#6:

Xavier:

Decidí pasar la noche en el club.

Después de conversar largo rato con Mark, no me quedaron deseos de regresar a casa y escuchar los impertinentes remilgos de mi nueva esposa.

¡Mujeres!

Son todas iguales.

Solo saben joder y estropearnos el ánimo.

Con frecuencia me pregunto en que carajos estaba pensando mi padre cuando puso aquella cláusula en su testamento.

Ruedo los ojos.

Mientras más guardaespaldas conducen, llevándome a la mansión.

En los últimos meses de su vida, a padre se le metió entre ceja y ceja que yo necesitaba una mujer.

Pero se equivocó.

No necesito más de esas harpías.

Ya tuve a una víbora venenosa clavándome los colmillos una vez, y no me apetece repetir la experiencia.

En la mansión, todo parece en orden.

Los jardineros trabajan, las sirvientas van y vienen, la cocinera tararea sus operas a todo volumen mientras prepara lo suyo, pro cuando entro a la habitación de mi palomita…¡ Ella no está!

—¡Zenaida!- grité a todo pulmón, moviéndome de aquí para allá, dentro
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