Impostora
Connie no dijo nada, pero era obvio que Gabriel no se sentía seguro de poder disfrutar con ella sin la fría protección de látex, en un principio se sintió lastimada, pero luego pensó que era mejor así, después de todo, ella tampoco sabía nada de la vida de él. En su situación de calle pudo haber estado expuesto a enfermedades y se sintió avergonzada por haber propuesto que se entregaran sin protección.

Gabriel la tomó de los glúteos y la cargó para llevarla a la cama, con cuidado colocó las delineadas piernas sobre sus hombros y la embistió con fuerza.

¡Qué bien se sentía estar dentro de ella!, escuchar su respiración y sus gemidos que eran música para sus oídos. Cuando sintió que su clímax estaba próximo a llegar se detuvo, no quería terminar tan pronto.

Con un movimiento la colocó boca abajo y se deleitó mirando su torneado trasero, la colocó en cuatro y tomándola por las caderas se sumergió dentro de ella y por instinto entrelazó sus dedos en su rubia cabellera.

—¡Oh sí, así pap
Mony Ortiz

Jazmín, ¿qué piensas ahora de mi Gabrielito? No olviden dejar sus comentarios y gracias por darle amor a esta historia.

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