Pasó media hora, y luego la puerta se abrió ominosamente. Ella ya había regresado a sentarse al borde de la cama y mantuvo su rostro oculto entra sus manos.
Una tibia chaqueta de cuero cayó sobre sus hombros, ocultando las descaradas ropas que le habían puesto.
—¿ Estás bien , palomita? ¿ Te hicieron daño?- escuchó que le hablaban.
Yudith se secó las lágrimas, y miró a su comprador. Encontrándose de frente con el hombre más alto y de ojos más azules que nunca había visto.
Él tomó su mano, y tiró de ella, llevándosela por entre los pasillos.
—No tienes de que preocuparte. Yo te cuidaré ahora. Todo saldrá bien, ya lo verás.
Yudith suspiró entristecida.
Si su destino era convertirse en una mujerzuela, al menos perdería la virginidad con un hombre joven y apuesto.
El resto de las chicas no había tenido esa suerte.
La misma noche de la subasta el desconocido la llevó a una inmensa mansión en el corazón de Madrid. Le ofreció agua para beber, comida, e incluso procuró para ella ropas más decentes.
Luego de que Yudith sació su sed, su apetito, y se cubrió adecuadamente, su anfitrión se sentó con ella en un espacioso sofá, y le explicó con lentitud todo lo que estaba sucediendo.
—Mi nombre es Xavier Farías. Soy el próximo Líder de la mafia española, y te he comprado porque…
—Sí, lo sé. Vas a tener sexo conmigo, y luego vas a devolverme al burdel.- lo interrumpió ella.
—En realidad…no.
Yudith lo miró con expresión sorprendida.
—Verás, tengo un asunto importante entre manos. Y tú podrías ayudarme.- Xavier bebió de su whisky con lentitud. – te propongo un trato. Tú y yo nos casamos, y permanecemos juntos por un año. Al cabo de ese tiempo, te daré cincuenta millones de euros, y tu libertad. ¿ Qué te parece?
—¡Estás loco!- bramó enfurecida, poniéndose en pie de un salto.- ¿ Casarnos? ¡Pero si ni siquiera nos conocemos!
Él le dedicó una sonrisa retorcida.
—Puede que sí esté loco, pero eso es lo que menos importa justo ahora, y el que no nos conozcamos es una ventaja. Así evitaremos caer en situaciones peligrosas y la familiaridad excesiva. Será un matrimonio solo de nombre. Durante ese periodo, deberás comportarte como una buena esposa, y guardar el secreto de que no hay intimidad entre nosotros. Solo eso te pido.
—¡No lo haré!- farfulló ofendida.
—Piénsalo bien, palomita. No sería lo mismo que pasaras un año casada conmigo, disfrutando de todos los lujos y riqueza que poseo, a pasar el resto de tu vida siendo una ramera más de aquel burdel.
Yudith palideció.
—¡He dicho que no!- rezongó.
—¿ No? Entonces mañana temprano te irás de regreso al prostíbulo.
Después de aquella amenaza, Xavier la había enviado a dormir a una habitación, dejándola sola con sus pensamientos.
Yudith había pasado la noche pensando en la mejor manera de escapar de aquel demente. Era imposible lo que pedía.
¿Quién en su sano juicio se casaría con un completo desconocido?
¡ Ella no! Eso era seguro.
Así que no pegó ojo durante el resto de la noche, y en cuanto amaneció, salió a hurtadillas de la habitación.
Caminó sigilosamente por los pasillos de la mansión, evitando a las sirvientas que iban y venían, haciendo sus quehaceres. Se escabulló por la cocina, sin que la viera la atareada cocinera. Salió al jardín, ocultándose tras árboles y arbustos, y rosales, esquivando a los jardineros, hasta casi llegar a la verja de entrada principal.
El guarda estaba de espaldas, y escuchando música con sus auriculares, así que ella abrió sus na pequeña puerta lateral, y salió corriendo.
