Valentina se despertó sobresaltada cuando escuchó el llanto de James, había dormido por casi cuatro horas. Se levantó de la cama y salió de la habitación para ir por su bebé. Su abuela y Bruno estaban en la sala, ella en su mecedora y él haciéndole monadas a James para tratar de distraerlo, pero él niño tenía hambre y no había ningún truco que funcionara en ese caso. —Buenos días, bella durmiente —la saludó Bruno con una sonrisa. Y a Valentina se le aflojaron las piernas. Esa sonrisa acabaría con su cordura.Valentina sacudió la cabeza y tomó a su hijo de los brazos de Bruno. —¿Cómo se portó mi chiquito? —Muy bien, es un buen niño —respondió Bruno sonriendo de nuevo. ¿Podía ser más encantador? —Tiene hambre, mi niña. No había suficiente leche almacenada en el refrigerador. —Sí, lo olvidé por completo —comentó un poco avergonzada, no era un tema que quisiera hablar delante de su jefe—. Iré a darle de comer, puede demorar un poco, si tienes que irte…—No, yo espero, tengo
El miedo heló la sangre de Valentina desde el momento que supo que Zack se había llevado a su hijo, pero su instinto materno la hizo reaccionar y fue corriendo por su teléfono para llamar a la policía. Nerviosa, marcó el número de emergencia y, con voz temblorosa y lágrimas recorriéndole la cara, le dijo a la operadora que Zack Montgomery había secuestrado a su bebé.La mujer al otro lado de la línea le hizo una serie de preguntas antes de informarle que enviaría a una patrulla a su casa. La espera se le hizo eterna, no veía la hora de que iniciaran con la búsqueda de su bebé. Mientras los oficiales llegaban, llamó al número de Zack, pero no le contestaba, salía desconectado. Bruno tenía razón, su casa no era segura, pero ella jamás pensó que Zack se atrevería a tanto. James solo era un bebé, que lo alejara de su lado era una crueldad, él la necesitaba, nunca se había separado de ella.En menos de diez minutos, una patrulla del Departamento de la Policía de San Francisco se detuvo
Bruno ya había acostado a su hija en la cama y leído un cuento hasta que se quedó dormida cuando recibió la llamada de Dean. Eran casi las diez de la noche para entonces. Debía haber pasado algo importante para que lo estuviera llamando a esa hora. Esperaba que no fuera nada grave. —Zack secuestró a James —le informó Dean cuando Bruno contestó, no quiso perder tiempo con formalismos. ¡M@ldito pedazo de basura!—Voy para allá, dile a Valentina que lo encontraremos. Bruno corrió a su auto y condujo a casa de Valentina sin demora, quería estar a su lado, sabía lo mal que la debía estar pasando y lo desesperada que se sentiría. Si algo así le pasara con su hija, se volvería loco de angustia y desesperación. Zack llamó de nuevo a Valentina y le dijo que no podía calmar a James, que todo lo que hacía era llorar y estaba enloqueciéndolo. Su corazón se quebró al escucharlo, su pequeño estaba sufriendo, cuanto deseaba estar con él y consolarlo. —Dime dónde estás, por favor, te juro que n
Aquel beso dejó a Valentina con ganas de más, no se consideraba una mujer fácil, pero con Bruno estaba más que dispuesta a dejarse dominar por sus más bajas pasiones. Le gustaba mucho y la idea de estar con él la encendía con tan solo pensarlo. Imagínense lo que sucedía cuando la tocaba. La mañana siguiente, muy temprano, Bruno le envió un mensaje de buenos días que a Valentina le provocó mariposas en el estómago. Estaba cayendo rápido y en picada por él, esperaba no terminar estrellada. Le respondió con una sonrisa de oreja a oreja y se quedó mirando la pantalla como tonta esperando el siguiente mensaje, pero no le escribió más hasta casi mediodía para disculparse por no haber llegado y para decirle que, en cuanto terminara de resolver el problema que se había presentado, iría. Pero qué podía disculparle ella, con todo lo que había hecho por su familia, estaba más que en deuda con él. “No te preocupes, lo entiendo. Ven cuando puedas”, le respondió sin caer en la tentación de preg
