Querida lectora, si te está gustando esta historia, no te vayas sin dejarme un comentario y recuerda que si quires saber un poco más sobre la vida de Connie, debes leer Mi ex jefe, mi sugar daddy. Si te gusta mi trabajo te invito a leer mis otras historias: Se compra marido (completa), Por el amor del millonario (completa), Un lobo solitario (completa), La que ocupa mi lugar (actualización diaria dos capitulos por día)
—Te ves preciosa — le dijo mirándola a los ojos.—Tú también te ves muy guapo — contestó y las mejillas se le llenaron de rubor.Tomados de la mano comenzaron a caminar por la plaza, a Connie le sudaban las manos, nunca antes había sentido esa sensación.Gabriel se sintió como un adolescente, un adolescente al cual la chica más bonita del colegio le había dado la oportunidad de tener una cita.—¿Me vas a contar cómo es que terminaste en la calle? — se atrevió a preguntar.Gabriel no se veía mal de ninguna de sus facultades mentales, al contrario, parecía un hombre capaz de hacer cualquier actividad para ganarse la vida y aunque sintió vergüenza por su indiscreta pregunta, le daba curiosidad saber más de su vida.—Es una larga historia, pero ya te la contaré en otra ocasión hoy solo vamos a disfrutar el momento, ¿te parece si vamos a cenar algo?—Está bien, la verdad es que, si tengo hambre y no tengo mucho tiempo, mi tía me dio permiso solo hasta las nueve de la noche.—¿Vives con tu
—¡Espera! — dijo Gabriel cuando Connie sacó dinero para pagar la cuenta — conseguí un trabajo y esta vez invito yo.Sacó un billete de doscientos pesos que llevaba en la bolsa de los jeans y pagó la cuenta, un gesto que a Connie se le hizo maravilloso, eso quería decir que se había preocupado por ser él quien la invitara y que no era un hombre aprovechado que dejaría que fuera ella quien pagara siempre.—¿En verdad conseguiste un trabajo? ¡Eso es genial! Me alegro mucho por ti, sé que un hombre como tú puede ser mucho más que un…—¿Qué un indigente? — preguntó al ver que ella se avergonzaba por no atreverse a decirlo con todas sus letras.—Lo siento, yo…—No te preocupes, sé que tienes razón, ya te dije que un día de estos voy a contarte cómo llegué a la situación en la que me encontraste, por ahora solo te diré que no tienes nada de qué preocuparte, soy un hombre al que le gusta trabajar y, sobre todo, soy un caballero, si yo te invito la cena, yo pago la cuenta. —Gracias por ese de
Connie se levantó de prisa, menos mal no había logrado su objetivo de bajarle la cremallera porque entonces sí, estarían perdidos.—No estamos haciendo nada malo oficial — dijo Connie ruborizada.—No se preocupe oficial, yo respondo por lo que sea, pero deje que la señorita se vaya — dijo Gabriel tajante.—Lo siento, pero es mi deber remitirlos a los dos a la comisaría — dijo el policía con una sonrisa de burla.—Le aseguro que usted y yo podremos resolverlo, pero mi novia tiene que llegar a casa antes de las nueve y ya estaba por llevarla. Por favor, créame que yo voy a responder por mi atrevimiento. - A Connie le saltó el corazón al escucharlo decir: "mi novia"—Pero Gabriel — dijo Connie, pensando que era probable que el policía lo llevara a la comandancia y que tuviera que pasar algunas horas tras las rejas o pagar una multa que claramente él no podría costear.—No te preocupes por mí, yo ahorita me arreglo con el oficial, vete a casa y discúlpame por no poder acompañarte. Te espe
Gabriel odiaba la corrupción, pero no le convenía que su nombre se viera envuelto en un escándalo por faltas a la moral en un lugar público, ya bastante había tenido con el revuelo que se ocasionó con su supuesta homosexualidad inventada por Laura.En contra de sus principios y para evitar ir a la cárcel a pagar la multa, le ofreció al policía una compensación económica a cambio de su discreción, para su sorpresa, el oficial le dijo que le diera quinientos pesos y que ahí moriría el asunto.Maldijo la hora en que se le ocurrió la idea de seducir a Connie en el parque, pero sin duda había disfrutado mucho dándole placer y sintiéndola retorcerse a causa de su orgasmo.Volvió a su casa y todavía Ximena estaba despierta, entró en su habitación para darle un beso de buenas noches.—¿Sabes papi? Esta noche le pedí a mi mamá Maciel que le diga a Dios que por favor mi nueva mamá traiga consigo a mis hermanitos y estoy segura de que va a concederme mi deseo.—Ximena, cariño, no puedes pedirle
