La boda se celebró por todo lo alto, en el propio jardín de la mansión Farías.
Era, según las revistas de cotilleo y los programas de farándula, el evento más exclusivo del año.
El pastel era una monstruosidad de veinte pisos, los adornos eran mega caros. La orquesta en vivo amenizaba con holgura. Había tanta gente desconocida y tantos reporteros y periodistas, que Yudith, lejos de sentirse feliz, notable, e importante…se sentía sola, triste y absolutamente miserable.
—Sonríe, palomita. – Susurró su nuevo marido en su oído, después de colocar un pesado y escandaloso anillo en su dedo, el cual se sentía más como un grillete que como una alianza.
—El acuerdo implica que me case contigo, no que finja una felicidad que no siento.
Xavier comprimió su mentón, y la miró con un destello malvado en la mirada.
Tomándola de la mano y conduciéndola a la carpa donde se ofrecería la cena para los invitados
—También prometiste que no harías más perretas. Sonríe y muéstrate feliz para las cámaras, o tu abuela no sobrevivirá.
Ella tragó en seco. Y fijo en su boca una mueca de fastidio, esperando que todos creyeran que era una sonrisa.
Para cuándo se acabó la ceremonia, se fueron los invitados y los reporteros abandonaron la mansión, Yudith temió las represalias del mafioso. Ya estaban casados, y si él cambiaba de ideas, podía forzarla a acostarse con él con facilidad espantosa.
Se fue a la habitación donde ha habían mantenido encerrada, y luego de cambiarse el vestido de bodas por una banda a más cómoda, se alistó q acostarse, a pesar de que eran solo las cinco de la tarde.
Se sentía mal. Cansada, agobiada…no sabía muy bien como.
Tocaron a su puerta, y Xavier entró sin que ella le diera permiso siquiera.
—Debo felicitarte. Te portaste bastante bien duramente la ceremonia y colaborarte con todo sin chistar.
Ella asintió.
—Esta será tu habitación.- le informó él. – puedes cambiarla todo lo que gustes, amueblarla, o decorarla a tu antojo.
—Comprendo.- Susurró ella con un nudo en la garganta.
—Mañana te entregarán las llaves de tu nuevo coche, aunque yo prefiero que tengas chófer y guardaespaldas. Además, la ama de llaves te entregará tu tarjeta de crédito en cuanto la envié el banco. Con ella podrás comprarte lo que quieras. Ropas, joyas, zapatos, bolsos…todo lo que s antoje. Y no es necesario que me consultes sobre los precios. Gasta lo que te parezca.
—Comprendo.- Susurró ella.
Xavier se exasperó.
—¿Podrías dejar ese tono fúnebre y cambiar esa expresión de agonía que te ha acompañado toda la jodida tarde? Nuestro matrimonio será tan terrible como tú lo hagas. Compórtate, mantente callada y tranquila. No me busques problemas y saldrás de todo esto bien parada y con un pastal.
—De acuerdo.
—Deberías estar feliz, otra mujer en tu lugar estaría dando brincos de felicidad.
—Gracias.
Xavier gruñó y Yudith sudó frío, creyendo que él la golpearía.
Sin embargo , él simplemente anunció que saldría a un bar con un amigo, y se largó.
Sentada frente a la coqueta, ella examinó las fotos del periódico de esa misma mañana.
En ellas estaba Xavier, besando y metiendo su mano entre las piernas de una curvilínea pelirroja. Ella rodó sus ojos, estrujó el periódico, y lo lanzó a la basura.
Sus miedos habían sido infundados y tontos. Quedaba claro que Xavier solo la quería para ser una esposa de adorno, y nada más.
Con rapidez e impaciencia, comenzó a deshacerse del ridículo peinado que le habían hecho para esa farsa que había sido su boda.
Se peinó, se cambió de ropas, y saliendo de su habitación, le pidió a sus guardaespaldas que la llevarán al hospital a ver a su abuela
Estos obedecieron sin chistar.
Al menos, estar casada con ese cretino tenía una ventaja.
Ya no era una prisionera dentro de la mansión, sino la Señora Farías, alguien a quien todos debían respeto.
***
En el club más exclusivo y caro de Madrid, Enxueños, el líder de la mafia bebía , acompañado de su mejor amigo.
—Ella me traicionó.- farfulló él, perdido de borracho.
—Lo sé.- comentó su amigo, dándole unas palmaditas en la espalda.
—Yo amaba a esa inmunda. Nos conocimos de adolescentes, y yo estaba dispuesto a casarme con ella, pero cuando Alonso regresó de Italia, me engañó y me robó aquel dinero, ella se fue y se casó… con él.
—Sí, me lo has contado.
—Estuve perdido durante meses. Borracho y drogado, deprimido hasta los huesos. A veces, todavía me deprime recordarla.¡ Esa m*****a zorra no me ha dejado en paz aún!
