Saravi (Nahid).
Una hermosa cena se desarrollaba en el palacio. El Rey invitó algunos comensales, personas importantes y generales de su ejército a la mesa.
Una mesa larga, donde al menos veinte personas se encontraban sentadas charlando de forma amena y comiendo plácidamente de sus platos.
Omer parece alegre, su madre quien se encuentra a su lado derecho, lo observa con fascinación mientras él relata un recuerdo de cuando llegó Abdel al palacio. Todos ríen muy complacidos, Abdel sigue su narración asintiendo para dar respuesta a su hermano.
Por mi parte, estoy a lado izquierdo de la mesa, con la mano del rey puesta sobre mi mano, como si yo fuese una persona importante, como si mereciera estar aquí. Algunas miradas viajan de vez en cuando a nuestras manos tomadas y la mirada de Annisa brilla al ver a su hijo tan feliz mientras ríe por lo que volvió a decir Omer.
Hoy estamos celebrando el fin de año, por fin llegó el día, y esta cena se organizó para ello. Las personas aquí presentes trajeron obsequios para su rey, parece que es costumbre hacerlo. Así que pienso rápidamente que yo misma tengo uno para él.
El rey me da miradas largas, a la vez que contesta una que otra pregunta, todos quieren atraer su atención, todos quieren caer bien ante él. Así que luego de que la cena termina, un salón más amplio es anunciado para que todos pasen allí para ser atendidos.
Mi silla es sostenida por el Rey, quien me da su mano para continuar con las charlas en el salón consiguiente. Entre tanto yo solo observo y devuelvo los gestos a quien me mira.
—Mi señor —dice un hombre por detrás de nosotros al entrar al salón, hecho que nos hace girar en son de la voz—. Quisiera comentarle algunas cosas para cuando vaya a Angkor…
El rey asiente mirándome un poco decepcionado, pero yo le devuelvo una sonrisa y suelto mis manos de su agarre para dejarle solo con el hombre.
Camino lentamente por todo el lugar, sonrió y saludo mientras que me voy escabullendo hacia las afueras del salón donde hay un balcón al aire libre.
La iluminación es más íntima aquí, las estrellas y la luz de la luna tocan cada espacio haciendo que de alguna forma me sienta… melancolía. Suspiro pesadamente, aquí puedo encontrarme conmigo misma y con los pensamientos que me han atormentado en estos últimos días.
Los sueños son confusos, no veo rostros, pero puedo escuchar voces, voces que susurran en mis oídos, que me llaman, pero luego que despierto no logro diferenciar nada, no logro obtener una respuesta, que por más que investigue en mi cabeza, nada aparece en mis recuerdos.
Y eso, eso me agobia en sobre manera.
Paso los dedos por una pequeña bolsa de cuero puro, ella tiene grabado la inicial del nombre de Omer en su piel. Allí dentro, está el regalo que compré para él y espero que le guste.
—Logré escapar
Doy un salto ante el susto de la voz de Omer, él llega rápidamente hacia mí un poco avergonzado.
—Lo siento, no era mi intensión asustarte —dice tomando mi rostro en una caricia—. Solo estoy feliz de haber podido escabullirme.
Su sonrisa se amplía en sus labios contagiándome al instante.
—Es bueno descansar… No puedes matarte en… trabajo.
Una sensación muy extraña se apodera de mí, me siento como si hubiese vivido esto en algún momento.
—¿Qué ocurre? —Pregunta Omer levantando mi rostro—. ¿Por qué cambiaste de repente?
Mi mirada se centra en su rostro mientras dudo, ni yo misma entiendo que me pasa, no sé qué hacer, no sé qué decir; pero cada día que pasa me siento más extraña. Él espera paciente mi respuesta, con un dejo de preocupación que se intensifica cada vez más.
—O-Omer… Algo, algo extraño está pasándome… —digo tomando la valentía.
—¿A qué te refieres Nahid? ¿Alguien te dijo algo? ¿Alguien te lastimó? ¡¿Qué ha pasado?! ¡Dime!
—Espera… —le tranquilizo atreviéndome a tocar su pecho con mi palma—. Nadie hizo nada. Soy yo.
La confusión se apodera de él.
—No te entiendo, y me asusta —confiesa.
—Omer, he estado teniendo una serie de episodios bastante extraños, no puedo explicarte muy bien de que se trata —comienzo por confesarle quitando mi tacto de él, colocando mis manos en el balcón de piedra y mirando hacia lo lejos—. A veces vienen a mí pensamientos muy confusos, es como si de alguna forma mi mente comenzara a recordar.