Se había alejado a penas un metro de la mansión, cuando por la carretera venía un hombre montado en una motocicleta negra.
Yudith le hizo señas, desesperada.
El sujeto se detuvo y ella disparó enseguida.
—¡Ayúdame por favor! He sido secuestrada. Llévame más cerca de Madrid, te lo imploro. Sácame de aquí, te lo suplico.- sollozó, aferrándose a la chaqueta de cuero del desconocido.
El hombre se quitó el casco, perforándola con un par de gélidos ojos verdes.
—Vaya, vaya, mi prometida intentando escapar…hmm. Me siento profundamente ofendido.
—¡Xavier!- chilló ella, girando sobre sus talones, y corriendo.
Él liberó un gruñido, saltó de la moto y la persiguió.
—¡Déjame, suéltame, animal!- chilló ella, teniendo lo peor, en cuanto él le dio alcance.
—¡Que me sueltes te digo!- gritó, lanzándole una bofetada, la cuál impactó contra su rostro.
Xavier ponderó devolverle el golpe, pero luego consideró que no se vería bien que ella estuviera maltratada el día de la boda, así que no perdió el tiempo. En un movimiento rápido, se la subió al hombro, y la llevó de regreso a la mansión.
Soportando durante todo el camino, los chillidos y gritos de ella.Varios jardineros sonrieron al verlos pasar, las criadas cuchichearon entre si, sonrojándose, al verlos llegar.
Al parecer, los criados creyeron que su patrón estaba siendo juguetón con su enamorada.
—¡No!- protestó Yudith.- ¡de regreso a ese lugar, no!
—¿Preferirías que te devolviera al burdel?- masculló el mafioso.
—¡No!- chilló ella, llorando.
Xavier gruñó.
—Sécate las lágrimas, palomita. A mí no me convencerás, ni podrás manipularme con ellas.
Entrando a la mansión, Xavier la tumbó sobre el sofá de la sala de recepción y se subió sobre ella, mirándola directamente a los ojos.
—Ahora me perteneces, palomita.
—¡Eso es mentira! ¡Soy una mujer no una cosa! ¡ Y soy libre! ¡No soy de nadie!
Él elevó una ceja.
—Yo compré tu libertad. Me costaste dos millones de euros, y según lo veo, podemos llevar esta fiesta en paz, o puedo hacerte la vida miserable.
Yudith tragó en seco.
—Puedo devolverte ese dinero. Yo…yo podría trabajar para ti. Yo…
—Hmm, el único puesto que me interesa que ocupes es el de mi esposa.
—¡No lo haré!
—Bien, si no me obedeces por las buenas, lo tendrás que hacer por las malas.- él se movió, poniéndose en pie. - ¡Zenaida!- bramó.
Al instante, una Señora cuarentona y de expresión seria apareció por el pasillo.
—¿Me llamó, mi Líder?
—Así es. Mi invitada estaba deambulando sola por los terrenos, incluso salió a la carretera. Pudo haberse perdido o sufrido un accidente. Que la custodien dos guardias y que la mantengan encerrada en su habitación, hasta nuevo aviso.
—¡No puedes hacerme esto!- chilló Yudith
Él no respondió, solo se limitó a sonreír, elevando la comisura de sus labios.
Xavier se encerró en su despacho, sirviéndose un vaso de whisky y concentrándose en hacer llamadas importantes.
Mientras bebía, se preguntó por qué la pequeña palomita se mostraba tan reacia a casarse con él, al punto de intentar escapar…
Él no era para nada difícil de mirar.
Sus uno noventa, su aspecto de deportista y su hermoso rostro, lo hacían deseable…sin embargo, esa chica de uno sesenta lo había abofeteado, pateado e incluso arañado en un intento desesperado por huir de él.
¿Hmm?
Antes de ser vendida al burdel, ella de seguro tenía una vida.
Tendría un novio, ¿quizás?
¿ Estaría enamorada de otro hombre?
Su suposición parecía muy probable.
