El plan de Bruno no había funcionado, en vez de resolverlo, parecía que lo había empeorado. Estaba muy seguro de que Zack aceptaría su dinero a cambio de dejar en paz a su esposa, pero no mostró ningún interés. Y es que a Zack el dinero lo importaba, solo quería una cosa: a Valentina, y si no podía tenerla, Bruno tampoco. Si tenía que apartarlo del camino, lo haría. Antes lo había intentado, pero cometió el error de confiar en Madeline, esta vez sería distinto. Luego de que Bruno se marchara, Zack estuvo pensando en todo lo que dijo y decidió no continuar con la demanda, no porque él se lo pidiera, sino porque no le convenía. Sus planes habían cambiado, con James enfermo, tenía una mejor oportunidad de acercarse a Valentina. Con ayuda de Mario, el investigador de confianza de su padre, encontró su número de teléfono y la llamó. Valentina se sorprendió mucho al escuchar su voz, iba a colgarle, pero Zack le pidió que por favor lo escuchara, que la estaba llamando para pedirle perdón,
Un par de días después de haber recibido la noticia de la remisión de James, la asistente del doctor Méndez se comunicó con Valentina para pedirle disculpas porque no le había dado toda la información. El miedo heló su sangre pensando que le diría que el cáncer no se había ido, pero lo que no le había explicado era que, aunque James estaba en remisión, era necesario hacerle un trasplante de médula ósea para asegurar una cura completa. El donante podía ser un familiar directo siempre que fuera compatible. Esa misma semana, Valentina acudió al hospital para hacerse los análisis, esperaba que pudiera ser la donante para James, pero los resultados fueron negativos. Ella no era compatible. Elotro familiar directo era Zack, pero él sería su última opción. Bruno, Lorena, Lilibeth, Alexander, hasta Jason, se realizaron análisis dispuestos a donarle médula al pequeño, pero ninguno era compatible. —Podemos incluirlo en la lista de trasplante, pero puede tomar un tiempo para encontrar un don
Valentina llegó temblando a la habitación con James en los brazos y despertó a Bruno para que la llevara a urgencias, él se levantó enseguida y se vistió rápido. Después, tomó a James en los brazos mientras ella se cambiaba la bata por un vestido, el primero que encontró. Lo menos que le importaba era cómo se vería. Dejaron a Brooke bajo el cuidado de una de las empleadas domésticas y se fueron al hospital temiendo lo peor. Era imposible no pensar en una recaída, era muy posible que el cáncer hubiera regresado. Tan pronto entraron a urgencias, el médico de guardia examinó a James. Tenía la temperatura bastante elevada y, con sus antecedes médicos, lo mejor era realizarle todos los análisis necesarios para descartar una recurrencia de la enfermedad. —Tiene la garganta roja y algunos puntos de infección, iniciaremos con antibióticos luego de extraerle sangre —les informó el médico que lo estaba atendiendo, no lo conocían, era nuevo en el hospital. Y aunque parecía ser bueno, Valentina
Zack no paraba de mirar la hora en su reloj de muñeca, estaba impaciente, sentía cada minuto como si fuera una hora. Se preguntaba si Valentina iría o no como acordaron. La había llamado en cuanto tuvo los resultados de los análisis que tanto estaba esperando. Era compatible con James, podía donarle parte de su médula ósea y convertirse en el héroe de su hijo. Aquella era la oportunidad que necesitaba para recuperar a Valentina, la única que tendría, y no iba a desperdiciarla. Se levantó del mullido sofá donde estuvo sentado los últimos quince minutos y se acercó al ventanal desde donde podía ver la ciudad de San Francisco en todo su esplendor. El apartamento, propiedad heredada de su madre, situada en el piso quince de un lujoso edificio residencial anclado en una zona privilegiada de la ciudad, sería el lugar perfecto para vivir con su familia, pero no pensaba quedarse en San Francisco, si lograba convencer a Valentina de volver con él, se la llevaría lo más lejos posible de esa ci
