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Así fue como, horas después, abordamos un jet privado, propiedad del CEO de North B., con destino a Italia.

- Por fin, descansó. – dijo Nicolete, cuando, por fin, María Lua se durmió en su regazo, aún en el vuelo.

- No entiendo cómo tiene tanta energía. - Dije, mientras recogía los juguetes que tiró al suelo, metiéndolos en la bolsa.

- Creo que el gato estaba feliz de tener un poco de holgura. - Nicolette se echó a reír.

- No, Nicolete, apenas tuvo tiempo de jugar con él.

- Pensé que podría perder la cola. Ella no pudo contener la risa.

Besé a mi pequeño dormido en la mejilla.

- La llevaré a descansar conmigo y Héctor.

- ¡De ningún modo! me quedo con ella Ve a prestarle atención a tu marido. No te preocupes por este pequeño huracán que puedo manejar.

Fui a la silla del frente y vi a Anon en un sueño profundo, con la cabeza apoyada contra la ventana.

- Este seguro odiaba el viaje. – dije en voz baja, ya que él y Malu estaban durmiendo.

- Seguramente. Lo alejó de Ben. Él no es del tipo
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