La ama de llaves la había encerrado en su habitación, y un par de gorilas armados la vigilaban constantemente.
Caminó de aquí para allá durante horas, y se mantuvo en su habitación todo el tiempo que pudo, hasta que a la mañana siguiente, la misma Zenaida fue a buscarla, la subió a la limosina y la forzó a hacer un recorrido por tiendas, Spas y joyerías.
De pie, frente al increíble y gigantesco espejo de la boutique, Yudith se contempló , casi incapaz de reconocerse a sí misma.
Una costurera componía la hermosa tela blanca de bordados, con la que confeccionaría su velo, mientras que otras dos, ponían pines aquí y allá, para ajustar su vestido de novia.
Las circunstancias de su vida habían cambiado drásticamente en los últimos días.
Y sin lugar a dudas, no para mejor.
—¿Es de su agrado el vestido, Señorita?
La increpó la encargada de la tienda, y ella parpadeó un par de veces, regresando al presente.
Volvió a contemplarse en el espejo, y se espantó de lo cambiada que estaba.
Habían cortado y estilizado sus cabellos, le habían hecho manicura y pedicura, e incluso la habían llevado a un spa, para recibir masajes y tratamientos faciales. Todo con el objetivo de embellecerla para su futuro esposo.
Yudith bufó.
Todo para hacer más creíble la gran mentira que sería su boda.
—¿Por qué hacemos esto?- preguntó ella, nerviosamente, cuando comenzaron a escoger un vestido de novia que le quedara adecuado.
—¿Oh, acaso no lo sabe, Señorita? El Señor Xavier ha anunciado que ustedes se casarán dentro tres días.
Yudith tragó en seco.
A pesar de que ella le había dicho buen claro que no estaba de acuerdo con aquello, esa terrible bestia seguía adelante con sus macabros planes.
Por la tarde, luego de un almuerzo ligero, la llevaron a la floristería más cara de la ciudad.
Allí le presentaron muestras de diferentes telas para confeccionar los lazos que decorarían la ceremonia, e incluso le pidieron escoger entre diferentes tipos de flores.
Con marcado desdén, ella pidió las telas más costosas y las flores más caras.
Asegurándose de encargar centenares de todo.
En un deseo feroz por arruinar al imbécil que quería obligarla a convertir el acto más sagrado y feliz en la vida de una mujer, en un simple intercambio de anillos y dinero.
Al final, los lazos le parecieron a Yudith horrendas cadenas, y las rosas monstruosas plantas carnívoras.
— Debería sentirse afortunada, señorita.- Susurró la ama de llaves.- de entre los miembros de nuestra organización, el señor Xavier es elas amable y gentil porque hasta muy poco estubo en el destierro y ahora ha regresado a causa de la muerte de la muerte de su padre. Solo obedezcalo y le aseguro que no tendrá problemas.
¿Amable y gentil? Pensó Yudith. ¡Ese animal sigue un mafioso de m****a!
Ella sabía, que su vida de ese momento en adelante, sería un desastre. Sin embargo, lejos de estar entristecida o sentirse derrotada, planificó en su mente una estrategia para librarse de las garras de su opresor.
