Pasaron varias horas mientras yacía en la cama, tratando de conciliar el sueño en medio de la oscuridad de la noche. El reloj marcaba alrededor de las dos de la madrugada cuando finalmente me sumergí en un sueño intranquilo. Mis pensamientos vagaban por paisajes oníricos, donde la realidad se retorcía y se transformaba en imágenes surrealistas.En una de esas visiones, me encontraba en una playa, sintiendo la brisa marina acariciando mi rostro mientras contemplaba el horizonte. Pero de repente, la calma se convirtió en caos cuando una monstruosa ola se alzó en el horizonte, anunciando la llegada de un tsunami devastador. Observé impotente cómo la fuerza implacable del agua arrasaba todo a su paso, engullendo a aquellos que se encontraban en su camino, incluyéndome a mí mismo.El pánico y la desesperación se apoderaron de mí mientras luchaba por mantenerme a flote en medio de la furia del océano. Gritos de angustia resonaban a mi alrededor, mezclándose con el estruendo de las olas que
La primera víctima sería el que aún conservaba su visión intacta, el que no había sido alcanzado por el ácido del gotero. Con precisión calculada, me acerqué al primero de mis cautivos y preparé mis herramientas. La pinza con el escalpelo brillaba ominosamente a la luz tenue mientras me preparaba para realizar la operación.Pero no sería una tarea sencilla. Quería hacerlo lento, prolongar el sufrimiento tanto como fuera posible. Después de todo, mis seguidores esperaban un espectáculo, y yo estaba dispuesto a dárselos.Una vez completada la primera extracción, dejaría al segundo ojo para el final. El que había sido dañado y dejado podrido por el ácido sería mi pieza central, el clímax de la tortura. Sabía que el dolor sería aún más intenso para él, con el daño adicional que ya había sufrido.Una sonrisa siniestra se curvó en mis labios mientras visualizaba el horror que estaba a punto de infligir. Esta sería una sesión de tortura que mis seguidores no olvidarían fácilmente, y yo me as
Hoy, Simon se encontraba nervioso mientras se dirigía a su cita con el Dr. Philips. Esta cita era una de las "condiciones" impuestas por sus padres para evitar presentar cargos por lo sucedido. Sin embargo, para él, la situación era mucho más compleja. Él nunca había querido hacerle daño a su hermano; fue un terrible error, un trágico accidente del que nunca se sintió culpable. Pero sus padres parecían incapaces de comprenderlo. En lugar de apoyarlo en un momento tan difícil, optaron por relegarlo al olvido, como si nunca hubieran tenido hijos en absoluto, aunque uno estuviera muerto y el otro simplemente desechado. Esta falta de comprensión y apoyo solo aumentaba la carga emocional que Simon llevaba consigo.Para Simon, aquel incidente con su hermano años atrás había sido como un despertar, una revelación de lo que estaba destinado a ser: un asesino en serie, un psicópata trastornado. A pesar de la crudeza del recuerdo, lo abrazaba con una mezcla de nostalgia y satisfacción retorcida
En medio del congestionado tráfico, Alice se encuentra atrapada en un punto muerto, reflejo perfecto de la parálisis que parece haberse apoderado de su investigación y de su vida personal. La falta de avances en el caso de Simon Wise y la incertidumbre en su supuesta conexión con él la han dejado en un estado de estancamiento. Sin noticias de él desde hacía mucho tiempo, Alice considera tomar la iniciativa y romper el silencio. Se pregunta si debería ser ella quien dé el primer paso y lo invite a salir, convencida de que están en el siglo XXI y que las mujeres también pueden tomar la iniciativa en las relaciones. La idea la llena de nerviosismo y expectativa, pero también de determinación. Es consciente de que enfrentar esta situación podría ser difícil, pero está decidida a enfrentar cualquier obstáculo que se interponga en su camino.Como la música inundaba el auto, las letras de las canciones parecían resonar con sus propios pensamientos. Cada melodía que pasaba evocaba recuerdos d
