Ela ultimo beso

Miré tranquilamente en su dirección.

- ¿Señor Casanova? No me di cuenta de que estaba aquí. Me disculpa. Me llevé la mano a la cara, fingiendo sorpresa.

- Por supuesto que me viste, Bárbara. Al igual que te vi con este hombre. Su familia es peligrosa. Tenga cuidado: puede despertarse en una silla de ruedas.

El mesero se acercó a la mesa de Héctor, levantando su silla. Todos los ojos estaban puestos en nosotros.

- ¡Siéntate, Thor! – dijo Cindy, con el rostro enrojecido.

La miré y sonreí. Iba a saber con quién estaba tratando.

- Ella no corre ese riesgo, porque no es una sinvergüenza, como su padre. – respondió Sebastián.

Héctor se incorporó y me di cuenta de que estaba jadeando. Y muy enojado. Y empeoraría. Estaba con Cindy otra vez. En otras palabras, nada cambiaría jamás. Menos mal que no le creí ni le di una oportunidad. Porque seguiría siendo el amante de esa rubia que bailaba sobre la verga del medio. Casanova no era bueno, al igual que su padre y el resto de su familia.

El camare
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