Yudith: Oh, por los mil infiernos. ¡No puede ser! Lo miro horrorizada. Él por su lado, me contempla divertido. —Sí, amorcito. Lo has adivinado bien. Soy yo. Yo había intentado borrar aquella pesadilla de mi mente. Había intentado sacar a aquel muchacho ensangrentado y moribundo de mi cabeza, pero resulta que al muy jodido cretino lo tengo justo en frente. Él se acerca a mí, rodeando mis caderas. Y estrechándome entre sus brazos. —El destino tiene sus curiosidades, ¿no crees, palomita? Estuve en el destierro por dos años. Mi padre me envió a Portugal, con unos socios suyos, y allí estuve. No te miento.- besa mi frente.- a menudo pensé en ti. Sentía curiosidad por saber quién eras. Y a veces fantaseaba con encontrarte de nuevo. Nunca te di las gracias, ¿no es cierto? ¿ Podría ser verdad? Podría realmente ser él? No lo sé. Hace dos años, yo regresaba del trabajo. Llovía a cántaros y caían centellas. Me guarecí bajo el techo de un almacén, esperando a que escapara. Cuando
Xavier:En cuanto amaneció, me largué de la mansión.Tenía que poner mis ideas en orden, y con mi mujer desnuda y tibia sobre las sábanas de su cama no lo iba a conseguir.Me fui al bar de siempre y llamé a mi terapeuta.Mark acudió, se sentó a mi lado, y me quitó de las manos el vaso de ron que yo bebía.—¿Qué sucedió esta vez?- me increpó.Me humedecí los labios y lo miré de soslayo.—Se lo confesé todo y me la follé anoche.Su mentón calló, en desconcierto. Pero se compuso con rapidez, y comenzó a interrogarme.—¿Todo? ¿ Se lo contaste todo?Pase las manos por mi rostro en frustración, y liberé un bufido.—Por supuesto que no. No soy tan tonto. Si ella se entera de cómo se dieron las cosas en realidad... Si ella descubre lo que yo hice …me dejaría. Y no quiero eso. Este matrimonio infernal tiene que ha fuerza durar todo un año.—Ya veo. Sin embargo, no comprendo. ¿No se supone que era un matrimonio por conveniencia? ¿ Por qué terminaron acostándose?Entre dientes mascullé una expli
Yudith:En cuanto abrí los ojos, deseé no haber nacido nunca.No.No podía ser, que de todos los hombres en el mundo yo me estuviese enamorando del jodido mafioso que me había comprado y era mi esposo.Ya no falso, porque con la facilidad de un experto, y con el arte de un gigoló, tomó mi pobre y pequeña virginidad.Oh, estuve horas llorando.De tanto pensar terminé con jaqueca.No desayuné, no almorcé e incluso me negué a cenar.Porque mi situación con Xavier no era nada, nada, en comparación con todo lo demás.O sea, ¿esa tal Kristal solo había sido aparentemente amable conmigo para que yo bajara y le soltara justamente lo que ella quería escuchar?Pues sí.¿Y así sería mi vida?¿Constantemente tendría que cuidarme de la gente a mi alrededor, porque venderían cualquier cosa que yo dijese o hiciese?Todo parecía indicar que sí.Entonces, no podría salir de la mansión.Después de tanto luchar por mi libertad, comprendí que era preferible quedarme encerada y evitar que me secuestraran,
Yudith: Lola no paraba de hablar, de comer, y de entrar y salir en tiendas, comprándose cuánta cosa le llamaba la atención. Yo me limitaba a seguirla, callada y triste.Como un perro sarnoso al que dejan fuera de casa cuando llueve. —Pues no le veo el más mínimo problema.¿ Él no quiere tocarte pero te da dinero?¡Joder, maja! ¡Qué suerte tienes!- ella se atragantaba unas hamburguesas, mientras yo pinchaba mis papas fritas con desinterés. —¡Anímate! Hay cosa peores. Mírame a mí ¿eh? El sujeto que creí que me sacaría de la pobreza me drogó y si no llegas a tiempo, habría terminado trabajando de puta en un burdel. Y ahora, el sujeto que me gusta no me da bola. Bebí mi refresco, y Lola se limpió la boca con la servilleta. —Dime de él. ¿Que le gusta? ¿ Cómo podría engatusarlo y convencerlo de algo conmigo? Elevé los hombros. —Realmente no tengo ni la menor idea. Hace muy poco que nos conocemos y siempre guarda sus distancias. —Lo he notado. Es demasiado serio y callado. Pero…ya al