Cuando la conversación con Alice llegó a su fin abrupto, quedé sumido en un torbellino de indecisión. Por un lado, mi instinto de protección clamaba por ir en su auxilio, asegurándome de que estuviera bien y no se encontrara en peligro en aquel bullicioso bar. Por otro lado, una voz interior me susurraba que dejara que se las arreglara por sí misma, que demostrara su propia fortaleza y autonomía. Sin embargo, aunque mi naturaleza no siempre se alineara con la etiqueta de un caballero, sentí la imperiosa necesidad de actuar como tal en ese momento. Después de todo, había algo más en juego que simplemente su seguridad física. Decidí entonces emprender el camino hacia el bar, decidido a rescatarla de cualquier apuro y llevarla de vuelta a su hogar sana y salva. Había decidido conquistar su corazón, y qué mejor manera de hacerlo que demostrándole mi disposición a estar a su lado en los momentos de necesidad.El bar donde Alice se encontraba ya me resultaba familiar; lo había visitado en m
Me desperté al día siguiente con una resaca que parecía haber sido forjada en las profundidades del infierno. Cada latido de mi cabeza resonaba como un tambor ensordecedor. Al abrir los ojos, me encontré en una habitación desconocida, rodeada por una penumbra matutina que parecía empeñada en mantener mi estado de confusión intacto.Traté de recordar los eventos de la noche anterior, pero mi mente era un torbellino de imágenes borrosas y fragmentos de conversaciones incoherentes. No tenía idea de cómo había llegado allí ni qué había sucedido después de que el alcohol nublara mi juicio.Al intentar levantarme de la cama, noté que mis zapatos estaban ausentes, al igual que mi collar y mis aretes. La habitación parecía haber sido sacudida por una fuerza invisible, con objetos dispersos y muebles desplazados de su lugar habitual. Fue entonces cuando mi mirada se posó en una nota, descuidadamente colocada en la mesa de noche, escrita en una caligrafía temblorosa y desprolija.Con manos temb
Cuando corté la llamada con Alice, me esforcé en poner mi mejor cara. En realidad, no estaba particularmente emocionado por salir con ella otra vez, al menos no en gran parte. Tenía una mezcla de sentimientos al respecto. Por un lado, había algo intrigante en ella que me mantenía interesado, pero por otro lado, sabía que nuestras salidas anteriores no habían sido precisamente emocionantes. Me resultaba difícil ignorar la sensación de monotonía que acompañaba cada encuentro.Sabía exactamente a dónde la llevaría esta vez, aunque no estaba seguro de si a ella le iba a gustar. El lugar era uno de mis favoritos, un pequeño restaurante en la periferia de la ciudad que servía cocina experimental. Los platos allí eran siempre una sorpresa, una fusión de sabores y texturas que desafiaban las expectativas convencionales. Sin embargo, Alice se veía como una de esas mujeres que no intentarían nada nuevo, prefiriendo quedarse dentro de su zona de confort. Esto era algo completamente diferente a l
La cita con Simón estuvo increíble, mejor de lo que había imaginado. Nunca antes había saltado en parapente y, mucho menos, de noche. La experiencia fue alucinante. Mientras estaba en el aire, viendo toda la ciudad iluminada como un mapa de estrellas, me sentí verdaderamente libre. En esos momentos, con el viento acariciándome y la adrenalina recorriendo mis venas, olvidé todas mis preocupaciones. No había más problemas ni tensiones, solo existíamos Simón y yo, flotando en la inmensidad de la noche. Creo que, por primera vez en mucho tiempo, había sido feliz de verdad, sin reservas ni sombras.Cuando Simón me dejó en mi departamento, no pasó mucho tiempo antes de que me enviara un mensaje. Al abrirlo, descubrí que me había mandado una canción que quería que escuchara, diciendo que le recordaba a mí. Con curiosidad y una sonrisa en los labios, le di play a la canción. La melodía comenzó a llenar la habitación, envolviéndome con sus notas suaves y emotivas. Decidí seguir su consejo y es