En ese preciso instante, mientras Alice, la jefa del departamento de policía, se encontraba inmersa en el análisis de una de las últimas publicaciones en la página web creada por el autodenominado Mess, una cascada de pensamientos se desencadenaba en su mente. Una sola palabra resonaba con fuerza: "enfermo". Era difícil no sentir una mezcla de repugnancia y horror al contemplar las grotescas escenas que se desplegaban ante sus ojos, testimonios sádicos de una mente retorcida y perturbada.
Habían transcurrido ya varios meses desde que Alice y su equipo se embarcaron en la búsqueda frenética de la persona responsable de tales atrocidades. Una afición depravada, tan macabra como misteriosa, motivaba a este individuo a torturar a sus víctimas con un propósito que escapaba a todo entendimiento. A pesar de los incansables esfuerzos, ni siquiera los más hábiles expertos informáticos de la policía habían logrado rastrear la dirección IP desde la cual se subían esos vídeos y entradas a internet.
El caso había desatado una ola de consternación que había abarcado prácticamente todo el estado de California. Las comunidades estaban en alerta máxima, padres temerosos por la seguridad de sus hijos y ciudadanos alarmados por la impunidad de este peligroso individuo. Sin embargo, hasta ese momento, la policía se encontraba en un callejón sin salida, sin una pista sólida que los guiara hacia el paradero o la identidad de este psicópata despiadado. Cada día que pasaba sin respuestas aumentaba la sensación de impotencia y frustración entre los investigadores.
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Al dejar atrás las tensiones acumuladas, Alice emprendió su camino hacia el automóvil, anhelando fervientemente llegar a su hogar y sumergirse en un sueño reparador que aliviara las cargas del día. A medida que avanzaba por una de las calles que desembocaba en una intersección ubicada a escasas tres cuadras de su destino, se podría especular que algunos atribuirían el infortunado incidente al estrés que la envolvía, mientras que otros simplemente lo achacarían al estigma de ser mujer al volante en una sociedad que aún arrastra prejuicios.
Sin embargo, la verdad detrás del suceso resultaba más compleja. Podría haber sido un capricho del destino o incluso una maniobra sutilmente orquestada por Simon, tejida en las sombras para alcanzar algún propósito oculto. Sea como fuere, en un giro inesperado, Alice ignoró el semáforo en rojo y terminó colisionando con la parte trasera del automóvil de este último, desencadenando así una cadena de eventos imprevistos.
Todo lo que ocupaba su mente en ese momento era cómo enfrentar al joven al que acababa de chocar y confesarle que, de todas las ironías, ella, la jefa del departamento de policía, había pasado por alto la señal de semáforo en rojo. La idea de revelar su identidad y el error cometido le resultaba abrumadora. ¿Cómo reaccionaría él? ¿Qué pensarían los demás conductores si se enteraban de que una autoridad policial había infringido las normas de tráfico?La perspectiva de que sus superiores se enteraran de este percance la llenaba de ansiedad. Imaginaba el descontento, la posible reprimenda y el temido descenso en su rango laboral. Pero lo que más la atormentaba era la preocupación por sus padres. En este momento, con los problemas que enfrentaban, no podía permitirse ni el más mínimo desliz. La idea de defraudarlos o añadirles más preocupaciones la llenaba de remordimiento y angustia.
Se encontraba en una encrucijada, con el peso de las responsabilidades profesionales y personales sobre sus hombros. Necesitaba encontrar una solución que le permitiera enfrentar las consecuencias de sus acciones sin poner en riesgo su carrera ni el bienestar de su familia.
Con determinación palpable, Alice descendió del automóvil, con la firme intención de desplegar todos los recursos a su alcance para evitar que el individuo a quien acababa de impactar considerara presentar cargos o, aún peor, provocar un escándalo innecesario. Decidió abordar la situación con tacto y empatía, consciente de la importancia de mantener la calma y mostrar arrepentimiento genuino frente a lo sucedido.
Al observar detenidamente a la persona que emergía del vehículo accidentado, se encontró con la sorpresa de que se trataba de un hombre notablemente atractivo. Esta revelación añadió una capa adicional de complejidad a la situación. Por un lado, su atractivo podría hacer que fuera más receptivo a una disculpa, pero por otro, también podría significar que era alguien seguro de sí mismo, lo que podría dificultar su intento de resolver la situación de manera amigable.
