Saravi (Nahid).
El reflejo de mi imagen en el espejo, tuerce una sonrisa en mi rostro. Estoy complacida con lo que han hecho con mi cabello, lo han dejado suelto, pero los detalles son preciosos. El vestido es muy elegante, el color es crema con algunos destellos dorados y cafés, la cinta que ata mi cintura tiene varias incrustaciones en bronce haciendo que mi figura se realce con el detalle.
Paso mi mirada a mi rostro, mis labios tienen un tono rosa, junto con un leve rubor en mis mejillas, no sé qué hicieron en mis ojos, pero estos, ahora se ven más profundos.
En definitiva, me veo totalmente relajada y serena. Esto se debe a que cuando llegamos ayer por noche, solo comí algunos bocados, me di un baño largo y a los pocos minutos ya mis párpados se cerraban ante el cansancio del viaje.
Era muy tarde cuando me levanté, porque justo cuando salí de la habitación,
Saravi (Nahid).Annisa sonríe, y Omer se levanta separando mi silla. Entonces tomo su mano colocándome de gancho, al mismo tiempo que la reina se coloca en el otro costado.Las personas nos observan mientras emprendemos el camino, los pasos son lentos y seguros, ya que Omer tiene cuidado de nuestros vestidos. Trato de colocar mi mejor rostro, de sonreír, de asomar una buena aptitud, para ser bien recibida.«Pero algo sucede»A medida que nos acercamos, toda la fila de la realeza me observa, me detalla cambiando su expresión, es como si algo aterrador estuviese sucediendo, como si de alguna forma el miedo se hubiese calado en sus rostros.La inseguridad se impregna en mí de inmediato, me tenso enseguida, temiendo lo peor. ¿Qué he hecho mal? ¿O qué fue lo que hice? Reviso mi vestido para ver si algo ha pasado con él, toc&oacut
Kalil. El corazón me late recio, cabalga desbocado chocando contra mi pecho sin piedad alguna. Envía señales a todo mi cuerpo haciéndole vibrar, entonces no sé si es más fuerte la emoción o el miedo que me tienen agitado, pero estoy seguro de que ahora mismo ningún sentimiento coordina en mí. No puedo controlar el temblor que se me ha impregnado desde hace un tiempo en que la vi, aquel momento en que la realidad llegó a mi conciencia estremeciéndome de forma abrupta, para que reconociera que era ella. Pareciera que el cielo hubiese escuchado mi plegaria, una plegaria que hacía un vagabundo corazón muriendo cada día. Sin embargo, la vida puede cambiar en cuestión de segundos, y la mía se llama Saravi. Han pasado al menos diez minutos desde que ella perdió el conocimiento. Minutos largos y tensos, muy tensos. Ella había caído en mis brazos y sin pensarlo yo la traje a esta habitación. «Nuestra
Kalil. —Se la llevará luego de que me mates a mí por supuesto… —digo en tono amenazante hacia su lugar. —Majestad… —interrumpe Fais a mi lado—. Es necesario que… Saravi despierte primero, esto, esto podría asustarla mucho. —Usted tiene razón —responde Bozkurt —. Ahora si lo permiten buscaré a mi madre, ya que, en medio de toda esta locura, la perdí de vista. El hombre comienza a caminar en dirección de la salida, pero Hanna lo detiene. —Señor ¡por favor! Déjeme asignarle a un lacayo, él le servirá de guía en todo lo que necesite. Entonces el hombre asiente y sale con mi hermana del salón. Suelto el aire varias veces mientras voy dando vueltas de un lado para el otro. Necesito hacer algo, no puedo quedarme de brazos cruzados, no puedo. El relato de ese hombre me ha hecho sentir un miserable, un maldito que dejó que Saravi pasara por todo esto, toda la culpa es mía, todo su sufrimiento cae en m
Kalil. Fue muy difícil pasar la noche a su lado y querer dormir profundamente. Era imposible no querer tocarla, abrazarla y besarla cada vez que podía; literalmente yo había decidido atormentarme durante toda la noche. «Pero no me arrepentía», necesitaba tanto de esto, era como si de alguna forma mi cuerpo hubiese encontrado su orilla, para así entonces poder respirar, descansar, sonreír… Había pasado no sé cuánto tiempo observándola, entretanto las sonrisas se me deslizaban sin control alguno cada vez que ella entre sus sueños, fruncía el ceño. Había delineado más de cien veces sus labios, los había besado cada vez que podía, quería de cierta forma impregnar todo de mí en ella, necesitaba que su inconsciente despertara también, y que por fin se uniera a mis brazos tanto como yo lo deseaba. La situación no era fácil, de hecho, no solo estaba luchando contra otro reino por Saravi, yo estaba luchando más que t
