Kalil.
Las duras palabras de Basim me dejan helado, si fuera otro hombre, lo hubiese matado a golpes. Pero él tiene razón, ya no confío ni siquiera en mi propio juicio, este ha sido muy irracional. He estado perdido y no sé dónde he quedado.
Respiro profundamente, mientras tomo asiento de nuevo tranquilizando mis nervios e instándole que haga lo mismo.
Paso mis manos varias veces por el rostro, tratando de recuperarme y de poner cabeza fría para comenzar a colocar atención a los asuntos que lo ameritan.
Expulso el aire lentamente.
—¿Está todo en orden con la llegada de la gente? —pregunto cambiando el tema.
—Todo está en orden para esta noche, como es la costumbre se hará.
—Bien.
—Siete reyes confirmaron su venida para el compromiso, en total todos los que se invitó —dice sonriendo satisfecho—. Los países que no tiene monarquía, vendrán sus representantes, tendremos un festejo inolvidable, tan grande como… su anterior boda.
Mis ojos se conectan a los suyos, pero no digo nada a pesar de estrago que hacen sus palabras.
—Usted sabe que muchos de ellos vienen por intereses particulares…
—Lo sé, entiendo que más que un compromiso estaré firmando pactos, eso es bueno para Angkor, y estoy pensando que Kader me acompañará en todo esto, es bastante listo en los negocios.
—También lo creo —repone pensativo.
—¿Qué le tiene pensativo? —pregunto expectante.
—Creo que sería bueno hospedar a los reyes en este mismo palacio, sería más honorable hacerlo, el resto podremos ubicarlos en casonas cercanas al palacio que sea de primera categoría.
—Me parece muy buena idea. Arregla eso, y que lleguen al menos la noche antes del festejo, así podrán estar descansados de sus viajes y con un mejor ánimo.
—Eso haré —dice Basim levantándose, entonces toma una carta y la pone sobre el escritorio—. Aquí están los nombres de cada uno de ellos, es bueno que los memorice y sepa de donde pertenecen.
Asiento en silencio, sin mirarle, ni darle más larga a la conversación. Basim me conoce como la palma de su mano, desde hace mucho hago esta misma estrategia para no continuar y evitar caer en el tema que el mismo ha querido hurgar desde hace tiempo.
Hanna por supuesto es la que está detrás de todo esto, ella misma persuade a Basim para que entable una conversación conmigo y trate de convencerme de actuar diferente, de ver las cosas de otra manera y de enterrar de una vez y por todo mi pasado.
No les reprocho su preocupación, pero de cierta forma mi hermana me ha decepcionado, de cierta forma una brecha se ha abierto entre nosotros creando una relación bastante inestable. A veces me entristece apartarla de mi vida, a veces me agobia no poder expresarme como soy delante de ella, pero las cosas han cambiado.
Yo he cambiado.
Veo como Basim encorva los hombros, no teniendo la posibilidad de quedarse. Entonces tomo la carta en mis manos y me dispongo a leer hasta que escucho que la puerta se cierra.
Me relajo, tanto que ahora soy solo yo, ahora mi semblante vuelve a caer delante de estas cuatro paredes. Observo nuevamente la carta desdoblándola, leyendo su contenido para poder ocupar mi mente y no dejarme envolver otra vez.
“Reyes
Oeste de Angkor:
Este de Angkor:
Norte de Angkor:
Sur de Angkor:
Repaso la lista, memorizando nombre junto con país, mientras el tiempo pasa y voy caminando de un lado para el otro, e investigo en algunos libros la historia y sus habitantes.
Me pierdo en las líneas, leyendo cada párrafo asombrándome un poco en algunas costumbres y culturas de dichos países, hasta que los toques de la puerta me hacen fruncir el ceño.
No espero a nadie, todos aquí saben que este lugar es sagrado para mí, que nadie debe molestarme cuando vengo a trabajar en algún asunto. Entonces no demoro llevando un libro en mis manos y quito el seguro.
El rostro nervioso de Alinna se asoma a la puerta tratando de decir algo y negando varias veces con su cabeza.
—¿Pasa algo? —pregunto mirando alrededor.
Ella pasa un trago difícil para proseguir a su propósito.
—¿Podemos hablar?
Aunque todo mi cuerpo grita No, me hago a un lado en silencio dejándola pasar.