Decidida a enfrentar el desafío con serenidad y diplomacia, Alice puso en práctica su mejor sonrisa y adoptó una expresión de sincero arrepentimiento. Reconoció internamente que el aspecto físico del hombre no debería influir en cómo manejaba esta delicada situación, pero no pudo evitar sentir una leve tensión adicional al considerar todas las posibles implicaciones de este encuentro inesperado.
"No sabe cuánto lamento lo sucedido. Reconozco plenamente que fue mi responsabilidad y me disculpo por mi distracción. Sé lo importante que es respetar las normas de tráfico y asumo toda la culpa por haber pasado por alto el semáforo en rojo", expresó Alice con pesar en su voz, mostrando una sincera preocupación por las consecuencias de sus acciones.
Consciente de la incomodidad de la situación, pero decidida a enmendar el error, continuó: "Me encantaría compensarle de alguna manera. ¿Qué tal si le invito a tomar un café? Sería una oportunidad para disculparme adecuadamente y también para conversar y conocerle un poco más. No quiero que este incidente afecte su día de manera negativa. Permítame hacer algo para remediarlo".
Simon solo pudo esbozar su mejor sonrisa, sintiendo cómo su plan se desenvolvía sin contratiempos. La oportunidad perfecta se presentaba ante él, y Alice, ajena a la verdad, ignoraba por completo que él era el individuo que el departamento de policía buscaba con fervor.Mientras mantenía su compostura, Simon se regocijaba internamente por la ironía de la situación. Había planeado cada detalle con meticulosidad, anticipando cada posible obstáculo en su camino hacia la ejecución perfecta de su estrategia. Y ahora, frente a él, estaba Alice, totalmente inconsciente de su verdadera identidad y de las consecuencias que ello podría acarrear.
Aunque se sentía momentáneamente complacido por el giro de los acontecimientos, Simon también experimentaba una ligera punzada de culpa. Después de todo, Alice parecía genuinamente arrepentida por el accidente y estaba extendiéndole una oferta de amistad sincera. Sin embargo, sabía que sus propios intereses y objetivos debían prevalecer sobre cualquier sentimiento de compasión.
Con la mente enfocada en su plan y con la certeza de que estaba a punto de alcanzar sus metas, Simon respondió con cortesía a la propuesta de Alice, ocultando hábilmente su verdadero propósito detrás de una fachada de amabilidad.
"Está bien", respondió Simon con una sonrisa que reflejaba una mezcla de complacencia y admiración. "Acepto su invitación con mucho gusto, y permítame decir que es un verdadero placer tener la oportunidad de conversar con alguien tan encantadora como usted." Sus palabras estaban impregnadas de cortesía, pero también contenían una sutil nota de halago, diseñada para aumentar la confianza de Alice y allanar el camino para sus propios objetivos.
Mientras pronunciaba estas palabras, Simon se sentía seguro de sí mismo, consciente de que cada paso que daba lo acercaba un poco más a la realización de su plan. La aparente inocencia de Alice y su falta de sospechas solo servían para reforzar su determinación. Estaba seguro de que había elegido el momento perfecto para actuar, y no podía evitar sentir una punzada de emoción ante la perspectiva de lo que estaba por venir.
Aunque sus palabras eran amables y su sonrisa radiante, en el fondo de su mente, Simon sabía que no había lugar para la vacilación. Había trazado su camino con cuidado y no permitiría que nada ni nadie se interpusiera en su camino hacia la consecución de sus objetivos.
El destino había conspirado a favor de Simon, todo gracias a la desafortunada distracción de Alice, una policía aparentemente despistada que había impactado la parte trasera de su automóvil. Aunque él sabía que la culpa no recaía completamente en ella, había anticipado su llegada y había tomado la decisión deliberada de dejar que ocurriera el accidente. Por supuesto, no admitiría su papel en este incidente. Ahora, su estrategia se centraba en manipular a Alice para que siguiera sus órdenes al pie de la letra, convirtiéndola así en una pieza clave en su complejo juego.Simon comprendía la importancia de tener a la persona encargada de su caso bajo su control absoluto. No todos los asesinos tenían el privilegio de manipular directamente a quien investigaba sus crímenes. Esta oportunidad era única, y él estaba decidido a aprovecharla al máximo.
