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Cualquier hombre sensato, si tuviera a su fantasía sexual, con sus labios pegados a los suyos aunque no se estuvieran besando, lo que haría, sería precisamente aprovechar la oportunidad, ya después asumiría la consecuencia de sus actos, pero siempre había un impedimento que frenaba a Giovani referente a la mujer delante de él. Esta vez fue su celular vibrando en el bolsillo de su pantalón.

Aun sin soltar la cintura de la mujer y gruñendo internamente, solo se separó un poco y sacó el celular para ver quién era el nombre de la pantalla. Lo que vio no le gustó y simplemente colgó para volver a guardarlo.

Isabela no se movió, tampoco era que quisiera, pero deseaba que fuera soltada para poder acostarse en la cama de una vez y cerrar los ojos. Se sentía débil. Y Giovani lo sintió. El peso del cuerpo de ella se recargaba sobre su agarre y los ojos que antes lo fulminaban ahora estaban entrecerrados.

Con un movimiento ágil él se inclinó y pasó su brazo libre por debajo de las piernas de ell
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