—Eso es… bueno —dice bajo, aunque no puedo ver su expresión. En realidad, me apena esto, pero no tengo a quien más recurrir.
—Siento agobiarte con todo esto. El médico dijo que posiblemente puedan regresar muchas cosas a mi memoria, como tal vez nunca logre recordar nada…
Omer suspira muy cerca de mí, tomándome por los hombros y girándome hacia su dirección.
—Lo que menos haces es agobiarme, Nahid. No sé si deseas recuperar la memoria, si es así o si no, yo igual te apoyaré en todo. Yo… Yo soy muy afortunado de tenerte aquí… de tenerte conmigo.
—Y te agradezco por eso, no sé cómo pagarte todo…
—¡No, por favor! —Interrumpe un poco angustiado—. No es así que quiero que te sientas conmigo, no deseo que te quedes aquí por agradecimiento, no lo soportaría.
Sus palabras me hacen sentir culpable, sin embargo, no puedo mentirme a mí misma, no sé lo que siento por él, no sé exactamente si quiero pertenecer aquí el resto de mi vida, porque ni siquiera sé quién soy.
Mi cabeza se agacha un poco desanimada.
—¿Qué cosas recuerdas? —pregunta él nuevamente.
—Es muy distorsionado… —comienzo a relatar—. A veces estoy haciendo cosas cotidianas y de repente me dan ganas de decir algunos nombres, pero cuando los voy a gesticular los olvido por completo.
El rey me observa expectante y asiente para que continúe.
—A veces sueño con personas, los episodios siempre son oscuros y nunca veo los rostros de ellas, oigo sus voces y me llaman como en susurro.
—¿Cómo te llaman? —pregunta interesado.
—Cuando despierto quiero recordar cómo lo hacen, porque estoy segura de que lo escucho en el sueño, pero nada viene a mí. Esa situación me frustra, tanto, que llega a dolerme la cabeza y a crearme una inestabilidad apremiante.
—Debe ser normal —dice suavizando sus gestos—. Puede que en el fondo quieras recordar, no debe ser nada grato olvidar todo.
—Es desgastante sentirse así —respondo con sinceridad —. Hay muchas cosas que quisiera saber, por ejemplo, mis padres, si tenía amigos, si tenía más familia…
El rostro de Omer se coloca en tensión acercándose a mí lo suficiente, para ponerme nerviosa.
—¿Quieres también saber sobre el padre de tu bebé?
La pregunta me impacta a tal punto que retrocedo varios pasos hacia atrás, la forma de su pregunta y su expresión jamás la había evidenciado en él. Por otro lado, el corazón comienza a latirme con fuerza cuando me toca el tema.
Debo confesar que esta última semana no he dejado de pensar en ello por más que quiera. Las dudas me han tomado por completo cambiando de opinión con lo que una vez pensé.
El tiempo definitivamente es un brebaje para el corazón, de cierta forma calma la angustia, apacigua los sentimientos, pero siempre después que todo el efecto pasa, quieres saber por qué algo que está dentro de ti, no deja de atormentarte.
—Nahid —reclama Omer nuevamente sintiéndose culpable—. Lo siento, siento mucho portarme así. No quiero que lo veas como un reclamo, yo también me lleno de inseguridades con respecto a ti.
—Pensé que quería olvidar —digo mientras mis labios tiemblan—. ¿Pero cómo puedo comenzar una vida así? Lo que menos quiero es perjudicarte, no quiero dañar tu reputación, ni lo que les ha costado tanto levantar —digo a punto de colocarme a llorar.
—No, espera, no digas eso… —sin verlo anticipado, me abraza, hundiendo mi rostro en su pecho, permitiendo que las lágrimas que tanto quise esconder, se escapen de mis ojos.
—¡Lo siento Omer! ¡No entiendo nada! —Digo sollozando—. ¿Por qué me dejarían allí? ¿Por qué nadie pudo buscarme? ¿Fui tan mala persona que ni eso merecí?
Sus brazos me envuelven aún más pegándome totalmente a su pecho. Descargo la tensión que todos estos meses se había acumulado en mí. Lidiando con un dolor que ni yo mismo logro entender.
Solo sé que me duele, solo sé que me agobia y me hace sentir triste, es como si mis emociones no hubiesen olvidado, como si una caja hubiese sido escondida en lo más profundo de mi ser negándose solo a mi conciencia, pero dejando que mi cuerpo y sentimientos si reconozcan por lo que pasé.
