionar y fue corriendo por su teléfono para llamar a la policía. Nerviosa, marcó el número de emergencia y, con voz temblorosa y lágrimas recorriéndole la cara, le dijo a la operadora que Zack Montgomery había secuestrado a su bebé.La mujer al otro lado de la línea le hizo una serie de preguntas antes de informarle que enviaría a una patrulla a su casa. La espera se le hizo eterna, no veía la hora de que iniciaran con la búsqueda de su bebé. Mientras los oficiales llegaban, llamó al número de Zack, pero no le contestaba, salía desconectado. Bruno tenía razón, su casa no era segura, pero ella jamás pensó que Zack se atrevería a tanto. James solo era un bebé, que lo alejara de su lado era una crueldad, él la necesitaba, nunca se había separado de ella.En menos de diez minutos, una patrulla del Departamento de la Policía de San Francisco se detuvo
Bruno ya había acostado a su hija en la cama y leído un cuento hasta que se quedó dormida cuando recibió la llamada de Dean. Eran casi las diez de la noche para entonces. Debía haber pasado algo importante para que lo estuviera llamando a esa hora. Esperaba que no fuera nada grave. —Zack secuestró a James —le informó Dean cuando Bruno contestó, no quiso perder tiempo con formalismos. ¡M@ldito pedazo de basura!—Voy para allá, dile a Valentina que lo encontraremos. Bruno corrió a su auto y condujo a casa de Valentina sin demora, quería estar a su lado, sabía lo mal que la debía estar pasando y lo desesperada que se sentiría. Si algo así le pasara con su hija, se volvería loco de angustia y desesperación. Zack llamó de nuevo a Valentina y le dijo que no podía calmar a James, que todo lo que hacía era llorar y estaba enloqueciéndolo. Su corazón se quebró al escucharlo, su pequeño estaba sufriendo, cuanto deseaba estar con él y consolarlo. —Dime dónde estás, por favor, te juro que n
Aquel beso dejó a Valentina con ganas de más, no se consideraba una mujer fácil, pero con Bruno estaba más que dispuesta a dejarse dominar por sus más bajas pasiones. Le gustaba mucho y la idea de estar con él la encendía con tan solo pensarlo. Imagínense lo que sucedía cuando la tocaba. La mañana siguiente, muy temprano, Bruno le envió un mensaje de buenos días que a Valentina le provocó mariposas en el estómago. Estaba cayendo rápido y en picada por él, esperaba no terminar estrellada. Le respondió con una sonrisa de oreja a oreja y se quedó mirando la pantalla como tonta esperando el siguiente mensaje, pero no le escribió más hasta casi mediodía para disculparse por no haber llegado y para decirle que, en cuanto terminara de resolver el problema que se había presentado, iría. Pero qué podía disculparle ella, con todo lo que había hecho por su familia, estaba más que en deuda con él. “No te preocupes, lo entiendo. Ven cuando puedas”, le respondió sin caer en la tentación de preg