Connie abrió los ojos y estiró los brazos para desperezarse, tenía el cuerpo dolorido por la mala posición en la que se había quedado dormida, casi no pudo conciliar el sueño ya que los niños se despertaban sollozando y ella tenía que consolarlos para que volvieran a dormir.Los dejó en la cama unos minutos más en lo que bajó a supervisar que las mujeres hubieran preparado el desayuno y todo marchara como si la madre superiora se encontrara al frente del albergue.Todas las chicas refugiadas la trataban con respeto y admiración, no solo por ser la sobrina de la madre superiora, sino porque todas sabían que, gracias a ella y a su trabajo, no faltaba comida en la mesa, ni leche y pañales para los bebés.Estaban terminando de desayunar cuando la madre superiora y la hermana Mica volvían del hospital, cansadas por haber pasado la noche en vela ocupándose de que la mujer fuera atendida por sus múltiples lesiones.Reunieron a las mujeres y les dijeron que iban a necesitar ayuda para cuidar
—Toma la tarjeta de emergencias que está donde ya sabes y dile al chofer que las lleve al centro comercial, y por favor Paty, que Ximena no haga de las suyas y que no hable con extraños — le dio las recomendaciones a la niñera, al siguiente día le festejarían su cumpleaños a un compañero del colegio y él no tenía tiempo de llevarla a comprar el regalo, así que le encomendó a la niñera que se hiciera cargo. Lamentó no ser él quien la acompañara, pero tenía una reunión muy importante que no podía posponer. Por fortuna Paty era de su absoluta confianza y sabía que podía hacerse cargo del asunto, porque Ximena no le perdonaría ser la única que no llevara un obsequio para el festejado. Por fortuna su reunión terminó pronto y llamó a Paty para decirle que las alcanzaba en el centro comercial, las esperaría afuera para que volvieran con él a casa y aprovechar para comer con Ximena en casa. Paty colgó el móvil, veía a su niña tan feliz jugando con la desconocida y sus hijos que no quería de
Connie pasó toda la semana haciéndose cargo de los niños, Lolita y Paquito se habían ganado su corazón y saber que su mamá se estaba recuperando favorablemente le daba mucha alegría, esos niños necesitaban alguien como su mamá para cuidarlos y protegerlos, alguien capaz de dar la vida por ellos. Le dolió dejarlos al cuidado de una de las mujeres cuando tuvo que volver al trabajo, pero necesitaba tratar de conseguir al menos la mitad del dinero de la hipoteca para negociar la deuda. Cada noche a la hora de salir a bailar esperaba ver a Gabriel entre el público, pero se desilusionaba al ver que no estaba ahí. A Gabriel le pareció eterna la semana, solo esperaba que llegara el domingo para verla y porque ella le prometió que ese día pasaría todo entre ellos. En más de una ocasión estuvo a punto de ir al bar a verla bailar, pero solo de imaginar a todos esos hombres comiéndosela con la mirada lo hacía desistir. Finalmente, el domingo llegó Gabriel muy puntual esperando como la vez ante
Connie no dijo nada, pero era obvio que Gabriel no se sentía seguro de poder disfrutar con ella sin la fría protección de látex, en un principio se sintió lastimada, pero luego pensó que era mejor así, después de todo, ella tampoco sabía nada de la vida de él. En su situación de calle pudo haber estado expuesto a enfermedades y se sintió avergonzada por haber propuesto que se entregaran sin protección. Gabriel la tomó de los glúteos y la cargó para llevarla a la cama, con cuidado colocó las delineadas piernas sobre sus hombros y la embistió con fuerza. ¡Qué bien se sentía estar dentro de ella!, escuchar su respiración y sus gemidos que eran música para sus oídos. Cuando sintió que su clímax estaba próximo a llegar se detuvo, no quería terminar tan pronto. Con un movimiento la colocó boca abajo y se deleitó mirando su torneado trasero, la colocó en cuatro y tomándola por las caderas se sumergió dentro de ella y por instinto entrelazó sus dedos en su rubia cabellera. —¡Oh sí, así pap