Estimadas lectoras, una disulpa por haber dejado pasar tato tiempo, mi salud física y mental me alejó de mi pasión por escribir, pero estoy de vuelta, espero que todavia guarden un poquito de interés por saber el final de esta historia. Mil gracias por su comprensión.
Connie sintió que el corazón le estallaba de dolor al ver caer a Gabriel y ver la angustia de su pequeña hija desorbitando sus inocentes ojos, se sintió impotente al estar atada y no poder correr hacia él para ayudarle.Michelle corrió hacia él cuando vio que Laura dejaba caer el arma al piso estaba muy consternada por haber sido su cómplice en la muerte de Maciel y ver a Gabriel así de vulnerable la hizo pensar en todo el daño que había hecho al falsificar los estudios médicos de aquélla pobre mujer que prefirió morir antes que ver sufrir al hombre que amaba.Una vez que se aseguró de que Gabriel estaba vivo, llamó una ambulancia y ayudó a Connie a liberarse de sus ataduras, el instinto maternal de Connie fue correr hacia Ximena y los niños para liberarlos y asegurarse de que estuvieran bien antes de acercarse a Gabriel para darle ánimos, para suplicarle que no la dejara y que luchara por su vida.—¡Gabriel no te atrevas a dejarme! — le ordenaba mientras acariciaba su cabello y soste
Gabriel salió del hospital solo unos días después, por fortuna la bala no había dañado ninguno de sus órganos vitales y con Laura y Michel lejos de sus vidas ya solo habría felicidad para ellos y sus pequeños hijos.Cuando Gabriel terminó su convalecencia en casa se dio cuenta de que Connie encendía una veladora y colocaba unas flores sobre un altar que tenían en casa dedicado a la virgen de Guadalupe.—Gracias cariño, supongo que tu Fe fue muy importante para mi recuperación y que todo saliera bien en mi cirugía.Connie se ruborizó un poco, Gabriel pensaba que esa veladora era para agradecer por la vida de su esposo, y sí junto con los niños y con la hermana Mica y la Madre superiora, habían pasado hora rezando, pidiendo un milagro y también habían ofrecido una misa para dar gracias porque estaba vivo, pero en esa ocasión, la veladora era para pedir por el eterno descanso de Santiago de Alvarado.—Claro que estoy muy feliz y le doy gracias a Dios por tu recuperación amor mío, pero es
Connie miró a través de la ventanilla del autobús, sintió una pequeña opresión en el pecho al tener que dejar Acapulco, la ciudad en la que había decidido construir una vida llena de lujos al casarse con un hombre millonario. La belleza y majestuosidad del océano pacífico que podían maravillar a cualquier turista nacional o extranjero, para ella solo significaban dejar atrás uno de los episodios más bochornosos de su vida. Tuvo el impulso de cerrar la cortina para evitar que el sol le diera directo en el rostro, pero solo cerró los ojos y dejó que los rayos acariciaran sus mejillas por última vez. No pudo evitar recordar el día de su boda fallida. Cuando pensó que estaba a punto de cumplir su sueño de convertirse en la esposa de un hotelero millonario. Todo se vino abajo cuando éste descubrió que ella había estado jugando una doble vida y la despreció de la manera más humillante delante de todos los invitados de la boda al negándose a casarse con ella en el último momento. Eso fue
Gabriel Herrera se miró frente al espejo mientras colocaba loción en su barba recién afeitada.Se quedó mirando por un momento su rostro, a sus treinta y dos años parecía que había envejecido de manera prematura. Hacía ya cinco años de la tragedia que lo llevó a estar en ese estado. Parecía como si hubiera sido el día anterior.Por unos segundos que parecieron horas, las imágenes de lo sucedido con Maciel su difunta esposa pasaron por su mente.Era su quinto aniversario de bodas, su pequeña hija tenía apenas un año de nacida. Ambos acordaron dejar a la niña con sus abuelos para festejar su aniversario como a ellos les gustaba hacerlo, practicando deportes extremos y esta vez la idea era lanzarse en paracaídas desde una altura que nunca habían experimentado.Todavía podía escuchar los gritos de Maciel y volvía a sentir la impotencia de no poder hacer nada por ella al comprobar que su paracaídas no había funcionado y caía al vacío hacia una muerte segura.Fueron noches interminables con
