- Estoy jugando incluso antes de levantarlo. Me cansé...Me dejó y se fue al dormitorio. Me quedé allí, a medio terminar, todavía sintiendo el dolor de mi mejor amiga mezclado con el mío.Por eso ya no quería amar. Porque el amor era una cogida que traía mucho dolor.Cerré la puerta con miedo de que esa loca volviera y fui al baño. Abrí la ducha a la temperatura más alta que pude y dejé que el vapor inundara el baño mientras me quitaba la ropa.Nunca he necesitado tanto una ducha caliente en mi vida. Y fue allí, bajo la ducha, donde pude dejar caer las lágrimas sin que nadie viera, ni siquiera yo.La puerta se abrió y Ben entró, sentándose en el inodoro. Pasé mi mano sobre el vidrio y pude ver sus ojos rojos. Con mi dedo, escribí en el vidrio vaporizado: "Te amo".Él sonrió y dijo:- Pasará... No te preocupes.- ¿Salimos de nuevo los días de sexo? - Yo invité. - Necesitamos esto. O vamos a estar en el foso, amigo.- Está bien, volvamos... Pero no esta semana. Necesito disfrutar mi dol
- OK. - Asenti.Me entregó el sobre:- Su turno. Abrí el primero.Respiré hondo y sentí una ansiedad indescriptible. Lentamente abrí el sello en papel adhesivo, que contenía el nombre del laboratorio. En el interior, una hoja A4, blanca, con letras pequeñas que llegaron a revolver mi mente.Mis ojos fueron directos al resultado: 99.99% afirmativo. Por supuesto, ya estábamos casi seguros, pero el nuevo comunicado no nos dejaba dudas.- ¿Y entonces? preguntó, jadeando.- Sí... Somos hermanos, Sebastián. No hay dudas.Él vino a mí. Me levanté de la silla y nos abrazamos. Ya no era un abrazo loco, como la primera vez. Era tierno y cariñoso, entre hermanos. Pasamos tal vez tres minutos sintiendo nuestros corazones latir con fuerza.Mientras nos alejábamos, vi lágrimas en sus ojos.- ¡No puedo creerlo, Sebastián!- Me disculpa. Se secó las lágrimas.- ¡Estás llorando por ser mi hermano! ¿Eso es bueno o malo? - Yo jugué.- Te juro que si fuera negativo, te adoptaría. - Se rio.- Eres tonto.
- Yo quiero. Me gusta acompañar.- Yo no quiero una mierda.La miré, confundido. La expresión de su rostro comenzó a calmarse, lentamente:- Quiero ir solo. Está bien, pero quiero caminar un poco, ver gente en la calle y estar tranquila.- ¿Es algo con Daniel? ¿Te hizo o te dijo algo que te hirió?- No. Él no es ese tipo de hombre.- Está bien... Respetaré tu decisión de ir solo. Perdón por la intrusión. Realmente quería ir a ayudar con algo.- Esta todo bien. - Aseguró, cerrando la puerta.Fui a la ducha y después, mientras me cambiaba de ropa, busqué en Google "¿Por qué las mujeres embarazadas se ponen raras y malhumoradas"?Según el “Doctor Google”, era normal, debido a los cambios físicos, la ansiedad y el miedo. Así que no siempre tenía que ver con el cambio hormonal, sino que era parte del estado emocional de la mujer.Por suerte, había estado bien últimamente con el nuevo medicamento que el médico me había recetado para la endometriosis. No tenía más dolor y no estaba menstruan
Miré tranquilamente en su dirección.- ¿Señor Casanova? No me di cuenta de que estaba aquí. Me disculpa. Me llevé la mano a la cara, fingiendo sorpresa.- Por supuesto que me viste, Bárbara. Al igual que te vi con este hombre. Su familia es peligrosa. Tenga cuidado: puede despertarse en una silla de ruedas.El mesero se acercó a la mesa de Héctor, levantando su silla. Todos los ojos estaban puestos en nosotros.- ¡Siéntate, Thor! – dijo Cindy, con el rostro enrojecido.La miré y sonreí. Iba a saber con quién estaba tratando.- Ella no corre ese riesgo, porque no es una sinvergüenza, como su padre. – respondió Sebastián.Héctor se incorporó y me di cuenta de que estaba jadeando. Y muy enojado. Y empeoraría. Estaba con Cindy otra vez. En otras palabras, nada cambiaría jamás. Menos mal que no le creí ni le di una oportunidad. Porque seguiría siendo el amante de esa rubia que bailaba sobre la verga del medio. Casanova no era bueno, al igual que su padre y el resto de su familia.El camare