—Yo mejor que nadie sabe eso.
—Sí, mi mejor amigo era el fondo de un vaso de whisky, hasta que te conocí. Eres la única persona que sabe …
—Menuda primera impresión me diste.
—¿Lo recuerdas? Te vomité encima, ¿no fue así?
—Oh, sí. Lo recuerdo perfectamente.
Xavier se acarició el rostro, con lentitud.
—Hoy me casé con esa pobre tonta solo por mi herencia, pero sabes perfectamente que no creo en el amor. Esas estupideces no volverán a cegarme. Las mujeres son diversión, nada más. Están para calentarnos la cama y saciarnos las ganas, punto.
Mark asintió.
—Ella me disparó.- farfulló Xavier, volviendo a beber de su vado. - ella me abandonó en aquel coche. Me dejó herido y moribundo, para largarse con mi enemigo. Con mi primo. El cretino de Alonso. ¡El mismo día en que íbamos a casarnos!
—Lo sé. Esa mujer solo buscaba el poder. Nunca te amó realmente, solo estaba contigo por tu dinero, y cuando supo que lo habías perdido todo a manos de Alonso, te abandonó por él. Estás mejor sin ella. Esa perra no vale nada.
Xavier liberó un gruñido.
—Esta tonta con la que me casé haría lo mismo, ¿no crees?- farfulló, tambaleándose.- son todas iguales. Unas sucias rameras hambrientas de dinero y poder. Nunca aman a nadie más que así mismas, mi madre era igual. ¡Malditas perras!
—Puede ser…creo que tu madre, y aquella eran bastante similares, pero tu nueva chica no me parece una Bimbo trepadora, y descerebrada como era… tú primera prometida. Es más, no es para nada lo que me hiciste creer.
—¿Ah, no?- interrogó Xavier.
—No. Me esperaba que fuera una especie de ogro. Fea, gorda, mal oliente y mal hablada. Chillona, respondona y sin embargo, en tu boda, vi a una chica bonita, callada, quizás demasiado nerviosa, pero bastante seria y prudente. Es por eso que no creo que sea una mala mujer como lo era…aquella.
—¿Te gusta?- inquirió Xavier, en tono burlón. Sirviéndose de nuevo.
—Por supuesto que no, sabes que solo tengo ojos para mi prometida. Tú por otro lado, si necesitas que una mujer te dé…cariño, de vez en cuando.
Él Líder bufó.
—No necesito cariño. No necesito nada ni a nadie. Y menos a las na mujer que finja amarme solo para apoderarse de todo lo que me pertenece para disfrutarlo con otro.- masculló. - ¿Y cuando conoceré a tu misteriosa prometida, hmm? Llevas más de un año aquí en España y nunca me la has presentado.
Los ojos de Mark centellearon de felicidad.
—En unos meses mi hermano y yo iremos a buscarla a Cuba. Entonces te la presentaré.
***
De solo decir si nombre, le permitieron entrar al hospital, a pesar de lo tarde que ra, y de las horas de vivirá habían culminado hacía tiempo.
Buscó al médico encargado de su abuela y se aseguró de conseguir una entrevista con él.
—No me oculte nada doctor, dígame cómo está. Por favor, dígame la verdad.- suplicó Yudith, llorosa.
—La paciente se encuentra estable, por ahora. La operación se realizó con éxito, y se recuperará.
—¿Operación?
—Así es, Señora. Esta misma mañana llevamos a cabo un bypass en la zona infartada del corazón de la paciente, y todo salió bien, gracias a Dios.
¿Esta misma mañana?
¿O sea, mientras me acaba con esa terrible bestia?
—¿Cuándo podré llevarme a casa a mi abuela?- susurro ella, secándose las lágrimas.
—Dentro de dos o tres días, nos gustaría dejarla bajo observación un tiempo más. Pero puede estar tranquila, la Señora está fuera de peligro.
—Gracias, doctor.
Él médico asintió, yéndose y Yudith se dejó caer pesadamente en el banquillo del pasillo.
Xavier había cumplido.
Se sonó la nariz, y contempló el pulcro y blanquísimo pasillo del hospital.
Buscó una papelera, y botó sus paños dentro.
Su esposo falso había cumplido. Había pagado y los médicos le habían salvado la vida a su abuela.
No sabía cómo sentirse hacia Xavier, si agradecida o intimidada. Porque ahora tenía una deuda más, que pagarle al mafioso con el que se había casado.
Por otro lado, su abuela estaba bien. Y esa era la única buena noticia que había recibido en muchos días. .
***
—Esa m*****a y el imbécil de su marido están por regresar. – farfulló Xavier, contemplando como centelleaba el whisky dentro de su vaso.- no me cabe la menor duda de que entre ella Alonso intentarán despojarme de mi puesto de líder.