—Yudith, ¿dónde estás? El Señor Mendoza está preguntando por ti. Si no te presentas a trabajar pondrá tu puesto como vacante.Yudith escuchaba entristecida las explicaciones de su amiga, y compañera de trabajo Lourdes García, a quien todos llamaban “Lola”.—Es complicado.—Tu padre se ha vuelto a meter en lios, ¿verdad?—Algo así.—¿ Cuantas veces debo decirte que ese vejestorio no se merece todo lo que hacer por él? Deja que se hunda en su mierda de una buena vez, y vente a vivir conmigo. Mi apartamento es pequeño, pero nos la arreglaremos.A Yudith se le contrajo el corazón, dolorosamente.—Gracias, lo pensaré.—Bien. Entonces…¿qué le digo al Señor Mendoza?—Nada. Que haga lo que quiera, no puedo regresar a trabajar gusto ahora.—Comprendo. Oye, tu abuela vino por aquí ayer, estaba buscándote—¿Mi abuela Gladys?—Sí, me dijo que iría a verte a tu casa. ¿Ustedes no sé vieron?Yudith se mordió inferior con fuerza.Era imposible que ella y su querida abuela pudiesen verse, porque ella
La boda se celebró por todo lo alto, en el propio jardín de la mansión Farías.Era, según las revistas de cotilleo y los programas de farándula, el evento más exclusivo del año.El pastel era una monstruosidad de veinte pisos, los adornos eran mega caros. La orquesta en vivo amenizaba con holgura. Había tanta gente desconocida y tantos reporteros y periodistas, que Yudith, lejos de sentirse feliz, notable, e importante…se sentía sola, triste y absolutamente miserable.—Sonríe, palomita. – Susurró su nuevo marido en su oído, después de colocar un pesado y escandaloso anillo en su dedo, el cual se sentía más como un grillete que como una alianza.—El acuerdo implica que me case contigo, no que finja una felicidad que no siento.Xavier comprimió su mentón, y la miró con un destello malvado en la mirada.Tomándola de la mano y conduciéndola a la carpa donde se ofrecería la cena para los invitados—También prometiste que no harías más perretas. Sonríe y muéstrate feliz para las cámaras, o
Xavier:Decidí pasar la noche en el club.Después de conversar largo rato con Mark, no me quedaron deseos de regresar a casa y escuchar los impertinentes remilgos de mi nueva esposa.¡Mujeres!Son todas iguales.Solo saben joder y estropearnos el ánimo.Con frecuencia me pregunto en que carajos estaba pensando mi padre cuando puso aquella cláusula en su testamento.Ruedo los ojos.Mientras más guardaespaldas conducen, llevándome a la mansión. En los últimos meses de su vida, a padre se le metió entre ceja y ceja que yo necesitaba una mujer.Pero se equivocó.No necesito más de esas harpías.Ya tuve a una víbora venenosa clavándome los colmillos una vez, y no me apetece repetir la experiencia.En la mansión, todo parece en orden.Los jardineros trabajan, las sirvientas van y vienen, la cocinera tararea sus operas a todo volumen mientras prepara lo suyo, pro cuando entro a la habitación de mi palomita…¡ Ella no está!—¡Zenaida!- grité a todo pulmón, moviéndome de aquí para allá, dentro
Xavier:—¿Tienes su localización? Envíamela. No, yo me encargaré. Bien.No había terminado de colgar, y ya estaba lanzando mi celular contra la pared—¡Hijos de puta!- bramé.No me lo podía creer.¡No me podía cree que tuvieran la desfachatez de mantener cautiva a mi esposa en el mismo lugar donde todo se fue al carajo!Pero así era.Edwin Barnes, mi hacker, así me lo había confirmado.Dos años antes:Ella venía, caminando hacia mi coche, enfundada en ese vestido rojo que la hacía ver tan sensual. Su cabellera dorada, suelta, salvaje, libre, y sus labios carmesí una invitación a besarla.Se subió a mi coche, y me miró con mala cara.—¿Por que me has citado aquí, Xavier?- protestó, mirándome con molestia.- ya te dije que nos veríamos en unas , en nuestra boda.—No eres mujer de creer en esas tonterías,¿ o sí? No me digas que temes a la mala suerte de que el novio te vea antes de la ceremonia.—No. No le temo a la mala suerte, porque no creo en la suerte. Todo en esta vida se reduce a l