—Estaba trabajando, vendrán días de mucha ocupación y…
—No te quitaré mucho tiempo —corta girando se hacía mi, y yo asiento colocando el tomo en la mesa.
Camino por el salón tratando de hacer un espacio para con ella y decido por detenerme en el balcón.
—Nos conocemos de toda la vida ¿no es así? —pregunta en tono bajo haciendo que mi ceño se frunza. Entonces asiento en respuesta—. En… En estos últimos meses, siento que estoy al lado de una persona totalmente desconocida.
Sin intensión una sonrisa cínica se gesta en mi rostro.
—Soy diferente Alinna.
—Así es. Solo que uno nunca deja su esencia, nunca.
Suelto el aire varias veces, otra persona más en este palacio querrá hurgar en mi situación y eso me está queriendo llevar hasta el punto de hartarme.
—¿Mi madre te dijo que vinieras? ¿O fue Hanna? —pregunto en un tono alto y sin ningún tacto.
Su rostro parece decepcionado, pero no dejo que me apabulle por eso.
—Nadie me mandó aquí, vine porque quise. ¿Recuerdas que yo seré tu esposa? ¿Acaso crees que no me preocupo por ti? ¿Acaso no sabes que yo te amo desde siempre?
Sus palabras dolidas calan en mí. Alinna ha sido mi amiga de toda la vida, incluso tuvimos una relación íntima por mucho tiempo. Pensé que ella sería la persona que me acompañaría en toda mi vida. Hasta que vi a Saravi.
No la culpo por sentirse herida y traicionada. Porque eso fue exactamente lo que yo hice.
Coloco mis dedos en los ojos tratando de arreglar la situación, quiero ser diferente, deseo hacerlo
«¡Pero, no puedo! ¡No puedo!»
—Alinna… Perdóname. De verdad yo…
—Debes dejar ir tu pasado Kalil —interrumpe de inmediato un poco acalorada—. Esa mujer está muerta, y perdóname que te lo diga así. Pero ya no puedes hacer nada, ella ya no está.
Mis labios tiemblan sin conciencia, es impresionante como de forma inmediata mi propio cuerpo se pone en una tensión apremiante. Todo adolece, literalmente todo. Miles de sensaciones se arremolinan en mi pecho y lo único que quiero hacer es responder con rabia. Con toda la que pueda.
Me acerco rápidamente hacia su lugar, tan cerca que ella teme en algún momento. Mi acercamiento no es íntimo, es más bien amenazante.
—Esa mujer, se llama Saravi, hizo lo que tú no hiciste, lo que nadie hizo —tomo sus brazos de inmediato para tenerla aún más cerca—. Y me importa una m****a si tú, mi mamá, Hanna o cualquiera diga y piensen lo que les dé la gana de pensar. Ella está aquí, sigue aquí.
Las manos de Alinna tiemblan mientras reposan en mi pecho, yo las puse allí, las puse para que entendieran mucho mejor mi propósito. Asustada se separa rápidamente de mí negando varias veces, mientras las lágrimas se escurren por su rostro.
En unos segundos me quedó totalmente solo, solo en estas cuatro paredes que están matándome cada día. La angustia vuelve, vuelve como todos los días y a la vez me pregunto, «¿qué hice? ¿Por qué tuve que hablarle así?»
Las lágrimas se deslizan por mi rostro. Estoy cansado de esto, estoy muy cansado.
—¿Por qué me abandonaste? —digo en susurro odiándome por sentirme así.
Vuelvo a decir a mí mismo mientras limpio mi rostro y decido por salir de aquí, pero no antes tomo la esclava de mi bolsillo y la coloco en la gaveta del escritorio.
Tomó el pomo y lo giro, salgo de la biblioteca y antes de retirarme le doy una última y larga mirada. Mi garganta pasa un trago amargo, sin embargo, cierro la puerta y le doy la espalda para seguir con mi camino.
***
Al menos veinte guardas me rodean, las puertas del balcón están cerradas ante mí, entre tanto un bullicio se escucha a las afueras. Basim está a mi lado derecho y Kader se encuentra a mi lado izquierdo. El resto de familia real ya está instalada en el balcón esperando mi salida, esperando que se abran las puertas para dar la cara a miles de ciudadanos de nuestro amado pueblo Angkor.
Cierro mis ojos, tratando de tomar el aire y salir a dirigirme a mis ciudadanos, por un momento quiero olvidarme de mi mismo, olvidarme de mis quejas y concentrarme en ellos.