Con maestría y astucia, Simon trazaba meticulosamente cada paso de su plan. Sabía que debía proceder con cautela, manteniendo una fachada de cordialidad y cooperación mientras tejía las redes de manipulación a su alrededor. Cada interacción con Alice era una oportunidad para afianzar su control sobre ella, para guiar sutilmente sus acciones y asegurarse de que cumpliera con sus deseos sin cuestionarlos.
A medida que avanzaba en su estrategia, Simon no podía evitar sentir una mezcla de excitación y satisfacción. Estaba en el centro de un intrincado juego de poder, donde cada movimiento era crucial y cada decisión tenía consecuencias imprevistas. Y mientras tanto, Alice seguía siendo ajena a sus verdaderas intenciones, una pieza más en el tablero que él estaba determinado a dominar por completo.
"Qué alivio", exhaló Alice con un suspiro de alivio, dejando escapar toda la tensión acumulada en ese momento de calma relativa. "De verdad lamento mucho lo que ha sucedido, no fue para nada mi intención", se disculpó una vez más, con un dejo de pesar en su tono de voz. Sentía la necesidad constante de expresar su arrepentimiento, como si las palabras pudieran deshacer el accidente y restaurar la situación a su estado anterior.Sus disculpas eran genuinas, impregnadas de un profundo sentimiento de responsabilidad y preocupación por las consecuencias de sus acciones. Aunque sabía que no podía deshacer lo ocurrido, buscaba al menos ofrecer consuelo y tranquilidad en medio de la incertidumbre.
Mientras tanto, en su mente, se agitaban pensamientos y emociones encontradas. Se preguntaba cómo reaccionaría el otro conductor ante sus disculpas, si aceptaría su explicación o si seguiría sintiendo resentimiento por el accidente. Pero por encima de todo, deseaba fervientemente que este encuentro no tuviera repercusiones negativas en su vida personal y profesional.
A pesar del alivio momentáneo que sentía al haber superado la confrontación inicial, Alice seguía sintiendo una leve inquietud en lo más profundo de su ser. Sabía que aún quedaban muchas preguntas sin respuesta y que el camino hacia la resolución completa del incidente estaba lejos de ser claro. Sin embargo, por el momento, se aferraba a la esperanza de que su sinceridad y disposición para enmendar sus errores pudieran allanar el camino hacia una solución satisfactoria para ambas partes.
Mientras Alice continuaba disculpándose una y otra vez, Simon no podía evitar sentir una creciente irritación. Las imágenes de su venganza imaginaria comenzaron a tomar forma en su mente, como si un oscuro telón se abriera para revelar un macabro escenario. Se dejó llevar por la fantasía de verla sometida a un destino trágico, aplastada por su propio automóvil o por un enorme camión de transporte que irrumpía en la escena con un estruendo ensordecedor.
Visualizó el horror en el rostro de Alice, su piel pálida salpicada de sangre, sus ojos verdes ahora opacados por el dolor y el miedo. Imaginó el sonido sordo de sus costillas al quebrarse bajo el impacto, el agudo dolor que recorría su cuerpo mientras sus órganos eran apuñalados por los fragmentos de cristal. Para Simon, era como si estuviera observando una obra maestra de horror, cada detalle meticulosamente elaborado en su mente retorcida.
Sin embargo, en medio de su ensimismamiento morboso, Simon no se percató de que Alice había notado su cambio de actitud. Sus disculpas incesantes habían sido reemplazadas por una quietud incómoda, mientras ella observaba con creciente preocupación la expresión perturbada en el rostro de Simon. Atrapado en su propia fantasía siniestra, Simon había caído en un trance del cual no era consciente, y ahora Alice estaba empezando a darse cuenta de que algo no estaba bien.
"¿Me escuchas?" preguntó, rompiendo el silencio tenso que se había instalado entre ellos. "¿Cuál es tu nombre?"
"Simon, es un placer", respondió él, emergiendo de su ensimismamiento anterior y esbozando su mejor sonrisa.
"Encantada, Simon. Soy Alice. Un gusto conocerte", respondió ella cortésmente, sin dejar de notar el brillo inquietante en los ojos de su interlocutor.
"El placer es mío. No todos los días una atractiva policía choca tu auto y tiene que invitarte a salir", agregó Simon, aunque su tono revelaba un ligero amargor al pronunciar la palabra "atractiva" en referencia a alguien que no fuera él mismo.
