Quisiera odiarte
—No me voy a ir hasta saber algo de Ximena — dijo Connie porque en verdad le preocupaba la salud de la niña que en tan poco tiempo ya se había ganado su corazón.

—Pero mi amor, debes estar cansada — insistió Gabriel.

Connie no estaba dispuesta a irse, no solo porque genuinamente estaba preocupada por la niña, sino porque tampoco quería dejar a Gabriel a solas con la hurraca.

Sonrió para sus adentros al llamarla “urraca” siempre le parecieron feos esos pajarracos negros y la voz de Laura le recordaba el sonido de sus graznidos escandalosos.

—No insistas corazón, ya te dije que voy a quedarme y lo haré, solo voy a llamar a mi tía para decirle que llegaré más tarde, porque también necesito pedirle un favor.

Se alejó un poco para sacar su móvil, no solo estaba preocupada por Ximena, había dejado a Paquito y a Lolita al cuidado de la hermana Mica y esos niños eran su responsabilidad, su madre se los había confiado y se había comprometido a cuidarlos como si fueran sus hijos.

Cuando vo
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