- Nadie va a venir al puto baño mientras estemos aquí y lo sabes.- ¡No puedo creer que hayas cerrado la puerta!- ¿Por qué crees que vine a este restaurante en el fin del mundo, Bárbara?Arqueé una ceja, confundida.- Por tí. Me miró a los ojos, acercándose de nuevo.- ¿Me sigues, Héctor?- Un poco... Sólo un poco. Necesito saber si todo está bien, Bárbara. Y que no estás con Sebastian.- No puedo darte esa garantía.- ¿Como estas?- Que no estoy con Sebastian. Lo miré a los ojos.- ¿Qué quiere de mí? Pregunta, y lo haré.- Hubo un momento en que realmente quería sacar a Cindy del camino. Ahora no me importa. No quiero seguir con esto más, bajo ninguna circunstancia. Yo no creía en los cambios repentinos y ahora creo aún menos. Me demostraste que la gente no cambia.- ¿Seré alguna vez comparado con tu maldito ex?- Sí... Y te servirá de comparación para el próximo.- No habrá una próxima. Tomó mis muñecas y presionó su cuerpo contra el mío.- Sebastián ya es el siguiente. La cola se
¿Cuántas veces todavía pediría perdón por los errores que había cometido?- Tienes que madurar, Héctor. - Le toqué la cara.- Por favor, ayúdame. ¿Cómo lo hago?- No sé cómo hacerlo... Yo también lo estoy intentando. Así que no podemos hacerlo juntos.- Los dos seríamos inmaduros, ¿no? - Sonrió con tristeza.- Sí, creo que sí. Pero dime una cosa antes de irte, por favor.- Por supuesto... Lo que quieras.- ¿Cuántas veces te encontraré con Cindy cuando nos crucemos?- Espero que ninguno. Además de convencerla de comprar otro apartamento, también la llamé para ponerte celoso.- ¿Qué? ¿Sabes cuánto la odio y sigo insistiendo en ello? Héctor, eres la creación de la palabra “descalificado”. - Estaba furioso.- Tal vez... Volveré a mi pequeño mundo: CEO de North B. de día y CEO de Babylon de noche. Y un borracho en el medio. Él se rió. Eso es todo lo que puedo hacer sin ti.- Mientras dejes de perseguirme, haz lo que quieras.- No sabes lo que dices, Bárbara.- Inmaduro al cuadrado.- Loco
- Vamos, discúlpate. – ordenó Héctor.- Lo siento... Bárbara. – Dijo el hombre, casi sin voz.- Fuerte... Ella necesita escuchar. – dijo Sebastián.- Lo siento, Bárbara. - Repitió, pero no creo que su voz saliera más fuerte que eso.- Devuélvele el dinero. – habló Héctor con los dientes apretados. - ¡Ahora!- Suéltame... Y te lo devolveré... No sé cuánto... Pero tengo... Te lo devolveré.- Puede que ni siquiera lo recuerde. ¿Cuántas mujeres debe haber robado ya este descalificado?Una persona estaba grabando y al ver que lo observaban, comenzó a caminar rápidamente.- Toma el celular, Anon... Rompelo y luego paga el daño. – ordenó Héctor.- Sí señor.Anon fue tras el hombre, que salió corriendo con su teléfono celular todavía en la mano.- No necesitas eso, Héctor. - Yo hablé.- Si no hago exactamente eso, mañana Sebastian y yo saldremos en todas las noticias como matones de un buen acompañante masculino, que no hizo más que intentar cenar tranquilos en un restaurante."No tienes que
Pelear con Cindy frente al restaurante estaba incluso en mis planes. Pero preferí portarme bien, ya que le había quedado muy claro que yo tenía poder sobre Héctor. Simplemente no vi a nadie que no quisiera ver. Y ella era demasiado inteligente para no entender.Le di la espalda y subí al auto.- ¿Qué fue eso? Empecé a reír, todavía nerviosa.- Un hombre que lucha por el honor de su hermana. - El respondió.- Y... ¿Dónde entra Héctor en esta pelea?- Honestamente, no quiero pensar más en su actitud, o mi cabeza se enredará aún más.- ¿Crees que realmente podría gustarle?- ¿Incluso con Cindy a cuestas? Me miró de reojo. – ¿Quieres que te diga la verdad?- Porfavor, quiero.- Que Heitor Casanova es un sinvergüenza, todo el mundo lo sabe. Que siempre ha tenido a Cindy pisándole los talones, todo el mundo lo sabe. Que no le importa nadie más que él mismo, todo el mundo lo sabe. Pero él armando un escándalo en un restaurante de lujo para mi hermana... Todos lo vieron, pero no sé cómo se lo