Me despego lentamente mientras le miro a los ojos, suplicante.
—Es un dolor aquí permanente —digo colocando la mano en mi pecho—. Es una carga.
—Nahid —susurra—. Déjame ayudarte, deja que yo me gane ese corazón herido, déjame entrar en él ¡Por favor!
Mis labios tiemblan indecisos.
—¿Qué pude haberle hecho a ese hombre Omer? ¿Qué fue tan malo para que ni un bebé inocente le importara? —me atrevo a preguntarle.
Entonces el rey toma mi rostro y lo acerca a él.
—¡Es un miserable! ¡Un cobrarte que no te merece! Pero me tienes a mi Nahid, tienes a este hombre que cada día te quiere más —responde con los ojos cerrados y un rostro perturbado.
El momento es tan arrollador que le abrazo, le tomo sorpresivamente abrazándole sin importar que este no sea un acto decoroso.
—¡Por favor! ¡No me dejes! —suplico asustada—. No cambies.
Omer corresponde mi gesto, abrazándome más a él.
—Nunca lo haré, te lo prometo.
En un instante se despega de mí y de forma rápida une sus labios a los míos. Aunque mi cuerpo se estremece por el contacto no queriendo responder de inmediato, no le rechazo en ningún momento.
Quiero recordar, quiero saber que pasó en mi vida, e intentaré cada día luchar por eso. Sin embargo, eso no quitará que ahora mismo soy otra persona diferente, una que de cierta forma le cambió la vida, que tendrá que aceptar que este ahora es su lugar. Tendré que aceptar que las personas que estuvieron en mi pasado no me quisieron a su lado, y tendré que aceptar que por más duro que sea saber la verdad, ahora yo pertenezco aquí, junto a Omer…
Saravi (Nahid)Así como la noche terminó, seis días pasaron rápidamente dándole inicio a nuevo año, los recuerdos confusos seguían, junto con alguno que otro sueño que de vez en cuando se volvía una pesadilla.Omer y yo no volvimos a tocar el tema, pero ese día después de darle mi regalo, sus ojos brillaron como nunca.Le regalé una estrella de seis puntas, deseándole un futuro próspero a Yomal y que el cielo diera su bendición, acompañándolo con sabiduría y buen juicio para que fuera el mejor rey que nuestro país haya tenido.Él, se había quedado sin palabras, y después de algunas horas durante la velada, me había sorprendido pidiéndome la mano. Me impresioné mucho, aunque lo había visto venir, Omer estaba refrenado por mi actitud y
Kalil.El controversial día llegó. Cierto temor se asoma cuando al despertar cae un pensamiento de inmediato, sin siquiera dejarme saludar el día.Hoy será mi compromiso con Alinna, junto al compromiso de mi hermana con Basim. Me siento de golpe, hay mucho por hacer, imagino que justo ahora en el palacio hay un revuelo; algunas personas tratando de que todo salga perfecto esta noche, y otras atendiendo desde ayer a nuestros huéspedes.Me levanto despacio y sin apuro, abriendo las puertas de mi balcón para asomarme a ellas. La mañana está helada, pero de cierta forma esto apacigua todas las sensaciones que tengo dentro de mi cuerpo.Todo estará bien, me digo a mí mismo, todo pasará muy rápido. Así que tomo un baño y me visto por completo, hoy llegará Fais al palacio, y estoy más
Kalil.Un montón de gente se encuentra en mi habitación desde hace una hora aproximadamente. La noche ha caído cubriendo el palacio y sus alrededores, mientras todos esperan en el Gran salón.Sastres ordenan mi traje de color negro, colocando en su lugar los botones dorados de mis puños, junto con las insignias en mi chaqueta.Todo está listo, pero mi cuerpo no quiere dar un paso hacia la salida, se niega hacerlo.—La familia real lo espera Majestad —advierte un lacayo cerca de mí, esperando mi salida para que una carabina me prosiga.Cierro mis ojos con fuerza mientras suelto el aire varias veces. No tengo nada en mi mente, ahora mismo mis pensamientos están en blanco. Camino decidido, mientras mi corazón reclama insistente en mi pecho. Como si cada paso que ejecutará estuviese rompiéndome por dentro.Al llegar noto qu