"Entonces, ¿cuándo te gustaría ir a tomar ese café?" coqueteó Alice, desviando momentáneamente la atención del comentario de Simon.
"Pasaré por ti a las cuatro de la tarde", afirmó Simon, anotando su número de teléfono y la dirección a la que planeaba dirigirse con frecuencia en su mente maquiavélica.
Mientras se alejaba, Simon se sentía lleno de anticipación y emoción. Su mente bullía con pensamientos sobre Alice, la joven policía que estaba a punto de caer rendida a sus encantos. Se deleitaba con la idea de tenerla a su merced, de manipularla a su antojo y de hacer con ella lo que quisiera.
Simon estaba completamente absorto en sus pensamientos, obsesionado con el inminente encuentro con la policía. Era consciente de que ella no tenía ni la más mínima sospecha de que él era el individuo que buscaban en todo el departamento. Su mente maquinaba estrategias para actuar de manera impecable, evitando cualquier indicio que pudiera despertar la más mínima sospecha. Una vez seguro de su inocencia aparente, planeaba someterla a un interrogatorio meticuloso, revelándole detalladamente el motivo detrás de cada uno de sus actos. Por supuesto, todo el encuentro estaría meticulosamente grabado y posteriormente sería difundido en su página web, la cual ganaba notoriedad día a día.Mientras tanto, en su mente se desplegaban un sinfín de posibilidades y escenarios, cada uno más retorcido que el anterior. Visualizaba el momento en que ella, confundida y vulnerable, caería en sus garras, sin siquiera sospechar el destino que le aguardaba. La anticipación de ese momento lo consumía por comp
Cuando Simon llegó a su departamento, la inmensurable dicha que lo embargaba era indescriptible con simples palabras. Por fin, tendría la libertad de dedicarse a sus experimentos sin que nadie pudiera interponerse. Al poner un pie en su hogar, Simon supuso que sus sujetos debían de estar despiertos, hambrientos, asustados y en alerta. Justo como a él le complacía. Deposita su chaqueta sobre la encimera de la cocina y se encamina hacia el sótano, con una sonrisa macabra plasmada en su rostro.El desagradable olor que impregnaba las paredes descascaradas y el suelo cubierto de moho provocaba en Simon una aversión casi física. Mientras se adentraba en sus pensamientos, se daba cuenta de la urgencia de llevar a cabo una limpieza meticulosa una vez que terminara con los dos individuos que mantenía amarrados a sillas de dentista. Si tenía la más mínima intención de algún día invitar a la policía a su morada, tendría que realizar una limpieza mucho más que profunda para eliminar cualquier ra
Era la tercera vez que Alice se sumergía en el meticuloso análisis del video que Simon había compartido. Su atención se concentraba en cada fotograma, en cada detalle, en busca de alguna pista que pudiera arrojar luz sobre el paradero de él. ¿Acaso estaría oculto en algún oscuro almacén, o tal vez resguardado en un discreto apartamento, o quizás deambulando por los pasillos de algún edificio abandonado? A pesar de sus incansables esfuerzos, la incógnita persistía en su mente, como un enigma impenetrable que se negaba a desvelarse. Un torbellino de interrogantes se agolpaba en su pensamiento: ¿Quién es este enigmático personaje que desafía todas las normas? ¿Qué motivaciones lo conducen a perpetrar tales acciones? ¿Acaso cuenta con la complicidad de otros? Y así, en una sucesión interminable, las preguntas se multiplicaban, alimentando la intriga y el misterio que rodeaba aquel enigmático suceso.Ella había sido agraciada con un día libre, una oportunidad para relajarse y liberar su me
Simon estaba obsesionado con Alice, pero no por amor genuino, sino por el deseo de manipularla a su antojo. Desde el momento en que la conoció, su mente maquinaba planes para ganar su atención y controlarla completamente. Cada acción que tomaba, cada palabra que pronunciaba, estaba meticulosamente calculada para alcanzar su objetivo: hacer que Alice cayera rendida a sus pies.Un día, Simon decidió que necesitaba hacer algo extraordinario para capturar la atención de Alice y consolidar su manipulación sobre ella. Aunque nunca se había considerado talentoso en la escritura, recordó que la poesía siempre había sido una herramienta efectiva para seducir a las personas. Sin dudarlo, se sentó frente a su escritorio y comenzó a redactar un poema.Para su sorpresa, las palabras fluían con facilidad. Cada verso que escribía parecía ser un anzuelo perfectamente diseñado para atrapar a su presa. Cuando terminó, Simon miró con satisfacción el poema que había creado, seguro de que Alice quedaría c
