Damien.Doy zancadas hasta ella, al tiempo que otro gusano le pone las manos en la cintura. Lo aparto a las malas dando un puñetazo en el rostro tirándolo al suelo. Este se levanta dispuesto a venirse encima de mí, pero su intento queda a medias cuando Aarón Reed lo aleja haciendo que la pelea no sea conmigo, sino con los demás.Miro al que está golpeado y Briana me detiene del brazo para que no avance hasta el tipejo. —Estoy bien. —me hace verla. —No pasó nada, estoy bien ¿ves? Se aleja un poco para demostrarlo, pero no me quedo tranquilo al ver la marca que tiene en la piel. —¿Qué te hizo? —interrogo al notar los dedos pintados en el brazo. Se zafa cubriéndose. —No es nada. —trata de convencerme, pero llamo a seguridad para que saquen al borracho o voy a matarlo. Maldit@mente no es lo que ella quiere. —Damien, eso es exagerar. —Exageración o no, que agradezca que conserva las manos. —le dejo claro llevándola conmigo escaleras arriba para entrar al palco de Zarya donde busco al
Bennett Me mantengo en silencio solo accionando el arma al blanco que está a unos metros lejos de mí, antes de apretar el gatillo soltando la bala que impacta en el centro de este. El centelleo de luz por la línea de disparos iluminan el cubículo en el que me encuentro, mientras mi mente maquina lo que debo hacer y me reitera que estoy donde debo, pero no donde quiero. Los recientes acontecimientos me han recalcado que soy tan vulnerable como el resto, más a la mujer de ojos azules electrizantes que dejé en su casa antes de venirme al comando. Aunque es de mañana y nadie haya llegado aún no me voy a dormir, no siento cansancio esta vez. Más bien una calma absoluta sin motivo alguno. Todo me da igual, incluso puedo decir, no tengo ganas de asesinar a nadie. Respiro hondo desarmado el arma para limpiarla sobre la mesa, reviso la recámara asegurándome que no haya ninguna bala en ella. La dejo donde estaba, yendo por el pasillo a tiempo que los tres integrantes de mi equipo vienen e
Bennett.La entrada de la central queda a la vista. El vigilante me reconoce dejándome pasar de inmediato sin preguntar si tengo o no el permiso de acceso que se requiere, pero no me interesa. El gabinete entero sale en unas horas rumbo a Francia y es la única oportunidad que tengo para poner los puntos sobre las íes de una vez por todas. El bullicio apresurado de todos llenan el sitio. Los cadetes caminan de aquí para allá llevando y trayendo maletas que entregan a los que se encargan de ponerlas en el mismo vehículo, pues de aquí saldrán como la jauría de carroñeros que son. El capitán Smith me mira pero no dice nada pasando de largo. Es el único que más o menos soporto entre todos ellos. En realidad es porque no me interesa su vida. No se ha metido conmigo ninguna vez y también forma parte de los huérfanos de guerra, por lo que crecí viéndolo entre las pruebas que nos dejaban tirados en el piso mientras él supervisaba. La oficina queda frente a mí, las figuras de todos ellos se
Bennett.Camino directo a la oficina de la última vez. Todo está en silencio adentro, solo la asistente está en su puesto a un lado de la puerta, pero no la que siempre miraba con ellos, sino una que se ve solo trabaja en la empresa. Entro y no hay nadie. Sus cosas siguen en su silla, el celular está a un lado y nunca camina sin ese aparato. Huele a ella, se siente quien es la dueña del sitio en el aire. Escucho algo moverse en una esquina hallándose Cerbero en el mueble donde se mantiene sin quitarme los ojos de encima. El gran perro con ese pelaje oscuro me recuerda lo que pasó en la isla, la forma tan sanguinaria de irse contra los tipos que lo atacaban a él, a su dueña o a mí. No dudó en meterse entre las balas que querían derribarlo para liberarme de quienes aprovechaban que me doparon con un sedante para venirse en manada sobre mí. —Así que te entrenó también. —me acerco, Cerbero se hace a un lado, me siento en el puesto libre y este coloca su cabeza en mi regazo como si me
