Narrador Omnisciente.Horas después, cuando todos se disponen a ir a sus dormitorios. Nadie se da cuenta de la persona que evade la seguridad, se desliza en la oscuridad sin hacer un solo ruido hasta llegar al balcón que sabe a quién pertenece. Solo el perro que reconoce su olor se pone en alerta. Escala fácilmente, aunque no haya soportes. Pero su decisión de entrar puede más que las probabilidades. Alcanza el balcón en donde se balancea hasta poner una pierna que aferra para poder subir del todo. Abre con mucho cuidado la ventana deslizable para introducirse al dormitorio, donde el cañón de un arma lo recibe .Da media vuelta para observar la figura femenina que sostiene la pistola, firme y sin titubear, con una mirada implacable que amenaza su cordura. —Boss. —Comandante Evans. —sonríe por fin al corroborar de quien se trata. —Tenía entendido que los criminales son quienes entran de manera fortuita a las casas, no la autoridad. Bennett le arrebata el arma, pero al acercarse es
Zarya Libertad, palabra tan poco cuestionada solo por lo que promete, nunca nadie se ha dignado en hacer la pregunta ¿Por qué se ansía tanto si no se aprovecha? Pueda que sea solo un reflejo de lo que en verdad deseamos resulte fácil, pero nada puede estar perfecto todo el tiempo, no hay una regla de la vida que especifique que se deba mantener el control de la vida como deseamos que permanezca.En todo caso es como dice mi abuelo. Nikolay siempre repitió que la vida solo es un programa lleno de risas, lágrimas y lamentos en diferentes episodios. Lo único que queda por hacer es disfrutar las risas, secar las lágrimas y callarse los lamentos por mucho que estos se nieguen al encierro. Estar entrenada para ganar una batalla no quiere decir que resuelve la vida solo con el tronar de los dedos. Tengo dilemas, tengo problemas que me ahogan si no canalizo todas las emociones que se están empezando a hacer parte de mí. Claro que quiero la victoria, nadie está dispuesto a dejarse engañar p
Zarya.Entramos a una especie de templo antiguo. Con una arquitectura digna de admiración por el tallado y construcción con detalles únicos.—¿Que es aquí? —indago viendo a todos lados. —La cripta familiar de los Evans. —me cuenta Adam, habla con un sujeto antes de regresar a mí. —Está aquí. —Entonces no hay que perder tiempo. —No le gusta que lo interrumpan. —me detiene. —Lo van a arrestar, eso es prioridad. —pelea solo con gestos de infante caprichoso, para luego empezar a caminar. Nos dirige por un extremo del sitio que da a un lugar, menos espacioso en el cual puedo verlo a varios metros. Bennett se encuentra parado viendo un punto fijo con los lentes puestos. No mueve un solo músculo, pero puedo ver su mandíbula apretada y sus hombros tensos. Me acerco lentamente, sabiendo que puede sentir mi presencia. Siempre lo hace. Miro a donde supongo están puestos sus ojos descubriendo lo que me hace pasar saliva. Mallory Foster. La tumba de su madre. Observo el ramo de tulipanes
Briana Meto todo en la maleta que pongo en el piso para salir del todo de esta casa. Bajo con dificultad por las escaleras, pero no hay vuelta atrás. Quiero estar con Damien, es la única persona a quien deseo acompañar así sea al infierno mismo. Bonnie viene llegando muy feliz. He descubierto que no solo es atracción lo que tiene por Aarón y en verdad me alegro que haya encontrado a alguien que entienda su forma de ser. Son igual de caóticos y no se ven mal cada vez que están juntos. —¿Otra vez te vas? —pregunta cuando mira mi maleta, esta vez no hay burla ni hastío en su voz. Más bien, como si no le gustara quedarse sola. Aunque su orgullo es grande. —Dije que solo era por un tiempo. Ya todo está como debe estar y no voy a quedarme a molestar. —digo, esperando a mi nana.—Bueno... eh... Me quedaré con todo lo que dejes. —un atisbo de sonrisa aparece en mi rostro, pero lo escondo con el desinterés fingido que quiere mostrar. —Igual, ya estoy acostumbrada a que la casa sea solo mía