Voy a buscar algo de alcohol en el botiquín de primeros auxilios", dije mientras me dirigía hacia el armario designado para tales situaciones. Con cuidado, seleccioné el frasco de alcohol, desenroscando la tapa con un ligero chasquido. Un olor agudo llenó el aire cuando vertí unas cuantas gotas en el pequeño gotero, asegurándome de que estuviera suficientemente lleno para nuestros propósitos. Con el gotero listo, volví hacia mi compañero y con voz firme añadí: "Lo siguiente que vamos a usar será alcohol". Los ojos desesperados del hombre imploraban clemencia mientras se deslizaba hacia atrás por el suelo. "No, déjame, por favor", suplicaba en un tono desgarrador, sus palabras resonaban en la habitación. Sus manos temblaban mientras se extendían hacia mí, como si pudieran detener mi avance imparable. "No le diré nada a nadie, lo juro", gritaba con desesperación, su voz se quebraba con el peso de su angustia. Cada palabra estaba cargada de pánico y desesperación, mientras su mirada bus
Pasaron varias horas mientras yacía en la cama, tratando de conciliar el sueño en medio de la oscuridad de la noche. El reloj marcaba alrededor de las dos de la madrugada cuando finalmente me sumergí en un sueño intranquilo. Mis pensamientos vagaban por paisajes oníricos, donde la realidad se retorcía y se transformaba en imágenes surrealistas.En una de esas visiones, me encontraba en una playa, sintiendo la brisa marina acariciando mi rostro mientras contemplaba el horizonte. Pero de repente, la calma se convirtió en caos cuando una monstruosa ola se alzó en el horizonte, anunciando la llegada de un tsunami devastador. Observé impotente cómo la fuerza implacable del agua arrasaba todo a su paso, engullendo a aquellos que se encontraban en su camino, incluyéndome a mí mismo.El pánico y la desesperación se apoderaron de mí mientras luchaba por mantenerme a flote en medio de la furia del océano. Gritos de angustia resonaban a mi alrededor, mezclándose con el estruendo de las olas que
La primera víctima sería el que aún conservaba su visión intacta, el que no había sido alcanzado por el ácido del gotero. Con precisión calculada, me acerqué al primero de mis cautivos y preparé mis herramientas. La pinza con el escalpelo brillaba ominosamente a la luz tenue mientras me preparaba para realizar la operación.Pero no sería una tarea sencilla. Quería hacerlo lento, prolongar el sufrimiento tanto como fuera posible. Después de todo, mis seguidores esperaban un espectáculo, y yo estaba dispuesto a dárselos.Una vez completada la primera extracción, dejaría al segundo ojo para el final. El que había sido dañado y dejado podrido por el ácido sería mi pieza central, el clímax de la tortura. Sabía que el dolor sería aún más intenso para él, con el daño adicional que ya había sufrido.Una sonrisa siniestra se curvó en mis labios mientras visualizaba el horror que estaba a punto de infligir. Esta sería una sesión de tortura que mis seguidores no olvidarían fácilmente, y yo me as
Hoy, Simon se encontraba nervioso mientras se dirigía a su cita con el Dr. Philips. Esta cita era una de las "condiciones" impuestas por sus padres para evitar presentar cargos por lo sucedido. Sin embargo, para él, la situación era mucho más compleja. Él nunca había querido hacerle daño a su hermano; fue un terrible error, un trágico accidente del que nunca se sintió culpable. Pero sus padres parecían incapaces de comprenderlo. En lugar de apoyarlo en un momento tan difícil, optaron por relegarlo al olvido, como si nunca hubieran tenido hijos en absoluto, aunque uno estuviera muerto y el otro simplemente desechado. Esta falta de comprensión y apoyo solo aumentaba la carga emocional que Simon llevaba consigo.Para Simon, aquel incidente con su hermano años atrás había sido como un despertar, una revelación de lo que estaba destinado a ser: un asesino en serie, un psicópata trastornado. A pesar de la crudeza del recuerdo, lo abrazaba con una mezcla de nostalgia y satisfacción retorcida