Saravi (Nahid).El reflejo de mi imagen en el espejo, tuerce una sonrisa en mi rostro. Estoy complacida con lo que han hecho con mi cabello, lo han dejado suelto, pero los detalles son preciosos. El vestido es muy elegante, el color es crema con algunos destellos dorados y cafés, la cinta que ata mi cintura tiene varias incrustaciones en bronce haciendo que mi figura se realce con el detalle.Paso mi mirada a mi rostro, mis labios tienen un tono rosa, junto con un leve rubor en mis mejillas, no sé qué hicieron en mis ojos, pero estos, ahora se ven más profundos.En definitiva, me veo totalmente relajada y serena. Esto se debe a que cuando llegamos ayer por noche, solo comí algunos bocados, me di un baño largo y a los pocos minutos ya mis párpados se cerraban ante el cansancio del viaje.Era muy tarde cuando me levanté, porque justo cuando salí de la habitación,
Saravi (Nahid).Annisa sonríe, y Omer se levanta separando mi silla. Entonces tomo su mano colocándome de gancho, al mismo tiempo que la reina se coloca en el otro costado.Las personas nos observan mientras emprendemos el camino, los pasos son lentos y seguros, ya que Omer tiene cuidado de nuestros vestidos. Trato de colocar mi mejor rostro, de sonreír, de asomar una buena aptitud, para ser bien recibida.«Pero algo sucede»A medida que nos acercamos, toda la fila de la realeza me observa, me detalla cambiando su expresión, es como si algo aterrador estuviese sucediendo, como si de alguna forma el miedo se hubiese calado en sus rostros.La inseguridad se impregna en mí de inmediato, me tenso enseguida, temiendo lo peor. ¿Qué he hecho mal? ¿O qué fue lo que hice? Reviso mi vestido para ver si algo ha pasado con él, toc&oacut
Kalil. El corazón me late recio, cabalga desbocado chocando contra mi pecho sin piedad alguna. Envía señales a todo mi cuerpo haciéndole vibrar, entonces no sé si es más fuerte la emoción o el miedo que me tienen agitado, pero estoy seguro de que ahora mismo ningún sentimiento coordina en mí. No puedo controlar el temblor que se me ha impregnado desde hace un tiempo en que la vi, aquel momento en que la realidad llegó a mi conciencia estremeciéndome de forma abrupta, para que reconociera que era ella. Pareciera que el cielo hubiese escuchado mi plegaria, una plegaria que hacía un vagabundo corazón muriendo cada día. Sin embargo, la vida puede cambiar en cuestión de segundos, y la mía se llama Saravi. Han pasado al menos diez minutos desde que ella perdió el conocimiento. Minutos largos y tensos, muy tensos. Ella había caído en mis brazos y sin pensarlo yo la traje a esta habitación. «Nuestra
Kalil. —Se la llevará luego de que me mates a mí por supuesto… —digo en tono amenazante hacia su lugar. —Majestad… —interrumpe Fais a mi lado—. Es necesario que… Saravi despierte primero, esto, esto podría asustarla mucho. —Usted tiene razón —responde Bozkurt —. Ahora si lo permiten buscaré a mi madre, ya que, en medio de toda esta locura, la perdí de vista. El hombre comienza a caminar en dirección de la salida, pero Hanna lo detiene. —Señor ¡por favor! Déjeme asignarle a un lacayo, él le servirá de guía en todo lo que necesite. Entonces el hombre asiente y sale con mi hermana del salón. Suelto el aire varias veces mientras voy dando vueltas de un lado para el otro. Necesito hacer algo, no puedo quedarme de brazos cruzados, no puedo. El relato de ese hombre me ha hecho sentir un miserable, un maldito que dejó que Saravi pasara por todo esto, toda la culpa es mía, todo su sufrimiento cae en m
Kalil. Fue muy difícil pasar la noche a su lado y querer dormir profundamente. Era imposible no querer tocarla, abrazarla y besarla cada vez que podía; literalmente yo había decidido atormentarme durante toda la noche. «Pero no me arrepentía», necesitaba tanto de esto, era como si de alguna forma mi cuerpo hubiese encontrado su orilla, para así entonces poder respirar, descansar, sonreír… Había pasado no sé cuánto tiempo observándola, entretanto las sonrisas se me deslizaban sin control alguno cada vez que ella entre sus sueños, fruncía el ceño. Había delineado más de cien veces sus labios, los había besado cada vez que podía, quería de cierta forma impregnar todo de mí en ella, necesitaba que su inconsciente despertara también, y que por fin se uniera a mis brazos tanto como yo lo deseaba. La situación no era fácil, de hecho, no solo estaba luchando contra otro reino por Saravi, yo estaba luchando más que t