Hoy le diré adiós a este año que tanto ha pasado sobre mí. Hoy comenzaré abandonarme, a negarme a mí mismo para darle paso a otra realidad. Hoy necesito cerrar mi mente y sobre todo cauterizar mi corazón; porque ya no puedo seguir como estoy, ya no puedo seguir perdido mientras una nación espera por su rey.
El toque de una mano en mi hombro abre mis ojos al instante, Kader asoma una sonrisa hacia mí, alentándome, dándome las fuerzas que tanto me faltan, diciendo miles de cosas en silencio. Un silencio que agradezco con el alma.
Las puertas se abren lentamente, la iluminación pega a mi rostro al instante y las voces comienzan a intensificarse. Aplausos, gritos y un mar de rostros sonrientes acoplan el paisaje del lugar. Giro hacia todos, divisando y saludando al mismo tiempo. Mi familia, la guarda, y toda la gente me observan expectante arrancándome una sonrisa por fin en mis labios.
Alinna es alentada por mi madre a que se ponga a mi lado, ella duda por un momento con su cabeza gacha haciéndome recordar el suceso. Pero yo necesito remediar todo esto, en detalle nuestra situación, ella en unos días estará comprometida conmigo y en un tiempo muy lejano será mi esposa.
Asomo una sonrisa conciliatoria, expresándole con mis ojos que quiero actuar diferente, solicitando su perdón, entonces le tomo la mano acercándola hacia mí para que se una a mi abrazo y así comenzar a dirigirme a mi pueblo…
Saravi (Nahid).Una hermosa cena se desarrollaba en el palacio. El Rey invitó algunos comensales, personas importantes y generales de su ejército a la mesa.Una mesa larga, donde al menos veinte personas se encontraban sentadas charlando de forma amena y comiendo plácidamente de sus platos.Omer parece alegre, su madre quien se encuentra a su lado derecho, lo observa con fascinación mientras él relata un recuerdo de cuando llegó Abdel al palacio. Todos ríen muy complacidos, Abdel sigue su narración asintiendo para dar respuesta a su hermano.Por mi parte, estoy a lado izquierdo de la mesa, con la mano del rey puesta sobre mi mano, como si yo fuese una persona importante, como si mereciera estar aquí. Algunas miradas viajan de vez en cuando a nuestras manos tomadas y la mirada de Annisa brilla al ver a su hijo tan feliz mientras r&iacut
Saravi (Nahid)Así como la noche terminó, seis días pasaron rápidamente dándole inicio a nuevo año, los recuerdos confusos seguían, junto con alguno que otro sueño que de vez en cuando se volvía una pesadilla.Omer y yo no volvimos a tocar el tema, pero ese día después de darle mi regalo, sus ojos brillaron como nunca.Le regalé una estrella de seis puntas, deseándole un futuro próspero a Yomal y que el cielo diera su bendición, acompañándolo con sabiduría y buen juicio para que fuera el mejor rey que nuestro país haya tenido.Él, se había quedado sin palabras, y después de algunas horas durante la velada, me había sorprendido pidiéndome la mano. Me impresioné mucho, aunque lo había visto venir, Omer estaba refrenado por mi actitud y
Kalil.El controversial día llegó. Cierto temor se asoma cuando al despertar cae un pensamiento de inmediato, sin siquiera dejarme saludar el día.Hoy será mi compromiso con Alinna, junto al compromiso de mi hermana con Basim. Me siento de golpe, hay mucho por hacer, imagino que justo ahora en el palacio hay un revuelo; algunas personas tratando de que todo salga perfecto esta noche, y otras atendiendo desde ayer a nuestros huéspedes.Me levanto despacio y sin apuro, abriendo las puertas de mi balcón para asomarme a ellas. La mañana está helada, pero de cierta forma esto apacigua todas las sensaciones que tengo dentro de mi cuerpo.Todo estará bien, me digo a mí mismo, todo pasará muy rápido. Así que tomo un baño y me visto por completo, hoy llegará Fais al palacio, y estoy más
