Saravi (Nahid)
Traté de relajarme en las siguientes horas, Annisa entró en la habitación unos minutos después de la complicada conversación entre Omer y yo, y sin duda alguna al ver su rostro me sentí más tranquila. Había cierta tensión entre madre e hijo, lo podía notar en cada momento que se compartió durante la mañana.
«Pero… lo dejé pasar.»
A pesar de las palabras de Omer y la confirmación de Annisa de lo que había pasado ayer, yo no estaba conforme, y eso lo iba a corroborar una vez me reuniera con la familia real.
Podían pensar que eras una atrevida, yo Nahid, una simple cortesana pidiéndole explicaciones a la realeza. Podía entender si alguien no lo comprendía. Pero después de todo lo que había pasado creo que estaba en todo mi derecho. No me importaba si ellos estaban incluso en el rango del cielo, ante todo era una persona ajena, y solo por ese hecho podía exigir mis derechos y saber el por qué había sido in
Saravi. El silencio es largo, tenso, impaciente y muy estremecedor. Por algún motivo mi respiración se acelera, después que solté la pregunta las personas en la mesa parecen haberse enmudecido quedando estáticas en cada uno de sus puestos. Me atrevo a desviar la mirada a la mujer que está frente a mí. Ella parece a punto de explotar, está muy incómoda, como si mi sola presencia le fastidiase. El rey Sabagh observa a todos con duda, como si su mirada les sentenciara a que sigan con este silencio. Entonces cuando ya pienso que no podré más con esta tensión él gira su cabeza hasta encontrarse con mis ojos. —Queremos pedirte disculpas por lo que sucedió ayer —comienza tratando de ser paciente y amable. Pero sé que está conteniéndose, su cuello y cuerpo lo expresan de inmediato, ellos arrojan un malestar evidente. —No quiero incomodar —respondo sin dejarme apabullar—. Quedé con la duda, y con el respeto de todos, sentí com
Saravi (Nahid) —No es eso… —respondo por fin, pero muy nerviosa. —¿Entonces qué es? —No lo sé… Quizás no tenga mucho apetito… El rey asiente y moja sus labios con su lengua, todo pareciera que se hace lento mientras lo observo hacer sus gestos, un poco devastadores para mi cuerpo. —¿Qué aumenta su apetito? Mis ojos se abren un poco incómoda con su pregunta y él lo nota de inmediato porque se esfuerza por no abrir su boca ante la sonrisa que se le forma en el rostro. —No sé a qué se refiere —digo un poco seria. —Pues estamos hablando de la comida, por ello pregunto, pero igual haré que la cena sea de su mayor agrado. ¿Qué le gusta comer? —No… yo no he dicho que no me guste esta comida —repongo mirando mi plato, para no parecer tan nerviosa—. Es solo que… —Está nerviosa —afirma más como un susurro. Abro mi boca para refutar, pero no puedo responder a su insinuación. Es com
Kalil.No podré con esto, no cuando ella me presenta este escenario y me mira con esos ojos.Juro que voy a enloquecer. No podré.Definitivamente mi Saravi no ha dejado de ser esa mujer intrépida, rebelde y desbocada como lo era. La que dice lo que siente sin importar qué. Parece que ella no entiende los estragos que está causando con sus gestos, ella ignora todo lo que está sucediendo en mi corazón y lo débil que hace mi cuerpo.Ella, ella es lo más hermoso que verán todas las miradas en cualquiera de sus facetas, contenta o enojada, nerviosa o dudosa, con ropa o sin nada. Su esencia sin lugar a duda deja sin palabras a los incrédulos, sus ojos te envuelven y su boca te hace explotar en miles de partículas, ella pone en calma todos los sonidos, entonces de repente se abre un espacio que es imposible de llenar.Mi hermana