Damien Mi corazón desbocado no me permite escuchar nada más que sus latidos excesivamente bruscos. El aire lo siento espeso y una neblina se instala en mi cabeza.El auto no se detiene del todo cuando me lanzo de este con un arma en la mano. La casa del ministro está solitaria y mi razonamiento se va a la mierd@ con ganas de querer ver donde se encuentra Briana. La oscuridad cubre todo el sitio, no hay rastros de nada, ni un solo...Mis pasos se detienen con los cuerpos ensangrentados que hay en el piso. El aire se me escapa de golpe al reconocer la maleta que está al final de las escaleras. Todos están puestos en filas, llenando el mármol con el charco de color rojo que tiene cubierto casi todo el piso. —Damien. —me habla Zarya, pero suelto el arma para ver el rostro de todos. Camino entre estos hasta ver a dos mujeres rubias boca abajo a lado de la mujer que vi varias veces con Briana. —No. —respirar me duele. No sé cómo reaccionar y camino rápido para llegar a ellas. —¡Explos
Damien.—Tienes que atender las organizaciones. —suelto con el alma quemando. Carraspeo para que lo que me ahoga se vaya, pero no obtengo buenos resultados. —Lo haremos juntos. —dice Zarya a mi lado, medio la veo. Sentada a mi costado, no parece querer irse, pero yo necesito estar solo. —No puedes perder tiempo. Y ahora soy más un retraso que ayuda. —me incorporo yendo a la puerta del baño. —Nunca serás un estorbo, D. Aquí estaré para tí. —asiento con la garganta quemando.Doy un asentimiento más, antes de cerrar la puerta. Suelto varias bocanadas de aire, queriendo apaciguar el dolor que me está resquebrajando el corazón que apenas lo siento palpitar. Me veo en el espejo y pueda que también le gusta burlarse de mí, porque la imagen del reflejo es deplorable. Abro una de las cajoneras donde reviso para buscar el botiquín con los medicamentos. Abro los demás, hasta que lo encuentro en el último. Destapo la caja en la que rebusco y al no encontrarlas lo tiro al piso hasta que veo el
Bennett —¿Es una acusación formal? ¿Tienen pruebas contundentes y reales para decir que fui yo? —pellizco el puente de mi nariz. Estoy a nada de romperle la cara al tipo frente a mí, que abre una carpeta, pasando las hojas con calma.—El arma de su padre que estaba en sus manos desde hace meses. Y casualmente se encontró en la escena del crimen. —muestra imágenes de la pistola que conozco de sobra. Nunca la quise y la metí entre los objetos personales que tenían en la vitrina en su honor desde el inicio. Ellos querían recordar al general. Yo no. —Sus huellas estaban en ella. Observo todo con desinterés. En verdad no puedo creer que la idiotez se haya obsesionado con quedarse en él. —El general Rinna querría justicia y eso le estamos dando, después de todo. —Espero que Giasintti se apresure, porque estoy a nada de romperle la cara al imbécil. —¿Dónde estuvo entre las once de la noche y las cuatro de la madrugada, señor Evans?Follando a mi rusa. —Durmiendo, como todo el mundo. —¿
Bennett.Mientras el auto se va desplazando, coloco el chaleco táctico que ajusto, abrocho las fundas de las armas en la pierna, la cintura y preparo los cartuchos que guardo en mi cinturón.Escucho atentamente a Adam que me pone al tanto de lo que ha pasado recientemente, durante las horas que pasé en esa sala de interrogatorios. El ataque al ministro posiblemente sea punto clave para resolver este enredo, algo me dice que es una puerta que no puedo desaprovechar, porque tal vez sea la última oportunidad y las opciones se agotan. Lo que me preguntaron meses atrás ahora toma mayor fuerza. No estoy dispuesto a quedarme en el bando perdedor. Cada vez más pruebas de que del bueno se aprovechan y del malo se quejan. Todos se iban por la benevolencia que dejaba ver el ministro, pero juzgaban a su hija por ser la que se oponía a actuar bajo su autoridad, ahora ambas están muertas y el tipo huyendo, aunque siguen queriendo que regrese. Quizá las asesinó él mismo, pero nadie se atreve a pe