A Connie se le hizo un hueco en el estómago. La pobre chica era de su misma edad, morir a los veinte años con toda una vida por delante era una tragedia. Se le erizó la piel solo de pensar que podría haber sido ella y que nadie tenía la vida asegurada, cualquiera podría morir sin importar la edad.En un segundo pasó por su mente todo lo que había vivido en su infancia, desde el día que supo que su destino era repetir la historia de su madre y que tarde o temprano ella también tendría que vender su cuerpo para sobrevivir.Cuando salió de Acapulco se juró a si misma que iba a cambiar de vida, que nunca volvería a ser la misma de antes y quizá haber conocido a esa chica e el autobús era lo que necesitaba en ese momento para cumplir su objetivo.Una idea descabellada pasó por su mente. Era una locura, pero quizá la vida le estaba presentando la oportunidad de iniciar de nuevo, sin un pasado con otro nombre.—Se llama Concepción Rivas y no, ella no tiene familia, es huérfana es mi amiga y
—Lo siento Laura, debo contestar, puede tratarse de Ximena, está sola en casa con la niñera y pudo surgir una emergencia.—Sí claro, tienes razón— dijo fingiendo una sonrisa comprensiva, pero en el fondo le molestaba de sobremanera tener que posponer sus planes por culpa de esa chiquilla caprichosa.Tuvo que contener su rabieta cuando escuchó que Gabriel se preocupaba y comenzaba a abotonar su camisa nuevamente. Por lo que pudo escuchar Ximena tenía fiebre y la niñera había llamado a Gabriel para que fuera de inmediato.—Ve, ve con ella, no te preocupes por mí, sabes que entiendo que siempre serás padre antes que hombre y por favor, mantenme informada sobre el estado de salud de Ximena, sabes cuánto la quiero.Gabriel le dio un beso en la frente y prometió que en cuanto pudiera le compensaría por esa noche y festejarían su compromiso como era debido y salió corriendo a su casa para atender a su hija.Era difícil para un hombre solo y joven criar a una niña, esos cinco años él se había
Connie salió de aquél bar asqueada por lo que representaba en su vida, sabía que si entraba podía conseguir que un hombre pagara por su comida, bebida, e incluso le pagara por su compañía, pero no era lo que quería, después de la vergüenza sufrida en Acapulco, se rehusaba a volver a esa situación.—Viniste aquí a cambiar de vida y eso es lo que tienes que hacer, al menos tienes que intentarlo — se dijo en voz alta y siguió su camino.Miraba por fuera los restaurantes y los bares, era común en un lugar como ese, la zona turística estaba plagada de centros de diversión y abundaba la comida, tenía hambre, pero debía hacer que el dinero que tenía le rindiera el mayor tiempo posible.Respiró profundo y se cruzó a la acera del frente, tenía que alejarse de la zona turística y buscar un lugar para cenar, pero en un lugar más apartado, en la zona en la que acostumbraba a comer la gente local y que tenía que ajustarse a un presupuesto más económico.Por fortuna encontró una fonda que anunciaba
Decidió no abrir la puerta y dejar a su hija sola con sus oraciones, él le había enseñado que de esa manera podía sentir a su madre cerca y sobre todo que debía creer en Dios y que alguna vez ella y su madre volverían a verse en el cielo.No pudo dormir en toda la noche, solo pensaba en lo que tenía que decirle a Laura para retractarse del compromiso, sabía que no iba a ser fácil, solo esperaba que lo entendiera y que esa decisión no terminara con su amistada de tantos años.Era fin de semana y no tenía que ir a la oficina, en sus días de descanso le gustaba pasar el mayor tiempo posible con Ximena y después de lo ocurrido el día anterior, quería compensarla llevándola a la playa.Antes de levantarse de la cama le envió un mensaje a Laura, le proponía que se vieran esa misma noche para cenar y así podría hablar con ella sobre olvidar esa tontería del compromiso.Estaba a punto de levantarse para ir a ducharse cuando la puerta de su habitación se abrió.—¡Papi! ¡Papi! — entró Ximena ca