Saravi. El tiempo es relativo, por algunos momentos puedes aceptar su paso, y lo notas en cada situación, sin embargo, hay instantes como esteque no sabes si se ha detenido por completo o ha desaparecido. Segundos habían pasado desde que Kalil decidió arrastrar con su aroma lejos de mí, exactamente el lugar donde me he quedado plantada, como si mis pies estuviesen congelados inamovibles. No sé cuánto tiempo he estado en pie observando el pasillo vacío por donde desapareció el hombre que acaba de besar mi nariz. Pero si de algo estoy segura, es que ha destruido toda mi cordura y ha desestabilizado la poca tranquilidad que me quedaba. Estoy temblando completamente, mi cuerpo titila ante el miedo, la emoción y el éxtasis que el rey, de forma intencional, ha dejado en mi cuerpo. De ante mano nunca debí ir a los jardines con él, desde primera instancia jamás debí aceptar ese paseo. Justo hace unos momentos
Saravi (Nahid). Después de un tiempo, sentada en la bañera de la nueva habitación, solo recuesto mi cabeza en las rodillas unidas y me abrazo. La dama aromatiza el agua mientras añade aceites y algunas infusiones que se incrustan en mis fosas nasales. Un rato antes había sido llamada para la cena, pero definitivamente no me encontraba en condiciones de lidiar de nuevo con nadie. Omer había insistido en hablar conmigo, pero yo solo había pedido espacio, quería estar sola. Aunque tenía hambre prefería quedarme aquí, no estaba dispuesta en ver la cara de esa mujer, que a ciencia cierta no tenía culpa de nada, ella estaba defendiendo su lugar, y yo solo era una aparecida que pretendía sentir cosas por su prometido. ¡Y que digo prometido!, él era el rey de Angkor, ¡por Dios santo!, tenía relaciones políticas con Omer y mis pensamientos y sentimientos estaban completamente fuera de lugar. Si alguien aquí debía
Kalil. «La paciencia es un regalo», de hecho, al tiempo trae buenos resultados, creería que los mejores si de verdad se piensa con cabeza fría y no se deja llevar por las emociones, a la final estoy convencido de que sería mucho mejor sus frutos. Pero momentos como este, no me resulta apetecible esperar, momentos como este, el éxtasis te vuelve tan loco y te hace sentir tan bien, que todo se olvida, inclusive ni siquiera piensas que luego obtendrás otra cosa más, que este mismo instante. Yo estaba luchando, eso era cierto, pero después de mi arrebato por la tarde la sensación en mis labios había sido devastadora hasta el punto de no concentrarme en sí quiera una palabra en la reunión. Todas las miradas eras de incógnitas en mi dirección, incluso sonreí al ver la cara del imbécil de Omer, porque él sabía que algo estaba pasando, y debía prepararse para ello. Pero no verla en la cena hizo inestable mi existencia de nue
Kalil.Paso un trago forzado llenándome de paciencia.—Mi amor…—Kalil… —ella refuta de nuevo y quitando mis manos de su rostro—. No sabes nada de mí, ni yo misma sé. En este último tiempo he estado sola, y el rey de Yomal me ha tendido la mano de una forma que jamás podría agradecer.Me despego de su tacto rápidamente, mientras la ira comienza a circular por mis venas. Me quema y me duelen mucho sus palabras.—No sigas… —le pido áspero.Ella asiente espaciando más nuestra distancia.—Yo jamás podría hacer una cosa de estas —ella quiere explicarme su situación desconociendo lo que pasa en ella, odiándose por tener este tipo de sentimientos por una persona que piensa, no conoce—. Yo no podría vivir de esa manera.Paso mis manos por e
“Si no sabemos hacia dónde vamos, terminaremos en cualquier otro lugar.” YOGI BERRA Saravi. Me sentía enferma, tenía una debilidad en todo mi cuerpo y el ánimo por los pies. La noche había sido eterna para mí desde que el rey salió de mi habitación. No quería aceptar que, desde que su mirada enojada se deslizó por mi rostro y pronunció esas palabras, algo dentro de mí se había desgarrado de inmediato. Aparte de que no pude conciliar el sueño durante toda la noche, guardaba una culpa enorme sobre mis hombros. Tenía tres días aquí en Angkor, y parecía que un montón de años pasaron sobre mí durante este tiempo y en este lugar. «¿Cómo podía sentirme así con un hombre que apenas conocía? ¿Por qué el corazón era de esa manera? ¿Por qué no simplemente se alegraba con lo que había elegido?» Reprimía los ojos cada vez que un recuerdo volvía a mi cabeza, anoche fue el momento donde experimenté m