Kalil.Un montón de gente se encuentra en mi habitación desde hace una hora aproximadamente. La noche ha caído cubriendo el palacio y sus alrededores, mientras todos esperan en el Gran salón.Sastres ordenan mi traje de color negro, colocando en su lugar los botones dorados de mis puños, junto con las insignias en mi chaqueta.Todo está listo, pero mi cuerpo no quiere dar un paso hacia la salida, se niega hacerlo.—La familia real lo espera Majestad —advierte un lacayo cerca de mí, esperando mi salida para que una carabina me prosiga.Cierro mis ojos con fuerza mientras suelto el aire varias veces. No tengo nada en mi mente, ahora mismo mis pensamientos están en blanco. Camino decidido, mientras mi corazón reclama insistente en mi pecho. Como si cada paso que ejecutará estuviese rompiéndome por dentro.Al llegar noto qu
Saravi (Nahid).El reflejo de mi imagen en el espejo, tuerce una sonrisa en mi rostro. Estoy complacida con lo que han hecho con mi cabello, lo han dejado suelto, pero los detalles son preciosos. El vestido es muy elegante, el color es crema con algunos destellos dorados y cafés, la cinta que ata mi cintura tiene varias incrustaciones en bronce haciendo que mi figura se realce con el detalle.Paso mi mirada a mi rostro, mis labios tienen un tono rosa, junto con un leve rubor en mis mejillas, no sé qué hicieron en mis ojos, pero estos, ahora se ven más profundos.En definitiva, me veo totalmente relajada y serena. Esto se debe a que cuando llegamos ayer por noche, solo comí algunos bocados, me di un baño largo y a los pocos minutos ya mis párpados se cerraban ante el cansancio del viaje.Era muy tarde cuando me levanté, porque justo cuando salí de la habitación,
Saravi (Nahid).Annisa sonríe, y Omer se levanta separando mi silla. Entonces tomo su mano colocándome de gancho, al mismo tiempo que la reina se coloca en el otro costado.Las personas nos observan mientras emprendemos el camino, los pasos son lentos y seguros, ya que Omer tiene cuidado de nuestros vestidos. Trato de colocar mi mejor rostro, de sonreír, de asomar una buena aptitud, para ser bien recibida.«Pero algo sucede»A medida que nos acercamos, toda la fila de la realeza me observa, me detalla cambiando su expresión, es como si algo aterrador estuviese sucediendo, como si de alguna forma el miedo se hubiese calado en sus rostros.La inseguridad se impregna en mí de inmediato, me tenso enseguida, temiendo lo peor. ¿Qué he hecho mal? ¿O qué fue lo que hice? Reviso mi vestido para ver si algo ha pasado con él, toc&oacut
Kalil. El corazón me late recio, cabalga desbocado chocando contra mi pecho sin piedad alguna. Envía señales a todo mi cuerpo haciéndole vibrar, entonces no sé si es más fuerte la emoción o el miedo que me tienen agitado, pero estoy seguro de que ahora mismo ningún sentimiento coordina en mí. No puedo controlar el temblor que se me ha impregnado desde hace un tiempo en que la vi, aquel momento en que la realidad llegó a mi conciencia estremeciéndome de forma abrupta, para que reconociera que era ella. Pareciera que el cielo hubiese escuchado mi plegaria, una plegaria que hacía un vagabundo corazón muriendo cada día. Sin embargo, la vida puede cambiar en cuestión de segundos, y la mía se llama Saravi. Han pasado al menos diez minutos desde que ella perdió el conocimiento. Minutos largos y tensos, muy tensos. Ella había caído en mis brazos y sin pensarlo yo la traje a esta habitación. «Nuestra
Kalil. —Se la llevará luego de que me mates a mí por supuesto… —digo en tono amenazante hacia su lugar. —Majestad… —interrumpe Fais a mi lado—. Es necesario que… Saravi despierte primero, esto, esto podría asustarla mucho. —Usted tiene razón —responde Bozkurt —. Ahora si lo permiten buscaré a mi madre, ya que, en medio de toda esta locura, la perdí de vista. El hombre comienza a caminar en dirección de la salida, pero Hanna lo detiene. —Señor ¡por favor! Déjeme asignarle a un lacayo, él le servirá de guía en todo lo que necesite. Entonces el hombre asiente y sale con mi hermana del salón. Suelto el aire varias veces mientras voy dando vueltas de un lado para el otro. Necesito hacer algo, no puedo quedarme de brazos cruzados, no puedo. El relato de ese hombre me ha hecho sentir un miserable, un maldito que dejó que Saravi pasara por todo esto, toda la culpa es mía, todo su sufrimiento cae en m