#8:

Yudith:

A pesar de que la cena estaba espléndida, todo me sabía a rayos.

Después de dos horas se darle vueltas a aquello en el plato, la cocinera se apiadó de mí, y pasamos directamente al postre.

—Es una pena que la cena no haya sido de su agrado, Señora.- comentó Zenaida, la ama de llaves, en un tono de superioridad y altanería que comenzaba a molestarme.

—Quizás mañana recupere el apetito.- farfullé.

—Oh, nuestro líder no va a regresar mañana.- anuncia Zenaida, con seriedad.- llamó para decir que se quedará unos días más en Cataluña.

Asentí, pinchando el pudin de ciruelas, con desinterés.

—Si me disculpa, Señora.

Zenaida salió del comedor, y la cocinera se acercó a mí, sigilosamente.

—A esa bruja no le haga caso. Desde hace tiempo tiene los humos muy subidos. Lleva años creyéndose la dueña de este lugar.

—Comprendo.

—Y por el Señor no se preocupe. Sé que le ha prohibido visitar a su abuela, pero siempre hay maneras de hacer que un hombre cambie de ideas.

Me guiña un ojo, y yo pali
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