—Eso no sería lo peor. Ya intentaron asesinarte una vez, podrían volverlo a intentar.
Él asintió.
—Y aún peor, Xav, podrían intentar lastimar a tu esposa.
—Lo sé. La he mantenido encerrada en la mansión todos estos días, precisamente por eso, y para evitar que escapara, peto ahora ya no puedo manteros oculta. Pedí que la acompañarán los guardaespaldas, que no la dejen sola, ni para ir al baño.
—¿Será suficiente? ¿No sería mejor que le contaras todo lo sucedido y la previnieras de que está en el ojo de una guerra entre mafiosos?
—Ella ya ha tenido bastante. No quiero asustarla de más. Ya amenazó con suicidarse una vez, y una esposa muerta no me sirve.
Xavier:Decidí pasar la noche en el club.Después de conversar largo rato con Mark, no me quedaron deseos de regresar a casa y escuchar los impertinentes remilgos de mi nueva esposa.¡Mujeres!Son todas iguales.Solo saben joder y estropearnos el ánimo.Con frecuencia me pregunto en que carajos estaba pensando mi padre cuando puso aquella cláusula en su testamento.Ruedo los ojos.Mientras más guardaespaldas conducen, llevándome a la mansión. En los últimos meses de su vida, a padre se le metió entre ceja y ceja que yo necesitaba una mujer.Pero se equivocó.No necesito más de esas harpías.Ya tuve a una víbora venenosa clavándome los colmillos una vez, y no me apetece repetir la experiencia.En la mansión, todo parece en orden.Los jardineros trabajan, las sirvientas van y vienen, la cocinera tararea sus operas a todo volumen mientras prepara lo suyo, pro cuando entro a la habitación de mi palomita…¡ Ella no está!—¡Zenaida!- grité a todo pulmón, moviéndome de aquí para allá, dentro
Xavier:—¿Tienes su localización? Envíamela. No, yo me encargaré. Bien.No había terminado de colgar, y ya estaba lanzando mi celular contra la pared—¡Hijos de puta!- bramé.No me lo podía creer.¡No me podía cree que tuvieran la desfachatez de mantener cautiva a mi esposa en el mismo lugar donde todo se fue al carajo!Pero así era.Edwin Barnes, mi hacker, así me lo había confirmado.Dos años antes:Ella venía, caminando hacia mi coche, enfundada en ese vestido rojo que la hacía ver tan sensual. Su cabellera dorada, suelta, salvaje, libre, y sus labios carmesí una invitación a besarla.Se subió a mi coche, y me miró con mala cara.—¿Por que me has citado aquí, Xavier?- protestó, mirándome con molestia.- ya te dije que nos veríamos en unas , en nuestra boda.—No eres mujer de creer en esas tonterías,¿ o sí? No me digas que temes a la mala suerte de que el novio te vea antes de la ceremonia.—No. No le temo a la mala suerte, porque no creo en la suerte. Todo en esta vida se reduce a l
Yudith:A pesar de que la cena estaba espléndida, todo me sabía a rayos.Después de dos horas se darle vueltas a aquello en el plato, la cocinera se apiadó de mí, y pasamos directamente al postre.—Es una pena que la cena no haya sido de su agrado, Señora.- comentó Zenaida, la ama de llaves, en un tono de superioridad y altanería que comenzaba a molestarme.—Quizás mañana recupere el apetito.- farfullé.—Oh, nuestro líder no va a regresar mañana.- anuncia Zenaida, con seriedad.- llamó para decir que se quedará unos días más en Cataluña.Asentí, pinchando el pudin de ciruelas, con desinterés.—Si me disculpa, Señora.Zenaida salió del comedor, y la cocinera se acercó a mí, sigilosamente.—A esa bruja no le haga caso. Desde hace tiempo tiene los humos muy subidos. Lleva años creyéndose la dueña de este lugar.—Comprendo.—Y por el Señor no se preocupe. Sé que le ha prohibido visitar a su abuela, pero siempre hay maneras de hacer que un hombre cambie de ideas.Me guiña un ojo, y yo pali
Xavier:Estaba haciendo una visita de cortesía al club Midnight, ese antro de mala muerte es propiedad de mi padrino, y el mismo se estaba haciendo demasiado notorio para las autoridades, debido a las inexplicables desapariciones de mujeres jóvenes dentro de sus paredes.Mi intensión no es colaborar con la policía, por el contrario, mis negocios y asuntos van directamente en contra de la ley, pero aproveché la oportunidad para recordarle a mi queridísimo padrino, que debía ser precavido.Si él caía, nos arrastraría a todos consigo.Mi padrino protestó que sus asuntos no involucran a la organización, y que sus mujeres eran su problema no el mío.—Sin embargo, se te está yendo la mano, Mario. Una cosa es negociar con chicas vendidas por su familia y otra muy diferente es secuestrar mujeres que tienen quienes las reclamen y vean por ellas.—Este es mi antro, Xavier. Aquí mi palabra es ley. No tengo por que soportar tus amenazas.—¿Yo te amenazo, Mario? ¡Hombre! No sé. Creería que he veni