Bennett. Me asomo para ver que George intenta alejarse con el vehículo, pero una granada levanta la parte trasera impidiendo que lo haga. —¡Armas listas! —dispongo y Adam ya está preparando lo que le digo, empuñando el fusil que cuelga de su cuello. Salto del auto viendo a Kelly dirigirse al bosque tupido en el que se cubre cuando varios autos se dirigen, disparando desde la distancia. Bajo llevando lo más que puedo, en tanto George sale con el celular en la mano y un bolso colgando de su hombro, accionando el arma que dispara hacia el primero de los carros que no se detienen.—¡Maniobra defensiva y ataque! —demando y todo asienten. Todos corremos en diferentes puntos, dejando que los tipos se bajen de los autos, pues las armas y la cantidad de hombres nos supera. Dejar que nos sigan es la mejor forma de neutralizarlos. Me meto entre el matorral en el que me escondo, esperando al primero que sorprendo con un arma con silenciador que disparo en su cabeza, dejándolo en el suelo par
Damien Lidiar con todo lo que está sucediendo me ha quitado el sueño, el hambre y hasta la calma que traté de mantener por todo el tiempo que pudiera, pero por lo visto es una misión imposible. Mi cuerpo debe ser alimentado y aún de eso me he olvidado, algo que siento me comienza a pasar factura. La casa está vacía desde la madrugada, nadie llegó y lo que más me fastidia es tener que estar al frente de todo cuando quiero saber si mi hermana está herida. Gina solo contesta para decir que no puede hablar por lo de Enzo, quien apenas tenía pulso cuando lo encontraron. Todos estamos en la mira de alguien, incluido el comandante Evans que fue el objetivo esta vez.Escucho voces afuera por lo que salgo de la oficina encontrando a Zarya con sangre seca en la frente, llena de suciedad. Imagen que me revuelve todo lo que tengo en el interior. —¿Estás herida? —niega en repetidas ocasiones. —Se debe aumentar la seguridad en la empresa, en la casa, un convoy cada vez que salga un cargamento.
Damien.Una vez mi madre dijo algo de su vida junto al korol, “A veces solo necesitas a alguien con quien se pueda dejar fluir la locura que se esconde detrás de la cordura.” Ahora creo que tiene razón.Solo Briana derribó los muros que creé para protegerme de eso. Solo ella logró lo inimaginable conmigo. La veo aparecer con el álbum de hojas que me mostró hace semanas entre sus brazos, muy contenta. Hay algo que la vuelve más atractiva esta vez, no logro descubrir qué, pero la rodea como una luz extremadamente luminosa que me mantiene absorto con la vista clavada en su figura pequeña. ¿Sus caderas están más anchas? No lo sé. La cintura se encuentra más acentuada, me gusta. —El que mi padre no esté en casa no quiere decir que voy a dejar que un hombre pase a mi alcoba, estimado caballero. —pasa su peso de un pie a otro, sonriendo. Muevo la cabeza de lado a lado. —Eso no te detuvo la otra noche cuando gemías sobre mí. Cubre mi boca con la palma de su mano. —Cállate, los vigila
Damien. Recorro los kilómetros en la autopista que me lleva casi 30 minutos llegar al sitio donde no veo una sola señal de su vehículo o voiny ada custodiando. Giro por la carretera de tierra donde está la casa, pero nada. Tomo el móvil marcando el número en lo que giro el volante, viendo el sitio abandonado rodeado de boscosidad—Cuando dije que contabas conmigo para lo que sea, excluía las horas de dormir, D. —una Zarya adormilada es la que habla cuando contesta. —Pues yo no te dije que me citaras en un sitio como este. —reprocho.Escucho su risa.—La que está dormida y soñando soy yo. —escucho su risa desvanecerse. —No te he citado en... Entro al auto rápido. No espero a qué termine de hablar. —¡Damien sal de ahí! —grita mi hermana pero ya estoy acelerando para salir. —¡Damien!Dejo de escuchar viendo el mensaje y no puedo creer que haya caído en esta mierd@. Es un número sin registrar con solo el nombre de mi melliza al final. Estar con la cabeza pulsando y el repudio a un ol