Yudith:A pesar de que la cena estaba espléndida, todo me sabía a rayos.Después de dos horas se darle vueltas a aquello en el plato, la cocinera se apiadó de mí, y pasamos directamente al postre.—Es una pena que la cena no haya sido de su agrado, Señora.- comentó Zenaida, la ama de llaves, en un tono de superioridad y altanería que comenzaba a molestarme.—Quizás mañana recupere el apetito.- farfullé.—Oh, nuestro líder no va a regresar mañana.- anuncia Zenaida, con seriedad.- llamó para decir que se quedará unos días más en Cataluña.Asentí, pinchando el pudin de ciruelas, con desinterés.—Si me disculpa, Señora.Zenaida salió del comedor, y la cocinera se acercó a mí, sigilosamente.—A esa bruja no le haga caso. Desde hace tiempo tiene los humos muy subidos. Lleva años creyéndose la dueña de este lugar.—Comprendo.—Y por el Señor no se preocupe. Sé que le ha prohibido visitar a su abuela, pero siempre hay maneras de hacer que un hombre cambie de ideas.Me guiña un ojo, y yo pali
Xavier:Estaba haciendo una visita de cortesía al club Midnight, ese antro de mala muerte es propiedad de mi padrino, y el mismo se estaba haciendo demasiado notorio para las autoridades, debido a las inexplicables desapariciones de mujeres jóvenes dentro de sus paredes.Mi intensión no es colaborar con la policía, por el contrario, mis negocios y asuntos van directamente en contra de la ley, pero aproveché la oportunidad para recordarle a mi queridísimo padrino, que debía ser precavido.Si él caía, nos arrastraría a todos consigo.Mi padrino protestó que sus asuntos no involucran a la organización, y que sus mujeres eran su problema no el mío.—Sin embargo, se te está yendo la mano, Mario. Una cosa es negociar con chicas vendidas por su familia y otra muy diferente es secuestrar mujeres que tienen quienes las reclamen y vean por ellas.—Este es mi antro, Xavier. Aquí mi palabra es ley. No tengo por que soportar tus amenazas.—¿Yo te amenazo, Mario? ¡Hombre! No sé. Creería que he veni
Yudith: Comprimí los labios, mirándolo. Mi abuela tenía razón. Xavier era hermoso. Y no solamente hermoso, sino que se veía sensual y atrayente en ese traje que de seguro costaría más que todo lo que yo me había comprado en mi miserable vida. —¿Debo replantear la petición y convertirla en una orden, palomita? Se me está haciendo tarde.- farfulló, y yo negué. —De acuerdo, voy contigo. Solo dame cinco minutos. Regresé atrás, buscando en el armario repleto de ropa, sacando un vestido negro, sencillo, y un par de sandalias que combinaran. Me recogí el cabello en un moño alto, me apliqué máscara en las pestañas, y brillo en los labios, tomé mi bolso y salí. Él ya estaba esperándome al pie de las escaleras. Saqué un frasco de perfume de mi bolso, y mientras caminábamos hacia el coche, me rocíe un poco. Xavier: Creí que se tardaría horas en salir, sin embargo me sorprendió arreglándose en tiempo récord. La ropa le quedaba bien, y aunque el maquillaje de su rostro era mínimo, debía
Yudith:Desde que entré, Kristal no se ha separado de mi lado.Primero fuimos a un ensayo, en el que me enseñaron a caminar como lo hacen las modelos, y luego pasamos a pruebas de vestuario.Debo reconocer que las ropas no me quedaban nada mal. Por el contrario, parecían hechas a mi medida. Luego, pasé por manos de maquilladores y peinadoras y cuando estuvo terminado todo, casi no fui capaz de reconocerme.El fotógrafo sacaba toma tras toma de los diferentes outfits, mientras yo intentaba permanecer en las posturas que me indicaban. La mañana entera había sido un tropel de actividades, y no había tenido tiempo a pensar, sin embargo, mientras posaba para las cámaras, no pude evitar recordar la noche anterior.Diez horas antes:Él estaba completamente perdido de borracho, hablando incoherencias y obviamente incómodo en su ropa, porque ni bien había entrado en su habitación, ya se quitaba los pantalones y la camisa a tirones. Hasta quedarse solo en boxer.No lo quise hacer.Juro que no