Yudith: Comprimí los labios, mirándolo. Mi abuela tenía razón. Xavier era hermoso. Y no solamente hermoso, sino que se veía sensual y atrayente en ese traje que de seguro costaría más que todo lo que yo me había comprado en mi miserable vida. —¿Debo replantear la petición y convertirla en una orden, palomita? Se me está haciendo tarde.- farfulló, y yo negué. —De acuerdo, voy contigo. Solo dame cinco minutos. Regresé atrás, buscando en el armario repleto de ropa, sacando un vestido negro, sencillo, y un par de sandalias que combinaran. Me recogí el cabello en un moño alto, me apliqué máscara en las pestañas, y brillo en los labios, tomé mi bolso y salí. Él ya estaba esperándome al pie de las escaleras. Saqué un frasco de perfume de mi bolso, y mientras caminábamos hacia el coche, me rocíe un poco. Xavier: Creí que se tardaría horas en salir, sin embargo me sorprendió arreglándose en tiempo récord. La ropa le quedaba bien, y aunque el maquillaje de su rostro era mínimo, debía
Yudith:Desde que entré, Kristal no se ha separado de mi lado.Primero fuimos a un ensayo, en el que me enseñaron a caminar como lo hacen las modelos, y luego pasamos a pruebas de vestuario.Debo reconocer que las ropas no me quedaban nada mal. Por el contrario, parecían hechas a mi medida. Luego, pasé por manos de maquilladores y peinadoras y cuando estuvo terminado todo, casi no fui capaz de reconocerme.El fotógrafo sacaba toma tras toma de los diferentes outfits, mientras yo intentaba permanecer en las posturas que me indicaban. La mañana entera había sido un tropel de actividades, y no había tenido tiempo a pensar, sin embargo, mientras posaba para las cámaras, no pude evitar recordar la noche anterior.Diez horas antes:Él estaba completamente perdido de borracho, hablando incoherencias y obviamente incómodo en su ropa, porque ni bien había entrado en su habitación, ya se quitaba los pantalones y la camisa a tirones. Hasta quedarse solo en boxer.No lo quise hacer.Juro que no
Dos horas después:En algún lugar de Madrid.—¿Y ella no sospechó nada?—Por supuesto que no. Soy una profesional.—Vale. Espero que lo que me ofreces valga la pena, Kristal.—Ay, por favor, Clarisse. Fuimos amigas, hace tiempo. ¿ Crees que te engañaría?La rubia asintió, colocándose los audífonos y reproduciendo la grabación que la otra mujer le había entregado.Lo que escuchó la hizo sonreír.De pura e increíble felicidad.—Pues sí.- se quitó los audífonos, y le pasó el sobre con el dinero a Kristal.- has hecho un trabajo espléndido. Esto que me has dado es una buena arma contra Xavier. Y usada correctamente, podría conseguirme lo que quiero.—Ya te lo dije. Soy una profesional.Xavier:Este día, me siento extraño.Quizás sea una reacción retardada a mi borrachera o algo más, no sé. Pero me siento raro.Estaba ultimando unos detalles, para hacer un falso viaje de luna de miel.Pensé que sería bueno, llevar a la palomita a México. Y así matar dos pájaros de un tiro. Ya que estaba des
Yudith: Oh, por los mil infiernos. ¡No puede ser! Lo miro horrorizada. Él por su lado, me contempla divertido. —Sí, amorcito. Lo has adivinado bien. Soy yo. Yo había intentado borrar aquella pesadilla de mi mente. Había intentado sacar a aquel muchacho ensangrentado y moribundo de mi cabeza, pero resulta que al muy jodido cretino lo tengo justo en frente. Él se acerca a mí, rodeando mis caderas. Y estrechándome entre sus brazos. —El destino tiene sus curiosidades, ¿no crees, palomita? Estuve en el destierro por dos años. Mi padre me envió a Portugal, con unos socios suyos, y allí estuve. No te miento.- besa mi frente.- a menudo pensé en ti. Sentía curiosidad por saber quién eras. Y a veces fantaseaba con encontrarte de nuevo. Nunca te di las gracias, ¿no es cierto? ¿ Podría ser verdad? Podría realmente ser él? No lo sé. Hace dos años, yo regresaba del trabajo. Llovía a cántaros y caían centellas. Me guarecí bajo el techo de un almacén, esperando a que escapara. Cuando