Xavier:Regresé a la mansión, y Zenaida me informó que ella no estaba.Al principio creí que se había ido de compras con su amiga, pero luego el equipo de seguridad me informó que no.La palomita estaba de regreso en el hospital.Su abuela había adquirido una neumonía y había empeorado de súbito.Yudith:Camino de aquí para allá, nerviosamente.Aya estaba progresando tan bien.Se le notaba tan mejorada y con tan buen ánimo que creí que ya para hoy podrían darla de alta. Sin embargo, la llamada del médico fue para informarme de todo lo contrario.La neumonía que tiene podría traerle complicaciones severas y la muerte.Porque esta demasiado recién operada del corazón.Así que han tenido que entubarla.Recupero mi asiento, y miro con tristeza a la figura pálida y quieta , evidente a través del espejo.Lola, está a mi lado. Toma mi mano y la aprieta.—Tranquila. Estoy convencida de que todo saldrá bien.Me tiembla el mentón.Mi padre me vendió como si yo fuese una vaca.Mi marido es mío sol
Yudith:Llevaba ya cosa de un mes, de lo más feliz por lo bien que se había recuperado mi abuela, cuando noté que el pollo que estaba cocinando tenía un mal olor horrible.Después de eso, me levantaba en las mañanas, y tenía que irme corriendo al váter, a soltar las bilis porque me ponía enferma al instante de incorporarme en la cama.Estuve así, sintiendo náuseas y devolviendo todo lo que comía por una semana completa, cuando comencé a asustarme.Por eso, no dije nada, pero le pedí a Lola que me acompañara al hospital.Me sentía mal todo el tiempo, me pesaban los pechos y el bajó vientre.Creí que estaba enferma, pero el diagnóstico me dejó el corazón en un hilo.—Felicitaciones Señora Farías, está usted embarazada. Tiene cinco semanas.Comprimí los ojos con fuerza, y rogué porque el diagnóstico fuera equivocado.Pero un ultrasonido me mostró el diminuto frijol que crecía dentro de mí.Su corazoncito latía a paso acelerado y juro que el mío se paralizó por un segundo.No podía hacer
Xavier:Tengo muy pocos recuerdos de mi madre.Solo sé que era una mujer alta, de ojos verdes y de cabello rubio.Se marchó de casa, abandonando a mi padre y a mí, sin ningún tipo de remordimiento, y sin mirar atrás.Sin embargo, sí recuerdo a Zenaida.Ella fue mi nana. Me cuidó de pequeño y me leía cuentos.Inclusointerfería cuando mi padre me castigaba.Según las malas lenguas, ella fue amante de mi padre durante mucho tiempo, incluso hasta la muerte de él.Y ahora es la ama de llaves de la mansión.Lo curioso, es que ahora ha venido a mi mente el momento exacto en que le pregunté a Zenaida de dónde venían los bebés, y ella sonriente me contó lo que siempre se le cuenta a los niños. Que la cigüeña se encarga de traerlos y blablabla.Pero, después de escuchar la explicación de la doctora, me he quedado de piedra.Porque por supuesto que lo que tiene mi mujer en su vientre no lo trajo ninguna maldita cigüeña, sino que es el resultado de mi jodida estupidez.Bebo mi café caliente. Pond
Xavier:Yudith parecía más calmada.Yo sabía que así sería.Mark tiene una habilidad increíble para calmar y tranquilizar a sus pacientes. Es por eso que es mi terapeuta desde hace años.La dejé en su habitación y chequé mi reloj.Aún estaba a tiempo para hacer una visita muy desagradable, peto eventos recientes la hacían necesaria.Así que, tomé a mi escolta, y me fui al apartamento donde sabía que me estaría esperando Clarisse.***—¿Fuiste tú, verdad? Tú le contaste a ella que nos habíamos visto. ¡No me mientas, zorra!—¿Y qué si así lo hice?- farfulló ella, elevando un hombro con coquetería. – esa inmunda se enteraría de lo nuestro tarde o temprano, ¿no crees? Era solo cuestión de tiempo—Escúchame bien, Clarisse, y que te quede bien claro, entre nosotros no hay nada.Arrugó el entrecejo, y comenzó a enrojecer.—No he accedido a tus términos y además, no veo progreso con tu parte del trato. Lo que es más, te lo advierto. Deja a Yudith en paz, o te las verás conmigo.—No me amenace