“Si no sabemos hacia dónde vamos, terminaremos en cualquier otro lugar.” YOGI BERRA
Saravi.
Me sentía enferma, tenía una debilidad en todo mi cuerpo y el ánimo por los pies. La noche había sido eterna para mí desde que el rey salió de mi habitación.
No quería aceptar que, desde que su mirada enojada se deslizó por mi rostro y pronunció esas palabras, algo dentro de mí se había desgarrado de inmediato. Aparte de que no pude conciliar el sueño durante toda la noche, guardaba una culpa enorme sobre mis hombros.
Tenía tres días aquí en Angkor, y parecía que un montón de años pasaron sobre mí durante este tiempo y en este lugar. «¿Cómo podía sentirme así con un hombre que apenas conocía? ¿Por qué el corazón era de esa manera? ¿Por qué no simplemente se alegraba con lo que había elegido?»
Reprimía los ojos cada vez que un recuerdo volvía a mi cabeza, anoche fue el momento donde experimenté m
Saravi. —No me importa si usted está de acuerdo o no, nos iremos mañana. —¡Es mejor que se calmen ya! Los sonidos de las voces agudas comienzan a apacentarse en mi cabeza, reprimo los ojos varias veces, y lentamente los abro temiendo por un dolor de cabeza que aparecerá en cualquier momento. El médico, que desde que llegué parece estar cuidándome, esta frente a mí con un pañuelo cerca de mi nariz. El olor aunque no es desagradable, es muy fuerte. El hombre hace un ademán a los presentes y todos hacen silencio. No me desmayé, pero el mareo fue tan fuerte que por unos momentos todo lo vi negro, me había estrellado contra Omer, y este de inmediato fue un soporte para no irme al suelo ante mi debilidad. Ahora estaba sentada en un sillón en medio del pasillo. —Señorita Nahid, ¿me escucha bien? Asiento débilmente. Entonces él quita el pañuelo y me da una taza con una bebida caliente. —Tómela, le ayudará con
Kalil.Describir cómo me siento ahora sería imposible. Pero si debería utilizar una palabra diría que… desesperación es lo que siento.La rabia que me consume por los hechos de Alinna no son peores que mi inestabilidad ahora que Saravi piensa que le he mentido, su mirada me lo dejó muy claro, ella debe estar pensando que estoy jugando con ella y que por supuesto estoy loco.Sentí mucho miedo cuando ella posó su mirada en mí cuando volvió en sí después de su mareo, me había aterrado entender que no quería nada de mí después de escuchar Alinna mintiendo en mi cara. Pero definitivamente lo que terminó por matarme fue cuando dijo que iría con su prometido a preparar las cosas para el viaje.«¿Qué podía hacer?»Era imposible retenerla aquí
Saravi. Estaba muy nerviosa. Todo dentro de mí gritaba que buscara otra salida, todo dentro de mí hacia contrapeso para que no me levantara de este sillón donde me encontraba sentada. La princesa y su prometido tenían una tensión evidente mientras deslizaban la mirada hacia su rey. Kalil por otra parte parecía como un niño asustadizo, demostraba que algo iba a estallar dentro de él, y también en cualquier momento yo misma estallaría. —Es hora… —anunció Omer tomándome de la mano. Su condición parecía muy apresurada. Omer sentía amenaza en este país, sentía que de alguna forma si no salíamos de aquí, la situación se pondría peor. O quizás solo lo intuía por mí mismo comportamiento. Yo no era la misma para con él. Luego de nosotros, todos se colocan de pie mirándose extrañamente. El peso de mis hombros era demasiado para soportar. Y justo cuando Omer se escabullía un poco, una voz nos detuvo.