Kalil. Tomo la iniciativa y me acerco a ellos, me trago la incertidumbre, la rabia y sobre todo el miedo. Pero no hay otra manera, y yo jamás volveré a colocar a Saravi de prueba, eso jamás lo haré. —Pueden quedarse el tiempo que tenían estipulado —digo y todos se giran hacia mí—. Se había planeado tres días, Rey Omer, sigamos el plan como está organizado, usted sabe que aún debemos reunirnos y plantear negocios con otros países, contando por supuesto las relaciones de Yomal y Angkor. Él achica sus ojos sin entender el cambio de mi actitud, entonces sigo con el discurso. —Sigamos el protocolo, y a la misma vez, deje que… Ella, esté en el palacio de forma natural, con esto quiero decir que nadie le impondrá nada, nadie la llamará diferente ni le hablará de su pasado. Así veremos qué pasa. Los ojos de todos están abiertos y expectantes, Fais, como todo experto no cree mucho mis palabras, sin embargo, él y Janí, solo cal
Saravi (Nahid). —Tome esto señorita, es muy relajante y le asentará el estómago… Asiento lentamente, tomando la tasa que la dama me ofrece. He querido desayunar, la comida de la bandeja que tengo frente a mí se ve exquisita, pero definitivamente siento el estómago revuelto con tantos brebajes que he tomado. No sé cómo describir que siento y pienso en estos momentos, después de los sucesos de anoche en el festejo, no sé por dónde comenzar a preocuparme. Por una parte, me siento tranquila después de la visita del médico, el hombre solo corroboró lo que el doctor en Yomal me había dicho, estaba recordando, comenzaría a tener episodios como estos, inclusive en algunos momentos podría presentar mareos y dolores de cabeza, eso estaba claro para mí. Pero el otro lado, era el que mantenía una incertidumbre en todo mi ser, tenía miles de preguntas por hacer, preguntas que incluso me daba miedo pronunciar, por
Saravi (Nahid) Traté de relajarme en las siguientes horas, Annisa entró en la habitación unos minutos después de la complicada conversación entre Omer y yo, y sin duda alguna al ver su rostro me sentí más tranquila. Había cierta tensión entre madre e hijo, lo podía notar en cada momento que se compartió durante la mañana. «Pero… lo dejé pasar.» A pesar de las palabras de Omer y la confirmación de Annisa de lo que había pasado ayer, yo no estaba conforme, y eso lo iba a corroborar una vez me reuniera con la familia real. Podían pensar que eras una atrevida, yo Nahid, una simple cortesana pidiéndole explicaciones a la realeza. Podía entender si alguien no lo comprendía. Pero después de todo lo que había pasado creo que estaba en todo mi derecho. No me importaba si ellos estaban incluso en el rango del cielo, ante todo era una persona ajena, y solo por ese hecho podía exigir mis derechos y saber el por qué había sido in
Saravi. El silencio es largo, tenso, impaciente y muy estremecedor. Por algún motivo mi respiración se acelera, después que solté la pregunta las personas en la mesa parecen haberse enmudecido quedando estáticas en cada uno de sus puestos. Me atrevo a desviar la mirada a la mujer que está frente a mí. Ella parece a punto de explotar, está muy incómoda, como si mi sola presencia le fastidiase. El rey Sabagh observa a todos con duda, como si su mirada les sentenciara a que sigan con este silencio. Entonces cuando ya pienso que no podré más con esta tensión él gira su cabeza hasta encontrarse con mis ojos. —Queremos pedirte disculpas por lo que sucedió ayer —comienza tratando de ser paciente y amable. Pero sé que está conteniéndose, su cuello y cuerpo lo expresan de inmediato, ellos arrojan un malestar evidente. —No quiero incomodar —respondo sin dejarme apabullar—. Quedé con la duda, y con el respeto de todos, sentí com