Saravi (Nahid)
Así como la noche terminó, seis días pasaron rápidamente dándole inicio a nuevo año, los recuerdos confusos seguían, junto con alguno que otro sueño que de vez en cuando se volvía una pesadilla.
Omer y yo no volvimos a tocar el tema, pero ese día después de darle mi regalo, sus ojos brillaron como nunca.
Le regalé una estrella de seis puntas, deseándole un futuro próspero a Yomal y que el cielo diera su bendición, acompañándolo con sabiduría y buen juicio para que fuera el mejor rey que nuestro país haya tenido.
Él, se había quedado sin palabras, y después de algunas horas durante la velada, me había sorprendido pidiéndome la mano. Me impresioné mucho, aunque lo había visto venir, Omer estaba refrenado por mi actitud y
Kalil.El controversial día llegó. Cierto temor se asoma cuando al despertar cae un pensamiento de inmediato, sin siquiera dejarme saludar el día.Hoy será mi compromiso con Alinna, junto al compromiso de mi hermana con Basim. Me siento de golpe, hay mucho por hacer, imagino que justo ahora en el palacio hay un revuelo; algunas personas tratando de que todo salga perfecto esta noche, y otras atendiendo desde ayer a nuestros huéspedes.Me levanto despacio y sin apuro, abriendo las puertas de mi balcón para asomarme a ellas. La mañana está helada, pero de cierta forma esto apacigua todas las sensaciones que tengo dentro de mi cuerpo.Todo estará bien, me digo a mí mismo, todo pasará muy rápido. Así que tomo un baño y me visto por completo, hoy llegará Fais al palacio, y estoy más
Kalil.Un montón de gente se encuentra en mi habitación desde hace una hora aproximadamente. La noche ha caído cubriendo el palacio y sus alrededores, mientras todos esperan en el Gran salón.Sastres ordenan mi traje de color negro, colocando en su lugar los botones dorados de mis puños, junto con las insignias en mi chaqueta.Todo está listo, pero mi cuerpo no quiere dar un paso hacia la salida, se niega hacerlo.—La familia real lo espera Majestad —advierte un lacayo cerca de mí, esperando mi salida para que una carabina me prosiga.Cierro mis ojos con fuerza mientras suelto el aire varias veces. No tengo nada en mi mente, ahora mismo mis pensamientos están en blanco. Camino decidido, mientras mi corazón reclama insistente en mi pecho. Como si cada paso que ejecutará estuviese rompiéndome por dentro.Al llegar noto qu
Saravi (Nahid).El reflejo de mi imagen en el espejo, tuerce una sonrisa en mi rostro. Estoy complacida con lo que han hecho con mi cabello, lo han dejado suelto, pero los detalles son preciosos. El vestido es muy elegante, el color es crema con algunos destellos dorados y cafés, la cinta que ata mi cintura tiene varias incrustaciones en bronce haciendo que mi figura se realce con el detalle.Paso mi mirada a mi rostro, mis labios tienen un tono rosa, junto con un leve rubor en mis mejillas, no sé qué hicieron en mis ojos, pero estos, ahora se ven más profundos.En definitiva, me veo totalmente relajada y serena. Esto se debe a que cuando llegamos ayer por noche, solo comí algunos bocados, me di un baño largo y a los pocos minutos ya mis párpados se cerraban ante el cansancio del viaje.Era muy tarde cuando me levanté, porque justo cuando salí de la habitación,
Saravi (Nahid).Annisa sonríe, y Omer se levanta separando mi silla. Entonces tomo su mano colocándome de gancho, al mismo tiempo que la reina se coloca en el otro costado.Las personas nos observan mientras emprendemos el camino, los pasos son lentos y seguros, ya que Omer tiene cuidado de nuestros vestidos. Trato de colocar mi mejor rostro, de sonreír, de asomar una buena aptitud, para ser bien recibida.«Pero algo sucede»A medida que nos acercamos, toda la fila de la realeza me observa, me detalla cambiando su expresión, es como si algo aterrador estuviese sucediendo, como si de alguna forma el miedo se hubiese calado en sus rostros.La inseguridad se impregna en mí de inmediato, me tenso enseguida, temiendo lo peor. ¿Qué he hecho mal? ¿O qué fue lo que hice? Reviso mi vestido para ver si algo ha pasado con él, toc&oacut