Kalil. Mi cuerpo se estremeció al instante, el frío se impregnó en mis huesos mientras trataba de sostener esa mirada que me gritaba que está sufriendo con cada palabra. He vivido las emociones más fuertes de mi vida en estos instantes. Maniobré con un deseo que me sobrepasaba el alma, cuando Saravi decidió que necesitábamos estar a solas, había actuado como un ciego consumiéndome en ella, descargando todo lo que me ahogaba día tras días, y fui libre con ella entre mis brazos. Pero escuchar lo que salió de los labios de Saravi, simplemente me rompió. Necesitaba preguntar de nuevo, quizás había escuchado mal, eso debía ser, necesitaba que esto no fuera verdad. —¿Qué?… no, ¿estabas embarazada? —mi voz sonó inestable, ella bajó la mirada mientras sus labios temblaban asintiendo. —No tienes idea de lo que pensé de ti… Me despego de sus brazos solo para respirar un poco, ahora mismo el aire me falta. Saber
Kalil. Cuando abrí la puerta, el rostro de mi madre apareció, su mirada se giró hacia ella detallándola de arriba hacia abajo mientras hacia una mueca en su rostro.Por alguna razón me dieron ganas de reír al ver su expresión, Saravi era muy evidente, aparte sus labios estaban muy hinchados, debo confesar que fui muy brusco al besarla.—Necesito hablar contigo, Hijo —dijo por fin Zura fingiendo tranquilidad.—Puede ser más tarde madre, ahora debo acompañar a Saravi, nos reuniremos todos en el salón porque ella nos contará lo que ha pasado.Saravi apretó mi mano, dándome señal que estaba incómoda, así que pasé mi brazo por su hombro y uní mi cuerpo al de ella para que se sintiera tranquila, nunca nadie volvería a pasar por encima de ella.Jamás.
Saravi. Relatar mi recuerdo no estaba siendo fácil. Aquellos momentos fueron devastadores para mí, el corazón se me había partido cuando me había separado de Kalil en aquel lugar hace un año ya, yo quería realmente que todo resultara como estaba planeado, yo estaba segura que volvería al palacio. Pero la vida había preparado otro asunto para mí. Mi corazón estaba dividido en dos en este instante, eso no significaba que viera a Omer como un hombre a quien pudiera corresponder mis sentimientos. Yo amaba a Kalil con todo mi corazón y de eso no tenía duda, aun cuando todo este tiempo estuvimos separados, no hubo nada que menguara la intensidad con la que mi alma lo amaba. Antes de recordar sentí un gran rechazo por el padre de mi bebé y me prometí a mí misma jamás retroceder, pero ahora las cosas eran diferentes, sabía quién era yo y a donde pertenecía. Sin embargo, me dolía muchísimo ver el estado de Omer, él estaba sufriendo, é
Saravi. Agaché mi cabeza, no quería contestar a ninguna de ellas, no quería decir nada que revelara que había verdad en todas ellas. —Saravi, no quiero ser la persona que abra tus ojos, pero yo… yo te amo —mis ojos se abrieron—. No quiero que te dañen, yo quiero protegerte como nadie nunca lo hizo Saravi, y puedo notar que aquí en este palacio no muchos están dispuestos hacerlo. Giré de inmediato, le di la espalada mientras trataba de tranquilizar mis nervios. —Omer… tú no entiendes por lo que hemos pasado Kalil y yo —me volví hacia él—. ¿Recuerdas a la reina traidora? Un día dijiste que merecía la muerte… —No te conocía. —No hubiese hecho falta, Omer —refuté —¡No Saravi!, si ese hubiese sido el caso te elegiría una y otra vez. ¿Me entiendes? No estoy jugando aquí, no lo estoy haciendo, yo estoy dispuesto… —¡Omer! —Ya no podía dejar que continuara, esto ya no tenía sentido—. Yo me quedaré… esa
Saravi.—Había muchas cartas. Así que tomé la caja, la puse en su lugar y me llevé todas las cartas. Me instalé en mi oficina y las ordené por fechas.Di una mirada larga a Nadia, y ella solo negaba varias veces. Sabía que una de las cosas que diría mi padre, sería sobre el engaño de mi madre con Umar. Sin embargo, la forma en como mi padre estaba contando el relato me asustaba más.—Tienen años en eso Saravi, años de engaño, de traición… —dice mi padre afligido—. Jemina siempre me hizo creer que la corona tenía un pensamiento agradable para con nosotros. Así que tomé las invitaciones al palacio como una bendición. Pero no era de esa forma.Mi cabeza se agacha lentamente mientras niego varias veces, quiero detener el relato que está matando a mi padre, pero &eac