Valentina se sentía indignada y muy enojada, lo que Zack le exigía a cambio de donarle médula a su propio hijo era terrible. La vida de James no podía importarle menos, lo había convertido en un objeto de intercambio, en algo que se usa, deshumanizándolo.—Eres un desgraciado, manipulador. ¡Se trata de un niño, de tu hijo! ¿Cómo te atreves a usarlo así, Zack? ¿no tienes un corazón latiendo en tu pecho? —cuestionó con deseos de golpearlo, nunca en la vida había estado tan furiosa, como una leona a la que le habían herido a su cachorro.—Es mi única oportunidad de recuperarte, de que estemos juntos… —respondió acercándose hacia ella. Valentina retrocedió, alejándose.—El amor no se obliga, Zack, y tú me quieres tener a la fuerza.—Lo que quiero es estar contigo, Val. ¿Por qué no puedes entenderlo? Te amo, eres la única mujer que siempre he querido, y todo lo que deseo es que los tres estemos juntos y seamos una familia —dijo una vez más, estaba muy decidido—. Si no aceptas, me iré lejos
El teléfono de Valentina timbró con una llamada solo unos minutos después de haber salido, Zack se lo pidió y lo arrojó por la ventana, Bruno podía rastrear su ubicación por medio del GPS si sospechaba algo. Sin detenerse, condujo durante diez minutos hasta llegar al estacionamiento de un viejo cine que había cerrado hacía varios años. Un auto azul oscuro tipo sedan sin placas se encontraba en uno de los puestos de aparcamiento. Apagó el motor del vehículo de Valentina y le dijo que se bajara para pasarse al otro, Bruno podría rastrear su ubicación. Sin poner objeción, se bajó y sacó a James de la silla de bebés, se había quedado dormido, siempre le sucedía cuando salían en el auto. —No hay silla para bebés en este auto —le dijo a James cuando abrió la puerta trasera—. Desmonta la del mío para ponerla aquí. —No sé hacerlo, dame al niño y hazlo tú. Ella no quería que tuviera a James, pero no podía instalar la silla con él en los brazos. Se lo pasó con cuidado y Zack lo sostuvo sin p
La posibilidad de estar esperando un hijo de su esposo le emocionaba y aterraba en partes iguales. Había deseado mucho tener un bebé con Bruno, los dos lo querían Sería una noticia maravillosa, estaría saltando de felicidad si su vida fuera la misma que antes, pero todo era tan distinto ahora…¿Qué haría Zack si lo descubría? Seguro se enojaría, despreciaba a Bruno y no iba a querer que ella tuviera un hijo de él, podía obligarla a abortarlo o lastimarla para que lo perdiera. Aquel pensamiento horrorizó a Valentina. Si estaba embarazada, debía ocultarlo y huir de él en cuanto fuera posible. Tendría tiempo antes de que el embarazo fuera visible, el suficiente para pensar en un buen plan de escape. Loa siguientes días, Valentina comenzó a sentir los síntomas típicos de un embarazo: náuseas matutinas, dolor en el vientre, somnolencia y cansancio. No podía hacerse una prueba, porque Zack no la dejaba ni asomar la nariz fuera de la casa cuando estaba y tampoco tenía dinero para comprar a
Valentina había llegado puntual al trabajo, trataba de hacerlo siempre porque no quería correr ningún riesgo de despido, dependía de lo que ganaba para mantenerse, y en su estado, no podía permitirse quedar sin empleo. Trabajaba limpiando las oficinas de una de las empresas textiles más importantes de San Francisco. Su deseo era conseguir un puesto como diseñadora, porque se había graduado en Berkeley en diseño de modas, pero no tenía ninguna experiencia más que como pasante y le ofrecieron la única vacante disponible: aseadora. No era lo que quería, pero llevaba semanas buscando empleo y no había encontrado nada mejor y le urgía el dinero. Estaba terminando de asear los baños del piso cinco cuando sintió una fuerte punzada en el vientre que la hizo jadear de dolor. Su embarazo estaba muy avanzando, le faltaba muy poco para dar a luz. Usaba ropa holgada para disimularlo porque, de otra manera, el gruñón de su supervisor ya habría conseguido que la echaran. Cuando el dolor pasó, sig