Kalil. El corazón me late recio, cabalga desbocado chocando contra mi pecho sin piedad alguna. Envía señales a todo mi cuerpo haciéndole vibrar, entonces no sé si es más fuerte la emoción o el miedo que me tienen agitado, pero estoy seguro de que ahora mismo ningún sentimiento coordina en mí. No puedo controlar el temblor que se me ha impregnado desde hace un tiempo en que la vi, aquel momento en que la realidad llegó a mi conciencia estremeciéndome de forma abrupta, para que reconociera que era ella. Pareciera que el cielo hubiese escuchado mi plegaria, una plegaria que hacía un vagabundo corazón muriendo cada día. Sin embargo, la vida puede cambiar en cuestión de segundos, y la mía se llama Saravi. Han pasado al menos diez minutos desde que ella perdió el conocimiento. Minutos largos y tensos, muy tensos. Ella había caído en mis brazos y sin pensarlo yo la traje a esta habitación. «Nuestra
Kalil. —Se la llevará luego de que me mates a mí por supuesto… —digo en tono amenazante hacia su lugar. —Majestad… —interrumpe Fais a mi lado—. Es necesario que… Saravi despierte primero, esto, esto podría asustarla mucho. —Usted tiene razón —responde Bozkurt —. Ahora si lo permiten buscaré a mi madre, ya que, en medio de toda esta locura, la perdí de vista. El hombre comienza a caminar en dirección de la salida, pero Hanna lo detiene. —Señor ¡por favor! Déjeme asignarle a un lacayo, él le servirá de guía en todo lo que necesite. Entonces el hombre asiente y sale con mi hermana del salón. Suelto el aire varias veces mientras voy dando vueltas de un lado para el otro. Necesito hacer algo, no puedo quedarme de brazos cruzados, no puedo. El relato de ese hombre me ha hecho sentir un miserable, un maldito que dejó que Saravi pasara por todo esto, toda la culpa es mía, todo su sufrimiento cae en m
Kalil. Fue muy difícil pasar la noche a su lado y querer dormir profundamente. Era imposible no querer tocarla, abrazarla y besarla cada vez que podía; literalmente yo había decidido atormentarme durante toda la noche. «Pero no me arrepentía», necesitaba tanto de esto, era como si de alguna forma mi cuerpo hubiese encontrado su orilla, para así entonces poder respirar, descansar, sonreír… Había pasado no sé cuánto tiempo observándola, entretanto las sonrisas se me deslizaban sin control alguno cada vez que ella entre sus sueños, fruncía el ceño. Había delineado más de cien veces sus labios, los había besado cada vez que podía, quería de cierta forma impregnar todo de mí en ella, necesitaba que su inconsciente despertara también, y que por fin se uniera a mis brazos tanto como yo lo deseaba. La situación no era fácil, de hecho, no solo estaba luchando contra otro reino por Saravi, yo estaba luchando más que t
Kalil. Tomo la iniciativa y me acerco a ellos, me trago la incertidumbre, la rabia y sobre todo el miedo. Pero no hay otra manera, y yo jamás volveré a colocar a Saravi de prueba, eso jamás lo haré. —Pueden quedarse el tiempo que tenían estipulado —digo y todos se giran hacia mí—. Se había planeado tres días, Rey Omer, sigamos el plan como está organizado, usted sabe que aún debemos reunirnos y plantear negocios con otros países, contando por supuesto las relaciones de Yomal y Angkor. Él achica sus ojos sin entender el cambio de mi actitud, entonces sigo con el discurso. —Sigamos el protocolo, y a la misma vez, deje que… Ella, esté en el palacio de forma natural, con esto quiero decir que nadie le impondrá nada, nadie la llamará diferente ni le hablará de su pasado. Así veremos qué pasa. Los ojos de todos están abiertos y expectantes, Fais, como todo experto no cree mucho mis palabras, sin embargo, él y Janí, solo cal