Bruno no había sentido tanto miedo desde aquella fatídica tarde en la que halló a su esposa en el baño sobre un charco de sangre. Su hija, su pequeña, se había escapado de casa y podía estar en peligro. ¿A dónde pudo ir? ¿por qué se fue? Las manos le temblaban mientras conducía al límite de velocidad, lo menos que necesitaba era que lo detuviera la policía. En cuanto llegó a casa, revisó cada rincón, buscándola, esperando que estuviera escondida, pero no la encontró, no estaba.—Señor, la cámara de seguridad captó el momento que su hija salió por el portón principal, ingresó el código de seguridad y huyó —le informó Max, su jefe de seguridad. —¿Cómo pudo saberlo? —preguntó con el ceño fruncido. Max sacudió la cabeza sin poder darle una respuesta—. Saldré a buscarla, puede estar cerca. Corrió afuera, se subió a su auto y salió de casa para recorrer las calles de la zona. Pasó media hora dando vueltas por la manzana, pero no había rastro de Brooke. ¿Y si alguien se la había llevad
Bruno pasó a buscar a Valentina al día siguiente como habían acordado. Se bajó del auto y la saludó con un beso en la mejilla. Estaba hermosa, apenas pudo resistir las ganas de besarla como quería, no lo hizo porque estaba sosteniendo al bebé. Su atracción por ella cada vez era más intensa, y Valentina se sentía igual por él. Su corazón comenzó a dar tumbos desde que lo vio bajándose del auto, era tan guapo, tan seguro, tan apasionado… Bruno se ocupó de instalar el portabebés en el asiento y Valentina de asegurar a James. Actuaban como una pareja, pero no lo eran, solo habían compartido algunos besos que podían no significar nada. Pensó Valentina mientras se subían al auto. —Había olvidado decirte que Víctor ya no será un problema, llegamos a un acuerdo y no volverá a acercarse a ti. —¿Qué tipo de acuerdo? —Estaba demandando a la empresa por despido injustificado y los abogados me recomendaron pagarle una compensación a cambio de que retirara la demanda, acepté con la condició
Valentina estaba muy emocionada por comenzar a diseñar para Textiles Lombardi bajo la dirección de Ana Winter, admiraba su trabajo y le encantaba su estilo, pero Ana no se sentía igual por ella, la veía como una inclusión forzada, no la quería en su equipo y demostraría que no estaba hecha para ese puesto. La mandó a llamar a su oficina y, como primera tarea, le pidió que diseñara para esa misma tarde tres conjuntos de lencería para novias que tuvieran los siguientes elementos: elegancia, sensualidad y romance. La lencería no era el fuerte de Valentina, pero asumió el reto sin poner peros y se fue de inmediato a su cubículo a trabajar. La primera hora, apenas consiguió trazar algunas líneas, no estaba segura de qué hacer. Pero no podía perder más tiempo, decidió buscar algo de inspiración en Internet, estuvo mirando diseño tras diseño hasta que por fin tuvo una idea. En solo treinta minutos, había creado su primer boceto de lencería para novias, eligió un clásico color blanco que co
Bruno puso en marcha el auto y le dijo a Valentina que debía pasar por Brooke antes de llevarla a casa, la niña se había metido en problemas en la escuela de ballet. —¿Fue grave? —preguntó preocupada. —No me dieron detalles, solo que inició una pelea y que debía ir por ella —respondió sacudiendo la cabeza.—¿Lo ha hecho antes? —No, Brooke es una niña muy dulce. No es algo que ella haría. —Ayer se fugó y hoy inició una pelea, tiene que haber una razón que lo justifique —intuyó Valentina luego de pensarlo un momento. —Sí, el motivo es su tía. Le ha afectado mucho que no esté en casa, son muy unidas, Kim ha vivido con nosotros desde que mi esposa falleció. Valentina notó que seguía siendo difícil para Bruno hablar de su esposa, solo habían pasado tres años desde que murió, no era algo que se superaba de la noche a la mañana. —Lo siento, no te había preguntado por ella. ¿Cómo está? —Espero que mejorando, su madre me ha puesto al margen de su estado de salud, me ha prohibido que l